sábado, 13 de mayo de 2017

Cuando te encomiendas a la Virgen Santísima, algo Maravilloso ocurre (un testimonio bellísimo)



Recuerdo haber leído sobre este monje santo que agonizaba. El superior de la orden lo fue a visitar y  le dijo:
“En nombre de la santa obediencia le pido que nos diga  por qué la santísima Virgen le favoreció tanto toda su vida”.
El monje en obediencia reveló su secreto.
“Es que cada mañana al despertar, lo primero que hacía era encomendar mi día a la Virgen, pidiendo su protección y amor maternal”.
Me pareció maravilloso y desde entonces lo hago también.
Cuando despierto cada mañana primero le agradezco a Dios el día que voy a vivir, la oportunidad que me brinda de acercarme a Él. Luego, mirando un cuadro de nuestra bella Madre celestial le encomiendo el día y le pido su amor y protección.
Toda mi vida he experimentado su protección maternal, aún sin merecerla. No he sido el mejor de sus hijos. La he defraudado cientos de veces con mi comportamiento. Y cientos de veces acude a mí para recordarme que todos somos hijos de Dios y que ilusionada nos espera en el Paraíso.
Cuando alguien me habla mal  de la Virgen, defiendo a mi Madre procurando ser misericordioso, rezo un Ave María en silencio y le encomiendo esa persona a la Virgen.
“Es mi madre” y me siento feliz de poder decirlo y si pudiera iría a las plazas a gritarlo: “La Virgen María es nuestra Madre Celestial”.
Por eso leo con tanto detenimiento los mensajes que nos dejó en Fátima:
“¡Hagan sacrificios por los pecadores y digan muchas veces, y especialmente cuando hagan un sacrificio: «Oh, Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María!»” (13 de Julio de 1917)
“Oren, oren mucho y hagan sacrificios por los pecadores. Son muchas almas que van al infierno porque no hay quien se sacrifique y ruegue por ellas” (19 de agosto de 1917)
¿Puedo pedirte un favor? Si al leer esto te encuentras en Fátima saluda a nuestra Madre de mi parte:
“Dulcísima Virgen María, Claudio me encomendó saludarte y dejarte un mensaje de amor filial”.
¡Oh dulce Corazón de Maríased la salvación mía!


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