viernes, 21 de octubre de 2016

“Truco” para rezar (y vivir) el Rosario más intensamente Para que la persona de la Virgen María no parezca tan "alejada" de la vida real


“Truco” para rezar (y vivir) el Rosario más intensamente

Como católico que soy, María es mi debilidad.
Siempre que necesito pedir refuerzos para tomar el cielo por asalto, ella es sin duda mi mediadora favorita.
aunque soy capaz de concebir perfectamente en mi mente que María es un ser humano como yo, a veces en mi corazón siento como si estuviera en una categoría muchísimo superior a la mía y me cuesta imaginar cómo podría ser capaz de entender lo que sucede en mi día a día. De ahí que el Rosario me haya traído confort a raudales en incontables momentos de intenso sufrimiento, pero que también me haya dejado con la sensación de estar, en ocasiones, muy lejos de María.
Gracias a Dios, como soy un hípster de lo católico en búsqueda constante de las rarezas más alucinantes de nuestra fe, me topé con una oración meditativa alternativa que ha supuesto para mí un giro de 180 grados: el Rosario Servita o Rosario de los Siete Dolores; justo lo que necesitaba.
Este Rosario tiene su origen en la Orden de los Servitas y se centra en los Siete Dolores de la Santísima Virgen María. El viaje en el que te embarcas a medida que pasas las cuentas del rosario por tus dedos te acerca profundamente a la Santa Madre de Dios, para que te acompañe en tu vida.
El Primer Dolor: La profecía de Simeón 
Pocos días después del nacimiento de mi primer hijo, pasó una noche extremadamente difícil que culminó en una visita urgente a nuestro médico. Una vez allí, nos dieron la abrumadora noticia de que lo iban a ingresar en el hospital para que pasara la noche en observación. Escuchar estas palabras fue algo aterrador.
La Biblia no documenta ninguna de las batallas de Jesús con las enfermedades de la infancia, pero sí registra como Simeón le cuenta a María que su bebé sería “puesto para la caída y el levantamiento de muchos en Israel” y que su propia alma, la de María, sería atravesada por una espada de dolor por su causa. Desde luego, María sabe de los temores de los padres.
El Segundo Dolor: La huida a Egipto
¿Has vivido alguno de esos momentos en los que te encuentras solo o sola en el frío, ya sea literal o emocionalmente? ¿Esos momentos en los que sientes que eres una persona no grata, incluso entre tus amigos y familiares más próximos, simplemente porque tus pisadas te llevan en una dirección diferente? María ha pasado por lo mismo: aislada y sin más amarra que el consuelo de Dios, de su marido y de su hijo.
El Tercer Dolor: La pérdida del Niño Jesús en el templo 
Piensa en esa repentina pinza en el estómago, ese vertiginoso miedo que sientes cuando pierdes de vista a tu hijo o hija en un espacio público, aunque sea sólo durante unos segundos, seguido de ese vacío y esa culpa que reemplazan inevitablemente el pánico una vez que averiguas dónde está. Seguramente sólo fue un momento de nada, pero los remordimientos perduran: “¿Cómo he podido ser tan descuidado?”. María ha pasado por lo mismo, y con creces.
El Cuarto Dolor: El encuentro de Jesús y María en el camino del calvario
Al ser profesional de la salud mental, he ofrecido mi apoyo a padres a la hora de enfrentarse a la situación de sus hijos: a darse cuenta de que sus hijos aún no han tocado fondo y no están listos para recibir la ayuda necesaria, a la hora de verse forzados a dejarles marchar, a permitir que tengan la libertad de fracasar por completo con la esperanza de poder volver a levantarse renovados.
La confrontación en estos casos es muy dura, porque es aterrador y desgarrador sentirse impotente frente a los problemas de un hijo. No hay nada peor. María sabe lo que significa ser testigo impotente del dolor en los ojos de su hijo. Así que no existe mejor compañía que la suya cuando llegan terribles momentos de este tipo.
El Quinto Dolor: La crucifixión
¿Has tenido que soportar alguna vez el insoportable e indescriptible dolor de perder a un hijo o una hija, por muerte, distanciamiento o pérdida? Ella está ahí, llorando a tu lado.
El Sexto Dolor: El descenso del cuerpo de Jesús
A todos nos llega ese día; el día del sufrimiento más oscuro, cuando debes enfrentarte a algo y cargarlo sobre tus hombros, algo tan pesado que crees que no podrás seguir adelante; un día en el que no hay nada más que un dolor lacerante y un futuro que parece vacío y sin sentido. María, tras recibir el frágil cuerpo ensangrentado de su hijo, lo entiende.
El Séptimo Dolor: La sepultura de Jesús
Todos conocemos el final. “En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor, yo he vencido al mundo”. Jesús gana, es cierto.
Y aun así lo olvidamos; hacemos conjeturas sin parar sobre si algún día llegará un final feliz.
Muertes, preocupaciones financieras, abortos espontáneos, problemas maritales, dificultades laborales… Es difícil encontrar esperanza en medio de tan arduos momentos y lo único que queremos es rendirnos.
María debió de sentirse igual mientras sostenía el cuerpo de su hijo después de que lo bajaran de la cruz. Si sabía o no en ese momento que la Pascua de Resurrección venía de camino no es seguro, lo que sí sabía y entiende mejor que nadie es lo difícil que le puede resultar a nuestros corazones ver más allá del Viernes Santo.
Con razón, María puede parecer que está tan por encima de nosotros que queda fuera de nuestro alcance, pero si nos tomamos un momento para reflexionar sobre lo que padeció durante su vida, empezaremos a ver con claridad que de verdad entiende todo lo que estamos padeciendo nosotros. El Rosario Servita me ha ayudado a verlo con claridad y a confiar en que, si persisto, ella vendrá gustosamente a tomarme de la mano para guiarme de vuelta a casa lo que me quede de camino.

¿Qué diferencia hay entre santos y beatos? ¿No son santas, aunque no se reconozcan, todas las personas acogidas en el cielo?


¿Qué diferencia hay entre santos y beatos?




La distinción que hace la Iglesia entre beatificación y santificación me parece inútil. Un Beato, reconocido oficialmente como tal, ¿no es ya Santo? ¿Como, por lo demás, no son santas, aunque no se reconozcan, todas las personas que, después de la muerte, son acogidas en el Cielo?
 
Resumen de la respuesta del padre Valerio Mauro, profesor de Teología Sacramental, realizado por Aleteia:
 
Los santos no “están más en el cielo” que los beatos ni tienen una categoría mayor, sino que la distinción tiene que ver con la difusión de su culto dentro de la Iglesia. Para comprenderlo, sería oportuna una mirada a la historia del proceso de la canonización a lo largo de los siglos.
 
Los primeros indicios de una oración pública dirigida a los santos son a los mártires, ligados a una comunidad particular. Pensemos en las santas tradicionales como Lucía, Ágata, Cecilia, o bien a los apóstoles, cuyo martirio en una ciudad ha dado lugar a un culto preciso. De manera singular, la muerte de los santos Pedro y Pablo en Roma decidió el papel eclesial único del obispo de esa ciudad. Paralelamente, el culto hacia la Virgen María se liga a manifestaciones particulares en ese o aquel lugar.
 
En síntesis, el culto hacia los santos nace ligado a un lugar y a una comunidad local. Sólo con el tiempo se extiende a otras comunidades. Los primeros santos no mártires de los que se conoce un culto son Antonio, padre del monaquismo, y Martín de Tours, el primer santo no mártir del que tenemos un oficio litúrgico.
 
El culto público hacia un santo o una santa era confiada a la aclamación popular, o bien a una decisión episcopal: el momento decisivo era el traslado del cuerpo a un altar, que se convertía en el centro del culto dirigido a él.
 
En la Edad Media, la Iglesia empieza a regular de modo formal y universal e reconocimiento de un culto litúrgico hacia los santos. Estamos en un periodo de creciente autoridad del papa en la Iglesia, y asistimos a varias intervenciones de los pontífices. En el siglo XIII, Gregorio IX reserva las canonizaciones al papa, instituyendo el proceso para el reconocimiento de la santidad de un cristiano (Francisco de Asís fue el primer caso en el que se llevó a cabo una investigación sobre su vida y milagros).
 
En 1588, Sixto V funda la Sagrada Congregación de los ritos, encargándole que examinara varios casos. Con Urbano VIII y Benedetto XIV se elaboraron normas aún más precisas, definiendo la distinción entre beatos y santos: el beato goza solamente de un culto público local, el santo en cambio es propuesto al culto de la Iglesia universal.
 
La distinción formal entre beato y santo, por tanto, no tiene que ver con su presencia en el cielo, sino con la difusión de su culto.
 
Según la teología católica, que se desarrolló en la Edad Media, en la declaración de santidad o “canonización”, el papa compromete su ministerio petrino y se pronuncia de manera segura para nuestra fe, proponiendo a la Iglesia universal un culto público y legítimo hacia ese santo o santa.
 
En 1983, el papa Juan Pablo II aprobó nuevas normas, reorganizando el proceso a través del cual un cristiano puede ser reconocido digno de un culto público y por tanto canonizado (Constitución apostólica Divinus perfectionis magister).
 
Ahora, cuando nace una devoción popular hacia una persona, muerta en olor de santidad, se abre un proceso diocesano, a través del cual se examinan su vida, la heroicidad de sus virtudes, sus escritos y la devoción popular hacia él. Una comisión aparte se encarga de validar el milagro pedido para la beatificación. Se necesita un segundo milagro para la canonización.
 
En resumen: la distinción entre beato y santo está ligada históricamente a la difusión de su culto. En nuestros tiempos los límites se han desdibujado, también gracias a las enormes posibilidades de comunicación. Por ejemplo, el padre Pío de Pietrelcina había suscitado a su alrededor una devoción universal ya antes de ser reconocido beato.

¿Cuánto sabes de San Juan Pablo II? Estos son los 10 datos claves que debes conocer

San Juan Pablo II / L'Osservatore Romano

Este 22 de octubre se celebra la fiesta litúrgica del Papa peregrino, San Juan Pablo II, es por ello que te presentamos 10 claves para conocer más sobre la vida del denominado “Apóstol de la Misericordia” y uno de los líderes más influyentes del siglo XX.
1. Nació en Polonia
Nació en Wadowice el 18 de mayo de 1920 en una pequeña ciudad a 50 kilómetros de Cracovia. Era el más pequeño de los tres hijos de Karol Wojtyla y Emilia Kaczorowska. Su madre falleció en 1929. Su hermano mayor Edmund (médico) murió en 1932 y su padre (suboficial del ejército) en 1941. Su hermana Olga murió antes de que naciera él.
2. Su santo patrono fue San Carlos (Karol) Borromeo
Aunque vivieron en épocas diferentes, los dos están unidos al tener historias parecidas que el mismo San Juan Pablo II resaltó en su audiencia del 4 de noviembre de 1981.
La primera similitud está en el nombre debido a que “Karol” Wojtyla en español es “Carlos”, nombre con el cual San Juan Pablo II fue bautizado. Otras similitudes son que ambos sufrieron intento de asesinato, participaron de Concilios y compartieron el amor por los pobres y enfermos.
3. Batió récords y obtuvo importantes logros
El Papa San Juan Pablo II fue el primer Pontífice no italiano y el más joven en la historia. Asimismo, fue el que más viajes hizo, sumando 129; y a quien más beatos y santos canonizó –1.340 y 483 respectivamente–. También fue el primero en visitar una sinagoga, la Casa Blanca (Estados Unidos) y Cuba.
4. Fue un gran diplomático
Durante su pontificado, San Juan Pablo II aumentó el número de naciones que cuentan con relaciones diplomáticas con la Santa Sede. Se pasó de 85 países en 1978 a 174 para el 2003.
Esto incluyó a Estados Unidos (que previamente solo tenía status de delegación), la Unión Europea, la Orden Militar Soberana de Malta, y la mayoría de las naciones del antiguo bloque comunista. Además, estableció "relaciones de especial naturaleza" con la Federación Rusa y la Organización de Liberación Palestina.
5. Creó la Jornada Mundial de la Juventud
Su amor a los jóvenes le impulsó a iniciar en 1985 las Jornadas Mundiales de la Juventud. En las 19 ediciones de la JMJ celebradas a lo largo de su pontificado se reunieron millones de jóvenes de todo el mundo.
Además, su atención hacia la familia se puso de manifiesto con los encuentros mundiales de las familias, inaugurados por él en 1994.
6. Tenía dos doctorados
En 1948 se doctoró en teología por la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino, con una tesis sobre el tema de la fe en las obras de San Juan de la Cruz.
En 1953 se doctoró en filosofía en la Universidad Católica de Lublin con una tesis titulada "Valoración de la posibilidad de fundar una ética católica sobre la base del sistema ético de Max Scheler".
7. Sobrevivió a más de un atentado
El 13 de mayo de 1981 recibió un disparo en la Plaza San Pedro por parte del turco Mehmet Ali Agca.
El 12 de mayo de 1982, en Fátima, Portugal, donde el Papa había llegado para agradecer por su vida luego del atentado, un sacerdote cismático trató de apuñalarlo con un cuchillo pero fue detenido a pocos metros.
Por lo menos se conoce de otro atentado más, el de terroristas musulmanes que intentaron explotar el avión donde el Papa viajaba durante su visita a Filipinas. Autoridades filipinas frustraron el plan elaborado.
8. Pidió perdón en nombre de la Iglesia
El 12 de marzo de 2000, pidió perdón por las faltas humanas cometidas en la Iglesia Católica en toda su historia. Haciendo referencia a la discriminación hacia las mujeres, pobres y etnias.
El 15 de junio del 2004 pidió perdón por la inquisición, "por errores cometidos en el servicio de la verdad por medio del uso de métodos que no tenían nada que ver con el evangelio".
9. Promulgó el Catecismo de la Iglesia Católica
Promulgó el Catecismo Universal de la Iglesia Católica, fruto del sínodo especial de obispos de 1985 dedicado al Concilio Vaticano II. También reformó el Código de Derecho Canónico, el Código de Cánones de las Iglesias Orientales, y reorganizó la Curia Romana.
Entre sus documentos magisteriales se incluyen, además, 14 encíclicas, 15 exhortaciones apostólicas, 11 constituciones apostólicas y 45 cartas apostólicas.
10. Su beatificación fue la más rápida en siglos
San Juan Pablo II falleció el 2 de abril de 2005. Y el día 28 del mismo mes, el Papa Benedicto XVI dispensó del tiempo de cinco años de espera tras su muerte para iniciar la causa de beatificación y canonización.
La causa la abrió oficialmente el Cardenal Camillo Ruini, vicario general para la Diócesis de Roma, el 28 de junio de 2005. El Papa Benedicto XVI lo beatificó el 1 de mayo de 2011 y el Papa Francisco lo canonizó, junto a Juan XXIII, el 27 de abril del 2014.

Viernes de la vigésima novena semana del tiempo ordinario


Carta de San Pablo a los Efesios 4,1-6. 

Hermanos:
Yo, que estoy preso por el Señor, los exhorto a comportarse de una manera digna de la vocación que han recibido.
Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia, sopórtense mutuamente por amor.
Traten de conservar la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz.
Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida.
hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo.
Hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está en todos.

Salmo 24(23),1-2.3-4ab.5-6. 
Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella,
el mundo y todos sus habitantes,
porque El la fundó sobre los mares,
Él la afirmó sobre las corrientes del océano.

¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor
y permanecer en su recinto sagrado?
El que tiene las manos limpias
y puro el corazón;

él recibirá la bendición del Señor,
la recompensa de Dios, su Salvador.
Así son los que buscan al Señor,
los que buscan tu rostro, Dios de Jacob.



Evangelio según San Lucas 12,54-59. 
Jesús dijo a la multitud:
"Cuando ven que una nube se levanta en occidente, ustedes dicen en seguida que va a llover, y así sucede.
Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así sucede.
¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir el tiempo presente?
¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo?
Cuando vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de llegar a un acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y este te ponga en la cárcel.
Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo."


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.







Leer el comentario del Evangelio por : San Juan Pablo II