viernes, 25 de enero de 2019

Las cinco lecciones de la conversión de San Pablo


Dios lo esperó y lo hizo caer de lo más alto

“Todos hemos leído la historia de la conversión de Saulo; de acérrimo enemigo de los seguidores de Cristo a legendario evangelista por Dios”, escribe Gabriel Garnica en un artículo reciente publicado en Catholic Stand.
Garnica señala que Pablo “no se convirtió en esta leyenda tan pronto como cayó del caballo; antes bien ahí comenzó el proceso que lo llevó a jugar el maravilloso papel que ha jugado en la historia de nuestra fe”.
Dejando a un lado el proceso en general –dice el autor—podemos descubrir al menos cinco lecciones directas de la caída en sí misma:
  1. La misericordia divina de Dios llega, generalmente, cuando nos encontramos peor, en nuestro punto más bajo. Saulo fue una pesadilla para los primeros cristianos, y su persecución parecía no tener límite. Recordemos que estuvo presente y aprobó la lapidación de Esteban. Dios lo esperó y lo hizo caer de lo más alto, tanto de su caballo como de la ventolera que había tomado en contra de los seguidores de su Hijo. De forma similar, Cristo nos ofrecerá pacientemente su divina misericordia cuando parezca que menos la merecemos; incluso cuando menos creamos merecerla. Hay que recordar el recibimiento del padre al hijo pródigo.
  2. La intervención de Dios en nuestras vidas será siempre inesperada.La forma de medir el tiempo de Dios nada tiene que ver con nuestra forma de hacerlo. Su intervención en nuestras vida no refleja nuestras expectativas. Saulo era la última persona en la cual los primeros cristianos esperarían que fuese su más apasionado defensor, que fue, exactamente, lo que Dios hizo nacer en Saulo. Fe no es esperar a comprender en totalidad la bondad de Dios; paciencia es tener la fe para esperar por ella.
  3. La presencia de Dios en nuestras vidas se encuentra más a menudo fuera de una iglesia. Mientras que es necesario ir a Misa para refrescar el alma escuchando la Palabra de Dios y para alimentarnos con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, gran parte de las aplicaciones de la enseñanza de la Iglesia ocurren en el mundo. Saulo cayó del caballo en el camino hacia Damasco, no en su destino, ni en una casa o en algún lugar de adoración. La casa del Señor es la estación de servicio, donde rellenamos de combustible nuestra fe; pero nuestra misión en el servicio a Dios es en el camino, donde aplicamos la fe para ayudar a otros.
  4. Todos tenemos un caballo de Damasco. Saulo iba montando su caballo camino a pelear en contra de Dios. Podría haber usado el mismo caballo para ayudar a Dios, pero decidió usarlo para hacer lo contrario. Dándole esa respuesta, hizo que Dios lo derribara, para humillarlo como preparación a la gran misión de servirlo en su plan. Todos tenemos un caballo que nos puede llevar lejos de Dios: ese caballo puede ser orgullo, arrogancia, dinero, poder… ¿Nos bajaremos por iniciativa propia o esperaremos a que Dios nos derribe?
  5. Fe y humildad superan a los cinco sentidos. Pablo nunca caminó al lado de Cristo. No fue de los originalmente elegidos. Pero su fe y su humildad lo hicieron tan grande como aquellos que caminaron con el Señor. Dios viene a nuestras vidas, y nosotros le permitimos entrar, sin la proporción de lo que creemos, vemos, escuchamos, tocamos o gustamos. Los cinco sentidos y todas las sensaciones que les siguen son polvo en el camino de la humildad y la fe. Pablo estuvo ciego por un tiempo tras ser derribado de su caballo por Dios Nosotros a menudo estamos ciegos por un tiempo mucho mayor, en el viaje hacia nuestro Damasco.

Cómo san Pablo luchó contra el diablo


Su lucha no era contra “carne y sangre”.

Mientras san Pablo viajaba de ciudad en ciudad predicando el Evangelio de Jesucristo, un adversario le atacó sin cesar. El mismo Pablo describe esta implacable batalla en su Segunda Carta a los Corintios.
Y para que la grandeza de las revelaciones no me envanezca, tengo una espina clavada en mi carne, un ángel de Satanás que me hiere. Tres veces pedí al Señor que me librara, pero él me respondió: “Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad”. (2 Corintios 12,7-9)
En otras traducciones la palabra ‘ángel’ se sustituye por ‘mensajero’. Los eruditos continúan debatiendo sobre el significado exacto de la frase de Pablo y algunos aseguran que el ‘mensajero’ era una persona real que le hacía la vida imposible a Pablo. Otros creen que Pablo tenía una “espina” física que le daba gran tormento a su cuerpo. Otra posibilidad es que Pablo estuviera hablando de un enemigo espiritual, un demonio (un “ángel de Satanás”) que acataba constantemente Pablo.
Esta última opción es algo que mantendría una consistencia con las cartas de Pablo, ya que menciona frecuentemente la realidad de la guerra espiritual. El pasaje más famoso sobre este tema es de su carta a los Efesios.
Revístanse con la armadura de Dios, para que puedan resistir las insidias del demonio. Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio. (Efesios 6,11-12)
Si Pablo, en efecto, luchó contra un “ángel de Satanás”, entonces nos recuerda que, a veces, Dios permite ataques de este tipo para fortalecernos y crecernos en humildad. Según escribió san Pablo en su Primera Carta a los Corintios: “Dios es fiel, y él no permitirá que sean tentados más allá de sus fuerzas. Al contrario, en el momento de la tentación, les dará el medio de librarse de ella, y los ayudará a soportarla”. (1 Corintios 10,13)
No hay otras referencias a este “ángel de Satanás” en las cartas de Pablo, pero está claro que se trató de una lucha constante permitida por Dios. Quizás Pablo tuviera dificultades gran parte de su vida batallando contra este demonio, pero la buena noticia es que el demonio no tuvo la última palabra.
Según escribió Pablo en su Segunda Carta a Timoteo: “He peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hay aguardado con amor su Manifestación”. (2 Timoteo 4,7-8)

Reza hoy una oración a san Pablo


Tú que nos enseñaste todo esto, enséñanos también a trabajar mas unidos que nunca

Pablo, fiel apóstol y soldado de Cristo.
Tú,  que al conocerlo no dudaste en cambiar tu vida,
acompáñanos en la lucha de nuestra conversión diaria.

Tú que hiciste del anuncio del evangelio tu mas bella misión,
ayúdanos a anunciar el mensaje del Señor,
con la palabra y con nuestro testimonio.

Tú, que luchaste el buen combate,
transmítenos tu valentía y fortaleza
para enfrentar sin miedos las dificultades
que se nos presenten en la palestra de nuestra vida.

Tú que encontraste en Cristo, la llama que encendía tu fe,
ilumínanos con ella, para descubrirlo también nosotros,
aún en nuestra oscuridad.

Tú que nos enseñaste todo esto,
enséñanos también a trabajar mas unidos que nunca,
para así infundir amor y esperanza en cada lugar que nos toque actuar.
Amén.

Hoy es la fiesta de la Conversión de San Pablo

Hoy es la fiesta de la Conversión de San Pablo

Cada 25 de enero, la Iglesia Católica celebra el día en que San Pablo -entonces llamado Saulo- alcanzó la conversión camino a Damasco, a donde se dirigía para perseguir a los cristianos.
Como se recuerda, camino a Damasco Saulo fue derribado del caballo por el mismo Jesús a través de una luz del cielo que brilló sobre él y sus compañeros, cegándolo por espacio de tres días. Durante ese tiempo, Saulo permaneció en casa de un judío llamado Judas, sin comer ni beber.
El cristiano Ananías, por pedido de Cristo, fue al encuentro de Saulo, quien recuperó la vista y se convirtió, accediendo al bautismo y predicando en las sinagogas al Hijo de Dios, con gran asombro de sus oyentes. Así, el antiguo perseguidor se convirtió en apóstol y fue elegido por Dios como uno de sus principales instrumentos para la conversión del mundo.
San Pablo nació en Tarso, Cilicia (actual Turquía), su padre era ciudadano romano. Creció en el seno de una familia en la que la piedad era hereditaria y muy ligada a las tradiciones y observancias fariseas. Le pusieron de nombre Saulo, y como también era ciudadano romano llevaba el nombre latino de Pablo (Paulo).
Para los judíos de aquel tiempo era bastante usual tener dos nombres, uno hebreo y otro latino o griego. Pablo será pues, el nombre que utilizará el apóstol para evangelizar a los gentiles.
El periodo que va del año 45 al 57 fue el más activo y fructífero de su vida. Comprende tres grandes expediciones apostólicas de las que Antioquía fue siempre el punto de partida y que, invariablemente, terminaron por una visita a Jerusalén.
Los restos del santo descansan en la Basílica de San Pablo Extramuros. Este templo es el más grande después de la Basílica de San Pedro.
Más información:

25 de enero: conversión del Apóstol San Pablo


Así relata el Capítulo 9 del Libro de los Hechos de los Apóstoles, la Conversión del Apóstol San Pablo, hasta entonces llamado Saulo. «Saulo, que todavía respiraba amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote y le pidió cartas para las Sinagogas de Damasco, a fin de traer encadenados a Jerusalén a los seguidores del Camino del Señor que encontrara, hombres o mujeres. Y mientras iba caminando, al acercarse a Damasco, una luz que venía del Cielo lo envolvió de improviso con su resplandor. Y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”. El preguntó: “¿Quién eres tú, Señor?”. “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”, le respondió la voz. “Ahora levántate, y entra en la ciudad: allí te dirán qué debes hacer”. Los que le acompañaban quedaron sin palabra, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Le tomaron de la mano y le llevaron a Damasco. Allí estuvo tres días sin comer ni beber».
A continuación, el Señor ordenó a Ananías, uno de sus discípulos, que acudiera al lugar donde estaba Pablo. Siguiendo sus órdenes, le impuso las manos: Saulo recobró inmediatamente la vista. De esta forma, empezó el apostolado del principal propagador del Cristianismo.
Sobre la importancia de este hecho fundamental de la fe e historia cristianas, el sacerdote y profesor Senén Vidal aporta en su libro Pablo, de Tarso a Roma, dos precisiones importantes. En primer lugar, «la experiencia revelacional de Pablo coincide, en cuanto a sus sentido y a su estructura fundamentales, con la de todo creyente. Porque, siguiendo la terminología empleada por los textos paulinos, todo creyente puede afirmar que ha recibido la “iluminación”, el “conocimiento”, la “revelación” de Jesús, el crucificado resucitado, como Salvador definitivo».
No obstante -y es la segunda precisión-, Vidal añade que «dentro de esa perspectiva, hay que decir que la revelación experimentada por aquellos primeros cristianos y por Pablo tuvo una función especial e irrepetible en la historia del movimiento cristiano, ya que se convirtió en referencia fundamental para todo el camino posterior de aquel movimiento».
J.M. Ballester Esquivias

Lecturas del Conversión de San Pablo

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (22,3-16):

En aquellos días, dijo Pablo al pueblo: «Yo soy judío, nací en Tarso de Cilicia, pero me crié en esta ciudad; fui alumno de Gamaliel y aprendí hasta el último detalle de la ley de nuestros padres; he servido a Dios con tanto fervor como vosotros mostráis ahora. Yo perseguí a muerte este nuevo camino, metiendo en la cárcel, encadenados, a hombres y mujeres; y son testigos de esto el mismo sumo sacerdote y todos los ancianos. Ellos me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y fui allí para traerme presos a Jerusalén a los que encontrase, para que los castigaran. Pero en el viaje, cerca ya de Damasco, hacia mediodía, de repente una gran luz del cielo me envolvió con su resplandor, caí por tierra y oí una voz que me decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Yo pregunté: "¿Quién eres, Señor?" Me respondió: "Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues." Mis compañeros vieron el resplandor, pero no comprendieron lo que decía la voz. Yo pregunté: "¿Qué debo hacer, Señor?" El Señor me respondió: "Levántate, sigue hasta Damasco, y allí te dirán lo que tienes que hacer." Como yo no veía, cegado por el resplandor de aquella luz, mis compañeros me llevaron de la mano a Damasco. Un cierto Ananías, devoto de la Ley, recomendado por todos los judíos de la ciudad, vino a verme, se puso a mi lado y me dijo: "Saulo, hermano, recobra la vista." Inmediatamente recobré la vista y lo vi. Él me dijo: "El Dios de nuestros padres te ha elegido para que conozcas su voluntad, para que vieras al Justo y oyeras su voz, porque vas a ser su testigo ante todos los hombres, de lo que has visto y oído. Ahora, no pierdas tiempo; levántate, recibe el bautismo que, por la invocación de su nombre, lavará tus pecados."»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 116,1.2

R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio

Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos. R/.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (16,15-18):

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»

Palabra del Señor