miércoles, 26 de julio de 2017

¿Qué significa en el Credo que el Hijo está sentado a la derecha del Padre?

Si alguna vez te has preguntado qué significa la frase del Credo “subió a los cielos y está sentado a la derecha del Padre”, esta noticia te ayudará a disipar la duda.
En esta nota presentamos cinco explicaciones brindadas San Agustín, Doctor de la Iglesia, Santo Tomás de Aquino y un especialista inglés en temas eclesiales.

1.- Estar sentado quiere decir “habitar”
En su Sermón a los Catecúmenos sobre el Símbolo de los Apóstoles, San Agustín explica que la expresión “estar sentado” significa “residir o habitar”.
“Y donde se tienen las residencias, ¿se está siempre sentado? ¿Acaso uno no se levanta, no pasea, no se acuesta? Y, sin embargo, se las llama residencias. Pues creed así que Cristo habita a la derecha de Dios Padre”, señala el santo.
En ese sentido, San Agustín afirma que en esa condición Jesús “es feliz y de esa felicidad, que se llama la derecha del Padre, viene el nombre mismo de felicidad, que es la derecha del Padre”.
“En efecto, si lo entendemos según la carne: que está sentado a la derecha del Padre, el Padre estará a su izquierda. ¿Acaso es justo que los coloquemos al Hijo a la derecha y al Padre a la izquierda? Pero allí todo es derecha, porque no hay allí miseria alguna”, dice el Doctor de la Iglesia.
2.- Dios Padre es “incorpóreo”
En un artículo publicado en el Catholic Herald, Stephen Bullivant, director del Centro Benedicto XVI para la Religión y Sociedad de la Universidad de Saint Mary en Inglaterra, indicó que mientras el Hijo tiene un cuerpo humano glorificado, “el Padre es incorpóreo”.
Por lo tanto, “no tiene manos ni lados para que el Hijo se siente a su lado literalmente. Así que estamos hablando de algo simbólico”.
3.- Expresa el poder y la autoridad de Dios
Bullivant señaló que en varios pasajes de la Biblia esta frase se utiliza para expresar la “intimidad con el poder y autoridad de Dios”.
Por ejemplo, en el Evangelio según San Mateo Jesús recuerda que el Salmo 110 indica: “Dijo el Señor o a mi Señor: ‘Siéntate a mi derecha, mientras yo pongo a tus enemigos como estrado de tus pies’” (Mt. 22,44).
En su Carta a los Efesios, San Pablo dice lo siguiente:
“La extraordinaria grandeza del poder con que él obra en nosotros, los creyentes, por la eficacia de su fuerza. Este es el mismo poder que Dios manifestó en Cristo, cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, elevándolo por encima de todo Principado, Potestad, Poder y Dominación, y de cualquier otra dignidad que pueda mencionarse tanto en este mundo como en el futuro”. (Ef. 1, 19-21).
Al respecto, Bullivant aclaró que San Pablo no considera a “la derecha” como una especie de lugar subordinado en el podio divino. “Más bien, afirma que Cristo comparte precisamente el mismo poder y autoridad que el Padre”.
4.- Cristo es plena y verdaderamente Dios como lo es el Padre
En tercer lugar, Bullivant indica que Cristo no se “sienta” a la derecha del Padre como lo haría un niño en salón de clase frente al profesor. Él se sienta como lo que es: un Juez y un Rey.
“Él está ‘sentado’ en el sentido de que está instalado en una posición de supremo honor y autoridad”.
Como señala Santo Tomás de Aquino en la Suma Teológica, citando a San Juan Damasceno, “no llamamos diestra del Padre a una realidad local. ¿Cómo conseguiría una derecha local el que no puede ser circunscrito? La derecha y la izquierda son propias de los que están circunscritos. Llamamos derecha del Padre a la gloria y el honor de la divinidad”.
Por ello, Cristo está entronizado como un igual al Padre porque es  “es plenamente y verdaderamente Dios como lo es el Padre”.
5.- Cristo hecho hombre muestra que viviremos en la bienaventuranza divina
Bullivant destacó que Jesús está sentado a la derecha del Padre como Dios hecho hombre.
Indicó que los Padres de la Iglesia como San Atanasio y San Gregorio Nacianceno repetían constantemente que “Dios se hizo hombre, para que el hombre se haga Dios”.
En ese sentido, recordó lo que dice San Pablo en su carta a los Romanos “Si somos hijos, también somos herederos, herederos de Dios y coherederos de Cristo, porque sufrimos con él para ser glorificados con él. (Rom.8, 17)”.
“Como tal, entonces en nuestro legítimo hogar que es el cielo, viviremos en la bienaventuranza divina, es decir, a la derecha del Padre, junto con nuestro prójimo Jesucristo”, resaltó.

26 de julio: Iglesia Católica celebra a San Joaquín y Santa Ana, patronos de los abuelos

26 de julio: Iglesia Católica celebra a San Joaquín y Santa Ana, patronos de los abuelos

Cada 26 de julio se celebra en la Iglesia Católica la fiesta de los padres de la Santísima Virgen María y abuelos de Jesús, San Joaquín y Santa Ana.
Ambos santos, llamados patronos de los abuelos, fueron personas de profunda fe y confianza en Dios; y los encargados de educar en el camino de la fe a su hija María, alimentando en ella el amor hacia el Creador y preparándola para su misión.
Benedicto XVI, un día como hoy en 2009, resaltó -a través de las figuras de San Joaquín y Santa Ana-, la importancia del rol educativo de los abuelos, que en la familia “son depositarios y con frecuencia testimonio de los valores fundamentales de la vida”.
En el 2013, cuando el Papa Francisco se encontraba en Río de Janeiro (Brasil) por la Jornada Mundial de la Juventud Río 2013, y coincidiendo su estadía con esta fecha, destacó que “los santos Joaquín y Ana forman parte de esa larga cadena que ha transmitido la fe y el amor de Dios, en el calor de la familia, hasta María que acogió en su seno al Hijo de Dios y lo dio al mundo, nos los ha dado a nosotros. ¡Qué precioso es el valor de la familia, como lugar privilegiado para transmitir la fe!”.
Para leer un poco más de San Joaquín y Santa Ana ingrese a los siguientes enlaces: 

Miércoles de la decimosexta semana del tiempo ordinario


Libro del Exodo 16,1-5.9-15. 

Luego partieron de Elím, y el día quince del segundo mes después de su salida de Egipto, toda la comunidad de los israelitas llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y el Sinaí.
En el desierto, los israelitas comenzaron a protestar contra Moisés y Aarón.
"Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto, les decían, cuando nos sentábamos delante de las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Porque ustedes nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea".
Entonces el Señor dijo a Moisés: "Yo haré caer pan para ustedes desde lo alto del cielo, y el pueblo saldrá cada día a recoger su ración diaria. Así los pondré a prueba, para ver si caminan o no de acuerdo con mi ley.
El sexto día de la semana, cuando preparen lo que hayan juntado, tendrán el doble de lo que recojan cada día".
Moisés dijo a Aarón: "Da esta orden a toda la comunidad de los israelitas: Preséntense ante el Señor, porque él ha escuchado sus protestas".
Mientras Aarón les estaba hablando, ellos volvieron su mirada hacia el desierto, y la gloria del Señor se apareció en la nube.
Y el Señor dijo a Moisés:
"Yo escuché las protestas de los israelitas. Por eso, háblales en estos términos: "A la hora del crepúsculo ustedes comerán carne, y por la mañana se hartarán de pan. Así sabrán que yo, el Señor, soy su Dios".
Efectivamente, aquella misma tarde se levantó una bandada de codornices que cubrieron el campamento; y a la mañana siguiente había una capa de rocío alrededor de él.
Cuando esta se disipó, apareció sobre la superficie del desierto una cosa tenue y granulada, fina como la escarcha sobre la tierra.
Al verla, los israelitas se preguntaron unos a otros: "¿Qué es esto?". Porque no sabían lo que era. Entonces Moisés les explicó: "Este es el pan que el Señor les ha dado como alimento.

Salmo 78(77),18-19.23-24.25-26.27-28. 
Tentaron a Dios en sus corazones,
pidiendo comida a su antojo.
Hablaron contra Dios, diciendo:
“¿Acaso tiene Dios poder suficiente

para preparar una mesa en el desierto?
Entonces mandó a las nubes en lo alto
y abrió las compuertas del cielo:
hizo llover sobre ellos el maná,

les dio como alimento un trigo celestial;
todos comieron un pan de ángeles,
les dio comida hasta saciarlos.
Hizo soplar desde el cielo el viento del este,

atrajo con su poder el viento del sur;
hizo llover sobre ellos carne como polvo
y pájaros como arena del mar:
los dejó caer en medio del campamento,

alrededor de sus carpas.

Evangelio según San Mateo 13,1-9. 
Aquel día, Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar.
Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa.
Entonces él les habló extensamente por medio de parábolas. Les decía: "El sembrador salió a sembrar.
Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron.
Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda;
pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron.
Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron.
Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta.
¡El que tenga oídos, que oiga!".