miércoles, 2 de agosto de 2017

El significado de los 7 dones del Espíritu Santo


¡Católico, toma nota!

  1. Sabiduría: Es el don de entender lo que favorece y lo que perjudica el proyecto de Dios. Él nos fortalece nuestra caridad y nos prepara para una visión plena de Dios. El mismo Jesús nos dijo: “Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros” (Mt 10, 19-20). La verdadera sabiduría trae el gusto de Dios y su Palabra.
  1. Entendimiento: Es el don divino que nos ilumina para aceptar las verdades reveladas por Dios. Mediante este don, el Espíritu Santo nos permite escrutar las profundidades de Dios, comunicando a nuestro corazón una particular participación en el conocimiento divino, en los secretos del mundo y en la intimidad del mismo Dios. El Señor dijo: “Les daré corazón para conocerme, pues yo soy Yahveh” (Jer 24,7).
  1. Consejo: Es el don de saber discernir los caminos y las opciones, de saber orientar y escuchar. Es la luz que el Espíritu nos da para distinguir lo correcto e incorrecto, lo verdadero y falso. Sobre Jesús reposó el Espíritu Santo, y le dio en plenitud ese don, como había profetizado Isaías: “No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra” (Is 11, 3-4).
  1. Ciencia: Es el don de la ciencia de Dios y no la ciencia del mundo. Por este don el Espíritu Santo nos revela interiormente el pensamiento de Dios sobre nosotros, pues “nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios” (1Co 2, 11).
  1. Piedad: Es el don que el Espíritu Santo nos da para estar siempre abiertos a la voluntad de Dios, buscando siempre actuar como Jesús actuaría. Si Dios vive su alianza con el hombre de manera tan envolvente, el hombre, a su vez, se siente también invitado a ser piadoso con todos. En la Primera Carta de San Pablo a los Corintios escribió: “En cuanto a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que estéis en la ignorancia. Sabéis que cuando erais gentiles, os dejabais arrastrar ciegamente hacia los ídolos mudos. Por eso os hago saber que nadie, hablando con el Espíritu de Dios, puede decir: «¡Anatema es Jesús!»; y nadie puede decir: «¡Jesús es Señor!» sino con el Espíritu Santo” (1Co 12, 1-3).
  1. Fortaleza: Este es el don que nos vuelve valientes para enfrentar las dificultades del día a día de la vida cristiana. Vuelve fuerte y heroica la fe. Recordemos el valor de los mártires. Nos da perseverancia y firmeza en las decisiones. Los que tienen ese don no se amedrentan frente a las amenazas y persecuciones, pues confían incondicionalmente en el Padre. El Apocalipsis dice: “No temas por lo que vas a sufrir: el Diablo va a meter a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis tentados, y sufriréis una tribulación de diez días. Manténte fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida” (Ap 2,10).
  1. Temor de Dios: Este don nos mantiene en el debido respeto frente a Dios y en la sumisión a su voluntad, apartándonos de todo lo que le pueda desagradar. Por eso, Jesús siempre tuvo cuidado en hacer en todo la voluntad del Padre, como Isaías había profetizado: “Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh” (Is 11,2).

«La comunión de los celíacos es una práctica común en España desde hace años»

El sacerdote Daniel A. Escobar Portillo, de la Delegación Episcopal de Liturgia de Madrid despeja las dudas acerca de la comunión de los celíacos

¿Qué novedades destacaría de la carta de la Congregación para el Culto divino sobre el pan y el vino para la Eucaristía con respecto a la normativa anterior?
En primer lugar, la circular, aunque es pública, está dirigida a los obispos diocesanos, no a la generalidad de los fieles, como otros documentos eclesiásticos. El motivo es que, tal y como recuerda la carta, son ellos los principales responsables en garantizar lo necesario para la celebración eucarística. En segundo lugar, la carta no aporta, en sentido estricto, ninguna novedad. No modifica la reglamentación anterior sobre la materia del pan y del vino, sino que recuerda a los prelados las disposiciones vigentes, al mismo tiempo que les sugiere algunas indicaciones prácticas.
Entonces, si únicamente se recuerda una reglamentación ya existente, ¿cuál es el sentido de esta carta precisamente ahora?
La motivación concreta para escribir una carta sobre la materia del pan y del vino a los obispos en este momento parte sobre todo de un interés pastoral. La Iglesia debe, por una parte, cuidar de que los sacramentos se celebren conforme al mandato del Señor; por otro lado, debe ser capaz de dar respuesta a las cuestiones o problemas concretos que pueden surgir en cada momento…
Por internet y las redes sociales han circulado muchas noticias falsas estos días acerca de la comunión a los celíacos. ¿Cómo pueden comulgar en realidad estas personas?
En realidad, la comunión de los celíacos no plantea grandes problemas. Ciertamente, a la hora de distribuir la comunión se debe atender esta particularidad, cada vez más frecuente. La cuestión se solventa de dos maneras: por una parte, se permite la utilización de pan con pequeñas cantidades de gluten. Además, en casos de intolerancia absoluta al gluten, los celíacos pueden comulgar únicamente del cáliz. Esta es una práctica común desde hace muchos años en España y en nuestra diócesis. Sin embargo, la carta quiere salir también al paso de diversas propuestas, como utilizar otros cereales, frutas u otros ingredientes que no se corresponden con la sencillez del pan y del vino, utilizados por el mismo Jesucristo y mantenidos siempre en la vida de la Iglesia.
¿Por qué la Iglesia pide que el pan utilizado para la Eucaristía sea de trigo?
Y el vino ha de ser natural, del fruto de la vid y sin mezcla de sustancias extrañas. El motivo es que Jesús eligió precisamente estos elementos para quedarse entre nosotros. La Iglesia ha de ser fiel siempre a ese mandato del Señor. Sin embargo, garantizando esto, el pan puede tener cantidades mínimas de gluten e incluso ser modificado genéticamente para este fin. También se admite el mosto como materia para la Eucaristía, siempre que no sea alterada su naturaleza.
La carta habla de la necesidad de controlar la preparación de las hostias y del vino para la Misa. ¿En España, quien fabrica las formas y proporciona el vino para la Misa?
La circular es consciente de que, si hasta hace poco tiempo, esta misión se realizaba casi exclusivamente por determinadas comunidades religiosas, actualmente el pan y el vino se puede adquirir prácticamente desde cualquier sitio, como en supermercados o por internet. Por eso pide a los obispos no tanto limitar los proveedores del pan y vino para la liturgia, sino garantizar de algún modo la producción y conservación adecuada de los dones que se utilizarán para la Eucaristía. En España y en Madrid, la mayoría de las hostias y del vino que se compra para la Misa provienen de comunidades o de establecimientos que desde hace tiempo los proporcionan. Algunos de estos proveedores también se encargan de fabricar las formas con menor cantidad de gluten para las personas con intolerancia a este elemento.
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

Miércoles de la decimoséptima semana del tiempo ordinario


Libro del Exodo 34,29-35. 

Cuando Moisés bajó de la montaña del Sinaí, trayendo en sus manos las dos tablas del Testimonio, no sabía que su rostro se había vuelto radiante porque había hablado con el Señor.
Al verlo, Aarón y todos los israelitas advirtieron que su rostro resplandecía, y tuvieron miedo de acercarse a él.
Pero Moisés los llamó; entonces se acercaron Aarón y todos los jefes de la comunidad, y él les habló.
Después se acercaron también todos los israelitas, y él les transmitió las órdenes que el Señor le había dado en la montaña del Sinaí.
Cuando Moisés terminó de hablarles, se cubrió el rostro con un velo.
Y siempre que iba a presentarse delante del Señor para conversar con él, se quitaba el velo hasta que salía de la Carpa. Al salir, comunicaba a los israelitas lo que el Señor le había ordenado,
y los israelitas veían que su rostro estaba radiante. Después Moisés volvía a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba de nuevo a conversar con el Señor.

Salmo 99(98),5.6.7.9. 
Glorifiquen al Señor, nuestro Dios,
adórenlo ante el estrado de sus pies.
¡Santo es el Señor!
Moisés y Aarón, entre sus sacerdotes,

y Samuel, entre los que invocaban su Nombre,
clamaban al Señor y él les respondía.
Dios les hablaba desde la columna de nube;
ellos observaban sus mandamientos

y los preceptos que les había dado.
Glorifiquen al Señor, nuestro Dios,
y adórenlo en su santa Montaña:
el Señor, nuestro Dios, es santo.


Evangelio según San Mateo 13,44-46. 
Jesús dijo a la multitud:
"El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas;
y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró."