viernes, 15 de septiembre de 2017

Oración poderosa a Nuestra Señora de los Dolores


¿Estás pasando por algún sufrimiento fuerte? Aprovecha el día de hoy y pon tu dolor en el cuello de Nuestra Señora de los Dolores

Nuestra Señora de los Dolores, te presento todas mi necesidades, angustias, tristezas, miserias y sufrimientos.
Oh Madre de los dolores y reina de los mártires, que tanto sufriste al ver a tu Hijo flagelado, escarnecido y muerto para salvarme, acoge mis plegarias.
Madre amable, concédeme una verdadera contrición de mis pecados y un sincero cambio de vida.
Nuestra Señora de los Dolores, que estuviste presente en el calvario de Nuestro Señor Jesucristo, permanece también presente en mis calvarios. Te suplico esta gracia de la que tanto necesito:
(Haz tu petición)
Por piedad, oh abogada de los pecadores, no dejes de amparar mi alma en aflicción y en el combate espiritual que estoy atravesando en todo momento.
Nuestra Señora de los Dolores, cuando los dolores y los sufrimientos lleguen, no me dejes que me desanime.
Madre de los dolores, envuélveme en tu sagrado manto y ayúdame a pasar por el valle de lágrimas.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, ¡Dios te salve! A ti clamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea pues, señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María.
Permanece con nosotros y danos tu auxilio, para que podamos convertir las luchas en victorias, y los dolores en alegrías.
Ruega por nosotros, oh Madre, porque no eres sólo la Madre de los dolores, sino también la Señora de todas las gracias.
Nuestra Señora de los Dolores, fortaléceme en los sufrimientos de la vida. (3x)
Amén.

Nuestra Señora de los Dolores


Por dos veces durante el año, la Iglesia conmemora los dolores de la Santísima Virgen que es el de la Semana de la Pasión y también hoy, 15 de setiembre.
La primera de estas conmemoraciones es la más antigua, puesto que se instituyó en Colonia y en otras partes de Europa en el siglo XV y cuando la festividad se extendió por toda la Iglesia, en 1727, con el nombre de los Siete Dolores, se mantuvo la referencia original de la Misa y del oficio de la Crucifixión del Señor.
En la Edad Media había una devoción popular por los cinco gozos de la Virgen Madre, y por la misma época se complementó esa devoción con otra fiesta en honor a sus cinco dolores durante la Pasión. Más adelante, las penas de la Virgen María aumentaron a siete, y no sólo comprendieron su marcha hacia el Calvario, sino su vida entera. A los frailes servitas, que desde su fundación tuvieron particular devoción por los sufrimientos de María, se les autorizó para que celebraran una festividad en memoria de los Siete Dolores, el tercer domingo de setiembre de todos los años.

Memoria de Nuestra Señora de los Dolores


Carta a los Hebreos 5,7-9. 

Hermanos:
Cristo dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión.
Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer.
De este modo, él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen,

Salmo 31(30),2-3a.3bc-4.5-6.15-16.20. 
Yo me refugio en ti, Señor,
¡que nunca me vea defraudado!
Líbrame, por tu justicia;
inclina tu oído hacia mí
y ven pronto a socorrerme.

Sé para mí una roca protectora,
porque tú eres mi Roca y mi baluarte:
por tu Nombre, guíame y condúceme.
Sácame de la red que me han tendido,

porque tú eres mi refugio.
Yo pongo mi vida en tus manos:
tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.
Pero yo confío en ti, Señor,

y te digo: «Tú eres mi Dios,
mi destino está en tus manos.»
Líbrame del poder de mis enemigos
y de aquellos que me persiguen.
¡Qué grande es tu bondad, Señor!

Tú la reservas para tus fieles;
y la brindas a los que se refugian en ti,
en la presencia de todos.


Evangelio según San Juan 19,25-27. 
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo".
Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.