martes, 22 de mayo de 2018

Siento el llamado de Dios, pero no estoy segura, ¿qué hago?



El buen Jesús habite en tu alma y tu corazón.
Mientras te escribo escucho esta bella canción.  Te invito a escucharla.

Eres una bella persona, sientes un llamado y temes, te preocupas porque no quieres equivocarte.
Sueles preguntarle: “¿Qué he de hacer, Señor?” (Hechos 22, 10)
Yo también le preguntaba. Una mañana me encontraba frente a Jesús en el sagrario. Y escuché en mi interior esta dulce voz, más allá de lo que un ser humano pueda imaginar. Me decía:
“Escribe, deben saber que los amo”.
En ese momento sentí algo que no podría explicarte, era como un impulso a seguirlo y gastar mi vida haciendo lo que me pedía. Experimenté un gozo sobrenatural que se desbordaba. Era tanto que tenía que compartirlo, darlo a los demás, como hago ahora.
Desde ese momento me fue más sencillo perdonar y amar, esperar, comprender y confiar en Dios.
Abandoné todos mis proyectos y me senté a escribir. Fue una locura. Tenía 4 hijos, una hipoteca, deudas, un sinfín de dificultades. Quise confiar en Dios y decirle: “Aquí estoy para ti”. Y fue lo que hice. Y es lo que aún hago, 14 años después.
Dios no se deja ganar por nadie en generosidad. Hoy tengo más de 100 libros publicados sobre la búsqueda de Dios, la amistad con Jesús, la gracia, el perdón… Y todo es por gracia suya, porque bendice a sus hijos amados.
No temas seguir su llamado. 
No temas amar a Dios sobre todas las cosas
No temas escuchar su voz.
Dios siempre busca a los que parece que no pueden llevar a cabo ninguna misión, mírame a mí, soy el mejor ejemplo.  Qué me iba a imaginar que estaría escribiendo estas palabras.
Hay muchos llamados en la viña del Señor. Yo estoy casado hace 33 años, y tengo 4 hijos. Soy abuelo y escribo. Y busco a Dios, con toda mi alma, para conocerlo y amarlo más.
¿Qué te recomiendo?
1. Debes confiar. Dios primero te da la misión y después te concede las gracias que vas a necesitar para llevarla a cabo.
2. Ve al sagrario. Todos los días. Habla con Jesús.“¿Qué quieres de mí?”, pregúntale. 
Esa fue la pregunta que le hice y su respuesta cambió mi vida para siempre.
3. Un director espiritual es de gran ayuda. Busca un sacerdote que te oriente. Tienen una gran sabiduría, han visto mucho de este mundo.
4. Reza. Pide a Dios discernimiento. He descubierto que rezar es estar en la presencia de Dios.
5. Lee libros de espiritualidad y la vida de los santos. Se aprende mucho con ellos. Pero sobre todo, lee la Santa Biblia.
6. Haz una buena confesión, conserva la gracia.
7. “Decídete” sigue el camino. Lo tienes a la vista, esperando por ti ¿Cuál? Jesús te lo dijo ya con claridad:
“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. (Juan 14, 6)
¡Ánimo! ¡El Señor te bendiga y te conceda la paz!

Oraciones a 4 santos patrones de las causas imposibles y desesperadas


Si ya no sabes qué más hacer, intenta rezarlas

Santa Rita de Casia 
Inmediatamente después de la muerte, santa Rita de Casia era ya venerada como protectora de la peste, probablemente por el hecho de haberse dedicado en vida al cuidado de los enfermos de peste, sin contraer nunca la enfermedad. Fue este uno de los motivos, quizás el primero, en hacerle obtener popularmente el epíteto de Santa de los imposibles.
Oración a Santa Rita por una causa imposible:
Bajo el peso del dolor, a ti, querida santa Rita, yo recurro confiado en ser escuchado. Libera, te ruego, mi pobre corazón de las angustias que lo oprimen y devuelve la calma a mi espíritu, lleno de preocupaciones.
Tu que fuiste elegida por Dios como abogada de los casos más desesperados, obtén la gracia que ardientemente te pido [pedir la gracia que se desea].
Si mis culpas son un obstáculo para el cumplimiento de mis deseos, obténme de Dios la gracia del arrepentimiento y del perdón mediante una sincera confesión.
No permitas que durante más tiempo yo derrame lágrimas de amargura.
Oh, santa de la espina y de la rosa, premia mi gran esperanza en ti, y en todas partes daré a conocer tu gran misericordia con las almas afligidas.
Oh Esposa de Jesús Crucificado, ayúdame a bien vivir y a bien morir. Amén.
San Judas Tadeo
Judas, por sobrenombre Tadeo, es aquel apóstol que en la última cena preguntó al Señor por qué se manifestaba a sus discípulos y no al mundo. Es autor de una de las cartas del Nuevo Testamento. Como san Simón Apóstol, predicó el evangelio en Asia y fue mártir.
Oración para suplicar la intercesión del Apóstol San Judas sobre algún problema grave, en la soledad, o en casos desesperados:
¡Santo Apóstol, san Judas fiel siervo y amigo de Jesús! El nombre del traidor que entregó a tu amado Maestro en las manos de sus enemigos, ha sido la causa de que tú hayas sido olvidado por muchos; pero la Iglesia te honra e invoca universalmente, como el patrón de los casos difíciles y desesperados.
Ruega por mí. Estoy sin ayuda y tan solo… Haz uso, te imploro, del privilegio especial a ti concedido, de socorrer pronto y visiblemente cuando casi se ha perdido toda esperanza.
Ven en mi ayuda en esta gran necesidad, para que pueda recibir consuelo y socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos, particularmente (haga aquí su petición), y para que pueda alabar a Dios contigo y con todos los elegidos por siempre.
Prometo, glorioso san Judas, nunca olvidarme de este gran favor, honrarte siempre como a mi especial y poderoso patrono, y, con agradecimiento hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción.
Amén.
Santa Filomena
Filomena, una joven mártir de la Iglesia primitiva, durmió en el olvido de la historia hasta el hallazgo de sus restos mortales el 24 de mayo de 1802. Ocurrió en el día de María Auxiliadora, durante una de las excavaciones que se hacen constantemente en Roma. La encontraron en la Catacumba de Santa Priscilla, en la Vía Salaria.
En una tumba había tres losas juntas que cerraban la entrada y en ellas había una inscripción que estaba rodeada de símbolos que aludían al martirio y a la virginidad de la persona ahí enterrada. Los símbolos eran: ancla, tres flechas, una palma y una flor.
Al abrir la tumba descubrieron su esqueleto que era de huesos pequeños y notaron a la vez, que su cuerpo había sido traspasado por flechas. Al examinar los restos los cirujanos atestiguaron la clase de heridas que la joven mártir recibió y los expertos coincidieron en calcular que la niña fue martirizada entre la edad de 12 o 13 años.
Oración a santa Filomena
¡Oh, gloriosa santa Filomena, Virgen y Mártir!, ejemplo de fe y esperanza, generosa en la caridad, a Vos suplico, escuchad mi oración. Desde el cielo donde reináis, haced caer sobre mi toda la protección y auxilio que necesito en este momento en que mis fuerzas flaquean. Vos que sois tan poderosa junto a Dios, interceded por mí y alcanzadme la gracia que os pido (mencione la gracia que desea recibir).
¡Oh, santa Filomena!, ilustre por tantos milagros, rogad por mí. No me abandonéis, jamás dejéis de mirar como un rayo de esperanza sobre mí y mi familia. Apartad de mí las tentaciones, dad paz a mi alma y bendecid mi casa. ¡Oh santa Filomena!, por la sangre que derramasteis por amor a Jesucristo, alcanzadme la gracia que os pido (repita ahora su petición).
Rezar un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Santa Filomena, ayudadme a alcanzar la gracia. Te prometo que seré tu devoto y que manifestaré a otros necesitados lo milagrosa y bondadosa que eres. Amén.
San Gregorio Taumaturgo
En Neocesarea, del Ponto, san Gregorio, obispo, que, siendo aun adolescente, abrazó la fe cristiana, fue progresando en las ciencias divinas y humanas, y, ordenado obispo, brilló por su doctrina, virtudes y trabajos apostólicos. Por los incontables milagros que realizó, se le llamó “Taumaturgo”.
Oración a san Gregorio Taumaturgo:
Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Gregorio, vuestro confesor pontífice, aumente en nosotros el espíritu de piedad y el deseo de la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Martes de la séptima semana del tiempo ordinario


Epístola de Santiago 4,1-10. 

Hermanos:
¿De dónde provienen las luchas y las querellas que hay entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que combaten en sus mismos miembros?
Ustedes ambicionan, y si no consiguen lo que desean, matan; envidian, y al no alcanzar lo que pretenden, combaten y se hacen la guerra. Ustedes no tienen, porque no piden.
O bien, piden y no reciben, porque piden mal, con el único fin de satisfacer sus pasiones.
¡Corazones adúlteros! ¿No saben acaso que haciéndose amigos del mundo se hacen enemigos de Dios? Porque el que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios.
No piensen que la Escritura afirma en vano: El alma que Dios puso en nosotros está llena de deseos envidiosos.
Pero él nos da una gracia más grande todavía, según la palabra de la Escritura que dice: Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes.
Sométanse a Dios; resistan al demonio, y él se alejará de ustedes.
Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes. Que los pecadores purifiquen sus manos; que se santifiquen los que tienen el corazón dividido.
Reconozcan su miseria con dolor y con lágrimas. Que la alegría de ustedes se transforme en llanto, y el gozo, en tristeza.
Humíllense delante del Señor, y él los exaltará.

Salmo 55(54),7-8.9-10a.10b-11a.23. 
¡Quién me diera alas de paloma
para volar y descansar!
Entonces huiría muy lejos,
habitaría en el desierto.

Me apuraría a encontrar un refugio
contra el viento arrasador y la borrasca.
Confunde sus lenguas, Señor, divídelas,
porque no veo más que violencia

rondando día y noche por sus muros.
Confía tu suerte al Señor,
y él te sostendrá:
nunca permitirá que el justo perezca.


Evangelio según San Marcos 9,30-37. 
Al salir de allí atravesaron la Galilea; Jesús no quería que nadie lo supiera,
porque enseñaba y les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará".
Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas.
Llegaron a Cafarnaún y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: "¿De qué hablaban en el camino?".
Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande.
Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: "El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos".
Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo:
"El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado".