sábado, 13 de mayo de 2017

exto de la oración del Papa Francisco en la Capilla de las Apariciones de Fátima

Papa Francisco: 

Salve Reina,
Bienaventurada Virgen de Fátima,
Señora del Corazón Inmaculado,
refugio y camino que conduce a Dios.
Peregrino de la Luz que procede de tus manos,
doy gracias a Dios Padre que, siempre y en todo lugar, interviene en la historia del hombre;
peregrino de la Paz que tú anuncias en este lugar,
alabo a Cristo, nuestra paz, y le imploro para el mundo la concordia entre todos los pueblos;
peregrino de la Esperanza que el Espíritu anima,
vengo como profeta y mensajero para lavar los pies a todos, en torno a la misma mesa que nos une.

Estribillo cantado por la asamblea

Ave o clemens, ave o pia!
Salve Regina Rosarii Fatimæ.
Ave o clemens, ave o pia!
Ave o dulcis Virgo Maria.

Papa Francisco:

¡Salve, Madre de Misericordia,
Señora de la blanca túnica!
En este lugar, desde el que hace cien años
manifestaste a todo el mundo los designios de la misericordia de nuestro Dios,
miro tu túnica de luz
y, como obispo vestido de blanco,
tengo presente a todos aquellos que,
vestidos con la blancura bautismal,
quieren vivir en Dios
y recitan los misterios de Cristo para obtener la paz.

Estribillo...

Papa Francisco:

¡Salve, vida y dulzura,
salve, esperanza nuestra,
Oh Virgen Peregrina, oh Reina Universal!
Desde lo más profundo de tu ser,
desde tu Inmaculado Corazón,
mira los gozos del ser humano
cuando peregrina hacia la Patria Celeste.
Desde lo más profundo de tu ser,
desde tu Inmaculado Corazón,
mira los dolores de la familia humana
que gime y llora en este valle de lágrimas.
Desde lo más íntimo de tu ser,
desde tu Inmaculado Corazón,
adórnanos con el fulgor de las joyas de tu corona
y haznos peregrinos como tú fuiste peregrina.
Con tu sonrisa virginal,
acrecienta la alegría de la Iglesia de Cristo.
Con tu mirada de dulzura,
fortalece la esperanza de los hijos de Dios.
Con tus manos orantes que elevas al Señor,
une a todos en una única familia humana.

Estribillo ...

Papa Francisco:
¡Oh clemente, oh piadosa,
Oh dulce Virgen María,
Reina del Rosario de Fátima!
Haz que sigamos el ejemplo de los beatos Francisco y Jacinta,
y de todos los que se entregan al anuncio del Evangelio.
Recorreremos, así, todas las rutas,
seremos peregrinos de todos los caminos,
derribaremos todos los muros
y superaremos todas las fronteras,
yendo a todas las periferias,
para revelar allí la justicia y la paz de Dios.
Seremos, con la alegría del Evangelio, la Iglesia vestida de blanco,
de un candor blanqueado en la sangre del Cordero
derramada también hoy en todas las guerras que destruyen el mundo en que vivimos.
Y así seremos, como tú, imagen de la columna refulgente
que ilumina los caminos del mundo,
manifestando a todos que Dios existe,
que Dios está,
que Dios habita en medio de su pueblo,
ayer, hoy y por toda la eternidad.

Estribillo...

Papa Francisco junto con todos los fieles:

¡Salve, Madre del Señor,
Virgen María, Reina del Rosario de Fátima!
Bendita entre todas las mujeres,
eres la imagen de la Iglesia vestida de luz pascual,
eres el orgullo de nuestro pueblo,
eres el triunfo frente a los ataques del mal.

Profecía del Amor misericordioso del Padre,
Maestra del Anuncio de la Buena Noticia del Hijo,
Signo del Fuego ardiente del Espíritu Santo,
enséñanos, en este valle de alegrías y de dolores,
las verdades eternas que el Padre revela a los pequeños.

Muéstranos la fuerza de tu manto protector.
En tu Corazón Inmaculado,
sé el refugio de los pecadores
y el camino que conduce a Dios.

Unido a mis hermanos,
en la Fe, la Esperanza y el Amor,
me entrego a Ti.
Unido a mis hermanos, por ti, me consagro a Dios,
Oh Virgen del Rosario de Fátima.
Y cuando al final me veré envuelto por la Luz que nos viene de tus manos,
daré gloria al Señor por los siglos de los siglos.

Amén.


Cuando te encomiendas a la Virgen Santísima, algo Maravilloso ocurre (un testimonio bellísimo)



Recuerdo haber leído sobre este monje santo que agonizaba. El superior de la orden lo fue a visitar y  le dijo:
“En nombre de la santa obediencia le pido que nos diga  por qué la santísima Virgen le favoreció tanto toda su vida”.
El monje en obediencia reveló su secreto.
“Es que cada mañana al despertar, lo primero que hacía era encomendar mi día a la Virgen, pidiendo su protección y amor maternal”.
Me pareció maravilloso y desde entonces lo hago también.
Cuando despierto cada mañana primero le agradezco a Dios el día que voy a vivir, la oportunidad que me brinda de acercarme a Él. Luego, mirando un cuadro de nuestra bella Madre celestial le encomiendo el día y le pido su amor y protección.
Toda mi vida he experimentado su protección maternal, aún sin merecerla. No he sido el mejor de sus hijos. La he defraudado cientos de veces con mi comportamiento. Y cientos de veces acude a mí para recordarme que todos somos hijos de Dios y que ilusionada nos espera en el Paraíso.
Cuando alguien me habla mal  de la Virgen, defiendo a mi Madre procurando ser misericordioso, rezo un Ave María en silencio y le encomiendo esa persona a la Virgen.
“Es mi madre” y me siento feliz de poder decirlo y si pudiera iría a las plazas a gritarlo: “La Virgen María es nuestra Madre Celestial”.
Por eso leo con tanto detenimiento los mensajes que nos dejó en Fátima:
“¡Hagan sacrificios por los pecadores y digan muchas veces, y especialmente cuando hagan un sacrificio: «Oh, Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María!»” (13 de Julio de 1917)
“Oren, oren mucho y hagan sacrificios por los pecadores. Son muchas almas que van al infierno porque no hay quien se sacrifique y ruegue por ellas” (19 de agosto de 1917)
¿Puedo pedirte un favor? Si al leer esto te encuentras en Fátima saluda a nuestra Madre de mi parte:
“Dulcísima Virgen María, Claudio me encomendó saludarte y dejarte un mensaje de amor filial”.
¡Oh dulce Corazón de Maríased la salvación mía!


El Papa: Santos Jacinta y Francisco, modelo para superar sufrimientos


El Pontífice declara santos a los pastorcitos en el día en que se cumple el centenario de las apariciones de la Virgen María en Fátima

En el segundo día de su viaje apostólico a Fátima (Portugal), el papa Francisco canonizó este 13 mayo de 2017, día de Nuestra Señora de Fátima, a dos de los tres pastores que vieron a la Virgen María hace cien años, Francisco y Jacinta Marto, ante cientos de miles de peregrinos.
“Como un ejemplo para nosotros, tenemos ante los ojos a san FranciscoMarto y a santa Jacinta, a quienes la Virgen María introdujo en el mar inmenso de la Luz de Dios, para que lo adoraran”, dijo en el Sagrado.
Antes de llegar a la Sacristía del Santuario, Francisco rindió homenaje a las tumbas de los pastorcitos. Allí rezó en silencio para luego iniciar la misa y el rito de canonización.
Al comienzo de la Eucaristía, celebrada en la explanada del santuario de Fátima, sentado en su silla y con la mitra, el Papa explicó la fórmula de canonización de los dos jóvenes pastores producto de un “largo análisis” que les definió como apóstoles a los beatos inscritos hoy en el el libro de los santos.
Se trata de los dos santos más jóvenes – no mártires – de la historia de la Iglesia Católica, quienes vieron a la Virgen seis veces en 1917. Ambos murieron por la gripe española en 1919 y 1920.
Un modelo para todos los fieles. “En ellos la fuerza para superar las contrariedades y los sufrimientos. La presencia divina se fue haciendo cada vez más constante en sus vidas”, dijo.
Dos infantes que enseñan la “insistente oración por los pecadores” y “el deseo permanente de estar junto a «Jesús oculto» en el Sagrario”, sostuvo el Papa.
Lucía, la mayor (10 años), recibió el don de ver, escuchar y hablar con la Virgen, mientras que Jacinta (7 años) podía ver y escuchar y Francisco (9 años), en cambio, podía solo ver. Por ende, su prima y hermana lo informaban de todo.
Hoy la estatua de la Virgen de Fátima, que lleva en su corona la bala del atentado a Juan Pablo de 1981, entró engalanada entre flores y a hombros de camino al altar mientras cerca de 500 mil fieles congregados cantaban y rezaban.
El milagro
En 1999, un milagro atribuido a la intercesión de los dos niños abrió la puerta de su beatificación en 2000. Luego, un segundo milagro, reconocido el 23 de marzo, permitió su canonización. Este milagro benefició a un niño de 6 años de Brasil, que en 2013 entró en coma después de una caída. Tres días después llegó la recuperación inexplicable, tras la oración de su padre a la Virgen de Fátima y los dos pastores. El niño estuvo presente hoy en el santuario de Fátima para la canonización y fue abrazado por el Papa junto a su familia.
Madre de esperanza
“Queridos peregrinos, tenemos una Madre”, dijo dos veces el Papa, y antes citó las palabras de los videntes: “una señora bella” se presenta ante nosotros mientras regresaban a casa, un día bendito como hoy, 13 de mayo hace cien años.
El Pontífice desde el inicio de su llegada a Fátima quiso hacer caer la cortina del pesimismo. Las revelaciones de la Virgen a los niños hablan de amor en su corazón inmaculado. La promesa de oración, ayuno y penitencia: y el mundo será otro.
La humanidad de Jesús que subió al Cielo y María al lado de Dios fue señalada como “un ancla” de esperanza “en esa humanidad colocada en el cielo a la derecha del Padre” (cf. Ef 2,6). “Que esta esperanza sea el impulso de nuestra vida”, dijo.
Advertencia del infierno
La Virgen –sostuvo el Papa– advierte sobre el “peligro del infierno” al que nos lleva una vida -a menudo propuesta e impuesta― sin Dios y que profana a Dios en sus criaturas”.
Ella “vino a recordarnos la Luz de Dios que mora en nosotros y nos cubre. El Papa citó las palabras de Lucía (la otra vidente) para describir la luz que envuelve a las personas que reciben la luz de María, resplandor que se percibe en Fátima, como en cualquier otra parte de la tierra, “cuando nos refugiamos bajo la protección de la Virgen Madre para pedirle, «muéstranos a Jesús»”.
Durante la misa de canonización, las reliquias de Francisco y Jacinta fueron colocadas a los pies de la Virgen de Fátima. Los dos nuevos santos se celebrarán a partir de ahora el 20 de febrero en el calendario litúrgico.
“Una llamada a la conversión” fue el mensaje principal también de la homilía del 13 de mayo de 2000 que se realizó también en Fátima. Se trataba de la ceremonia de beatificación de Francisco y Jancinta Marto, esta vez, presidida por Juan Pablo II.
En el 50º aniversario de las apariciones, Pablo VI, el 13 de mayo de 1967, presidió la misa en el Santuario. De ahí, los papas comenzaron a peregrinar al santuario.
Estuvieron presentes en la ceremonia de hoy el presidente de Portugal, de Paraguay y de São Tomé e Príncipe, que el Papa saludó después del rito.
Sucesivamente, el papa Francisco se detuvo a bendecir y saludar a los enfermos presentes en alrededor del sagrario del Santuario.
Antes de viajar a Roma, los obispos de Portugal almorzarán con el Sucesor de Pedro en la Casa N.S do Carmo. La ceremonia de saludo final se realizará en la base aérea de Monte Real. Se calcula que el Papa llegará en avión al aeropuerto de Ciampino a las siete de la tarde. De esta forma concluirá el 19º viaje apostólico de Francisco.

Quinto Domingo de Pascua


Libro de los Hechos de los Apóstoles 6,1-7. 

En aquellos días, como el número de discípulos aumentaba, los helenistas comenzaron a murmurar contra los hebreos porque se desatendía a sus viudas en la distribución diaria de los alimentos.
Entonces los Doce convocaron a todos los discípulos y les dijeron: "No es justo que descuidemos el ministerio de la Palabra de Dios para ocuparnos de servir las mesas.
Es preferible, hermanos, que busquen entre ustedes a siete hombres de buena fama, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, y nosotros les encargaremos esta tarea.
De esa manera, podremos dedicarnos a la oración y al ministerio de la Palabra".
La asamblea aprobó esta propuesta y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe y a Prócoro, a Nicanor y a Timón, a Pármenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía.
Los presentaron a los Apóstoles, y estos, después de orar, les impusieron las manos.
Así la Palabra de Dios se extendía cada vez más, el número de discípulos aumentaba considerablemente en Jerusalén y muchos sacerdotes abrazaban la fe.

Salmo 33(32),1-2.4-5.18-19. 
Aclamen, justos, al Señor:
es propio de los buenos alabarlo.
Alaben al Señor con la cítara,
toquen en su honor el arpa de diez cuerdas.

Porque la palabra del Señor es recta
y él obra siempre con lealtad;
él ama la justicia y el derecho,
y la tierra está llena de su amor.

Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles,
sobre los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y sustentarlos en el tiempo de indigencia.



Epístola I de San Pedro 2,4-9. 
Queridos hermanos:
Al acercarse a él, la piedra viva, rechazada por los hombres pero elegida y preciosa a los ojos de Dios,
también ustedes, a manera de piedras vivas, son edificados como una casa espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo.
Porque dice la Escritura: Yo pongo en Sión una piedra angular, elegida y preciosa: el que deposita su confianza en ella, no será confundido.
Por lo tanto, a ustedes, los que creen, les corresponde el honor. En cambio, para los incrédulos, la piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular:
piedra de tropiezo y roca de escándalo. Ellos tropiezan porque no creen en la Palabra: esa es la suerte que les está reservada.
Ustedes, en cambio, son una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz.

Evangelio según San Juan 14,1-12. 
Jesús dijo a sus discípulos:
"No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí.
En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar.
Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes.
Ya conocen el camino del lugar adonde voy".
Tomás le dijo: "Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?".
Jesús le respondió: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí."
Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto".
Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta".
Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: 'Muéstranos al Padre'?
¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras.
Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras.
Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre."

Texto del saludo del Papa Francisco a los enfermos


Queridos hermanos y hermanas enfermos.

Como dije en la homilía, el Señor nos precede siempre: cuando atravesamos por alguna cruz, él ya ha pasado antes. En su Pasión, cargó con nuestros sufrimientos. Jesús sabe lo que significa el sufrimiento, nos comprende, nos consuela y nos da fuerza, como hizo con san Francisco Marto y santa Jacinta, y con los santos de todas las épocas y lugares. Pienso en el apóstol Pedro, en cómo la Iglesia entera rezaba por él mientras estaba encadenado en la prisión de Jerusalén. Y el Señor lo consoló. Este es el misterio de la Iglesia: la Iglesia pide al Señor que consuele a los afligidos y él os consuela, incluso de manera oculta; os consuela en la intimidad del corazón y os consuela dándoos fortaleza.

Queridos peregrinos, ante nuestros ojos tenemos a Jesús invisible pero presente en la Eucaristía, así como tenemos a Jesús oculto pero presente en las llagas de nuestros hermanos y hermanas enfermos y atribulados. En el altar, adoramos la carne de Jesús; en ellos, descubrimos las llagas de Jesús. El cristiano adora a Jesús, el cristiano busca a Jesús, el cristiano sabe reconocer las llagas de Jesús. Hoy, la Virgen María nos repite a todos nosotros la pregunta que hizo, hace cien años, a los pastorcillos: «¿Queréis ofreceros a Dios?». La respuesta: «¡Sí, queremos!», nos ofrece la oportunidad de entender e imitar su vida. Ellos la vivieron con todo lo que conlleva de alegría y sufrimiento, en una actitud de ofrecimiento al Señor.

Queridos enfermos, vivid vuestra vida como una gracia y decidle a Nuestra Señora, como los pastorcillos, que queréis ofreceros a Dios con todo el corazón. No os consideréis solamente como unos destinatarios de la solidaridad caritativa, sino sentíos partícipes a pleno título de la vida y misión de la Iglesia. Vuestra presencia silenciosa, pero más elocuente que muchas palabras, vuestra oración, el ofrecimiento diario de vuestros sufrimientos, en unión con los de Jesús crucificado por la salvación del mundo, la aceptación paciente y hasta alegre de vuestra condición son un recurso espiritual, un patrimonio para toda comunidad cristiana. No tengáis vergüenza de ser un tesoro valioso de la Iglesia.

Jesús va a pasar cerca de vosotros en el Santísimo Sacramento para manifestaros su cercanía y su amor. Confiadle vuestro dolor, vuestros sufrimientos, vuestro cansancio. Contad con la oración de la Iglesia que, por vosotros y con vosotros, se eleva al cielo desde todas partes. Dios es Padre y nunca os olvida.

El Papa Francisco supo que sería obispo un 13 de mayo, día de la Virgen de Fátima.

Ordenación Episcopal de Mons. Jorge Mario Bergoglio / Foto: Cortesía del hermano jesuita argentino Mario Rafael Rausch

El P. Jorge Mario Bergoglio, que en una época vivió en una residencia jesuita en Córdoba en Argentina, supo que se convertiría en Obispo Auxiliar de Buenos Aires un 13 de mayo de 1992.
Así lo relata en el libro biográfico “El Jesuita”, escrito por los periodistas Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti.
En el libro, el Papa recuerda que “el que era Nuncio Apostólico en ese momento, Monseñor Ubaldo Calabresi, me llamaba para consultarme acerca de algunos sacerdotes que, seguramente, eran candidatos a obispo. Un día me llamó y me dijo que esta vez la consulta debía ser personal”.
“Como la compañía aérea efectuaba el vuelo Buenos Aires-Córdoba-Mendoza y viceversa, me pidió que nos reuniéramos en el aeropuerto mientras el avión iba y volvía de Mendoza. Fue así que conversamos allí –era 13 de mayo de 1992–, me hizo una serie de consultas de temas serios y, cuando el avión, ya vuelto de Mendoza, estaba próximo a despegar de regreso a Buenos Aires y avisan que los pasajeros deben presentarse, me informa: ‘Ah... una última cosa... fue nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires y la designación se hace pública el 20’. Así no más me lo dijo”.
Al conocer la noticia de su nombramiento, el Santo Padre dijo que su primera reacción fue de sorpresa. “Me bloqueé. Como señalé antes, como consecuencia de un golpe, bueno o malo, siempre me bloqueo. Y mi primera reacción es, también, siempre mala”.
Al ser preguntado sobre su nombramiento después como Arzobispo Coadjutor de Buenos Aires, el Santo Padre dijo que su reacción fue “igual. Como era su vicario general, cuando (el Cardenal Antonio) Quarracino pidió a Roma un coadjutor, yo a su vez le solicité que no me enviara a ninguna diócesis, sino volver a ser un obispo auxiliar a cargo de una vicaría zonal de Buenos Aires. ‘Soy porteño y fuera de Buenos Aires no sé hacer nada’, le expliqué. Pero el 27 de mayo de 1997 a media mañana me llama Calabresi y me invita a almorzar”.
“Cuando estábamos por el café, y yo me aprestaba a agradecerle el convite y despedirme, veo que traen una torta y una botella de champagne. Pensé que era su cumpleaños y casi lo saludo. Pero la sorpresa sobrevino al preguntarle. ‘No, no es mi cumpleaños –me respondió con una amplia sonrisa–, lo que pasa es que usted es el nuevo Obispo Coadjutor de Buenos Aires”.

Las palabras del papa Francisco a la Virgen de Fátima


Celebración en el santuario portugués en víspera del centenario de las apariciones

El Santuario de Fátima acogió la tarde de este viernes 12 de mayo de 2017 una oración presidida por el papa Francisco en que elevó oraciones a la Virgen y le regaló un ramo de flores naturales blancas y una rosa de oro. Estas fueron sus oraciones:
El Santo Padre:
Salve Reina,
Bienaventurada Virgen de Fátima,
Señora del Corazón Inmaculado,
refugio y camino que conduce a Dios.
Peregrino de la Luz que procede de tus manos,
doy gracias a Dios Padre que, siempre y en todo lugar, interviene en la historia del hombre; peregrino de la Paz que tú anuncias en este lugar,
alabo a Cristo, nuestra paz, y le imploro para el mundo la concordia entre todos los pueblos; peregrino de la Esperanza que el Espíritu anima,
vengo como profeta y mensajero para lavar los pies a todos, en torno a la misma mesa que nos une.
Estribillo cantado por la asamblea
Ave o clemens, ave o pia! Salve Regina Rosarii Fatimæ. Ave o clemens, ave o pia! Ave o dulcis Virgo Maria.
El Santo Padre:
¡Salve, Madre de Misericordia, Señora de la blanca túnica!
En este lugar, desde el que hace cien años
manifestaste a todo el mundo los designios de la misericordia de nuestro Dios, miro tu túnica de luz
y, como obispo vestido de blanco,
tengo presente a todos aquellos que,
vestidos con la blancura bautismal,
quieren vivir en Dios
y recitan los misterios de Cristo para obtener la paz.
Estribillo…
El Santo Padre:
¡Salve, vida y dulzura,
salve, esperanza nuestra,
Oh Virgen Peregrina, oh Reina Universal! Desde lo más profundo de tu ser,
desde tu Inmaculado Corazón,
mira los gozos del ser humano
cuando peregrina hacia la Patria Celeste.
Desde lo más profundo de tu ser,
desde tu Inmaculado Corazón,
mira los dolores de la familia humana
que gime y llora en este valle de lágrimas. Desde lo más íntimo de tu ser,
desde tu Inmaculado Corazón,
adórnanos con el fulgor de las joyas de tu corona y haznos peregrinos como tú fuiste peregrina. Con tu sonrisa virginal,
acrecienta la alegría de la Iglesia de Cristo.
Con tu mirada de dulzura,
fortalece la esperanza de los hijos de Dios.
Con tus manos orantes que elevas al Señor,
une a todos en una única familia humana.
Estribillo …
El Santo Padre:
¡Oh clemente, oh piadosa,
Oh dulce Virgen María,
Reina del Rosario de Fátima!
Haz que sigamos el ejemplo de los beatos Francisco y Jacinta, y de todos los que se entregan al anuncio del Evangelio. Recorreremos, así, todas las rutas, seremos peregrinos de todos los caminos, derribaremos todos los muros
y superaremos todas las fronteras,
yendo a todas las periferias, para revelar allí la justicia y la paz de Dios.
Seremos, con la alegría del Evangelio, la Iglesia vestida de blanco, de un candor blanqueado en la sangre del Cordero derramada también hoy en todas las guerras que destruyen el mundo en que vivimos. Y así seremos, como tú, imagen de la columna refulgente
que ilumina los caminos del mundo,
manifestando a todos que Dios existe, que Dios está,
que Dios habita en medio de su pueblo, ayer, hoy y por toda la eternidad.
Estribillo…
El Santo Padre junto con todos los fieles:
¡Salve, Madre del Señor,
Virgen María, Reina del Rosario de Fátima! Bendita entre todas las mujeres,
eres la imagen de la Iglesia vestida de luz pascual, eres el orgullo de nuestro pueblo,
eres el triunfo frente a los ataques del mal.
Profecía del Amor misericordioso del Padre,
Maestra del Anuncio de la Buena Noticia del Hijo, Signo del Fuego ardiente del Espíritu Santo, enséñanos, en este valle de alegrías y de dolores,
las verdades eternas que el Padre revela a los pequeños.
Muéstranos la fuerza de tu manto protector. En tu Corazón Inmaculado,
sé el refugio de los pecadores
y el camino que conduce a Dios.
Unido a mis hermanos,
en la Fe, la Esperanza y el Amor,
me entrego a Ti.
Unido a mis hermanos, por ti, me consagro a Dios, Oh Virgen del Rosario de Fátima.
Y cuando al final me veré envuelto por la Luz que nos viene de tus manos, daré gloria al Señor por los siglos de los siglos.
Amén.
Estribillo…



San José también estuvo en el milagro del sol de Fátima y este es su significado

Sobre las apariciones de la Virgen de Fátima en Portugal muchas personas deben haber oído hablar del “Milagro del Sol” de 1917, pero pocos conocen que San José también estuvo presente en la visión de Sor Lucía.
La Sierva de Dios y vidente de Fátima, Sor Lucía, describió la aparición en sus Memorias: “Desaparecida Nuestra Señora en la inmensa lejanía del firmamento, vimos al lado del sol, a San José con el Niño y a Nuestra Señora vestida de blanco, con un manto azul. San José con el Niño parecían bendecir al mundo, con unos gestos que hacían con la mano en forma de cruz”.
“Esto reitera la importancia del papel de San José dentro de la Iglesia. Dice tanto para nuestro mundo de hoy. Es el gigante silencioso, el amigo olvidado que está constantemente presente”, explicó Mike Wick, director ejecutivo del Institute on Religious Life, apostolado que promueve y apoya el crecimiento, desarrollo y renovación de la vida consagrada.
Además, Wick dijo que la presencia de la Sagrada Familia en la última aparición de Fátima es un “recordatorio oportuno” de que la Iglesia debe ser “la familia de Dios”.
“San José, que es jefe de la Sagrada Familia, nos da una gran instrucción sobre el plan de Dios”, añadió.
En ese sentido, Mons. Joseph Cirrincione, estudioso por más de 40 años de las apariciones de Fátima, detalló en su libro “St. Joseph, Fatima and Fatherhood” (1989) que las apariciones definitivamente son un recordatorio de la importancia de la paternidad.
“La paternidad de San José, como con todos los padres humanos, es el reflejo en una criatura de la paternidad de Dios Padre. La visión de San José y del Niño Jesús bendiciendo al mundo, con María al lado del sol, que no ha dejado su lugar, es la seguridad de Dios de que, aunque el hombre pueda rechazarlo, Dios nunca rechazará al hombre”, enfatizó.
Cuando la pacífica escena familiar es interrumpida por los giros del sol durante el Milagro del Sol, Mons. Cirrincione cree que se trata de “un presagio siniestro de las consecuencias para el mundo, que seguramente se sentirán si la verdadera paternidad de Dios y el tradicional papel fuerte del padre de la familia son rechazados por la humanidad”.
“El Milagro del Sol representa no tanto una amenaza de males venideros, sino un presagio del destronamiento de Dios Padre y una indicación de las terribles consecuencias que seguirán”, resaltó.
Mons. Cirrincione explicó “que la paternidad humana, como reflejo de la paternidad de Dios, fue diseñada para ser el pilar de la familia” y que la “desaparición de la estima por la paternidad ha llevado al colapso de ese pilar y a la desintegración de la familia”.
En el siglo IX, el Papa León XIII consagró el mes de octubre a la Virgen del Rosario –título con el que María se llamaría a sí misma en Fátima–, y en su encíclica Quamquam Pluries (Devoción a San José) de 1889, el Papa pidió “que el pueblo cristiano invoque continuamente, con gran piedad y confianza, junto con la Madre de Dios, a su casto esposo San José”.
Debido a que era “de gran importancia la devoción a San José” este Papa escribió y ofreció una oración al Santo Custodio para que fuera recitada después del Rosario durante el mes de octubre.
La oración puede encontrarla AQUÍ

13 de mayo, celebramos a la Virgen de Fátima

VIDEO: 13 de mayo, celebramos a la Virgen de Fátima

Cada 13 de mayo se celebra en todo el mundo la Fiesta de la Virgen de Fátima, en memoria de su primera aparición en las colinas de Cova de Iría (Portugal) en 1917.
Este año el Papa Francisco viajó a Fátima por los 100 años de las apariciones y la canonización de los pastorcitos Francisco y Jacinta Marto.
“No tengáis miedo. No os hago daño”, dijo la Virgen María el día de la primera aparición a Lucía, Jacinta y Francisco, los niños pastores que contemplaban a una señora vestida de blanco, más brillante que el sol.

Después de decirles, entre otras cosas, que era del cielo y de pedirles que volvieran a ese lugar seis meses seguidos el día 13 a la misma hora, la Madre de Dios les preguntó:
“¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él quisiera enviaros como reparación de los pecados con que Él es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores?"
Los pequeños le respondieron que sí querían. A lo que la Virgen les advirtió que tendrían que sufrir mucho, pero que la gracia de Dios los fortalecería.
La Señora abrió sus manos y les comunicó una luz que los invadió. Cayeron de rodillas y repitieron humildemente: “Santísima Trinidad, yo te adoro. Dios mío, Dios mío, yo te amo en el Santísimo Sacramento”.
La Virgen de Fátima finalmente les dijo: “Rezad el rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra”. Luego se elevó.
Los siguientes meses los niños acudieron las veces que la Virgen los llamaba, pero tuvieron que pasar por burlas, calumnias, amenazas y la cárcel por la incomprensión de la gente. Poco después Francisco y Jacinta fallecieron con dolorosas enfermedades.
Con el tiempo la Iglesia reconoció las apariciones milagrosas y la devoción a la Virgen de Fátima se expandió por todo el mundo.
San Juan Pablo II consagró Rusia al Inmaculado Corazón de María, tal como había sido el pedido de la Madre de Dios y beatificó a los videntes Jacinto y Francisca en el 2000 con la presencia de Sor Lucía, quien falleció en el 2005.
Oraciones que la Virgen de Fátima enseñó a los niños
Sor Lucía cuenta en la “cuarta memoria” que la Virgen, en la aparición del 13 de julio de 1917, les recomendó:
“Sacrificaos por los pecadores, y decid muchas veces, en especial cuando hagáis algún sacrificio: Oh Jesús, es por vuestro amor, por la conversión de los pecadores y en reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María”.
Luego María insistió:
“Cuando recéis el rosario decid, al final de cada misterio: Oh Jesús mío, perdonadnos, libradnos del fuego del infierno, llevad al Cielo a todas las almas, especialmente las más necesitadas de vuestra misericordia”.
Más información en el especial de la Virgen de Fátima

¿Cómo se reza el Rosario?



La oración del Rosario consiste en un conjunto de oraciones marianas y de meditaciones sobre pasajes evangélicos claves de la vida de Jesús y María, que se conforman en una unidad. Como decía santo Tomás de Aquino, es el “breviario de los pobres”. Rezarlo bien requiere una cierta práctica, pero con el tiempo se acaban aprendiendo de memoria las diferentes oraciones.
Se puede rezar solo o en compañía, y para no perderse, se utiliza una especie de collar de 55 cuentas, agrupadas de diez en diez y cinco sueltas, para ir desgranándolas con los dedos y no perderse. Este collar recibe también el nombre de rosario, y suele ser de madera, plástico o de materiales más nobles.
Normalmente, cada día se reza un grupo de “misterios”, es decir, se meditan cinco pasajes de los evangelios. Los misterios gozosos están relacionados con el nacimiento e infancia de Jesús, los luminosos meditan sobre pasajes clave de su vida pública, los dolorosos sobre la pasión y muerte, y los gloriosos sobre la resurrección. Los lunes y sábados se rezan los gozosos, los martes y viernes  los dolorosos, los miércoles y domingos los gloriosos, y los jueves los luminosos.
Guía para rezarlo
El Rosario comienza con la misma oración introductoria que los laudes:
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Dios mío, ven en mi auxilio.
Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


Entonces se enuncia el “misterio” que toca, por ejemplo, en el primer misterio: “La Encarnación del Hijo de Dios”.
Los misterios son:
Misterios Gozosos (Lunes y Sábados)
La Encarnación del Hijo de Dios.
La Visitación de Nuestra Señora a su prima santa Isabel.
El Nacimiento del Hijo de Dios en Belén.
La Purificación de Nuestra Señora y Presentación del Niño Jesús.
El Niño perdido y hallado en el Templo.

Misterios Dolorosos (Martes y Viernes)
La Oración de Jesús en el Huerto de los olivos.
La Flagelación del Señor.
La Coronación de espinas.
La Cruz a cuestas camino del Calvario .
Crucifixión y muerte de Jesús en la Cruz.

Misterios Gloriosos (Miércoles y Domingos)
La Resurrección del Señor.
La Ascensión del Señor.
La Venida del Espíritu Santo.
La Asunción de Nuestra Señora.
La Coronación de María Santísima.

Misterios Luminosos (Jueves)
El Bautismo en el Jordán
La autorrevelación de Jesús en las bodas de Caná.
El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión.
La Transfiguración del Señor en el monte Tabor.
La institución de la Sagrada Eucaristía.

Después de una breve pausa de reflexión o de un ofrecimiento personal, se rezan: un Padre nuestro, diez Avemarías y un Gloria.
Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre. Venga a nosotros tu Reino. Hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve, María, llena eres de gracia. El Señor está contigo. Bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Después del Gloria, se puede añadir una invocación, como esta: María, Madre de gracia, Madre de piedad y misericordia, defiéndenos del enemigo ahora y en la hora de nuestra muerte.
A la final del Rosario se recita la Letanía Lauretana, sola o acompañada de otras oraciones marianas, como la Salve.
Letanías
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.

Dios, Padre celestial, 
ten piedad de nosotros.

Dios, Hijo, Redentor del mundo, 
Dios, Espíritu Santo, 
Santísima Trinidad, un solo Dios,

Santa María, ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, ruega por nosotros.
Santa Virgen de las Vírgenes, ruega por nosotros.
Madre de Cristo, ruega por nosotros.
Madre de la Iglesia, ruega por nosotros.
Madre de la divina gracia, ruega por nosotros.
Madre purísima, ruega por nosotros.
Madre castísima, ruega por nosotros.
Madre siempre virgen,ruega por nosotros.
Madre inmaculada, ruega por nosotros.
Madre amable, ruega por nosotros.
Madre admirable, ruega por nosotros.
Madre del buen consejo, ruega por nosotros.
Madre del Creador, ruega por nosotros.
Madre del Salvador, ruega por nosotros.
Madre de misericordia, ruega por nosotros.
Virgen prudentísima, ruega por nosotros.
Virgen digna de veneración, ruega por nosotros.
Virgen digna de alabanza, ruega por nosotros.
Virgen poderosa, ruega por nosotros.
Virgen clemente, ruega por nosotros.
Virgen fiel, ruega por nosotros.
Espejo de justicia, ruega por nosotros.
Trono de la sabiduría, ruega por nosotros.
Causa de nuestra alegría, ruega por nosotros.
Vaso espiritual, ruega por nosotros.
Vaso digno de honor, ruega por nosotros.
Vaso de insigne devoción, ruega por nosotros.
Rosa mística, ruega por nosotros.
Torre de David, ruega por nosotros.
Torre de marfil, ruega por nosotros.
Casa de oro, ruega por nosotros.
Arca de la Alianza, ruega por nosotros.
Puerta del cielo, ruega por nosotros.
Estrella de la mañana, ruega por nosotros.
Salud de los enfermos, ruega por nosotros.
Refugio de los pecadores, ruega por nosotros.
Consoladora de los afligidos, ruega por nosotros.
Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros.
Reina de los Ángeles, ruega por nosotros.
Reina de los Patriarcas, ruega por nosotros.
Reina de los Profetas, ruega por nosotros.
Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros.
Reina de los Mártires, ruega por nosotros.
Reina de los Confesores, ruega por nosotros.
Reina de las Vírgenes, ruega por nosotros.
Reina de todos los Santos, ruega por nosotros.
Reina concebida sin pecado original, ruega por nosotros.
Reina asunta a los Cielos, ruega por nosotros.
Reina del Santísimo Rosario, ruega por nosotros.
Reina de la familia, ruega por nosotros.
Reina de la paz, ruega por nosotros.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, 
perdónanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, 
escúchanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, 
ten misericordia de nosotros.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. 
Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

Te rogamos nos concedas, 
Señor Dios nuestro, 
gozar de continua salud de alma y cuerpo, 
y por la gloriosa intercesión 
de la bienaventurada siempre Virgen María, 
vernos libres de las tristezas de la vida presente 
y disfrutar de las alegrías eternas. 
Por Cristo nuestro Señor. 
Amén.

Salve
Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. 
¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!