viernes, 22 de julio de 2016

Hoy se inicia la novena a San Ignacio de Loyola Por Abel Camasca

Hoy se inicia la novena a San Ignacio de Loyola


REDACCIÓN CENTRAL, 22 Jul. 16 / 02:01 am (ACI).- “A la mayor gloria de Dios”, ese era el lema de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, cuya fiesta litúrgica es cada 31 de julio. En preparación a esta gran celebración, aquí una novena especial.
San Ignacio nació en Loyola (España) por el 1491. Su vida se desarrolló primero entre la corte real y la milicia. Al convertirse, estudió teología en París (Francia), donde conoció a aquellos con los que fundaría la Compañía de Jesús.
Su fecundo apostolado, sus escritos y la formación de sus religiosos influenciaron enormemente en la renovación de la Iglesia. Partió a la Casa del Padre en Roma en 1556.
"Enséñanos, buen Señor, a servirte como mereces: a dar sin contar el costo, a luchar sin contar las heridas, a trabajar y a no buscar descanso, a laborar sin pedir recompensa excepto saber que hacemos tu voluntad", decía el gran San Ignacio de Loyola.
Novena a San Ignacio de Loyola
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor…
Acto de Contricción
¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
Oración para todos los días
Gloriosísimo Padre y Patriarca San Ignacio, fundador de la Compañía de Jesús y Padre amantísimo: si es para mayor gloria de Dios, honor vuestro y provecho de mi alma que yo consiga la gracia que os pido en esta novena, alcanzadla del Señor; y si no, ordenad mi petición con todos mis pensamientos, palabras y obras a lo que fue siempre el blasón de vuestras heroicas empresas: a mayor gloria de Dios.
Oración para el primer día
Jesús mío dulcísimo, que nos revelaste los misterios sagrados de vuestra fe, y por vuestra predicación deseasteis plantarla en los corazones humanos como raíz de todas las buenas obras y de la eterna salvación; os ofrezco los merecimientos de mi glorioso Padre San Ignacio, y singularmente los de su iluminada fe, con la cual creería cuantos misterios están escritos en las santas Escrituras, aunque se perdiesen todos los libros sagrados, y de la cual animado la defendió contra los herejes, la dilató entre los gentiles y la avivó entre los católicos. Os suplico, Padre amantísimo de mi alma, me deis una fe vivísima de vuestros divinos misterios que me ilustre para creerlos y estimarlos como verdadero hijo de la santa Iglesia con fervorosas obras de perfecto cristiano y me concedáis la gracia que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, honor del Santo y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y Avemarías. Mencionar aquí la intención personal, grupal o comunitaria.
Oración final para todos los días
Oh Dios, que para propagar la mayor gloria de tu nombre, has fortalecido por medio de San Ignacio a la Iglesia militante con un nuevo auxilio: alcánzanos que con su ayuda y a imitación suya peleemos en la tierra hasta conseguir ser coronados con él en el cielo. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

PRESENCIA DE NUESTRA DIÓCESIS EN LA JMJ DE CRACOVIA

La Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia también tendrá representación diocesana. Concretamente, un grupo de 30 personas pertenecientes a los colegios de la Pureza de María (15 del colegio de Santa Cruz, 4 de La Cuesta y 11 de Los Realejos) y otro grupo de 8 personas pertenecientes a los colegios de Los Salesianos, viajarán del 20 de julio al 1 de agosto a tierras polacas para vivir esta experiencia junto al Santo Padre.
Durante su estancia desarrollarán diversas actividades para profundizar en la fe y en la historia, aprovechando que Cracovia es una ciudad fundamental en el devenir contemporáneo. En este sentido, podrán visitar el campo de concentración de Auschwitz, realizarán un itinerario por Wadowice, el pueblo natal de San Juan Pablo II, rezarán a los pies de la “Virgen Negra”, patrona de Polonia, etc.
Sin duda, uno de los días esperados será el jueves 28 de julio, ya que en torno a las 17:00 horas, está prevista la ceremonia de acogida del Papa. Un día más tarde, los participantes en esta JMJ realizarán una peregrinación de la Misericordia que se iniciará en el Santuario de San Juan Pablo II y se dirigirá hacia el Santuario de la Divina Misericordia en Tagiewniki. Además, por la tarde, realizarán un Vía Crucis con el Papa y al día siguiente una vigilia de oración.
La Eucaristía final se celebrará el domingo 31 de julio.

Hoy es la fiesta de Santa María Magdalena, la primera mujer que vio a Cristo resucitado Por Abel Camasca



Hoy es la fiesta de Santa María Magdalena, la primera mujer que vio a Cristo resucitado
Santa María Magdalena es una de las discípulas más fieles y que el Señor escogió para ser testigo de su resurrección ante los apóstoles, asimismo es ejemplo para toda mujer de la Iglesia y de auténtica evangelizadora, es decir, de una evangelizadora que anuncia el mensaje gozoso central de la Pascua.
El 10 de junio del 2016 el Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en el Vaticano, emitió un decreto en el que, siguiendo la voluntad del Papa Francisco, se estableció que la memoria litúrgica de Santa María Magdalena se eleve al rango de fiesta.
En referencia a ella, Benedicto XVI expresó en el 2006 que “la historia de María de Magdala recuerda a todos una verdad fundamental: discípulo de Cristo es quien, en la experiencia de la debilidad humana, ha tenido la humildad de pedirle ayuda, ha sido curado por él, y le ha seguido de cerca, convirtiéndose en testigo de la potencia de su amor misericordioso, que es más fuerte que el pecado y la muerte”.
En los Evangelios se habla de María Magdalena, la pecadora (Lc. 7, 37-50); María Magdalena, una de las mujeres que seguían al Señor (Jn. 20, 10-18) y María de Betania, la hermana de Lázaro (Lc. 10, 38-42).
La liturgia romana identifica a las tres mujeres con el nombre de María Magdalena, como lo hace la antigua tradición occidental desde la época de San Gregorio Magno.
María Magdalena siguió a Jesús hasta el Calvario y estuvo ante el cuerpo yacente del Señor. El domingo de Resurrección fue la primera que vio a Cristo resucitado y tuvo el honor de ser enviada por el Señor a anunciar esta buena noticia a los discípulos.
Oración
Señor, Dios nuestro, Cristo, tu unigénito, confió, antes que a nadie, a María Magdalena la misión de anunciar a los suyos la alegría pascual; concédenos a nosotros, por la intercesión y el ejemplo de aquella cuya fiesta celebramos, anunciar siempre a Cristo resucitado y verle un día glorioso en el reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo.
Más información de María Magdalena en los siguientes enlaces:
 

Los diez mandamientos del matrimonio Lo que dicen los especialistas en terapia conyugal


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Un equipo de psicólogos y especialistas americanos, que trabajaba en terapia conyugal, elaboró los Diez Mandamientos del Matrimonio.
Me gustaría analizarlos aquí, ya que traen mucha sabiduría para la vida y felicidad de los matrimonios. Es más fácil aprender con el error de los de más que con los propios.
1. Nunca enfadarse al mismo tiempo.
A toda costa evitar la explosión. Cuanto más complicada es la situación, más necesaria es la calma. Entonces, será preciso que un de los dos accione el mecanismo que asegure la calma de ambos ante la situación conflictiva. Es necesario convencernos de que la explosión no traerá nada bueno. Todos sabemos bien cuáles son los frutos de una explosión: sólo destrozos, muerte y tristeza. Por tanto, jamás permitir que la explosión llegue a producirse. D. Helder Câmara tiene un bonito pensamiento que dice: “Hay criaturas que son como la caña de azúcar, incluso puestas en el molino, aplastadas, reducidas a pulpa, sólo saben dar dulzura…”
2. Nunca gritar uno a otro.
A no ser que la casa esté ardiendo.
Quien tiene buenos argumentos no necesita gritar. Cuanto alguien más grita, menos se le escucha. Alguien me dijo una vez que si gritar resolviese alguna cosa, ningún puerco moriría (…) Gritar es propio de quienes son flacos moralmente, y necesitan imponer con gritos aquello que no consiguen por los argumentos y por la razón.
3. Si alguien tiene que ganar en una discusión, dejar que sea el otro.
Perder una discusión puede ser un acto de inteligencia y de amor. Dialogar jamás será discutir, por la simple razón de que la discusión presupone un vencedor y un derrotado, y en el diálogo no. Por tanto, si por descuido nuestro, el diálogo se transforma en discusión, permite que el otro “venza”, para que termine más  rápidamente.
La discusión en el matrimonio es sinónimo de “guerra” ; una lucha sin gloria. “La victoria en la guerra debería ser conmemorada con un funeral”; decía Lao Tsé. ¿Qué ventaja hay en ganar una disputa contra aquel que es nuestra propia carne? Es preciso que el matrimonio tenga la determinación de no provocar peleas; no podemos olvidar que basta una pequeña nube para esconder el sol. A veces una pequeña discusión esconde por muchos días el sol de la alegría en el hogar.
4. Si fuera inevitable llamarle la atención, hacedlo con amor.
La otra parte tiene que entender que la crítica tiene el objetivo de sumar y no de dividir. Sólo tiene sentido la crítica que sea constructiva; y esa es amorosa, sin acusaciones ni condenaciones. Antes de apuntarnos un defecto, es siempre aconsejable presentar dos cualidades del otro. Eso funciona como un anestésico para que se pueda hacer la cura sin dolor. Y reza por el otro antes de abordarle en un problema difícil. Pide al Señor y a Nuestra Señora que preparen su corazón para recibir bien lo que tienes que decirle. Dios es el primer interesado en la armonía del matrimonio.
5. Nunca echar al otro en cara los errores del pasado.
La persona es siempre más que sus errores, y a nadie le gusta ser caracterizado por sus defectos.
Toda vez que acusamos a alguien de sus errores pasados, estamos trayéndolos de vuelta y dificultando que  se libre de ellos. Ciertamente no es esto lo que queremos para la persona amada. Es preciso todo cuidado para que esto no ocurra en los momentos de discusión. En estas horas lo mejor es mantener la boca cerrada. El que esté más calmado, el que se controla más, debe quedar quieto y dejar al otro hablar hasta que se calme. No replicar con palabras, si no la discusión aumenta, y todo lo malo puede pasar, en términos de resentimientos, ansiedades y dolorosas heridas.
En los tiempos horribles de la “guerra fría”, cuando pendía sobre el mundo todo el peligro de una guerra nuclear, como una espada de Damocles sobre nuestras cabezas, el Papa Pablo VI avisó al mundo: “la paz se impone solamente con la paz, por la clemencia, por la misericordia, por la caridad”. Ahora, si esto es válido para que el mundo encuentre la paz, mucho más es válido para que todos los matrimonios vivan bien. Por tanto, como enseña Tomás de Kempis, en la Imitación de Cristo, “primero consérvate en paz, después podrás pacificar a los demás”. Y Pablo VI, ardoroso defensor de la paz, decía: “si la guerra es el otro nombre de la muerte, la vida es el otro nombre de la paz.” Por tanto, para haber vida en el matrimonio, es preciso que haya paz; y ésta tiene un precio: nuestra madurez.
6. La displicencia con cualquier persona es tolerable, menos con el cónyuge.
En la vida a dos todo puede y debe ser importante, pues la felicidad nace de las pequeñas cosas. La falta de atención para con el cónyuge es triste en la vida del matrimonio y demuestra desprecio para con el otro. Sé atento a lo que el otro dice, a sus problemas y aspiraciones.
7. Nunca ir dormir sin haber llegado a un acuerdo.
Si eso no sucede, al día siguiente el problema podría ser mayor.  No se puede dejar acumular problema sobre problema sin solución.
¿Tu usarías la misma jarra que usaste el día anterior para poner la leche, sin antes lavarla? La leche ciertamente se volverá ácida. Lo mismo sucede cuando discutimos sin resolver los conflictos de ayer.
Los problemas de la vida conyugal son normales y exigen de nosotros atención y valor para enfrentarlos, hasta que se solucionen, con nuestro trabajo y con la gracia de Dios. La actitud de avestruz, de fuga, es la peor que existe. Con paz y perseverancia busquemos la solución.
8. Por lo menos una vez al día, decir al otro una palabra cariñosa.
Muchos tienen reservas enormes de ternura, pero olvidan expresarlas en voz alta. No basta amar al otro, es preciso decir esto también con palabras. Especialmente para las mujeres, esto tiene un efecto casi mágico. Es un tónico que cambia completamente el estado de ánimo, humor y bienestar. Muchos hombres tienen dificultad en este punto; algunos por problemas de educación, pero la mayoría porque aún no se han dado cuenta de su importancia.
Como son importantes esas expresiones de cariño que hacen crecer al otro: “te amo”, “eres muy importante para mí”,  “sin tu no habría conseguido vencer este problema”, “tu presencia es importante para mí”; “tus palabras me ayudan a vivir”… Di esto al otro con toda sinceridad y experimentarás lo importante que es.
9. Si cometes un error, saber admitirlo y pedir perdón.
Admitir un error no es una humillación. La persona que admite su error demuestra ser honrada, consigo misma y con el otro. Cuando nos equivocamos no tenemos dos alternativas honradas, sólo una: reconocer el error, pedir perdón y procurar remediar lo que hicimos mal, con el propósito de no repetirlo. Esto es ser humilde. Actuando así, incluso nuestros errores y caídas serán momentos para nuestra maduración y crecimiento. Cuando tenemos el valor de pedir perdón, venciendo nuestro orgullo, eliminamos casi en seguida el motivo de conflicto en la relación, y la paz vuelve a los corazones. ¡Es noble pedir perdón!
10. Cuando uno no quiere, dos no pelean.
En la sabiduría popular la que enseña esto. Será necesario entonces que alguien tome la iniciativa de romper en círculo vicioso que lleva a la pelea. Tomar esta iniciativa será siempre un gesto de grandeza, madurez y amor. Y la mejor manera será “no poner leña en la hoguera”, esto es, no alimentar la discusión. Muchas veces es por el  silencio de un que la calma vuelve al corazón del otro. Otras veces será por un abrazo cariñoso, o por una palabra amiga.

Fiesta de santa María Magdalena


Cantar de los Cantares 3,1-4a. 

Así habla la esposa:
En mi lecho, durante la noche, busqué al amado de mi alma. ¡Lo busqué y no lo encontré!
Me levantaré y recorreré la ciudad; por las calles y las plazas, buscaré al amado de mi alma. ¡Lo busqué y no lo encontré!
Me encontraron los centinelas que hacen la ronda por la ciudad: "¿Han visto al amado de mi alma?".
Apenas los había pasado, encontré al amado de mi alma.



Salmo 63(62),2.3-4.5-6.8-9. 
Señor, tú eres mi Dios,
yo te busco ardientemente;
mi alma tiene sed de ti,
por ti suspira mi carne
como tierra sedienta, reseca y sin agua.

Sí, yo te contemplé en el Santuario
para ver tu poder y tu gloria.
Porque tu amor vale más que la vida,
mis labios te alabarán.

Así te bendeciré mientras viva
y alzaré mis manos en tu Nombre.
Mi alma quedará saciada
como con un manjar delicioso,
y mi boca te alabará
con júbilo en los labios.

Veo que has sido mi ayuda
y soy feliz a la sombra de tus alas.
Mi alma está unida a ti,
tu mano me sostiene.





Evangelio según San Juan 20,1-2.11-18. 
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada.
Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro
y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús.
Ellos le dijeron: "Mujer, ¿por qué lloras?". María respondió: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto".
Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció.
Jesús le preguntó: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?". Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: "Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo".
Jesús le dijo: "¡María!". Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: "¡Raboní!", es decir "¡Maestro!".
Jesús le dijo: "No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: 'Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes'".
María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras.




Leer el comentario del Evangelio por : San Gregorio Magno