martes, 28 de febrero de 2017

3 consejos de san Gregorio para rechazar 3 tentaciones del diablo El diablo te tentará por lo menos con tres artimañas: la necesidad, la vanidad y la ambición



3 consejos de san Gregorio para rechazar 3 tentaciones del diablo





San Gregorio de Nacianzo, también conocido como san Gregorio Nacianceno (329 – 389), fue patriarca de Constantinopla, teólogo, escritor y considerado el más talentoso orador de la era patrística de la Iglesia, formado en los clásicos y conocedor de la filosofía.
La Iglesia ortodoxa, que le tiene mucho aprecio, lo llama simplemente “el Teólogo”. En la tradición católica, san Gregorio es reconocido con el importante título de Doctor de la Iglesia. Te compartimos un texto suyo:
Si, tras el bautismo, fueras atacado por el perseguidor, el tentador de la luz, tienes material para la victoria. Él ciertamente te atacará, ya que también atacó al Verbo, mi Dios, engañado por la apariencia humana que escondía la luz increada.
No tengas miedo del combate. Se le opone el agua del bautismo, se le opone el Espíritu Santo en quien se extinguen todos los dardos inflamados lanzados por el maligno.
Necesidad
Si él te muestra las necesidades que te oprimen –y lo hizo con Jesús-, si te recuerda que tienes hambre, no le hagas ver que ignoras sus propuestas. Enséñale lo que él no sabe; se le opone la Palabra de vida, ese verdadero Pan enviado del cielo y que da vida al mundo.
Vanidad
Si te pone la trampa de la vanidad –y la usó contra Cristo, cuando lo llevó al pináculo del Templo y le dijo: “Lánzate hacia abajo”, para hacerlo manifestar su divinidad-, ten cuidado en no caer por haber querido elevarte.
Ambición
Si te tienta con la ambición, mostrándote, en una visión instantánea, todos los reinos de la tierra sometidos a tu poder, y te exige que lo adores, desprécialo: él no es más que un pobre hermano tuyo. 
Y dile, confiando en la devoción divina: “Yo también soy imagen de Dios; no he sido, como tú, precipitado de lo alto de mi gloria a causa de mi orgullo. Estoy revestido de Cristo; me he vuelto otro Cristo por mi bautismo; cabe en ti adorarme”. 
Estoy seguro que él se irá, vencido y humillado por estas palabras. Procedentes de un hombre iluminado por Cristo, las sentirá como si emanaran de Cristo, la luz suprema. 
Estos son los beneficios que el agua del bautismo trae a los que reconocen su fuerza. 
(San Gregorio Nacienceno Homilía XL, 10)

¿Por qué nos cuesta tanto perdonar y olvidar? Papa Francisco te responde

 
papa francisco porque nos cuesta tanto perdonar olvidar



Papa Francisco: Tengamos Misericordia con los demás, y nosotros sentiremos aquella Misericordia de Dios que, cuando perdona, olvida

 
"Que el tiempo de Cuaresma nos prepare el corazón al perdón de Dios y a perdonar a nuestra vez como Él, es decir olvidando las culpas de los demás". Es la oración con la que el Papa Francisco concluyó su homilía de la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
La perfección de Dios tiene un punto débil exactamente donde la imperfección humana tiende, en cambio, a no hacer descuentos, a saber: la capacidad de perdonar.
Al comentar las lecturas bíblicas de la liturgia del día, el Santo Padre se refirió al Evangelio que presenta la célebre pregunta de Pedro a Jesús acerca de cuántas veces debe perdonar a un hermano que ha cometido una culpa contra él.
Invocando la misericordia de Dios
Mientras la lectura tomada del libro del Profeta Daniel se centra en la oración del joven Azarías condenado a morir en un horno por haberse negado a adorar a un ídolo de oro. En medio de las llamas el joven invoca la Misericordia de Dios por el pueblo pidiendo también perdón para sí mismo. Sobre esto el Santo Padre subrayó que se trata del modo correcto de rezar. Sabiendo que se cuenta sobre un aspecto especial de la bondad de Dios:
¿Por qué nos cuesta olvidar las faltas?
Cuando Dios perdona, su perdón es tan grande que es como si se olvidara. Todo lo contrario de lo que hacemos nosotros, de las habladurías: "Pero éste ha hecho esto, ha hecho aquello, ha hecho aquello…", y nosotros conocemos a tantas personas por la historia antigua, media, medieval y moderna, ¡eh!, y no olvidamos. ¿Por qué? Porque no tenemos un corazón misericordioso. «Haz con nosotros según tu clemencia», dice este joven Azarías. «Según Tu gran Misericordia. Sálvanos». Es un llamamiento a la Misericordia de Dios, para que nos conceda el perdón y la salvación y olvide nuestros pecados.
Dios no puede perdonar al que tiene cerrado el corazón
En el pasaje del Evangelio, para explicar a Pedro que es necesario perdonar siempre, Jesús relata la parábola de los dos deudores, el primero que obtiene la condonación de su patrón, aun debiéndole una cifra enorme, y él mismo, incapaz de ser igualmente misericordioso con otro que le debía sólo una pequeña suma. Sobre este punto el Santo Padre observó:
En el Padrenuestro rezamos: "Perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores". Es  una ecuación, van juntas. Si tú no eres capaz de perdonar, ¿cómo podrá perdonarte Dios? Él te quiere perdonar, pero no podrá si tú tienes el corazón cerrado, y la Misericordia no puede entrar. "Pero, Padre, yo perdono, pero no puedo olvidar aquella cosa fea que me ha hecho…". ¡Eh, pide al Señor que te ayude a olvidar!, pero ésta es otra cosa. Se puede perdonar, pero no siempre se logra olvidar. Pero «perdonar» y «me la pagarás» ¡eso, no!Perdonar como perdona Dios: perdona al máximo.
Misericordia, compasión, perdón... el perdón del corazón que nos da Dios es siempre Misericordia.
Perdonar de corazón
Que la Cuaresma nos prepare el corazón para recibir el perdón de Dios. Pero recibirlo y después hacer lo mismo con los demás: perdonar de corazón. Quizá jamás me saludes, pero en mi corazón yo te he perdonado. Y así nos acercamos a esta cosa tan grande de Dios, que es la Misericordia. Y perdonando abrimos nuestro corazón para que la Misericordia de Dios entre y nos perdone a nosotros. Porque todos nosotros tenemos que pedir perdón: todos. Perdonemos y seremos perdonados. Tengamos Misericordia con los demás, y nosotros sentiremos aquella Misericordia de Dios que, cuando perdona, olvida.
- Papa Francisco

Martes de la octava semana del tiempo ordinario


Libro de Eclesiástico 35,1-15. 

Observar la Ley es como presentar muchas ofrendas y ser fiel a los mandamientos es ofrecer un sacrificio de comunión;
devolver un favor es hacer una oblación de harina y hacer limosna es ofrecer un sacrifico de alabanza.
La manera de agradar al Señor es apartarse del mal, y apartarse de la injusticia es un sacrificio de expiación.
No te presentes ante el Señor con las manos vacías, porque todo esto lo prescriben los mandamientos.
Cuando la ofrenda del justo engrasa el altar, su fragancia llega a la presencia del Altísimo.
El sacrificio del justo es aceptado y su memorial no caerá en el olvido.
Glorifica al Señor con generosidad y no mezquines las primicias de tus manos.
Da siempre con el rostro radiante y consagra el diezmo con alegría.
Da al Altísimo según lo que él te dio, y con generosidad, conforme a tus recursos,
porque el Señor sabe retribuir y te dará siete veces más.
No pretendas sobornarlo con un don, porque no lo aceptaría, y no te apoyes en un sacrificio injusto.
Porque el Señor es juez y no hace distinción de personas:
no se muestra parcial contra el pobre y escucha la súplica del oprimido;
no desoye la plegaria del huérfano, ni a la viuda, cuando expone su queja.
¿No corren las lágrimas por las mejillas de la viuda y su clamor no acusa al que las hace derramar?

Salmo 50(49),5-6.7-8.14.23. 

“Reúnanme a mis amigos,
a los que sellaron mi alianza con un sacrificio”.
¡Que el cielo proclame su justicia,

porque el Señor es el único Juez!
“Escucha, pueblo mío, yo te hablo;
Israel, voy a alegar contra ti:

yo soy el Señor, tu Dios.
No te acuso por tus sacrificios:
¡tus holocaustos están siempre en mi presencia!

Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza
y cumple tus votos al Altísimo;
El que ofrece sacrificios de alabanza,

me honra de verdad;
y al que va por el buen camino,
le haré gustar la salvación de Dios."


Evangelio según San Marcos 10,28-31. 
Pedro le dijo a Jesús: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido".
Jesús respondió: "Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia,
desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y, campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.
Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros".