lunes, 31 de diciembre de 2018

7 importantes cosas sobre la Solemnidad de María, Madre de Dios, la “Theotokos”

7 importantes cosas sobre la Solemnidad de María, Madre de Dios, la “Theotokos”

“Desde los tiempos más antiguos, la Bienaventurada Virgen es honrada con el título de Madre de Dios”, dice la Constitución Dogmática Lumen Gentium (Num. 66) de la Iglesia.
Aquí 7 cosas sobre la importante "Solemnidad de Santa María, Madre de Dios" que se celebra cada primero de enero.
1.- Concluye la Octava de Navidad
Con esta Solemnidad se concluye la Octava de Navidad, un conjunto de ocho días, desde el 25 de diciembre, en los que la Iglesia actualmente celebra el Nacimiento de Jesús.
En el Antiguo Testamento (Gen. 17,9-14) se puede leer que hace muchos siglos Dios hizo una alianza con Abraham y su descendencia cuyo signo era la circuncisión al octavo día después del nacimiento. El Hijo de Dios así también lo vivió y recibió en ese momento el nombre anunciado a la Virgen María.
“Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción” (Lc. 2,21).
2.- La Theotokos
Los primeros cristianos solían llamar a la Virgen María como la “Theotokos”, que en griego significa “Madre de Dios”. Este título aparece en las catacumbas debajo de la ciudad de Roma y en antiguos monumentos de oriente (Grecia, Turquía, Egipto).
Los Obispos reunidos en el Concilio de Éfeso (431), ciudad donde según la tradición la Virgen pasó sus últimos años antes de ser asunta al cielo, declararon: “La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios".
3.- Creado por la fe
“Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios” dice una de las antiguas oraciones marianas de los cristianos de Egipto del siglo III (tercero). Cabe resaltar que ese título de “Madre de Dios” (“Theotokos”) no existía y que fue creado por los cristianos para expresar su fe.
4.- Antigua fiesta mariana
La “Maternidad de María” es una de las primeras fiestas marianas que se dio en la cristiandad. Se dice que por el siglo V (quinto), en Bizancio, había una “memoria de la Madre de Dios” que se celebraba el 26 de diciembre, al día siguiente de la Navidad.
Poco a poco se fue introduciendo en la liturgia romana en un día de la Octava de Navidad y ya por el siglo VIII (octavo) se encuentran para esta conmemoración antifonales con el título de “Natale Sanctae Mariae”, así como oraciones y responsorios con los que se honraba la divina “Maternidad de María”.
5.- Jornada de la Paz
Con el tiempo, esta memoria de la Virgen fue desplazada para conmemorar la “Circuncisión del Señor”, pero se mantendría el acento mariano. En 1931 el Papa Pío XI la reestableció para el 11 de octubre con ocasión del XV centenario del Concilio de Éfeso y le dio una categoría equivalente a la Solemnidad actual.
Años después, en esta fecha, San Juan XXIII inauguró el Concilio Vaticano II(1962). Con la reforma litúrgica de 1969, la “Maternidad de María” pasó a celebrarse al 1 de enero, día en que se inicia el “calendario civil”. Un año antes, en 1968, el Beato Pablo VI instituyó para este día la Jornada Mundial de la Paz. Es así que el primer día del año se celebra a María y se ora por la paz.
6.- Fundamento de dogmas marianos
El título “Madre de Dios” es el principal y el más importante dogma sobre la Virgen María y todos los demás dogmas marianos encuentran su sentido en esta verdad de fe. Los otros dogmas marianos son que María tuvo una Inmaculada Concepción, Perpetua Virginidad y que fue llevada en cuerpo y alma al cielo (Asunción).
Asimismo, Nuestra Señora tiene los siguientes títulos: Madre de los hombres, Madre de la Iglesia, Abogada nuestra, Corredentora, Medianera de todas las gracias, Reina y Señora de todo lo creado y todas las alabanzas contenidas en las letanías del Santo Rosario.
7.- Decisión de la Virgen
En noviembre de 1996 San Juan Pablo II explicó que “la expresión ‘Madre de Dios’ nos dirige al Verbo de Dios, que en la Encarnación asumió la humildad de la condición humana para elevar al hombre a la filiación divina”.
“Pero ese título, a la luz de la sublime dignidad concedida a la Virgen de Nazaret, proclama también la nobleza de la mujer y su altísima vocación. En efecto, Dios trata a María como persona libre y responsable y no realiza la encarnación de su Hijo sino después de haber obtenido su consentimiento”, afirmó.

Intenciones de la Conferencia Episcopal Española para el año 2019


INTENCIONES DE LA
CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
PARA EL AÑO 2019
POR LAS QUE REZA EL APOSTOLADO DE LA ORACIÓN

Aprobadas por la 111º Reunión Asamblea Plenaria
de la Conferencia Episcopal Española
(16-20 de abril de 2018) 

Enero: Por la unidad de todos los creyentes en Cristo, para que pronto llegue el día en que las iglesias y comunidades eclesiales seamos uno como lo quiere el Señor.
Febrero: Por quienes sufren hambre y cualquier forma de pobreza, para que reciban la ayuda que necesitan y la riqueza sea justamente distribuida en el mundo.
Marzo: Por los jóvenes, para que escuchen la voz de Dios que les llama a una vocación al ministerio sacerdotal y la Iglesia se vea enriquecida con abundantes ministros y testigos del Evangelio.
Abril: Por los niños y adultos que reciben los sacramentos de la Iniciación cristiana, para que sean miembros vivos de la Iglesia y colaboradores activos de su misión.
Mayo: Por las familias cristianas, para que sean auténticas iglesias domésticas donde se viva y transmita el Evangelio de Jesucristo, y por los Laicos, para que santifiquen fielmente el orden temporal.
Junio: Por las personas consagradas a vivir en pobreza, castidad y obediencia, para que sus vidas sean testimonio del Reino de Dios.
Julio: Por los ancianos, especialmente por los que viven en soledad, para que encuentren en la familia y en la sociedad la ayuda que necesitan, y en Dios el consuelo espiritual; y para que, por intercesión del Apóstol Santiago, Patrón de España se fortalezca la fe de los pueblos de España.
Agosto: Por los profesionales que ayudan a los demás en los distintos servicios públicos de la sociedad, incluso con riesgo de sus vidas, para que lo hagan siempre con generosidad, desprendimiento y amor.
Septiembre: Por los catequistas y profesores de religión, para que tengan siempre presente la importancia de su misión y se formen adecuadamente a fin de que su labor produzca frutos abundantes.
Octubre: Por los evangélicos, judíos, musulmanes, creyentes de otras religiones, no creyentes, los indiferentes y los que se han alejado de la Iglesia, para que por el testimonio de fe y buenas obras de los creyentes, lleguen a experimentar la alegría del encuentro con Dios.
Noviembre: Por los cristianos perseguidos, para que sientan el consuelo y la fortaleza de Dios y la ayuda de nuestra oración, y para que nunca se invoque el santo nombre de Dios para justificar la violencia.
Diciembre: Por los inmigrantes, refugiados y las víctimas de la trata de personas, para que sea reconocida su dignidad, sean acogidos con generosidad y atendidos adecuadamente en sus necesidades espirituales y materiales.

Oración para despedir el año que termina y recibir el Año Nuevo

Oración para despedir el año que termina y recibir el Año Nuevo

Se acerca el fin del 2018 y el mundo entero se prepara para recibir el nuevo año con fiestas y fuegos artificiales, pero muchos olvidan de celebrarlo con Dios, dueño de la vida y el tiempo. Por ello te compartimos esta oración para rezarla junto con tu familia, comunidad o amigos antes de la medianoche del 31 de diciembre.
Se recomienda estar alrededor del nacimiento o pesebre. Juntos comienzan diciendo: “En el nombre del Padre…”
Luego se hace la siguiente oración:
Lector 1: “Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al terminar este año queremos darte gracias por todo aquello que recibimos de ti.
Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser. Te ofrecemos cuanto hicimos en este año, el trabajo que pudimos realizar, las cosas que pasaron por nuestras manos y lo que con ellas pudimos construir.
Lector 2: Te presentamos a las personas que a lo largo de estos meses quisimos, las amistades nuevas y los antiguos que conocimos, los más cercanos a nosotros y los que estén más lejos, los que nos dieron su mano y aquellos a los que pudimos ayudar, con los que compartimos la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.
Pero también, Señor, hoy queremos pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado.
Todos: Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo. También por la oración que poco a poco se fue aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte. Por todos los olvidos, descuidos y silencios, nuevamente te pido perdón.
A pocos minutos de iniciar un nuevo año, detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar y te presento estos días que sólo tú sabes si llegaré a vivirlos.
Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría. Quiero vivir cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.
Cierra tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes. Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno, que mi espíritu se llene sólo de bendiciones y las derrame a mi paso. Amén.”
Para terminar, los participantes se agarran de las manos y rezan un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria. Luego, entre todos, se dan un abrazo diciendo: “La paz sea contigo. ¡Feliz año Nuevo!”

Lecturas del 31 de Diciembre. Octava de Navidad

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2,18-21):

Hijos míos, es el momento final. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es el momento final. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad. 

Palabra de Dios

Salmo

Sal 95,1-2.11-12.13-14

R/. Alégrese el cielo, goce la tierra

Cantad al Señor un cántico nuevo, 
cantad al Señor, toda la tierra; 
cantad al Señor, bendecid su nombre, 
proclamad día tras día su victoria. R/.

Alégrese el cielo, goce la tierra, 
retumbe el mar y cuanto lo llena; 
vitoreen los campo y cuanto hay en ellos, 
aclamen los árboles del bosque. R/.

Delante del Señor, que ya llega, 
ya llega a regir la tierra: r
egirá el orbe con justicia 
y los pueblos con fidelidad. R/.

Evangelio

Comienzo del santo evangelio según san Juan (1,1-18):

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. 
Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."»
Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer. 

Palabra del Señor

domingo, 30 de diciembre de 2018

La oración del Papa Francisco al Niño Jesús



Papa Francisco al Niño Jesús: Quiero llegar a Belén, porque allí me esperas y darme cuenta que, recostado en un pesebre, eres Pan de mi vida

Celebrando la Misa durante la noche en la Nochebuena en la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco nos ha dejado un mensaje muy enriquecedor en la que nos dijo que "el nacimiento de Jesús en un pesebre nos enseña a compartir nuestras vidas con nuestros hermanos y hermanas necesitados", y que "En Belén, descubrimos que Dios no se lleva la vida, sino que la da".
"En Belén, descubrimos que la vida de Dios puede entrar en nuestros corazones y habitar allí. Si damos la bienvenida a ese regalo, la historia cambia, comenzando por cada uno de nosotros".
Un mensaje inspirador del Papa Francisco para todo el pueblo cristiano sin duda alguna, en donde puso de manifiesto además el contraste del consumismo de estas fechas con el verdadero significado de la Navidad. Al respecto de esto, indicó:
"En nuestros días, para muchas personas, el significado de la vida se encuentra en poseer, en tener un exceso de objetos materiales. Una codicia insaciable marca toda la historia humana, incluso hoy, cuando, paradójicamente, algunos cenan exuberantemente mientras que demasiados se quedan sin el Pan diario necesario para sobrevivir".
Pero para los que acogen el nacimiento de Jesús y se esfuerzan por seguirlo, el centro de la vida ya no es "mi ego voraz y egoísta", sino el que nace y vive por amor".
Al terminar su homilía, el Papa Francisco quiso dejarnos unas bellas palabras dirigidas al Niño Dios la cual todos nosotros podemos hacer eco.

La oración del Papa Francisco al Niño Jesús

"Quiero llegar a Belén, Señor, porque allí me esperas. Quiero darme cuenta de que tú, recostado en un pesebre, eres el pan de mi vida.
Necesito de la fragancia tierna de tu amor, de manera que yo pueda ser también, pan partido para el mundo.
Llévame sobre tus hombros, Buen Pastor; amado por ti, yo también podré ser capaz de amar a mis hermanos y hermanas y llevarlos de la mano.
Entonces será Navidad, cuando pueda decirte: "Señor, tú lo sabes todo; Tú sabes que te amo".
Papa Francisco. Extracto de la homilía en la Misa de Navidad. 24 de diciembre de 2018

10 regalos de Navidad que no cuestan un centavo


¿Te atreves a hacerlos?

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Cuando llega el mes de diciembre, muchos nos preguntamos qué podemos dar a nuestros seres queridos. Son muchos los detalles de amor y de conversión los que podemos entregar, estos valen mucho más que un regalo costoso.
«La Navidad es un acontecimiento que se renueva en cada familia, en cada parroquia, en cada comunidad que acoge el amor de Dios encarnado en Jesucristo. Como María, la Iglesia muestra a todos la «señal» de Dios: el niño que ella ha llevado en su seno y ha dado a luz, pero que es el Hijo del Altísimo, porque «proviene del Espíritu Santo» (Mt 1,20). Por eso es el Salvador, porque es el Cordero de Dios que toma sobre sí el pecado del mundo (cf. Jn 1,29). Junto a los pastores, postrémonos ante el Cordero, adoremos la Bondad de Dios hecha carne, y dejemos que las lágrimas del arrepentimiento llenen nuestros ojos y laven nuestro corazón. Todos lo necesitamos» (Papa Francisco).
Aquí les dejamos una pequeña lista que esperamos sea de mucho provecho en este tiempo 🙂

1. Regala tu perdón sin reparo

perdon

Regálalo por tu propia paz interior. Hay quienes te pueden haber hecho daño, y no sin querer, sino apropósito, sólo por ver cómo sufrías. Pues aún a ellos perdónalos. Y, aunque no tengas la culpa, pídeles perdón, es la única forma de vivir en paz.
Cuando Jesús afirma en Mt. 5, 38-48: «Ustedes han oído que antes se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente”. Pero yo les digo: No resistas al que te haga algún mal; al contrario, si alguien te pega en una mejilla, ofrécele también la otra». Él no está hablando con metáforas, ése es el modo en que Dios nos ama, ésa es la manera en que debemos aprender a amar a todos; es difícil pero hay que hacerlo, si queremos acercarnos a nuestro modelo que es Cristo.

2. Regala tu oración frecuente

rezar
No hay mejor manera de demostrar nuestro amor por alguien que rezando por él. Así ponemos a las personas que amamos en las manos de nuestro Padre.
Encomendémoslas a Cristo y a la santa Virgen, concentrándonos con intensidad en la oración, sintiendo en nuestra alma cada palabra, y sintiendo, sobre todo, que tenemos a Cristo y a la Virgen delante de nosotros, escuchándonos, recibiendo y tomando en cuenta cada frase que sale de nuestros labios. Confiémonos a Cristo, pongamos a nuestros seres queridos en su Corazón, hablémosle, con suma confianza, como un pequeño niño que se dirige a su padre.

3. Regala tu dedicación y aprecio

aprecio
Hace poco, le pregunté a una amiga muy querida cuál sería el mejor regalo de Navidad y me dijo, ante mi asombro: «Un poema o un dibujo, un escrito, una tarjeta navideña, unos dulces caseros, un tejido, una pequeña escultura o un ramo de flores que hayan recogido para mí».
En verdad lo que más esperan nuestros seres queridos no es un regalo costoso, sino un obsequio que refleje nuestro aprecio y amor por ellos, algo que diga cuánto los amamos. Nadie se fija en cuánto has gastado, sino en cuánto de tu alma has dejado impregnada en el obsequio. Al fin y al cabo, nuestros familiares y amigos esperan algo muy personal, que diga también con qué profundidad los conocemos.

4. Regala un: «Te quiero»

quiero
Muchos de nosotros sabemos exactamente quiénes son esas personas imprescindibles en nuestras vidas, sin cuyas sonrisas, mensajes, compañía o afecto se nos haría muy difícil resistir.
Ellos están ahí justo en los momentos en los que sufres y lloras, en los que estás enfermo o decaído, también celebran contigo cuando has conseguido algo que ha marcado tu vida. Pero, aunque les agradecemos siempre, ¿cuándo les hemos dicho: «Te quiero»? ¡Qué difícil es decirlo, aún a nuestros propios padres y hermanos que conocemos de toda la vida! Y, sin embargo, no hay nada que alegre más a un ser humano que el saber y sentir que es importante en la vida de los demás.

5. Regala tu tiempo

tiempo
Uno de los regalos más preciosos que Dios nos ha dado es el tiempo. Es un regalo que debe ser bien administrado, no hay nada más valioso que el tiempo que dedicamos a los demás, no solo a servirlos, sino a a acompañarlos. La generosidad empieza por la disposición de entregarlo. Nunca olvidemos que: los actos de amor cubren multitud de pecados.
Te dejamos algunas sugerencias para servir con nuestro tiempo: Escuchar al hermano que nos cuenta sus problemas, escuchar a un amigo enfermo que nos explica sus dolores, esperar pacientemente a los doctores, dentistas, las luces rojas, etc., dar algún tiempo para la edificación espiritual de alguien, darse el tiempo de felicitar a alguien por un trabajo bien hecho, etc.

6. Regala humildad

humildad
Con frecuencia estamos ávidos de honores y reconocimiento, queremos que los demás sepan y valoren cada esfuerzo que hemos llevado a cabo, por lo que publicamos a bombo y platillo, a los cuatro vientos, todo cuanto ha ocurrido de grandioso en nuestras vidas, con la esperanza de que así nuestros amigos y familiares nos amen más.
Pero, ¿qué tal si desde ahora, aunque nos cueste, nos guardamos nuestras ansias de “fama” y aprecio? Lo que sea que hayas hecho de bueno, Dios ya lo sabe y es su reconocimiento lo único que te debe importar. Siéntete dichoso de que Él te valore en la justa medida, y que ningún sacrificio tuyo, por pequeño que sea, escapa a su mirada.

7.  Regala tu compañía

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A veces, cuando el lazo que te une a otro ser es muy fuerte, no es necesario decir nada, pues ambos se entienden solo con gestos. A veces lo único que necesitamos saber es que no estamos solos, que alguien más se preocupa por nosotros y desea nuestro bienestar, porque nos ama, y nuestro bien es el suyo.
Pero nuestra silenciosa compañía es lo único que desea una persona que pasa por una enfermedad muy grave o que acaba de perder a alguien importante. Porque, ¿qué podemos decir en momentos así?, ¿cómo consolar al otro, salvo con nuestra presencia y con nuestras oraciones?

8. El regalo de ceder en una discusión

discusion
No puede haber peleas si no hay dos que quieran pelear. Una vez le pregunté a un amigo, que llevaba ya diez años de casado, cómo hacía para tener un matrimonio exitoso, y me dijo, sonriendo: «Aunque yo tenga la razón, se la concedo con gusto a mi esposa.
Sé muy bien que si seguimos discutiendo, nos diremos mil palabras hirientes y no quiero eso. Por lo que casi siempre soy yo quien abandona la lucha». Si la mansedumbre fuese nuestra bandera, nos ahorraríamos muchísimos disgustos.

9. Ponte siempre en el lugar del otro

lugar
Ponte siempre en el lugar del otro y pregúntate por qué ha actuado o hablado de tal modo, pregúntate también cómo reaccionaría él o ella si haces o dices lo que tienes en mente. Antes de responder o actuar, regálale tu calma o mantente en silencio sin que lances palabras duras y desdeñosas, de las que luego te arrepentirás. Las palabras no vuelven; podrán perdonar lo que digas, pero nunca lo olvidarán. Lo mismo ocurre con nuestros actos.

10. Regálale tu tiempo a Jesús

jesus
Si te sientes débil, busca a Jesús en el Santísimo, salúdalo, cuéntale todas tus penas y alegrías, dale las gracias por los dones recibidos y pídele todo aquello que tu corazón anhela (Él te dará consejo). Quédate en silencio sintiendo su presencia y su amor y, si lo necesitas, llora frente a Él. Pídele también perdón por tus faltas y dile cuánto lo quieres. Él se sentirá feliz y tú te sentirás como una persona nueva.


Lecturas del Domingo de la Sagrada Familia: Jesús, María y José - Ciclo C

Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (3,2-6.12-14):

El Señor honra más al padre que a los hijos y afirma el derecho de la madre sobre ellos.
Quien honra a su padre expía sus pecados, y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros.
Quien honra a su padre se alegrará de sus hijos y cuando rece, será escuchado.
Quien respeta a su padre tendrá larga vida, y quien honra a su madre obedece al Señor.
Hijo, cuida de tu padre en su vejez y durante su vida no le causes tristeza.
Aunque pierda el juicio, sé indulgente con él y no lo desprecies aun estando tú en pleno vigor.
Porque la compasión hacia el padre no será olvidada y te servirá para reparar tus pecados.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 127,1-2.3.4-5

R/. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

V/. Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.

V/. Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.

V/. Ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3,12-21):

Hermanos:
Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro.
El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta.
Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo.
Sed también agradecidos. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente.
Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso agrada al Señor.
Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan el ánimos.

Palabra de Dios

Evangelio

Evangelio según san Lucas (2,41-52, del domingo, 30 de diciembre de 2018
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Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,41-52)

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua.
Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.
Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados».
Él les contestó:
«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?».
Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.
Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

Palabra del Señor

sábado, 29 de diciembre de 2018

El Dios de las sorpresas


Antes, la Navidad era pura sorpresa. Era abrir con emoción la caja con las figuritas del belén del año anterior. Era acudir a los puestos navideños a comprar la lavandera que se había roto. Era escribir una carta en la que ponías que te habías portado bien y, luego, soñabas. Era lo que envolvíamos y más aun lo que ansiábamos desenvolver. Quizá éramos más de verdad. El poder de la sorpresa.
Solo hace falta seguir los pasos del Papa en cada Navidad para comprobar, por sus gestos, que está tan acostumbrado a las sorpresas de Dios, que él mismo disfruta sorprendiendo. Lo hizo el pasado viernes, cuando llamó a la puerta de su vecino, Benedicto XVI para felicitarle la Navidad. Y no se presentó de vacío, en su mano llevaba una bolsa con regalo sorpresa para el Papa emérito. Las imágenes nos dejaron dos Papas, titular y emérito, compartiendo confidencias en un cuarto de estar.
El día en el que España estaba pendiente de la lotería, las personas sin hogar del Vaticano también fueron nuevamente sorprendidos por Francisco: un ambulatorio renovado, con todo lo necesario para recibir atención primaria sin que tengan que mostrar papeles. Mientras les toman la tensión, alguien los escucha. Las sorpresas de Dios bajo la columnata de Bernini.
En la noche de Navidad, Francisco nos invitó a recibir con ternura al Niño de Belén, que propone un modelo de vida nuevo: compartir y dar. El día 25, en su mensaje al mundo entero, antes de impartir la bendición urbi et orbi, Francisco reveló que su deseo para estos días se resume en una sencilla palabra: fraternidad. Sin ella, «nuestros esfuerzos por un mundo más justo no llegarían muy lejos, e incluso los mejores proyectos corren el riesgo de convertirse en estructuras sin espíritu». Y todavía queda mucha Navidad. Francisco despedirá el año rezando el Te Deum y, después, seguro que se sorprenderá cuando visite el nacimiento de arena que preside la plaza de San Pedro.
A veces esperamos mucho de la Navidad y estamos ciegos ante lo que realmente ocurre ante nuestros ojos.  En su homilía de la Misa del Gallo, recordaba Francisco que «cuando Jesús cambia el corazón, el centro de la vida ya no es mi yo hambriento y egoísta, sino Él, que nace y vive por amor». Quizás merezca la pena intentar que el Dios de las sorpresas, transforme a mejor nuestra vida en esta Navidad.
Eva Fernández @evaenlaradio

Lecturas del Día V dentro de la Octava de Navidad.

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2,3-11):

En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él. Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tenéis desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado. Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo –lo cual es verdadero en él y en vosotros–, pues las tinieblas pasan, y la luz verdadera brilla ya. Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 95,1-2a.2b-3.5b-6

R/. Alégrese el cielo, goce la tierra

Cantad al Señor un cántico nuevo, 
cantad al Señor, toda la tierra; 
cantad al Señor, bendecid su nombre. R/. 

Proclamad día tras día su victoria. 
Contad a los pueblos su gloria, 
sus maravillas a todas las naciones. R/. 

El Señor ha hecho el cielo; 
honor y majestad lo preceden, 
fuerza y esplendor están en su templo. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,22-35):

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, corno dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. 
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. 
Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»

Palabra del Señor