lunes, 10 de octubre de 2016

Cómo actuar ante una tragedia familiar o una enfermedad, según Papa Francisco Tomar una pastilla para dormir, alejarse de lo que pasa o beber, no funciona


funeral



¿Qué sucede en nuestro corazón cuando nos sentimos presos de la “desolación espiritual”? Es la pregunta que el papa Francisco planteó en la homilía de la Misa celebrada esta mañana en Santa Marta, centrada en la figura de Job.
El Papa destacó la importancia del silencio y de la oración para vencer los momentos más oscuros.
En ocasión de la memoria de san Vicente de Paúl, el Papa ofreció la misa por las monjas vicentinas, las Hijas de la Caridad, que son las que prestan servicio en la Casa Santa Marta.
“Job estaba en dificultades, había perdido todo”… Papa Francisco desarrolló su homilía partiendo de la Primera Lectura que nos muestra a Job despojado de todo bien, incluso de sus hijos. Se siente perdido pero no maldice a Dios.
Antes o después todos vivimos una gran desolación espiritual
Job vive en una gran “desolación espiritual” y se desahoga delante de Dios. Es el desahogo de un “hijo ante un Padre”. También lo hace Jeremías que se lamenta al Señor, pero nunca blasfemando, explicó el Papa.
“La desolación espiritual es algo que nos llega a todos: puede ser más fuerte o más débil… Pero, ese estado del alma en la oscuridad, sin esperanza, desconfiado, sin voluntad de vivir, sin ver la luz al final del túnel, con intranquilidad en el corazón y en el pensamiento… La desolación espiritual nos haces sentir como si tuviésemos el alma aplastada: no consigue levantarse y no quiere vivir: “¡Es mejor la muerte!”. Es el desahogo de Job. Mejor morir que vivir así”, constató.
“Nosotros debemos entender cuando nuestro espíritu está en este estado de tristeza largo, en el que no hay alivio. A todos nos pasa esto. Fuerte o no fuerte, pero a todos. Entendamos qué sucede en nuestro corazón”, afirmó Francisco.
Esta, añadió, “es la pregunta que nosotros podemos hacernos hoy: ‘¿Qué debemos hacer cuando nos toca vivir estos momentos oscuros, por una tragedia familiar, una enfermedad, algo que me deprime?’. Alguno podría pensar en ‘tomar una pastilla para dormir y alejarse de lo que pasa’ o ‘beber’. Esto, advirtió, no ayuda. La liturgia de hoy, sin embargo, “nos hace ver qué tenemos que hacer con esta desolación espiritual, cuando estamos tibios, deprimidos, sin esperanza”.
Cuando nos sentimos perdidos, rezad a Dios con insistencia
En el salmo número 87 está la respuesta: “Llegue hasta ti mi oración, Señor”. Es necesario rezar, dijo el Papa, rezar fuerte, como hizo Job: gritar día y noche para que Dios nos escuche: “Es una oración de llamar a la puerta, ¡pero con fuerza! ‘Señor, estoy cansado de desventuras. Mi vida está al borde del infierno. Me cuentan entre los que bajan a la fosa, estoy sin fuerzas’. ¡Cuántas veces nos hemos sentido así, sin fuerzas…”.
“Y esta es la oración. El mismo Señor nos enseña como rezar en estos duros momentos. ‘Señor, me has lanzado a la fosa más profunda. Pesa sobre mí Tu furor. Llegue hasta Ti mi oración’. Esta es la oración: así debemos rezar en los momentos más duros, más oscuros, más desolados, más aplastantes. Rezar con autenticidad. Y también desahogarse como hizo Job, como un hijo”.
El Libro de Job habla después del silencio de los amigos. Ante una persona que sufre, destacó el Papa, “las palabras pueden hacer mal. Lo que cuenta es estar cerca, hacer sentir la cercanía “sin hacer discursos”.
Silencio, presencia y oración, así se ayuda al que verdaderamente sufre
“Cuando una persona sufre, o está en un proceso de desolación espiritual”, retomó, “se debe hablar lo menos posible y se debe ayudar con el silencio, la cercanía, las caricias y la oración ante el Padre”.
“Primero, reconocer en nosotros los momentos de desolación espiritual, cuando estamos en la oscuridad, sin esperanza y preguntándonos por qué. Segundo, rezar al Señor con el Salmo 87, como Él nos enseña, en el momento de oscuridad. ‘Llegue hasta Ti mi oración, Señor’. Tercero, cuando me acerco a una persona que sufre, ya sea por enfermedad o cualquier sufrimiento, pero que está en esta desolación, silencio. Pero este silencio con amor, cercanía, caricias. No hacer discursos que al final no ayudan y que, además, hacen mal”.
“Recemos al Señor, concluyó Francisco, para que nos dé estas tres gracias: la gracia de reconocer la desolación espiritual, la gracia de rezar cuando estemos en esta situación, y la gracia de acompañar a las personas que sufren momentos desesperados de tristeza y desolación espiritual”.

Lunes de la vigésima octava semana del tiempo ordinario


Carta de San Pablo a los Gálatas 4,22-24.26-27.31.5,1. 

Hermanos:
Está escrito que Abraham tuvo dos hijos: uno de su esclava y otro de su mujer, que era libre.
El hijo de la esclava nació según la carne; en cambio, el hijo de la mujer libre, nació en virtud de la promesa.
Hay en todo esto un simbolismo: estas dos mujeres representan las dos Alianzas. La primera Alianza, la del monte Sinaí, que engendró un pueblo para la esclavitud, está representada por Agar,
Pero hay otra Jerusalén, la celestial, que es libre, y ella es nuestra madre.
Porque dice la Escritura: ¡Alégrate, tú que eres estéril y no das a luz; prorrumpe en gritos de alegría, tú que no conoces los dolores del parto! Porque serán más numerosos los hijos de la mujer abandonada que los hijos de la que tiene marido.
Por lo tanto, hermanos, no somos hijos de una esclava, sino de la mujer libre.
Esta es la libertad que nos ha dado Cristo. Manténganse firmes para no caer de nuevo bajo el yugo de la esclavitud.

Salmo 98(97),1.2-3.4. 
Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.

El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y fidelidad
en favor de la casa de Is rael.

Todos, hasta los confines del mundo,
han visto la salvación de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.


Evangelio según San Lucas 11,29-32. 
Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: "Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás.
Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación.
El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón.
El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.







Leer el comentario del Evangelio por : San Gregorio de Nisa