viernes, 1 de diciembre de 2017

Cinco formas de vivir el Adviento


La alegría de la Navidad dependerá de cómo vivamos la temporada de Adviento

El padre Ed Broom, un sacerdote estadounidense (Oblato de la Virgen), quien además es un bloguero consumado, escribe, normalmente, una columna en el portal web Catholic Exchange en el que ha publicado esta semana, previa al primer domingo de Adviento, una breve lista de cinco formas prácticas para vivir a fondo uno de los tiempos litúrgicos “fuertes” de la Iglesia católica.
“El Adviento está a la vuelta de la esquina, lo que significa tiempo para prepararse para la Navidad: el nacimiento de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo. La alegría de la Navidad depende de la intensidad con la que vivimos la temporada de Adviento”, escribe el padre Broom en Catholic Exchange.
Su consejo principal es vivir este Adviento “como si fuera el último de nuestras vidas: ¡de hecho podría ser!” Pues Jesús, constantemente, nos recuerda que estemos alertas, despiertos, listos y preparados para su venida, “porque no sabemos el día ni la hora”.
Las cinco sugerencias para santificar el Adviento que hace el padre Broom son las siguientes:
Practicar el silencio. Hay que recordar al profeta Elías y su experiencia con Dios en el silencio de la montaña. Tras eliminar el ruido innecesario de tu vida, busca los minutos para guardar silencio. Eso significa, también desconectarse de todo tipo de “contaminación acústica”.
Hacer oración. Tienes que encontrar más tiempo para orar en esta temporada santa. La Iglesia anima a sus fieles a intensificar en el Adviento la vida de oración. Las formar de orar son muchas y muy variadas: la Liturgia de las Horas, los Salmos, hacer una Hora Santa, la Lectio Divina, en la Santa Misa; orar lentamente, hacer examen de conciencia, rezar el Santo Rosarios, contemplar el Misterio (el Belén o Nacimiento)… Incluso, leer un buen libro sobre la oración.
Servir a los pobres. Tal ves en esta temporada de Adviento puedas encontrar la forma de servir a los pobres. Recuerda que Jesús se manifiesta a sí mismo en ellos. Santa Teresa de Calcuta dijo que “debemos descubrir a Jesús en el disfraz angustioso de los pobres”. Lee en Mateo 25: 31-46 la parábola del Juicio Final. Ahí el Señor dice en nuestro juicio estará basado en la manera en cómo tratamos a los pobres. Y nunca olvidar que “la caridad comienza en casa”.
Frecuentar la Santa Misa en Adviento. Intenta ir a la Santa Misa todos los días del Adviento. Si ya asistes a Misa diaria, da un paso o dos más allá de lo que estás haciendo. Trata de llegar antes para prepararte mejor; procura traer a miembros de tu familia, a algún amigo, para que puedan encontrarse con Jesús en la Eucaristía.
Imita a Nuestra Señora. En el libro clásico mariano escrito por San Luis María Grignon de Monfort “La Devoción a María”, exalta las diez virtudes de la Virgen que debes querer imitar, y más aún en esta temporada de Adviento: humildad profunda, fe viva, obediencia ciega, oración incesante, abnegación constante, superior pureza, amor ardiente, paciencia heroica, bondad angelical y sabiduría celestial.
“¿Por qué no elegir una o dos de estas virtudes de María, suplicar por su intercesión la gracia de imitarlas y luego, durante el Adviento, hacer un esfuerzo concertado para vivir estas virtudes más plenamente en tu vida? María es el camino más corto, más rápido y más fácil para llegar al Corazón de Jesús”, termina diciendo el Padre Ed Broom OSV

Viernes de la trigésima cuarta semana del tiempo ordinario


Libro de Daniel 7,2-14. 

Daniel tomó la palabra y dijo: Yo miraba en mis visiones nocturnas, y vi los cuatro vientos del cielo que agitaban el gran mar.
Y cuatro animales enormes, diferentes entre sí, emergieron del mar.
El primero era como un león y tenía alas de águila. Yo estuve mirando hasta que fueron arrancadas sus alas; él fue levantado de la tierra y puesto de pie sobre dos patas como un hombre, y le fue dado un corazón de hombre.
Luego vi otro animal, el segundo, semejante a un oso; él estaba medio erguido y tenía tres costillas en su boca, entre sus dientes. Y le hablaban así: "¡Levántate, devora carne en abundancia!".
Después de esto, yo estaba mirando y vi otro animal como un leopardo; tenía cuatro alas de pájaro sobre el dorso y también cuatro cabezas, y le fue dado el dominio.
Después de esto, yo estaba mirando en las visiones nocturnas y vi un cuarto animal, terrible, espantoso y extremadamente fuerte; tenía enormes dientes de hierro, comía, trituraba y el resto lo pisoteaba con las patas. Era diferente de todos los animales que lo habían precedido, y tenía diez cuernos.
Yo observaba los cuernos, y vi otro cuerno, pequeño, que se elevaba entre ellos. Tres de los cuernos anteriores fueron arrancados delante de él, y sobre este cuerno había unos ojos como de hombre y una boca que hablaba con insolencia.
Yo estuve mirando hasta que fueron colocados unos tronos y un Anciano se sentó. Su vestidura era blanca como la nieve y los cabellos de su cabeza como la lana pura; su trono, llamas de fuego, con ruedas de fuego ardiente.
Un río de fuego brotaba y corría delante de él. Miles de millares lo servían, y centenares de miles estaban de pie en su presencia. El tribunal se sentó y fueron abiertos unos libros
Yo miraba a causa de las insolencias que decía el cuerno: estuve mirando hasta que el animal fue muerto, y su cuerpo destrozado y entregado al ardor del fuego.
También a los otros animales les fue retirado el dominio, pero se les permitió seguir viviendo por un momento y un tiempo.
Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas, y vi que venía sobre las nubes del cielo como un Hijo de hombre; él avanzó hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta él.
Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido.

Libro de Daniel 3,75.76.77.78.79.80.81. 
Montañas y colinas, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Todo lo que brota sobre la tierra, bendiga al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!

Manantiales, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Mares y ríos, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!

Cetáceos y todo lo que se mueve en las aguas, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Todas las aves del cielo, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!

Todas las fieras y animales, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!

Evangelio según San Lucas 21,29-33. 
Jesús hizo a sus discípulos esta comparación:
"Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol.
Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano.
Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca.
Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán."