martes, 15 de noviembre de 2016

¿Sabes lo que hace falta para que tu encuentro con Dios cambie tu vida? Está en tu mano...

¿Sabes lo que hace falta para que tu encuentro con Dios cambie tu vida?


Me gusta pensar que Dios me quiere a mí como soy. Tal como soy. Me quiere santo a mi manera, según mi forma de ser. Con mis pasiones y tensiones. Con mis defectos y mis límites. Desde mi verdad más honda. Dios no quiere que imite y yo a veces me empeño en seguir a otros, en actuar como otros, en pensar como piensan otros.
El padre José Kentenich me habla del peligro de simplemente imitar a los santos: Ni siquiera el revivir la vida de los santos está al resguardo de suscitar el desarrollo de un impersonalismo, de criar esclavos, borregos, no personalidades vigorosas”[1]
Quiero ser santo desde mi originalidad, desde lo que soy. Con vigor, sin frenos. Y desde ahí, anclado en Dios, plasmar el mundo que Dios pone a mis pies en la fuerza de su Espíritu.
Y también decía: El santo de la vida diaria es el hombre que, a partir de una actitud sobrenatural, tiene un logrado dominio sobre la vida cotidiana habitual”[2]Dominar mi vida desde Dios.
¿Domino yo mi vida o la vida me acaba dominando? Quiero vivir plenamente desde lo que yo soy. Quiero decidir yo, actuar yo, optar yo. Desde lo que soy.
Dios me quiere tal como me ha creado. Respeta mi camino original. No quiere que sea como otros. Dios me llama desde lo que soy. Y me pide que le dé lo que tengo, lo que he recibido, lo que he conquistado. Y convierte mi agua en vino, mi torpeza en fuente, mi debilidad en su fuego.
Lo he visto tantas veces en mi propia vida… Cuando soy débil en Él, soy fuerte. Eso siempre me da paz y me conforta. Me sostiene y me llena de esperanza. Puede hacer milagros con mi vida si yo le dejo entrar. Si pronuncio mi sí. Si me abandono en sus manos.
Cuando me dejo encontrar por Él en medio de mi vida, de mi camino. En lo cotidiano, cuando menos lo espero. Ese encuentro que cambia mi vida.
Por eso me gustan los encuentros de Jesús con personas en el Evangelio. Esos encuentros en los que mira a los hombres en su belleza interior. En medio del camino, en lo alto de un árbol, arrodillados a sus pies.
Los ama en lo que son, en medio de su vida cotidiana. Le importa lo que sucede en su corazón. Se conmueve, tiembla. Abraza, consuela. Levanta, da esperanza. Mira en silencio, sostiene su debilidad. Y tras encontrarse con Jesús, sus vidas cambian para siempre.
Como la mía cuando me encontré con Él en el camino. Cuando me llamó por mi nombre. Ese nombre que ni yo mismo sabía. Y me vio como soy. Y me dijo cómo era. Y le creí. Y entonces comencé a seguir sus pasos.
Por eso me gusta detenerme en el milagro de Dios en el corazón de cada hombre. En mi propia vida. Jesús y yo nos vamos encontrando en la vida. Nos buscamos, a veces yo voy delante y Él me sigue. A veces yo le persigo y Él marca mis huellas.
Y algunas veces, las tengo marcadas en mi alma y en mi historia, nos alcanzamos. Y todo cambia. Se subió a mi barca un día y todo fue diferente. Le dije que sí entre lágrimas. Sin entender demasiado. Sí a lo que Él quisiera. Sí a dónde Él fuera. Y seguí anclado en su tierra, en su vida. Porque así es Jesús cuando se detiene ante mí, ante los hombres.
Me conmovió su mirada. Y me tocaron sus palabras. Desde entonces me acostumbré a ir a su paso.
Pero es verdad que no todo el que se encuentra con Jesús cambia de vida. Jesús curó a muchos, pero no a todos les cambió la vida esa curación. Habló a muchos, pero sólo unos cuantos lo siguieron y comenzaron a vivir de otra forma.
Juega un papel la libertad humana. Jesús necesita que yo quiera estar con Él para siempre. No todo el que se encuentra con Jesús cambia. No todo el que conoce a hombres santos quiere ser santo. Hace falta un sí del alma. Un sí fiel y continuado. Un sí sostenido en el tiempo. Un sí robusto y alegre.
¿Qué me ha sucedido a mí a lo largo de mi vida? Cada encuentro con Él me ayuda a crecer en la conversión de mi corazón. No basta un solo encuentro. Necesito volver a empezar cada día. Si no sucede, si no me cambia por dentro, todo se queda en un cambio superficial.
Es verdad que puedo hablar de Él, cumplir sus preceptos, predicar con pasión. Puedo vivir en la Iglesia, pero sólo le seguiré de lejos. Todo se juega en el encuentro frente a frente. Dios y yo. Le digo que sí. Le sigo. Lo amo.
[1] J. Kentenich, Textos pedagógicos

[2] J. Kentenich, Textos pedagógicos

Imagen de Virgen de Guadalupe es emblema de la lucha pro vida en Estados Unidos

Numerosas personas han sido tocadas por el arte de Nellie Edwards, conocida en Estados Unidos por su dedicación al arte sacro, especialmente por una pintura de la Virgen Guadalupe denominada “Madre de la Vida”, que ha servido para la conversión de muchas almas y como ayuda visual para diversas comunidades pro-vida.
"A menudo, una obra de arte evocadora sirve como un trampolín para la conversión, encendiendo un anhelo para relacionarte con Cristo, para aprender más sobre Él y su Iglesia. Quiero que todos los sacerdotes y los grupos pro vida sepan que estoy haciendo banderas y lienzos de la ‘Madre de la Vida’ con la esperanza de que puedan mover los corazones y las mentes de aquellos que hasta ahora, piensan en el aborto como un derecho", dijo Edwards al National Catholic Register.
“La Iglesia, desde sus inicios, empleó ayudas visuales para enseñar e inspirar a los fieles a la gran devoción a Dios”, añadió.
En los últimos años, el trabajo de Edwards ha traído esperanza a la comunidad católica de su país, ya que muchos centros de ayuda para embarazos, grupos pro vida y personas han encontrado en ‘Madre de la Vida’ una evocadora ayuda visual.
Un ejemplo de estos es el ministerio National LIFE Runners, quienes oran, concientizan y recaudan fondos en favor de la vida.
“‘Madre de la Vida’ nos recuerda el ‘Sí’ de María a Dios, su don de vida y nos inspira a hacer lo mismo que ella", expresó Pat Castle, fundador de National LIFE Runners.
Nellie Edwards también narró al Register la historia de una joven que concibió un hijo luego de recibir de obsequio la imagen “Madre de la Vida”, pese a no haber tenido éxito durante su tiempo de matrimonio.
“La mujer se me acercó en un evento diocesano y me contó que su marido le regaló un día una impresión de la ‘Madre de la Vida’ y, después de recibirlo, sintió una gran paz sobre ella. De alguna manera, dijo, se sentía segura de que tendría un niño, y pronto lo tuvieron”, aseguró.
Además, recordó que un señor llamado Steve Gignac la llamó recientemente de Connecticut (Estados Unidos) y dijo haber sentido el llamado a obsequiar impresiones de la pintura “a personas que llevan cruces muy pesadas”.
“Steve me dijo que cuando le regaló la imagen a una mujer que había sufrido un aborto espontáneo, ella la sostuvo cerca de su corazón y lloró, sintiendo el amor de Jesús y María de una manera que la llenó de paz”, dijo.
Edwards, madre de ocho hijos y activista pro vida de larga trayectoria, comenzó a dedicarse al arte sacro a comienzos de los años ‘50.
El Apostolado Mundial de Fátima aceptó un libro suyo dirigido a niños que trataba sobre la Eucaristía, a fin de conmemorar el centenario de Fátima. Además, otra pintura suya de Nuestra Señora frente a Santo Domingo de Guzmán también aparece en un nuevo libro sobre el Rosariodel P. Donald Calloway.
“Desde la infancia, Dios puso una chispa en mí, el sueño de un día ser pintora de bellas artes. Como madre de ocho hijos, pensé tomar lecciones una vez que los niños crecieran, pero eso nunca sucedió”, lamentó.
Sin embargo, una noche del 2007 se le ocurrió la idea de “hacer un retrato de la Beata Catalina Tekakwitha”, ahora santa. “Mientras lo pintaba un sacerdote llamó para pedirme que diera una charla pro vida en un congreso anual en la India. Él no tenía manera de saber en qué estaba trabajando, pero yo pensé que la obra debía tener una misión pro vida”.
"Cuando di la charla cinco meses después, percibí que Dios quería que la comunidad indígena tuviera una presencia más visible en la causa de la vida. Me sentí tan bendecida cuando la Conferencia Nacional de Tekakwitha aprobó inmediatamente el retrato, el cual titulé Holding to Faith (Sosteniendo a la fe)”, agregó.
Otros seguidores de la obra de Edwards, como el Obispo de la Diócesis de Fargo, en Dakota del Norte, Mons. John Falda, dicen que es “una bendición”.
“He tenido el privilegio de conocer a Nellie Edwards y he visto algunas de sus obras. Su arte tiene una cualidad meditativa y transmite la belleza de la persona humana. Creo que necesitamos artistas pro-vida como Nellie porque las artes forman parte de nuestra cultura”, aseguró el Prelado.
Mons. Folda dijo que si realmente se desea construir una cultura de vida en este tiempo “entonces nuestras artes deben reflejar la santidad de la vida”.
“Mucho de lo que vemos hoy en los medios de comunicación y las artes degrada el valor de la vida, por lo que es una bendición encontrar artistas como Nellie que puedan expresar visualmente la gracia de Dios y la belleza de la vida", aseguró.
Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente National Catholic Register.

Martes de la trigésima tercera semana del tiempo ordinario


Apocalipsis 3,1-6.14-22. 

Yo, Juan, oí al Señor que me decía:
Escribe al Angel de la Iglesia de Sardes: «El que posee los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas, afirma: "Conozco tus obras: aparentemente vives, pero en realidad estás muerto.
Permanece alerta y reanima lo que todavía puedes rescatar de la muerte, porque veo que tu conducta no es perfecta delante de mi Dios.
Recuerda cómo has recibido y escuchado la Palabra: consérvala fielmente y arrepiéntete. Porque si no vigilas, llegaré como un ladrón, y no sabrás a qué hora te sorprenderé.
Sin embargo, tienes todavía en Sardes algunas personas que no han manchado su ropa: ellas me acompañarán vestidas de blanco, porque lo han merecido.
El vencedor recibirá una vestidura blanca, nunca borraré su nombre del Libro de la Vida y confesaré su nombre delante de mi Padre y de sus Angeles".
El que pueda entender, que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias.
Escribe al Angel de la Iglesia de Laodicea: "El que es el Amén, el Testigo fiel y verídico, el Principio de las obras de Dios, afirma:
"Conozco tus obras: no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!
Por eso, porque eres tibio, te vomitaré de mi boca.
Tú andas diciendo: Soy rico, estoy lleno de bienes y no me falta nada. Y no sabes que eres desdichado, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo.
Por eso, te aconsejo: cómprame oro purificado en el fuego para enriquecerte, vestidos blancos para revestirte y cubrir tu vergonzosa desnudez, y un colirio para ungir tus ojos y recobrar la vista.
Yo corrijo y reprendo a los que amo. ¡Reanima tu fervor y arrepiéntete!
Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos.
Al vencedor lo haré sentar conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono".
El que pueda entender, que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias.»

Salmo 15(14),2-3ab.3cd-4ab.5. 
El que procede rectamente
y practica la justicia;
el que dice la verdad de corazón
y no calumnia con su lengua.

El que no hace mal a su prójimo
ni agravia a su vecino,

el que no estima a quien Dios reprueba

y honra a los que temen al Señor.
el que no presta su dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que procede así, nunca vacilará.


Evangelio según San Lucas 19,1-10. 
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad.
Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos.
El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura.
Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.
Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa".
Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un pecador".
Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más".
Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham,
porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido".