martes, 24 de mayo de 2016

¡Ya no aguanto al abuelo! Por más que no tenga idea de internet, domina la vida o, por lo menos, te lleva ventaja, pregúntale y verás


WEB-GRANDPA-DISCUSS-SHOUT-MEN-MAN-Shutterstock_385034446-Ljupco Smokovski-AI

Los viejos estorban tanto que ya ni les decimos así. Como que la vejez nos da miedo. ¿O no?
Los ancianos ahora son “adultos en plenitud” o, de perdida, “gente de la tercera edad”. En los discursos de los políticos, los viejos se vuelven patrimonio nacional bajo el bonito título de “nuestros abuelitos” o el cursísimo “cabecitas blancas”.
En el mejor de los casos, los viejos se convierten en un buen chiste o algo por el estilo. En otros casos, son objeto de lástima social o botín político. Pero normalmente nada más son un estorbo.
“Señor fulano, como ya tiene 60 años está despedido”, “¡Ay, abuelo! ¿Por qué no te callas?”, “Tú no opines, ¿sí?, es que ya se te va el avión”.
Pues no manches. Porque ese desprecio a los ancianos nos va a llegar a nosotrosEn lugar de valorar toda esa sabiduría que atesoran los viejos, ahora resulta que son un bulto de huesos que apenas puede moverse.
Seguramente tú no tratas con desprecio a tu abuela, pero qué tal tu cuate el Roñas. Ese si que no tiene vergüenza. Está del nabo. Le grita, le da flojera platicar con ella, hacerle un favor, acompañarla un ratito el sábado o, de perdida, no esconderle la dentadura.
Pero eso sí, el Roñas va a los asilos a visitar a “nuestras cabecitas blancas” que han sido recluidas en esos lugares por sus desalmadas familias.
No nos hagamos. Como el Roñas, hay muchos que se hacen guaje en su casa y ven en sus abuelos una verdadera carga.
No se puede ser luz de la calle y oscuridad de la casa. Y no digo que no vayan a visitar a los ancianos a los asilos, nada más que primero está la familia, y no es eslogan publicitario.
Si aún vive, ¿por qué no inviertes unas horas del sábado para platicar con tu abuelo?
Además de que le harás pasar un buen rato, seguro aprenderás un buen de cosas. A lo mejor piensas que es pura pérdida de tiempo, tiempo que podrías dedicarle a tu novia (o), a tus cuates o a la consola de video juegos.
Nada más no olvides que tú también llegarás a esa edad —a menos que el alcohol acabe contigo antes de los cuarenta— y que vas a extrañar un rato con la gente que te quiere.
Y no lo hagas por lástima o por obligación. Es un acto de cariño que puedes aprovechar muy bien. Imagínate nomás cuántas cosas no sabrá tu abuelo de mil temas.
Por más que esté chocheando y no tenga idea de internet, ese señor domina la vida o, por lo menos, te lleva ventaja. Pregúntale y verás.

¿Conoces el significado de la señal de la Cruz? Las 3 hermosas verdades que contiene Busquemos profundizar, conocer y vivir mejor lo que ya celebramos cotidianamente





Una terrible tragedia para el cristianismo ha sido, y será siempre, la separación entre el rito y el símbolo; o para ser más preciso, la tragedia se debe más bien al olvido por parte de los fieles del significado de los símbolos que se realizan durante los diversos ritos. Sí, porque la causa de la fracción no se da sola por arte de magia; esta nace y crece como fruto de nuestra desprovista formación. Alguno podrá objetar que no tiene tiempo para gastar en cuestiones que le competen a los teólogos y sacerdotes, pero esta es una falsa excusa que no nos exculpa. Salvando las distancias de la analogía, es como si alguien practicase un deporte que considera fundamental para su vida y del cual se profesa «fanático», y sin embargo, aseverase que no le interesa mucho, o para nada, conocer bien las reglas, la historia, las renovaciones y problemas en marcha del deporte en cuestión. ¿Quién le creería?
Es evidente, volviendo al ámbito de la fe cristiana, que tarde o temprano el vaciamiento «doctrinal» nos pasará la cuenta generándonos un consecuente vaciamiento «espiritual».  Lo que amamos de verdad (pensemos a las personas que amamos o las actividades que realmente nos gustan) lo queremos conocer siempre más y más, incluso en sus pormenores. El desinterés en el fondo es falta de amor sincero (este criterio nos debería llevar a un profundo examen de conciencia). De hecho, regresando a nuestro caso, quien no desea ni busca comprender más el profundo significado de los símbolos que celebra, tiene que cuestionarse para cambiar de actitud. De lo contrario, esto no solo nos llevará a perder toda la riqueza cultural que estos portan consigo, sino, y sobre todo, esterilizará poco a poco nuestra capacidad interior de disponernos espiritualmente para acoger el caudal de gracia que nos comunican efectivamente. Esto es así, porque el rito cristiano exige siempre un grado de participación y cooperación. Para decirlo con San Agustín: Dios «creó sin que lo supiera el interesado, pero no justifica sin que lo quiera él» (Sermón 169, 11.13).
No es mera casualidad que quien no conoce los signos sagrados, acabe por vivir el rito como un mecanismo frío, repetitivo y carente sentido. No es de extrañarse entonces que la misa le parezca «aburrida». ¡Es que no entiende nada de lo que pasa ahí! No es sorprenderse tampoco que tantos tiendan a deformar los ritos buscando adaptarlos a simbologías llamativas que poco o nada tienen que ver con el soplo del Espíritu. Es un tema demasiado delicado como entrar aquí en detalle. Sin embargo, creo que lo que sí podemos concluir con el video de hoy, es que solo a través de la vivencia y del conocimiento profundo de la fe expresada en sus milenarios símbolos, podremos renovar en continuidad nuestras celebraciones litúrgicas. Pues solo conociendo la «forma» de la Iglesia en su Tradición milenaria es que se puede re-formar e in-formar en con-formidad al Espíritu. Tal vez nos sorprendamos al descubrir, entrando en esta dinámica de formación interior, que en realidad el verdadero problema en este momento es que aún no hemos ni siquiera comenzado a comprender y a vivir el alcance de las grandes renovaciones espirituales que hemos heredado (incluso recientemente), porque en el fondo desconocemos la belleza y profundidad del ritual y sus símbolos. Nuestra primera tarea como creyentes es simple y parte de aquí: dediquémosle más tiempo a nuestra formación y renovación en la fe, antes de criticar o proponer nuevas ideas; busquemos profundizar, conocer y vivir mejor lo que ya celebramos cotidianamente, para que de esta manera demos un testimonio contundente y convincente de que «donde esté nuestro tesoro, allí esta también nuestro corazón» (Mt 6,21).

Ni el hombre es un mono, ni el mundo se hizo en seis días. Muchos católicos creen que la Iglesia lee al pie de la letra el Génesis, y se equivocan


WEB-CREATION-EVOLUTION-GOD-HANDS-WORLD-Shutterstock_284837312-Sergey Nivens-AI


Muchos católicos y no católicos piensan que la respuesta de la Iglesia a la Teoría de la Evolución es el “creacionismo”, que la idea de que las especies evolucionen está en contra de la Biblia o que los Papas han condenado insistentemente el “evolucionismo” como una doctrina científica que atenta contra las verdades de la fe. Sin embargo, no es cierto.
¿Qué es la Teoría de la Evolución?
La Teoría de la Evolución se fundamenta en la concepción del desarrollo de la vida que postula Charles Darwin en El Origen de las Especies (1859). Según Darwin cada individuo lucha por adaptarse a su ambiente, a su entorno, y aquellos que lo logran tienen más posibilidades de sobrevivir y reproducirse, transmitiendo sus genes. De esta manera la especie mejora a lo largo de los tiempos (en el sentido de integrarse mejor en su ambiente). También pueden producirse mutaciones y algunas de ellas ser beneficiosas, como el nacimiento de una jirafa con un cuello más largo que le permita alcanzar la comida que sus compañeras dejan en las copas de los árboles, o dar lugar a nuevas especies o subespecies.
Los factores que guían estas transformaciones, según Darwin, son el azar y la lucha por la supervivencia, y en ningún caso se requiere de la intervención divina.
A lo largo de los siglos XIX y XX se han producido varios descubrimientos científicos que parecen ser acordes con esta teoría, pero por un lado no se han encontrado pruebas lo suficientemente concluyentes como para considerarla probada y, por otro, también se han hallado fósiles y sedimentos que la desdicen en parte o ponen en dificultades su coherencia interna.
Además, la Teoría de la Evolución contradice el sentido común como explicación general sobre el origen de la vida. Para que la vida se generara tuvieron que ocurrir millones de cosas, algunas simultáneas y otras progresivas, y todas ellas son tan casuales que parecen imposibles. La probabilidad de que estos sucesos tuvieran lugar y lo hiciesen en el orden y de la manera adecuada es tan pequeña como que un grupo de hormigas con las patas mojadas en tinta atravesaran unos folios tirados en el suelo dejando escrito a su paso El Quijote, por usar solo uno de los muchos ejemplos que los científicos utilizan para mostrar la altísima improbabilidad de que el azar diera como resultado la vida en nuestro planeta.
Parece más razonable pensar que si las cosas sucedieron como sucedieron es porque detrás de los cambios había un diseñador inteligente, alguien que dirigía y promovía las distintas transformaciones.
¿Qué es el creacionismo?
El creacionismo es una ideología cuyo origen está en las interpretaciones literalistas de la Biblia que defendieron algunos grupos protestantes estadounidenses como reacción contra el evolucionismo. Nunca ha sido defendida por la Iglesia Católica y el método de interpretación de los textos que siguen sus líderes está muy lejos de lo que se podría considerar aceptable en cualquier Facultad de Teología.
Juan Pablo II lo explicó perfectamente en un discurso de 23 de abril de 1993, al señalar que en la lectura de la Biblia tratamos de “comprender el sentido de los textos con toda la exactitud y precisión posibles y, por tanto, en su contexto histórico y cultural. Una falsa idea de Dios y de la Encarnación empuja a un cierto número de cristianos a seguir una orientación contraria. Estos tienen la tendencia a creer que, siendo Dios el ser absoluto, cada una de sus palabras tienen un valor absoluto, independiente de todos los condicionamientos del lenguaje humano (…) Cuando se expresa en un lenguaje humano no da a cada palabra un valor uniforme, sino que utiliza los posibles matices con extrema flexibilidad, y acepta también sus limitaciones.”
Siguiendo un tipo de lectura literal y uniforme los creacionistas afirman que el universo se hizo exactamente en seis días, como si el autor inspirado de aquella época pensara construir un relato históricamente preciso, cosa que solo puede pensar un sujeto de nuestro tiempo. Lo cierto es que el narrador nos presenta un discurso literario en el que interesa mucho más el contenido esencial, el sentido del texto, que la exactitud de los acontecimientos.
El mismo Juan Pablo II, en un discurso de 1981 a la Academia Pontificia de las Ciencias insistía en que “la Biblia nos habla del origen del universo y de su constitución, no para proporcionarnos un tratado científico, sino para precisar las relaciones del hombre con Dios y con el universo. (…) Cualquier otra enseñanza sobre el origen y la constitución del universo es ajena a las intenciones de la Biblia, que no pretende enseñar cómo ha sido hecho el cielo, sino cómo se va al cielo.”
Entonces, ¿evolucionismo o creacionismo?
Ambas posturas cuentan con extremos inaceptables. En la Encíclica Humani Generisde Pío XII (1950) se rechazan las posiciones evolucionistas que niegan por prejuicios la posibilidad de que Dios interviniese en el origen de la vida, pero no se condena la teoría científica. Con buen criterio se advierte de que se trata de una teoría no verificada y de que sería un error no entenderla como tal.
Por su parte Juan Pablo II, en una catequesis de 16 de abril de 1986, se expresó con toda claridad al aceptar la posibilidad de algún tipo de evolución: “se puede decir que, desde el punto de vista de la doctrina de la fe, no se ve dificultad en explicar el origen del hombre, en cuanto al cuerpo, mediante la hipótesis del evolucionismo. Sin embargo, hay que añadir que la hipótesis propone sólo una probabilidad, no una certeza científica. La doctrina de la fe, en cambio, afirma invariablemente que el alma espiritual del hombre ha sido creada directamente por Dios. Es decir, según la hipótesis a la que hemos aludido, es posible que el cuerpo humano, siguiendo el orden impreso por el Creador en las energías de la vida, haya sido gradualmente preparado en las formas de los seres vivientes anteriores. Pero el alma humana, de la que depende en definitiva la humanidad del hombre, por ser espiritual, no puede serlo de la materia”.
Efectivamente es posible concebir que a lo largo de la historia los cuerpos de los seres vivos hayan sufrido ciertas evoluciones que se plasmaran en distintas especies o en el desarrollo de una en concreto. Lo que no es concebible es que del desarrollo ciego de la materia haya surgido el espíritu humano, que solo se puede comprender como imagen y semejanza del Dios creador.
En conclusión, ninguna teoría científica seria sobre el origen del universo o de la vida es incompatible con la Fe, como indicaba el Papa Francisco ante la Academia Pontificia de las Ciencias: “El inicio del mundo (…) se deriva directamente de un Principio supremo que crea por amor. El Big-Bang, que hoy se sitúa en el origen del mundo, no contradice la intervención de un creador divino, al contrario, la requiere. La evolución de la naturaleza no contrasta con la noción de creación, porque la evolución presupone la creación de los seres que evolucionan”.

Martes de la octava semana del tiempo ordinario


Epístola I de San Pedro 1,10-16. 

Hermanos:
Esta salvación ha sido objeto de la búsqueda y la investigación de los profetas que vaticinaron sobre la gracia destinada a ustedes.
Ellos trataban de descubrir el tiempo y las circunstancias señaladas por el Espíritu de Cristo, que estaba presente en ellos y anunciaba anticipadamente los sufrimientos reservados a Cristo y la gloria que les seguiría.
A ellos les fue revelado que estaban al servicio de un mensaje destinado no a sí mismos, sino a ustedes. Y ahora ustedes han recibido el anuncio de ese mensaje por obra de quienes, bajo la acción del Espíritu Santo enviado desde el cielo, les transmitieron la Buena Noticia que los ángeles ansían contemplar.
Por lo tanto, manténganse con el espíritu alerta, vivan sobriamente y pongan toda su esperanza en la gracia que recibirán cuando se manifieste Jesucristo.
Como hijos obedientes, no procedan de acuerdo con los malos deseos que tenían antes, mientras vivían en la ignorancia.
Así como aquel que los llamó es santo, también ustedes sean santos en toda su conducta,
de acuerdo con lo que está escrito: Sean santos, porque yo soy santo.



Salmo 98(97),1.2-3ab.3c-4. 
Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.

El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.




Evangelio según San Marcos 10,28-31. 
Pedro le dijo a Jesús: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido".
Jesús respondió: "Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia,
desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y, campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.
Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros".




Leer el comentario del Evangelio por : Tomás de Celano