lunes, 29 de enero de 2018

¿Por qué cada profesión tiene su santo patrón?


¿De donde viene la piadosa costumbre de elegir un patrono que interceda por ciertas profesiones?

¿Sabías que cada profesión tiene su santo patrón al cuál pedir su protección? Y son tantas las profesiones, que hoy elegimos sólo las menos habituales o inusuales para hablar un poquito de ellos.
¿Pero qué es un santo patrón o patrono?
Es un santo intercesor que aboga por nosotros ante Dios y que tiene afinidad especial por un país o comunidad, lugar, congregación, una artesanía o actividad, o un grupo específico de personas.
El termino patrón viene del latín patronus = patrono que significa protector, defensor, abogado, amparador y la costumbre de invocar a un santo patrono es muy antigua, en el Antiguo Testamento podemos encontrar a San Miguel y San Gabriel como protectores de algunos países, más tarde los primeros cristianos ofrecían a los santos, sobre todo los santos mártires, sufragios por los difuntos y luego los obispos, misioneros, fundadores comenzaron a encomendar a un santo el lugar de misión o la congregación que había fundado.
El Concilio Vaticano II dice en cuanto a ellos que: Es sumamente conveniente que amemos a los amigos y coherederos de Cristo, hermanos también y eximios bienhechores nuestros; que rindamos a Dios las gracias que le debemos por ellos; que los invoquemos humildemente y que, para impetrar de Dios beneficios por medio de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor, que es el único Redentor y Salvador nuestro, acudamos a sus oraciones, protección y socorro. Todo genuino testimonio de amor que ofrezcamos a los bienaventurados se dirige, por su propia naturaleza, a Cristo y termina en Él, que es la corona de todos los santos, y por Él va a Dios, que es admirable en sus santos y en ellos es glorificado. (LG 50)
Los santos, además de interceder por nosotros y concedernos favores, nos sirven como modelos a imitar en la vivencia de virtudes y valores. Son personas que han entregado su vida y Dios nos los pone como puntos de referencia, para que nosotros mismos a través de su testimonio alcanzamos la santidad.
Como dijimos al principio un santo también puede ser patrono de una artesanía, actividad o profesión. Aquí te mencionamos algunos:
De los actores: san Ginés fue un actor romano del s. III, y san Juan Bosco que para divertir y educar a los jóvenes hacía de mago y malabaristas.
De los paragüeros: San Medardo de Noyon, permaneció bajo la lluvia sin mojarse porque un águila lo protegía, incluso antiguamente los paragüeros llamaban a su primer hijo así, para augurarse buen negocio.
De los patinadores: Santa Lidwina (patinando en el hielo sufrió una grave caída que le dejó por siempre enferma)
De las trabajadoras domésticas: Santa Zita fue empleada doméstica desde los 12 años.
De los traductores de Idiomas: Santa Lutgarda de Tongeren porque se comunicaba en francés sin jamás haberlo estudiado ni oído y San Jerónimo que tradujo la Biblia de sus lenguas naturales al latín.
De los dentistas: Santa Apolonia, fue martirizada con la extracción violenta de todos sus dientes.
De las amas de casa: Santa Marta, por su papel en las historias de la Biblia, donde se la muestra como una mujer servicial, atenta y acogedora.
De los cosmonautas: San José de Cupertino, tenía el don de la levitación.
De los alpinistas: San Bernardo de Menthon fundó su monasterio en los Alpes, donde nacieron los perros “San Bernardo” para ayuda de los montañeros.
De los electricistas: la Virgen de la Candelaria, su etimología deriva de candela que se refiere a la luz, la luz santa que guía hacia el buen camino y la redención y aviva la fe en Dios.
De los fotógrafos: santa Verónica, porque cuando en el via Crucis limpió el sudor de Cristo con un paño, quedó la imagen impresa en el lienzo como una fotografía.
De los aviadores: la Virgen de Loreto, ya que la santa casa donde nació la Virgen fue traslada por los ángeles por aire.
La lista de profesiones con su santo patrón es bastante extensa y la puedes ver en el siguiente enlace.
Y si todavía no tienes profesión y estás en busca de un trabajo puedes encomendarte a San Judas Tadeo o San Cayetano.

Lunes de la cuarta semana del tiempo ordinario


Segundo Libro de Samuel 15,13-14.30.16,5-13a. 

Cuando David recibió esta noticia: "Todos los hombres de Israel están de parte de Absalón",
dijo a todos sus servidores que estaban con él en Jerusalén: "¡Rápido huyamos! Si Absalón se nos pone delante, no tendremos escapatoria. ¡Apúrense a partir, no sea que él nos sorprenda, que precipite la desgracia sobre nosotros y pase la ciudad al filo de la espada!".
David subía la cuesta de los Olivos; iba llorando, con la cabeza cubierta y los pies descalzos. Todo el pueblo que lo acompañaba también llevaba la cabeza cubierta, y lloraba mientras subía.
Cuando el rey llegaba a Bajurím salió de allí un hombre del mismo clan que la casa de Saúl, llamado Simei, hijo de Guerá. Mientras salía, iba lanzando maldiciones,
y arrojaba piedras contra David y contra sus servidores, a pesar de que todo el pueblo y todos los guerreros marchaban a la derecha y a la izquierda del rey.
Y al maldecirlo, decía: "¡Fuera, fuera, hombre sanguinario y canalla!
El Señor hace recaer sobre ti toda la sangre de la casa de Saúl, a quien tú has usurpado el reino. ¡El Señor ha puesto la realeza en manos de tu hijo Absalón, mientras que tú has caído en desgracia, porque eres un sanguinario!".
Abisai, hijo de Seruiá, dijo al rey: "¿Cómo ese perro muerto va a maldecir a mi señor, el rey? ¡Deja que me cruce y le cortaré la cabeza!".
Pero el rey replicó: "¿Qué tengo que ver yo con ustedes, hijos de Seruiá? Si él maldice, es porque el Señor le ha dicho: "¡Maldice a David!". ¿Quién podrá entonces reprochárselo?".
Luego David dijo a Abisai y a todos sus servidores: "Si un hijo mío, nacido de mis entrañas, quiere quitarme la vida, ¡cuánto más este benjaminita! Déjenlo que maldiga, si así se lo ha dicho el Señor.
Quizá el Señor mire mi humillación y me devuelva la felicidad, a cambio de esta maldición que hoy recibo de él".
David siguió con sus hombres por el camino, mientras Simei iba por la ladera de la montaña, al costado de él; y a medida que avanzaba, profería maldiciones, arrojaba piedras y levantaba polvo.

Salmo 3,2-3.4-5.6-7. 
Señor, ¡qué numerosos son mis adversarios,
cuántos los que se levantan contra mí!
¡Cuántos son los que dicen de mí:
“Dios ya no quiere salvarlo”!

Pero tú eres mi escudo protector y mi gloria,
tú mantienes erguida mi cabeza.
Invoco al Señor en alta voz
y él me responde desde su santa Montaña.

Yo me acuesto y me duermo,
y me despierto tranquilo
porque el Señor me sostiene.
No temo a la multitud innumerable,

apostada contra mí por todas partes.

Evangelio según San Marcos 5,1-20. 
Llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos.
Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro.
El habitaba en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas.
Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarlo.
Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos e hiriéndose con piedras.
Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante él,
gritando con fuerza: "¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!".
Porque Jesús le había dicho: "¡Sal de este hombre, espíritu impuro!".
Después le preguntó: "¿Cuál es tu nombre?". El respondió: "Mi nombre es Legión, porque somos muchos".
Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región.
Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en la montaña.
Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: "Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos".
El se lo permitió. Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara -unos dos mil animales- se precipitó al mar y se ahogó.
Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qué había sucedido.
Cuando llegaron adonde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano juicio, al que había estado poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor.
Los testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos.
Entonces empezaron a pedir a Jesús que se alejara de su territorio.
En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con él.
Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti".
El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho por él, y todos quedaban admirados.