viernes, 31 de marzo de 2017

¿Por qué Jesús murió a los 33 años?


No es una casualidad...

Muchos se han preguntado por qué tan joven murió Jesús. La edad de 33 años ha sido la referencia obligatoria de su crucifixión, muerte y resurrección. Pero muy pocos se preguntan lo que monseñor Charles Pope pregunta en su artículo del portal Community in Mission. En efecto: ¿cuál fue la razón de que muriera en sus treinta años y no con más edad, lo cual le habría dado más tiempo para enseñar y consolidar la doctrina de su Iglesia?
Pope recuerda la triple respuesta de santo Tomás de Aquino: Jesús murió a esa edad para mostrar su amor por nosotros en la edad perfecta de la vida; porque estaba completamente sano y porque al resucitar tan joven nos enseña la condición futura de los que resucitarán en el día final.
Desde luego, dice Pope, no es una casualidad que Cristo haya muerto, justamente, a la edad en que murió. “Dios no hace nada arbitrariamente”y los detalles del Evangelio –por ejemplo, la hora de la muerte de Jesús— nos enseñan mucho más que las especulaciones.
Un modelo a imitar
Además, está el tema de la perfección (Cristo era perfectamente Dios y perfectamente hombre). La perfección puede dañarse por exceso o por defecto. “Consideremos -dice Pope- el caso de la edad: una persona joven puede carecer de madurez física o espiritual, mientras que a una persona mayor, el tiempo le cobra su peaje y la mente se hace menos nítida”.
Por lo demás, en el tiempo en que vivió santo Tomás de Aquino (en el siglo XIII D. C.), los treinta años eran considerados como la época de la perfección humana. “Esto es sin duda aún así, a pesar de que parece que toma mucho más tiempo para alcanzar la madurez intelectual y emocional en estos días”, subraya Pope.
Santo Tomás señala que debido a que Jesús murió mientras que estaba en el mejor momento de su vida, es muestra de que su sacrificio fue mayor. Su aparente falta de cualquier enfermedad o imperfecciones físicas también aumentó su sacrificio.
“Este es un modelo para nosotros”, dice, finalmente Pope en su artículo, “porque hemos de dar lo mejor de lo que tenemos a Dios en sacrificio”, tal y como lo enseñó Jesús en la perfección de su propia vida.
“Y por lo tanto lo que podría parecer a algunos como un detalle sin complicaciones (la edad de Jesús), en realidad ofrece enseñanzas importantes para el alma sensible. Cristo dio todo, dio lo mejor y lo hizo cuando estaba en la flor de su vida. También nosotros estamos llamados a una perfección cada vez mayor”, termina diciendo el sacerdote estadounidense quien sirve en la arquidiócesis de Washington.

¿Realmente el diablo existe?


Para muchos, el diablo es un símbolo, inventado para explicar el mal en el mundo y para desculpabilizarse del mal cometido... 

La fe cristiana afirma la existencia del demonio, pero proclama que el poder de éste no es ilimitado. No existe un “dios del mal”: El demonio es una criatura sometida al poder de Dios.
Los cristianos desde siempre admiten la existencia de un ser maligno, o varios seres malignos, de naturaleza angélica, cuya actuación se dirige a apartar al hombre de Dios, sometiéndole a las fuerzas del mal, a través de la tentación. De hecho, Cristo se hizo hombre y murió en la cruz para liberar al hombre de este estado de sometimiento en el que se encontraba a raíz del pecado original. La existencia del demonio forma parte por tanto de la verdad revelada.
Sin embargo, la creencia cristiana es muy distinta de la de otras religiones: no existe un “dios del mal” opuesto al dios del bien. Al contrario, según la teología católica de santo Tomás de Aquino, el mal no existe en sí mismo, sino como ausencia del bien, como rechazo del amor de Dios. Según la doctrina cristiana, el demonio puede incitar al hombre al mal, pero no puede quitarle su libertad. No tiene poder sobre su alma si el hombre no se lo otorga.
En demonio es un ángel creado por Dios, que en la tradición cristiana recibe los nombres de Satán o Lucifer, que usó su libertad para oponerse a su amor. Dios permite su existencia y su rebeldía, pero el demonio está sometido a su Creador, como el resto de las potencias angélicas. Esta es una de las razones de que la teología cristiana en realidad no se haya preocupado mucho sobre el demonio en sí, sino más bien de cómo Cristo logró la victoria sobre él y de cómo combatir su poder en la vida cristiana.


La Biblia, y más particularmente los Evangelios, así como el Magisterio y la vida de los santos, atestiguan la existencia del demonio.
El Antiguo Testamento considera a los ángeles y los demonios criaturas de Dios, Creador de todo, lo visible y lo invisible. Pero los textos que hablan de Satán en el Antiguo Testamento son muy raros. Es después del exilio de Babilonia cuando se nota una evolución: el mal entre los hombres viene de Satán (‘satan’ en hebreo, adversario) a raíz del pecado de Adán (Gn 3), cuando “por la envidia de la serpiente, la muerte entró en el mundo” (Sb 2, 24). Satán es el tentador, el acusador, el adversario de Dios (Za 3, 1-7, Jb 1, 11, etc.).  Casi dos siglos antes de Cristo, la comunidad monástica de Qumram, en las orillas del mar Muerto, elabora una demonología estructurada.
Pero es en los cuatro Evangelios donde la presencia de Satán adquiere una densidad particular: es un adversario real, enemigo de Cristo y de su Reino. Jesús se dirige, sin duda alguna, personalmente a Satán para increparle, y habla de él como de ‘alguien’. Son conocidos los pasajes de las Tentaciones en el desierto (Mt 4, 1-11) y de los numerosos exorcismos que Jesús realizó (Cafarnaúm Mc 1, 23-28, Gerasa Mt 8, 28-34, la hija de la cananea Mc 7, 25-29, por citar algunos). Los escritos apostólicos y el Apocalipsis recogen esta victoria de Cristo, que se consumará al final de los tiempos.
El Magisterio y la Tradición de la Iglesia, tanto en la enseñanza como en la liturgia, han recogido siempre esta verdad. El Catecismo de la Iglesia Católica habla del demonio hasta en 40 apartados. También la vida de muchos santos, que tuvieron experiencia directa de lucha contra el demonio, constituye un testimonio sobre su existencia.


Este permiso que Dios da a los demonios para perturbar la vida de los suyos es un gran misterio: es el misterio mismo del mal.
¿Por qué Dios, si es bueno y todopoderoso y aborrece el mal, permite que los demonios actúen y tengan poder sobre el hombre?  Es un gran misterio, el “mysterium iniquitatis”. Dios creó al hombre – y a los ángeles – por amor, y desea que el hombre le ame a cambio. Pero no hay amor sin libertad, por lo que Dios deja espacio al hombre para que éste elija amarle. Sólo Dios posee una libertad perfecta, incapaz de elegir el mal. El hombre – y los ángeles – pueden rechazar este amor.
¿Por qué Dios no destruyó a los ángeles caídos? Hay dos razones: la primera es que Dios respeta esa libertad que Él mismo otorga; la segunda, que de alguna forma, Dios se sirve también de ellos para realizar sus designios. San Agustín afirma que Dios no permitiría el mal, si no fuera para sacar de él un bien mayor. En efecto, es lo que sucede con la historia de la redención, en la que el mal es finalmente vencido por el bien. Dios redimió al mundo del pecado, pero sin dejar de respetar la libertad del hombre, el cual puede acoger o rechazar esta redención.
Los cristianos creen que la victoria definitiva del bien y la destrucción definitiva del mal se producirán al final de los tiempos. Mientras tanto, el tiempo que vivimos se caracteriza por esta lucha entre el bien y el mal. La vida de los santos da fe de esta lucha, a veces cara a cara, con los demonios.


El poder de Satán se manifiesta de muchas formas, la posesión diabólica es sólo una manifestación extraordinaria. 
El demonio actúa de forma ordinaria en la vida de cada persona, mediante la tentación y la seducción, para inclinarla a cometer el mal. Esta actuación se combate mediante la oración y la práctica de las virtudes, con el auxilio de los sacramentos. La Iglesia afirma que el hombre no está condicionado absolutamente por la tendencia al mal, sino que puede combatirlo con la ayuda de la gracia.
También se puede manifestar de forma extraordinaria mediante la posesión, la infestación, el acoso, la obsesión etc. Se trata de fenómenos muy raros, en los que Satanás llega a poseer el cuerpo – que no el alma– de una persona. Este fenómeno lo combate la Iglesia mediante el ritual del exorcismo, que realizan sacerdotes encargados específicamente por su obispo para este fin.
Sin embargo, son muy pocos los casos de verdadera posesión. Antes de la práctica del exorcismo, se realizan todo tipo de pruebas médicas y psiquiátricas para descartar que no se trata de disturbios psicológicos. Muchas de las personas que sufren de posesión diabólica han realizado prácticas nigrománticas o satánicas. Muy excepcionalmente, algunos santos han experimentado esta dura prueba.

En los últimos años están aumentando las sectas satánicas, entre los jóvenes pero también en relación con otros fenómenos sociales, como el narcotráfico o las prácticas mágicas.

Cada vez hay más adolescentes afectados por el fenómeno del satanismo, que se ha convertido en una “moda” transgresora. El padre Benoît Domergue, especialista en estos fenómenos, afirma que actualmente en Francia existe una cincuentena de asociaciones que agrupan a unos 5.000 individuos. El fenómeno es tan preocupante que las autoridades de la República francesa se han involucrado. En 2006, la Miviludes (Mission interministérielle de vigilance et de lutte contre les dérives sectaires) publicó un pequeño informe sobre el satanismo en el que ponía en guardia contra este tipo de grupos.
En España, según un informe elaborado en 2010 por la Red Iberoamericana para el Estudio de las Sectas (RIES), el número de las sectas satánicas en este país ha aumentado en la última década, pasando de 41 en 2001 a 61 en 2010. Estos grupos estarían relacionados con recientes episodios de profanaciones y robos sacrílegos en iglesias. Ciertos tipos de música metal (black metal, death metal, neometal) constituyen también una puerta de entrada privilegiada hacia el satanismo. Un universo tanto más borroso en cuanto que formado por múltiples grupúsculos inexistentes desde el punto de vista jurídico o asociativo.
En países como Colombia, según denuncian algunos expertos, el satanismo se vincula al narcotráfico, como una práctica para “asegurar” el éxito de esta actividad criminal, y también como forma de sometimiento social. Otra vía para la práctica del satanismo es la brujería y la nigromancia. Aparte del satanismo, existe otro tipo de sectas llamadas “luciferinas”, que sin llegar a los extremos del satanismo, sí que promueven una reinterpretación de la Caída del hombre, invirtiendo los términos: Dios es el malo, y Satán el ser bueno que se rebela contra él.

¿Cuál es la diferencia entre un sacerdote, un fraile y un monje?


Los tres términos se confunden en el lenguaje popular, pero ¿qué diferencias hay entre ellos?

Buenos días, ¿podrían ayudarme a entender las diferencias entre fraile, monje y sacerdote? Agradezco el favor de su atención. Lorena F.
Son términos ambiguos y flexibles. En el lenguaje popular se aplica sin propiedad, como si los tres términos fueran equivalentes. Sin embargo, no son lo mismo:
Un sacerdote, en la Iglesia católica, es un hombre que ha recibido el sacramento del Orden Sacerdotal, y que en virtud del mismo puede celebrar el sacrificio de la misa y realizar otras tareas propias del ministerio pastoral. Puede pertenecer a una orden o familia religiosa, o a una diócesis.
Un monje o un fraile, en cambio, es una persona que ha hecho los votos de pobreza, castidad y obediencia, y pertenece a una congregación o familia religiosa concreta (franciscanos, dominicos, jesuitas…). Puede coincidir que además de ser religioso sea sacerdote, pero no tiene por qué. Su vocación religiosa no tiene por qué ser una vocación al sacerdocio.
¿Y cuál es la diferencia entre monje y fraile? Pues tiene que ver con el origen de ambas palabras: monje viene del latín tardío monachus, palabra para designar a los anacoretas, y que ya en su misma raíz tenía implícito el significado “soledad”.
Se relaciona con el surgimiento de las primeras experiencias de vida contemplativa (en los siglos IV-VI d.C.), como por ejemplo los Padres del Desierto, ermitaños que abandonaban el mundo y vivían en el desierto, o san Benito de Nursia, fundador de la orden religiosa más antigua de Occidente, los benedictinos.
Monje, por tanto, es un término más adecuado para referirse a hombres consagrados que viven en conventos, dedicados por entero a la oración y a la penitencia. Es el caso de las órdenes contemplativas, como la Cartuja.
Fraile en cambio es un término más moderno, que procede de la Edad Media (del provenzal fraire), y que significa “hermano”. Fraile se suele emplear más para órdenes dedicadas a la vida activa, como los franciscanos o los hospitalarios.
El uso de esta palabra se relaciona con el surgimiento de las órdenes mendicantes en la Baja Edad Media, que supusieron un gran cambio en la vida religiosa: estos nuevos religiosos ya no se encerraban en conventos alejados de la gente para dedicarse a la oración, sino que estaban en las ciudades, dedicados a los pobres, a la enseñanza, a los enfermos…

Viernes de la cuarta semana de Cuaresma


Libro de la Sabiduría 2,1a.12-22. 

Los impíos se dicen entre sí, razonando equivocadamente:
«Tendamos trampas al justo, porque nos molesta y se opone a nuestra manera de obrar; nos echa en cara las transgresiones a la Ley y nos reprocha las faltas contra la enseñanza recibida.
El se gloría de poseer el conocimiento de Dios y se llama a sí mismo hijo del Señor.
Es un vivo reproche contra nuestra manera de pensar y su sola presencia nos resulta insoportable,
porque lleva una vida distinta de los demás y va por caminos muy diferentes.
Nos considera como algo viciado y se aparta de nuestros caminos como de las inmundicias. El proclama dichosa la suerte final de los justos y se jacta de tener por padre a Dios.
Veamos si sus palabras son verdaderas y comprobemos lo que le pasará al final.
Porque si el justo es hijo de Dios, él lo protegerá y lo librará de las manos de sus enemigos.
Pongámoslo a prueba con ultrajes y tormentos, para conocer su temple y probar su paciencia.
Condenémoslo a una muerte infame, ya que él asegura que Dios lo visitará.»
Así razonan ellos, pero se equivocan, porque su malicia los ha enceguecido.
No conocen los secretos de Dios, no esperan retribución por la santidad, ni valoran la recompensa de las almas puras.

Salmo 34(33),17-18.19-20.21.23. 
El Señor rechaza a los que hacen el mal
para borrar su recuerdo de la tierra.
Cuando ellos claman, el Señor los escucha
y los libra de todas sus angustias.

El Señor está cerca del que sufre
y salva a los que están abatidos.
El justo padece muchos males,
pero el Señor lo libra de ellos.

El cuida todos sus huesos,
no se quebrará ni uno solo.
Pero el Señor rescata a sus servidores,
y los que se refugian en El no serán castigados.



Evangelio según San Juan 7,1-2.10.25-30. 
Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo.
Se acercaba la fiesta judía de las Chozas,
Sin embargo, cuando sus hermanos subieron para la fiesta, también él subió, pero en secreto, sin hacerse ver.
Algunos de Jerusalén decían: "¿No es este aquel a quien querían matar?
¡Y miren cómo habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías?
Pero nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es".
Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó: "¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen.
Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él el que me envió".
Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no había llegado su hora. 

jueves, 30 de marzo de 2017

¿Por qué suele haber un gato en las pinturas de la Última Cena?


¿Quizás representa al mal o al mismo demonio?

En muchas pinturas, también medievales y renacentistas, el gato aparece sencillamente como un animal doméstico y tiene una función decorativa. En algún caso, sin embargo, puede asumir un significado simbólico, en particular en las representaciones de la Última Cena, y entonces representa el mal o el mismo demonio.
Esto se deduce del hecho de que se le coloca cerca de Judas, convirtiéndose así en imagen del diablo, que “Durante la Cena, el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo” (cfr. Juan 13,2).

Esto se ve, por ejemplo, en el fresco del Ghirlandaio en el museo de San Marcos (Florencia) o en la pintura de Jacopo Bassano en la Galleria Borghese de Roma. Judas es reconocible porque tiene en la mano el saquito con los treinta denarios.

En otras pinturas, el gato está representado mientras se enfrenta a un perro, por ejemplo en el fresco de Cosimo Rosselli en la Capilla Sixtina, o en la pintura del Romanino en el refectorio de Santa Justina en Padua. El perro se había convertido en la Edad Media en símbolo de fidelidad, y por tanto es probable que el enfrentamiento con el gato aluda a la lucha entre el bien y el mal.


En efecto, en la Última Cena Jesús anticipa su pasión y muerte, descrita como la victoria de Cristo sobre el príncipe de este mundo, el diablo, la victoria del amor sobre el mal y el odio.
Con todo, más allá del significado simbólico negativo que quizás asume, el gato no tiene nada de diabólico, es una criatura de Dios que hay que amar y que sabe devolver el afecto que recibe.

El Papa Francisco y las madres solteras: Ellas respetan vida y Dios las premia



A propósito de la discriminación de las madres solteras y sus hijos en diversos tiempos y sociedades

Hay un festín informativo alrededor del descubrimiento de los restos humanos en St Mary’s mother-and-baby home de Tuam, Irlanda. Se trata del hallazgo de los restos de algunos de los 796 infantes fallecidos (no nacidos o hasta de tres años) citados en las actas de defunción oficial y mencionados por una investigación gobernativa (iniciada en 2015) sobre los hechos ocurridos durante tres décadas en los terrenos bajo los cuales estaba un hogar gestionado por religiosas católicas donde se asistían madres solteras y bebés.
La mortalidad infantil en toda Irlanda era alta hasta los años setenta, y al parecer en ese instituto era dos veces más que en el promedio nacional. Esto está en investigación: no obstante, ha sido motivo para atacar a las religiosas y a la Iglesia Católica. Contrario a lo que reproducen los medios en general, la comisión estatal encontró que el 1% murieron de malnutrición y otros más padecieron de enfermedades (comunes en esa época) como sarampión, tuberculosis, gastroenteritis o neumonía. El promedio anual de muertes en 36 años era de 22 infantes por año. No entraremos en los detalles de la investigación en el caso de la ex casa de madres solteras.
Sin embargo, más allá de la crónica, es real que tener un hijo fuera del matrimonio se consideró por mucho tiempo algo ‘pecaminoso’ o ‘vergonzoso’ y las madres solteras y sus hijos a menudo sufrieron o sufren discriminación y abuso en varios tiempos, lamentablemente también en el hoy y ahora, en varios países.
¿Pero qué dice el papa Francisco sobre las madres adolescentes, las mujeres solas cabeza de hogar, aquellas que tuvieron el coraje de decir sí a la vida y no abortar y enfrentar la injusticia dos veces: abandono y recriminación social?
“Sé que no es fácil ser una madre soltera, sé que la gente a veces las puede mirar mal”, dijo el papa Francisco durante una audiencia vía satélite con estudiantes, fieles y voluntarios en Estados Unidos antes de su viaje a ese país (Washington, Nueva York y Filadelfia del 22 al 27 de septiembre), grabada desde el Vaticano, y transmitida el 4 de septiembre de 2015 por la cadena estadounidense ABC News, también en ocasión del VIII Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia.
El Papa escuchó con gran atención y recogimiento el testimonio de una mujer, madre de dos hijas que han vivido en un refugio para las personas sin hogar. Ahora les han concedido una casa.
“No ha sido fácil para mí. He cometido muchos errores como persona y como madre. Varias veces me he sentido culpable y avergonzada… Pero sigo intentándolo todos los días, siempre espero y rezo”, sostuvo Rosemary Farfán, en ese entonces de 31 años, madre de Alyssa, de 11 años y de Celeste, de 8 años.
Francisco aludió al coraje de la mujer en respetar la vida y no optar por abortar. “Gracias, Rosemary por tu testimonio. Quiero decirte una cosa.. Sé que no es fácil ser una madre soltera, sé que la gente a veces las puede mirar mal, pero te digo una cosa, sos una mujer valiente porque fuiste capaz de traer éstas dos hijas al mundo”.
“Vos podrías haberlas matado en tu vientre, y respetaste la vida, respetaste la vida que tenías dentro tuyo, y eso Dios te lo va a premiar, y te lo premia. No tengas vergüenza, andá con la frente alta: ‘Yo no maté a mis hijas, las traje al mundo’. Te felicito, te felicito, y que Dios te bendiga”, añadió.
Los datos son villanos con madres y pequeñines dejados a la deriva. En América Latina y el Caribe (ALC), por ejemplo, en diversas sociedades, por muchas décadas persistió una diferencia discriminante entre el hijo ‘natural’ y el concebido en el ‘matrimonio’. Y a nivel económico, político y social, la CEPAL denuncia que en el Continente, la pobreza tiene aún rostro de mujer. Por cada 100 hombres en esa condición, hay 118 mujeres. Ni hablar de las madres cabeza de hogar y de sus hijos menores.
Amoris Laetitia, la Exortación Apostólica Postsinodal, firmada por el Papa Francisco sobre el Amor en la familia, reconoce el valor inestimable de la mujer y de la maternidad para forjar un mundo nuevo. “Las madres son el antídoto más fuerte ante la difusión del individualismo” (A.L – 174).
El Pontífice dirige un apelo especial para dar amor y acompañar “a las madres adolescentes, a los niños sin padres, a las mujeres solas a los niños sin padres, a las mujeres solas que deben llevar adelante la educación de sus hijos”. Habla de una comunidad-familia que deber dar mucho afecto a estas madres e hijos.
Una red de solidaridad. Francisco admite que estas situaciones hacen vulnerables, entonces se necesita apoyo de varios frentes para “compensar las fragilidades de los padres, o detectar y denunciar a tiempo posibles situaciones de violencia o incluso de abuso sufridas por los niños, dándoles un amor sano y una tutela familiar cuando sus padres no pueden asegurarla”.
Francisco tiene muy presente las familias monoparentales. La madre o el padre que huyen con sus hijos para escapar de la violencia del otro progenitor, la mamá o el papá que crece a los hijos solo debido a muerte o abandono y otras situaciones.
El Papa pide que cualquiera que sea la causa, el progenitor que vive con el niño “debe encontrar apoyo y consuelo entre las familias que conforman la comunidad cristiana, así como en los órganos pastorales de las parroquias”.
Además, asiente que “estas familias soportan a menudo otras problemáticas, como las dificultades económicas, la incertidumbre del trabajo precario, la dificultad para la manutención de los hijos, la falta de una vivienda” (AL 252).
En fin, Francisco exhorta a toda la comunidad cristiana a querer y apoyar a las madres porque son ellas transmisoras de la fe (AL 287) y amarlas porque son ellas las que nos aman (AL 102).
Hacer el bien acarrea riesgos. El que no quiere equivocarse nunca, pues no arriesgará jamás por los demás. Y esto es un sin sentido en una vida plena aun entre baches, obstáculos e incomprensiones. ¿Qué es mejor equivocarse arriesgando por los demás, o morir cada día y atrincherarse en sí mismo sin donarse al otro?

Visitar a Jesús Sacramentado los jueves, te cambia la vida (Un Testimonio sorprendente)


Hoy es jueves Eucarístico. Por algún motivo los grandes eventos en mi vida ocurren los Jueves Eucarísticos. Cuando espero algo importante, sé que ocurrirá un día como hoy.
He venido a ver a Jesús en un pequeño oratorio que para mí es la antesala del cielo. Me recuerda las palabras que le atribuyen a santa Teresa de Jesús:
“Donde está Dios es el cielo”.
Qué belleza. Y aquí está Dios. Estoy con Él ante su presencia amorosa.
Le he dado tus saludos. (Me acordé).
Muchos de los que leen mis escritos con generosidad y bondad le mandan mis saludos a Jesús cuando lo visitan en el sagrario. Y es que me encanta sorprenderlo. Hoy por ejemplo en Tierra santa hay una joven que le está dando mis saludos en una capilla hermosa.
A veces me dicen: “No deje usted de darle mis saludos”.
Y aquí estoy con Jesús, saludándolo de parte de tantos lectores.
Los jueves Eucarísticos son días maravillosos porque lo exponen a Jesús Sacramentado y los fieles que desean pueden venir a saludarlo.
Me gusta mucho esta oración:
Vengo, Jesús mío, a visitarte.
Te adoro en el sacramento de tu amor.
Te adoro en todos los Sagrarios del mundo.
Te adoro, sobre todo, en donde estás más abandonado y eres más ofendido.

Para mí verlo en el sagrario es tener una puerta de por medio. Pero los Jueves Eucarísticos tengo el privilegio de verlo y saber que Él me ve.
En esta capilla el santísimo tiene una puerta pequeña, redonda, al frente. La abren y puedes disfrutar su presencia.
Hoy he venido a buscar paz.
Necesito paz en mi vida. Tengo tantos problemas por resolver y en ocasiones no tengo idea qué hacer.
Vengo aquí con Jesús y el panorama se aclara. Todo es más sencillo. Me doy cuenta que todo pasa. Estamos llamados a vivir una maravillosa eternidad. Los problemas terrenales suelen ser pruebas para fortalecer tu fe.
Suelo decir esta bella jaculatoria: “Jesús en vos confío”.
En ese momento ocurre algo inesperado.
Es como si Él te preguntara: “¿Confías realmente?”

Me parece una pregunta justa. La forma como he actuado ante las dificultades deja mucho que desear. Muestra mi poca confianza. 
Si verdaderamente confiara andaría sereno, tranquilo, en paz. Sería plenamente feliz.
Él es el hijo de Dios. No hay nada que le sea imposible.
¿Por qué me preocupo? Porque confío poco.
En ese momento, cuando llego a esta triste conclusión, sólo me resta clamar:
“Señor, auméntanos la fe”.

Jueves de la cuarta semana de Cuaresma


Libro del Exodo 32,7-14. 

El Señor dijo a Moisés: "Baja en seguida, porque tu pueblo, ese que hiciste salir de Egipto, se ha pervertido.
Ellos se han apartado rápidamente del camino que yo les había señalado, y se han fabricado un ternero de metal fundido. Después se postraron delante de él, le ofrecieron sacrificios y exclamaron: "Este es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto".
Luego le siguió diciendo: "Ya veo que este es un pueblo obstinado.
Por eso, déjame obrar: mi ira arderá contra ellos y los exterminaré. De ti, en cambio, suscitaré una gran nación".
Pero Moisés trató de aplacar al Señor con estas palabras: "¿Por qué, Señor, arderá tu ira contra tu pueblo, ese pueblo que tú mismo hiciste salir de Egipto con gran firmeza y mano poderosa?
¿Por qué tendrán que decir los egipcios: "El los sacó con la perversa intención de hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra?". Deja de lado tu indignación y arrepiéntete del mal que quieres infligir a tu pueblo.
Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus servidores, a quienes juraste por ti mismo diciendo: "Yo multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda esta tierra de la que hablé, para que la tengan siempre como herencia".
Y el Señor se arrepintió del mal con que había amenazado a su pueblo.

Salmo 106(105),19-20.21-22.23. 
En Horeb se fabricaron un ternero,
adoraron una estatua de metal fundido:
así cambiaron su Gloria
por la imagen de un toro que come pasto.

Olvidaron a Dios, que los había salvado
y había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en la tierra de Cam
y portentos junto al Mar Rojo.

El Señor amenazó con destruirlos,
pero Moisés, su elegido,
se mantuvo firme en la brecha
para aplacar su enojo destructor.


Evangelio según San Juan 5,31-47. 
Jesús dijo a los judíos:
Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría.
Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé que ese testimonio es verdadero.
Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad.
No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes.
Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz.
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado.
Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro,
y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que él envió.
Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí,
y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida.
Mi gloria no viene de los hombres.
Además, yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes.
He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ese sí lo van a recibir.
¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que sólo viene de Dios?
No piensen que soy yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza.
Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí.
Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que yo les digo?". 

miércoles, 29 de marzo de 2017

¿Qué es el “olor de santidad”?



Es un olor agradable que emana de cadáveres y cuyo origen se desconoce, la Iglesia lo considera a menudo como un signo de santidad

1. El olor de santidad designa un olor agradable que emana de cadáveres, de cuyo origen no se sabe nada: un hecho que, para los cristianos, siempre ha constituido una especie de milagro.
 
Se trata de un aroma (o fragancia, del latín fragrantia y del verbo fragrere, sentir) de una suavidad excepcional, un perfume perceptible por el olfato pero de origen desconocido para la ciencia.

En general, el perfume se nota en la proximidad de un humano (vivo o, más frecuentemente, fallecido) o de reliquias, o incluso al acercarse a un objeto litúrgico o a una pintura religiosa (icono). También se han observado casos de estigmas olorosos, como el de santa María Francisca de las Cinco Llagas (http://www.franciscanos.net/santoral/nombres/Maria%20Francisca%20de%20las%205%20Llagas.htm), el del santo Padre Pío (http://www.corazones.org/santos/pio_padre.htm), etcétera.
El espectro de fragancias es amplio; las esencias registradas en los anales de la mística se cuentan por centenares. El aroma de rosa figura en muy buena posición, evocando la presencia de la Virgen. La duración del fenómeno se extiende desde algunos minutos hasta varios años y, en casos raros, a varios siglos.
Es propiamente un milagro porque, por una parte no puede avanzarse ninguna explicación natural, y por otra, la Iglesia discierne en el olor de santidad el signo y la anticipación de aquello en lo que la carne está llamada a convertirse en el Reino de Dios: resucitada y eterna, más allá de toda corrupción.
Este vínculo entre perfume y santidad tiene una base bíblica: el Cantar de los cantares evoca ya la figura de la bien amada (o “la esposa”: la Iglesia por venir) con la forma de un jardín exquisito lleno de suaves perfumes (Cant 4,14).
La Edad Media evoca perfumes y olor de santidad. El paraíso se describe en términos de suavidades olorosas. Honorio de Autun (Honorius Augustodunensis, hacia 1120) describe estos olores extraordinarios (ElucidariumPL 172, col. 172); Pedro Damián (+ 1072), consejero de papas, uno de los autores de la reforma gregoriana, atribuye a los perfumes extraordinarios la función de anunciar alegrías celestiales (PL 145, col. 861).
2. La Iglesia considera este fenómeno como un signo de santidad, reflejo del carácter heroico de las virtudes de un fiel. Pero permanece prudente y se siempre se pregunta por su procedencia.
A partir de finales del siglo II y principios del III, los cristianos, obligados a vivir en la clandestinidad y a honrar a sus mártires en secreto, identificaron perfumes maravillosos y santidad. El relato de los funerales del mártir Policarpo de Esmirna  (+ 155) (http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=666) establece ya esa asociación.
La Iglesia reconoce poco a poco el dedo de Dios en estas fragancias inexplicables. Se trata de un signo positivo del carácter heroico de las virtudes de un fiel. A un creyente cuyo cuerpo exhala un perfume anormal (antes o después de la muerte) se le llama “santo miroblita”.
A lo largo de los siglos se han declarado unos 500 casos, entre ellos los de santos y santas muy conocidos: Rosa de Lima (http://www.corazones.org/santos/rosa_lima.htm), Teresa de Ávila (http://www.corazones.org/santos/teresa_avila.htm), el Padre Pío, etcétera.
Ciertamente es un signo indicador y no una prueba científica. La santidad, concepto teológico y espiritual, no se demuestra. Las autoridades eclesiásticas prestan más atención cuando hay convergencia (y coherencia) de fenómenos: olor de santidad, incorruptibilidad del cuerpo, elasticidad de los tejidos mucho tiempo después de la muerte, exudación de líquidos balsámicos de origen desconocido (san Charbel Makhlouf  (http://www.corazones.org/santos/charbel.htm), apariciones auténticas de la Virgen María (santuario de Nuestra Señora de Laus, reconocido el 4 de mayo de 2008 por Mons. Di Falco y lugar eminente de perfumes inexplicables desde el siglo XVII),…).
La Iglesia siempre permanece prudente en esta área. Una pregunta permanece: ¿la presencia de compuestos aromáticos y de un eventual embalsamiento no explicaría los perfumes extraordinarios?
En los casos contemporáneos, el uso de compuestos aromáticos y otros productos de embalsamiento tradicional no se plantea. Por contra, los recursos de la medicina y de la tanatología (estudios científicos sobre la muerte, sus causas y sus efectos) se ponen a servicio de los investigadores eclesiásticos en el marco del proceso de beatificación y de canonización.
3. Más allá de la muerte está “el buen olor de Cristo”.
El Nuevo Testamento y los cristianos reconocen a Dios el poder de resucitar a los muertos. La Resurrección de Jesús es por sí misma el fundamento de la fe. No se trata sólo de un renacimiento o de la reanimación de un cadáver, sino de una transformación, de una elevación en el orden del ser.
Varias veces, Cristo resucita a personas de su entorno, personas realmente muertas, como Lázaro de Betania (http://www.santopedia.com/santos/san-lazaro-de-betania/), sepultado “desde hacía cuatro días” (Jn 11,17); Marta (http://www.santopedia.com/santos/santa-marta-de-betania/), la hermana del difunto, le dice cuando le pide que quite la piedra que cierra el sepulcro: “Señor, huele mal” (Jn 11,39). Sin embargo, Jesús resucita a su amigo Lázaro contra todas las leyes naturales. Este no es el único ejemplo de resurrección realizada por Él (Lc 7,11-17,…) y después por los apóstoles (Hch 10,36-43) y los santos. La expresión “olor de santidad” tiene en consecuencia su origen en la realidad de un milagro y en la calidad espiritual excepcional de un fiel (su santidad).
La Iglesia siempre se pregunta si esos hechos podrían haber sido ocasionados por causas naturales: ¿contenían olores notables el lugar de residencia o la tumba del difunto? Los compuestos aromáticos (como los de la tradición judía) y un discreto embalsamamiento, ¿no explicarían los fenómenos? ¿Una aspersión a distancia de perfumes permitiría esos prodigios? La Iglesia quiere continuar razonando porque se trata cada vez de afirmar si –sí o no- el “buen olor de Cristo” se manifiesta aquí abajo, este cuerpo de Jesús que es el “más agradablemente perfumado entre todo lo que en todo el universo exhala perfumes” (Rimbertino, Liber de deliciis sensibilibus paradisi (Venecia, 1498).
“Olor de santidad” es una expresión elocuente y concreta: perfumes inexplicables, de una fuente desconocida, se refiere al “buen olor” de cuerpos santos y reliquias auténticas.
Bibliografía: Jean-Pierre Albert, Odeurs de sainteté. La mythologie chrétienne des aromates, París, Aubier, 1990 ; Joachim Bouflet, Une Histoire des miracles, París, Le Seuil, 2008, p. 124-127 ; Jean Guitton y Jean-Jacques Antier, Les Pouvoirs mystérieux de la foi, París, Perrin, 1993 ; Hubert Larcher, La Mémoire du soleil. Aux frontières de la mort, réed., Meolans-Revel, Ed. désIris, 1990 ; Hélène Renard, Des prodiges et des hommes, París, Pocket, 1989 ; Patrick Sbalchiero, « Myroblytes (saints) », Dictionnaire des miracles et de l’extraordinaire chrétiens, París, Fayard, 2002, p. 561 ; id., L’Église face aux miracles. De l’Évangile à nos jours, París, Fayard, 2007 ; Herbert Thurston SJ, Los fenómenos físicos de misticismo, Dinor, 1953; Patricia Treece, The Sanctified Body, Ligori, Triumph Books, 1989.

Miércoles de la cuarta semana de Cuaresma


Libro de Isaías 49,8-15. 

Así habla el Señor: En el tiempo favorable, yo te respondí, en el día de la salvación, te socorrí. Yo te formé y te destiné a ser la alianza del pueblo, para restaurar el país, para repartir las herencias devastadas,
para decir a los cautivos: "¡Salgan!", y a los que están en las tinieblas: "¡Manifiéstense!". Ellos se apacentarán a lo largo de los caminos, tendrán sus pastizales hasta en las cumbres desiertas.
No tendrán hambre, ni sufrirán sed, el viento ardiente y el sol no los dañarán, porque el que se compadece de ellos los guiará y los llevará hasta las vertientes de agua.
De todas mis montañas yo haré un camino y mis senderos serán nivelados.
Sí, ahí vienen de lejos, unos del norte y del oeste, y otros, del país de Siním.
¡Griten de alegría, cielos, regocíjate, tierra! ¡Montañas, prorrumpan en gritos de alegría, porque el Señor consuela a su pueblo y se compadece de sus pobres!
Sión decía: "El Señor me abandonó, mi Señor se ha olvidado de mí".
¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré!

Salmo 145(144),8-9.13cd-14.17-18. 
El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
el Señor es bueno con todos
y tiene compasión de todas sus criaturas.

El Señor es fiel en todas sus palabras
y bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que caen
y endereza a los que están encorvados.

El Señor es justo en todos sus caminos
y bondadoso en todas sus acciones;
está cerca de aquellos que lo invocan,
de aquellos que lo invocan de verdad.



Evangelio según San Juan 5,17-30. 
Jesús dijo a los judíos:
"Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo".
Pero para los judíos esta era una razón más para matarlo, porque no sólo violaba el sábado, sino que se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre.
Entonces Jesús tomó la palabra diciendo: "Les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por sí mismo sino solamente lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre, lo hace igualmente el Hijo.
Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace. Y le mostrará obras más grandes aún, para que ustedes queden maravillados.
Así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, del mismo modo el Hijo da vida al que él quiere.
Porque el Padre no juzga a nadie: él ha puesto todo juicio en manos de su Hijo,
para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.
Les aseguro que el que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado, tiene Vida eterna y no está sometido al juicio, sino que ya ha pasado de la muerte a la Vida.
Les aseguro que la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan, vivirán.
Así como el Padre dispone de la Vida, del mismo modo ha concedido a su Hijo disponer de ella,
y le dio autoridad para juzgar porque él es el Hijo del hombre.
No se asombren: se acerca la hora en que todos los que están en las tumbas oirán su voz
y saldrán de ellas: los que hayan hecho el bien, resucitarán para la Vida; los que hayan hecho el mal, resucitarán para el juicio.
Nada puedo hacer por mí mismo. Yo juzgo de acuerdo con lo que oigo, y mi juicio es justo, porque lo que yo busco no es hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió. 

martes, 28 de marzo de 2017

El Papa Francisco dona 100.000 dólares para los damnificados en Perú


Un gesto de cariño y cercanía del Papa para con los afectados por los embates de la naturaleza en el país sudamericano 

La Conferencia Episcopal Peruana confirmó a través de un comunicado este viernes que el Papa Francisco envió, como expresión de su “cariño y cercanía” con los damnificados de Perú, “una ayuda económica de 100.000 dólares”, a través del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. La donación será entregada a los obispos peruanos para ser aplicada por medio de Cáritas, agrega el comunicado.
“Con este significativo gesto de preocupación paternal, el Papa Francisco acompaña el dolor de miles de hermanos que sufren a consecuencia de los embates de la naturaleza. El compromiso de la Iglesia Católica en este difícil momento se está expresando con el servicio que brindan las parroquias de las Diócesis afectadas y con la solidaridad de la Colecta Nacional que la Conferencia Episcopal ha pedido a todos los católicos del Perú”, sostienen los obispos peruanos.
En tanto, este viernes, los obispos peruanos también expresaron solidaridadante las situaciones generadas por los embates de la naturaleza como huaicos (deslizamiento de lodo), inundaciones y lluvias.
“En estos momentos de emergencia nacional, invocamos a quienes están damnificados a preocuparse mutuamente los unos de los otros y a dar preferencia a los más débiles: niños, ancianos y mujeres gestantes, en el momento de repartir la ayuda con equidad. Exhortamos a quienes siguen aún soportando la furia de la naturaleza a mantenerse valientes, como la Virgen María ante la cruz de Jesús, seguros que este momento pasará y vendrán tiempos mejores. Agradecemos a nuestras Fuerzas Armadas, a la Policía Nacional y a nuestras autoridades por su abnegación para ayudar a los damnificados”, expresan.
El pasado domingo, durante el rezo del Ángelus, Francisco rezó por la situación que atraviesa Perú, que de momento dejó más de 80 muertos y miles de damnificados.

Poderosa oración a los santos ángeles


Una súplica que puede transformar tu vida

¡Dios Uno y Trino, Omnipotente y Eterno! Antes de recurrir a tus siervos, a los santos ángeles, nos postramos ante tu presencia y te adoramos: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Bendito y alabado seas por toda la eternidad.
Dios santo, Dios fuerte, Dios inmortal: que todos los ángeles y hombres, que Tú creaste, te adoren y amen y permanezcan a tu servicio.
Y tú, María, Reina de todos los ángeles, acepta benignamente las súplicas que te dirigimos; preséntalas ante el Altísimo, tú que eres la mediadora de todas las gracias y la omnipotencia suplicante para que obtengamos la gracias, la salvación y el auxilio.
Amén.
Poderosos santos ángeles, que por Dios nos fueron concedidos para nuestra protección y auxilio, en nombre de la Santísima Trinidad les suplicamos:
¡Vengan de prisa, ayúdenos!
Les suplicamos en nombre de la preciosa sangre de nuestro Señor Jesucristo:
¡Vengan de prisa, ayúdenos!
Les suplicamos por el poderoso nombre de Jesús:
¡Vengan de prisa, ayúdenos!
Les suplicamos por todas las llagas de nuestro Señor Jesucristo:
¡Vengan de prisa, ayúdenos!
Les suplicamos por todos los martirios de nuestro Señor Jesucristo:
¡Vengan de prisa, ayúdenos!
Les suplicamos por la palabra santa de Dios:
¡Vengan de prisa, ayúdenos!
Les suplicamos por el Corazón de nuestro Señor Jesucristo:
¡Vengan de prisa, ayúdenos!
Les suplicamos en nombre del amor que tiene Dios por nosotros los pobres:
¡Vengan de prisa, ayúdenos!
Les suplicamos en nombre de la fidelidad de Dios por nosotros los pobres:
¡Vengan de prisa, ayúdenos!
Les suplicamos en nombre de la misericordia de Dios por nosotros los pobres:
¡Vengan de prisa, ayúdenos!
Les suplicamos en nombre de María, Madre de Dios y nuestra madre:
¡Vengan de prisa, ayúdenos!
Les suplicamos en nombre de María, Reina del Cielo y de la Tierra:
¡Vengan de prisa, ayúdenos!
Les suplicamos en nombre de María, su Reina y Señora:
¡Vengan de prisa, ayúdenos!
Les suplicamos por su bienaventuranza:
¡Vengan de prisa, ayúdenos!
Les suplicamos por su fidelidad:
¡Vengan de prisa, ayúdenos!
Les suplicamos por su lucha en defensa del Reino de Dios:
¡Vengan de prisa, ayúdenos!
Les suplicamos:
¡Protéjannos con su escudo!
Les suplicamos:
¡Defiéndanos con su espada!
Les suplicamos:
¡Ilumínennos con su luz!
Les suplicamos:
¡Sálvennos bajo el manto protector de María!
Les suplicamos:
¡Guárdennos en el Corazón de María!
Les suplicamos:
¡Confíennos a las manos de María!
Les suplicamos:
Muéstrennos el camino que conduce a la puerta de la vida: ¡el Corazón abierto de nuestro Señor!
Les suplicamos: ¡Guíennos con seguridad a la casa del Padre celestial!
Todos ustedes, nueve coros de los espíritus bienaventurados:
¡Vengan de prisa, ayúdennos!
Compañeros especiales y enviados por Dios:
¡Vengan de prisa, ayúdennos!
Insistentemente les suplicamos:
¡Vengan de prisa, ayúdennos!
La preciosa sangre de nuestro Señor y Rey fue derramada por nosotros los pobres.
Insistentemente les suplicamos: ¡vengan de prisa, ayúdennos!
El Corazón de nuestro Señor y Rey late por amor a nosotros los pobres.
Insistentemente les suplicamos: ¡vengan de prisa, ayúdennos!
El Corazón Inmaculado de María, Virgen purísima y Reina de ustedes late por amor a nosotros los pobres. Insistentemente les suplicamos: ¡vengan de prisa, ayúdennos!
San Miguel Arcángel: Tú, príncipe de los ejércitos celestiales, vencedor del dragón infernal, recibiste de Dios la fuerza y el poder para aniquilar, por la humanidad, la soberbia del príncipe de las tinieblas. Insistentemente te suplicamos que nos alcances de Dios la verdadera humildad de corazón, una fidelidad inquebrantable en el cumplimiento continuo de la voluntad de Dios y una gran fortaleza en el sufrimiento y en la penuria. Al comparecer ante el tribunal de Dios, ¡ayúdanos a no desfallecer!
San Gabriel Arcángel: Tú, ángel de la encarnación, mensajero fiel de Dios, abre nuestros oídos para que puedan captar hasta las más suaves sugerencias y llamadas de la gracia que emanan del Corazón amabilísimo de nuestro Señor. Te suplicamos que estés siempre junto a nosotros, para que comprendamos bien la palabra que Dios quiere de nosotros. Haz que estemos siempre disponibles y vigilantes, que el Señor, cuando venga, no nos encuentre durmiendo.
San Rafael Arcángel: Tú que eres lanza y bálsamo del amor divino, te rogamos, hiere nuestro corazón y deposita en él un amor ardiente de Dios. Que la herida no se apague, para que nos haga perseverar todos los días en el camino del amor. ¡Que ganemos por el amor!
Ángeles poderosos y hermanos santos nuestros que sirven frente al trono de Dios, vengan en nuestro auxilio.
Defiéndannos de nosotros mismos, de nuestra cobardía y tibieza, de nuestro egoísmo y ambición, de nuestra envidia y falta de confianza, de nuestra avidez en busca de la abundancia, del bienestar y la estima pública.
Desaten nuestras esposas del pecado y el apego a las cosas terrenas. Quítennos la venda de los ojos que nosotros mismos nos hemos puesto y nos impiden ver las necesidades de nuestro prójimo y la miseria de nuestro ambiente, porque estamos encerrados en una morbosa complacencia de nosotros mismos.
Claven en nuestro corazón el aguijón de la santa ansiedad por Dios, para que no cesemos de buscarlo, con ardor, contrición y amor.
Contemplen la sangre del Señor, derramada por nuestra causa.
Contemplen las lágrimas de su Reina, derramadas por nuestra causa
Contemplen en nosotros la imagen de Dios, desfigurada por nuestros pecados, que Él por amor imprimió en nuestra alma.
Ayúdennos a reconocer a Dios, adorarlo, amarlo y servirlo.
Ayúdennos en la lucha contra el poder de las tinieblas que, enmascaradamente, nos envuelve y aflige.
Ayúdennos, para que ninguno de nosotros se pierda, permitiendo así que un día nos reunamos todos, jubilosos, en la eterna bienaventuranza.
Amén.
San Miguel, ¡socórrenos con tus santos ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros!
San Gabriel, ¡socórrenos con tus santos ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros!
San Rafael, ¡socórrenos con tus santos ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros!
Oh, Dios, que organizas de modo admirable el servicio de los ángeles y los hombres, haz que nos protejan en la Tierra aquellos que sirven en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, en la unidad del Espíritu Santo.