sábado, 14 de octubre de 2017

Famoso jurado de MasterChef: “Comulgar es lo que más me alimenta”

José “Pepe” Rodríguez Rey. Foto: Twitter oficial @Pepe_elBohio.
José “Pepe” Rodríguez Rey es un famoso chef español, ganador de dos estrellas Michelin –uno de los principales reconocimientos gastronómicos del mundo–, dueño de dos restaurantes y, desde hace algunos años, jurado del programa de cocina MasterChef. Sin embargo, confiesa, “comulgar es lo que más me alimenta”.
Recibir la Eucaristía, asegura Rodríguez Rey en una entrevista  reciente con la revista Misión, lo alimenta “como ninguna otra cosa”.
“Comulgar es lo que más me alimenta. A veces hay gente que, después de comer, me dice: ‘Me has emocionado, casi levito’. Y yo pienso: ‘Este es tonto’. A mí me encanta comer y lo he hecho en los mejores restaurantes, pero nunca me he emocionado al comer. Y al comulgar, sí. El alimento espiritual no tiene comparación”.
El jurado de MasterChef en España desde 2013 confiesa también que “a muchos cristianos, a mí el primero, nos cuesta decir que soy un poco más feliz por lo que creo”, y advierte que “el mundo de la tele es Babel, y Sodoma y Gomorra, y a veces me cuesta mostrarme, así que prefiero actuar”.
“En ciertos ambientes, si explicas las cosas no se entienden, pero el ejemplo la gente lo capta. No hay una única manera de evangelizar”, destaca el cocinero de 49 años.
Rodríguez Rey asegura además que aparecer en la televisión no le ha producido mayor felicidad que la que tenía años atrás.
“Soy igual de feliz que hace cinco años cuando no trabajaba en la tele. Intento ser feliz porque tengo todos los ingredientes para ello”, dice.
Estos ingredientes, explica, son “que tengo tres hijos maravillosos, estoy felizmente casado, tengo salud y mi gente está bien”.
“Ahora, además, me va bien en el trabajo, pero cuando me iba mal, pues he tenido muy malos momentos, también era feliz porque no lo baso todo en trabajar, ni me va la vida en ser famoso. La gente me ve por la tele, pero yo vivo en mi pueblo, Illescas, voy a mis cosas de toda la vida… He cambiado lo justo”.
El chef español resalta también en la entrevista los valores que transmite MasterChef.
“No sé si mis jefas en la productora eran tan listas como para buscarlo, pero lo cierto es que el programa ensalza el sacrificio, el compañerismo, el trabajo, premia al bueno y al que se esfuerza, castiga al que lo hace mal”, señala.
“Al verlo, te preguntas: ¿por qué no se hacen más programas buenos, sanos, atractivos, que los pueda ver un señor de 80 años con su nieto sin ruborizarse, y que te enseñen cosas?”, cuestiona.
A pesar de sus premios, Rodríguez Rey asegura que “no me levanto todos los días pensando en qué premio ganar, sino en dar de comer muy bien a quien viene a mi casa. Y en hacerlo mejor cada día”.
“Recojo los reconocimientos porque son para todo el equipo, pero me dura un minuto el ego de pensar que soy alto y guapo. Al minuto y medio sé que mi éxito es estar aquí, a gusto con mi gente, y querernos como somos. Y eso no es una meta, eso se trabaja día a día”.
Las estrellas Michelin que ha ganado las cambiaría “por cualquier cosa que valiera la pena. Si mañana quiebra Michelin, ¿qué hago? ¿No doy de comer? ¿Se me va la sonrisa? ¡Qué va! Aquí estamos para divertirnos y divertir a la gente, no para ganar premios”.
Para el jurado de MasterChef fue clave en su vida participar en un Cursillo de Cristiandad.
“Siempre he sido un cristiano de misa de 12 y vermú, pero un Cursillo es algo muy potente. En esos tres días me di cuenta de lo que significa ser cristiano y de quién es Dios”, dice.
“Cuando salía con mis amigos por Illescas, muchas noches veía a don José Soriano, uno de "esos maestros de la vieja escuela, que alternaba con yonquis (drogadictos). Me admiraba ver a ese hombre de 65 años ayudando a toxicómanos, así que tras hacer un Cursillo, me lo crucé un día y le dije que quería echarle una mano. Estuvimos años ayudando a jóvenes que estaban enganchados a todo, e hicimos cosas importantes para ellos”, recuerda.
“Don José tenía una fe muy grande, lo dejaba todo en manos de Dios. Decía: ‘El Señor nos ha metido en esto y Él nos sacará. Hay muchas cosas que hacer, así que no te pongas a filosofar. Ponte a lo que hay que hacer y confía en Él’. Eso es una escuela de vida”, subraya.
Para él, precisa, Dios “es la fuerza, el motor de todo. El que te hace estar en lo bueno, en lo malo y en lo regular”.
“No sé si a veces me quedo demasiado detrás y no explico que soy cristiano, pero es que no me veo dando explicaciones, sino demostrándolo en lo que hago”, señala.

Sábado de la vigésima séptima semana del tiempo ordinario


Libro de Joel 4,12-21. 

¡Que despierten y suban las naciones al valle de Josafat! Porque allí me sentaré para juzgar a todas las naciones de alrededor.
Pongan mano a la hoz: la mies está madura; vengan a pisar: el lagar está lleno; las cubas desbordan: ¡tan grande es su maldad!
¡Multitudes innumerables en el valle de la Decisión! Porque se acerca el Día del Señor en el valle de la Decisión.
El sol y la luna se oscurecen, las estrellas pierden su brillo.
El Señor ruge desde Sión y desde Jerusalén hace oír su voz: ¡tiemblan el cielo y la tierra! ¡Pero el Señor será un refugio para su pueblo, un resguardo para los israelitas!
Así ustedes sabrán que yo soy el Señor, su Dios, que habito en Sión, mi santa Montaña. Jerusalén será un lugar santo, y los extranjeros no pasarán más por ella.
Aquel día, las montañas destilarán vino nuevo y manará leche de las colinas; por todos los torrentes de Judá correrán las aguas, y brotará un manantial de la Casa del Señor, que regará el valle de las Acacias.
Egipto se convertirá en una desolación y Edóm en un desierto desolado, a causa de la violencia cometida contra las hijos de Judá, cuya sangre inocente derramaron en su país.
Pero Judá será habitada para siempre y Jerusalén por todas las generaciones.
Yo vengaré su sangre, no la dejaré impune, y el Señor tendrá su morada en Sión.

Salmo 97(96),1-2.5-6.11-12. 
¡El Señor reina! Alégrese la tierra,
regocíjense las islas incontables.
Nubes y Tinieblas lo rodean,
la Justicia y el Derecho son

la base de su trono.
Las montañas se derriten como cera
delante del Señor, que es el dueño de toda la tierra.
Los cielos proclaman su justicia

y todos los pueblos contemplan su gloria.
Nace la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alégrense, justos, en el Señor

y alaben su santo Nombre.



Evangelio según San Lucas 11,27-28. 
Cuando Jesús terminó de hablar, una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: "¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron!".
Jesús le respondió: "Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican".