martes, 21 de junio de 2016

8 preguntas que muchos no católicos (y católicos) se hacen sobre la Misa La primera vez que uno participa en Misa puede ser muy confusa, si no sabe el por qué de cada cosa


Misa, cómo debo comportarme



La primera vez que uno participa en Misa puede ser muy confusa. Los no católicos pueden sentirse muy confundidos y tener muchas preguntas
Ya se trate de los no católicos que asisten a una misa con su pareja católica, o de gente que pide información acerca de la fe; si no se han criado yendo a Misa, su primera vez en ella (y la segunda y la tercera…) pueden ser bastante confusas, haciendo que las personas se sientan como si estuvieran desubicadas. He aquí algunas de las preguntas más comunes que los que son nuevos en Misa se hacen, con sus respuestas.
1. ¿De qué se trata todo eso de sentarse, levantarse y arrodillarse?
Lo llamamos “Aeróbicos Católicos.” Así es como nos mantenemos en forma. ¡Es una broma! Cada postura durante la Misa tiene su función y significado.
Cuando nos sentamos, nos dedicamos a la escucha activa, dando toda nuestra atención a las lecturas, la homilía y algunas de las oraciones.
Nos levantamos por un par de razones: para escuchar el Evangelio (estamos sentados durante otras lecturas de la Biblia) y reconocer que estamos en la presencia de Cristo, ya que el Evangelio es la Palabra de Dios que nos habla en el presente. Escuchamos acerca de la vida de Jesús y lo que Él dijo, permaneciendo así de pie en honor y respeto a Él.
A veces, estar de pie juntos demuestra nuestra unidad en la oración como Cuerpo de Cristo (como cuando rezamos el Credo o las peticiones generales), y también estamos juntos de pie preparándonos para recibir el Cuerpo de Cristo en la Eucaristía (ver # 4).
Arrodillarse es una postura penitencial y reverencial. Reconocemos nuestra naturaleza pecadora y nuestra necesidad de la sanación de Dios, por lo que nos arrodillamos ante la presencia Real de Cristo en la Eucaristía (la mayoría debe hacerlo durante la consagración mientras las oraciones de consagración Eucarística son realizadas por el Sacerdote) pidiendo por esa sanación.
2. ¿Qué es ese movimiento serpenteante que hacen frente a sus rostros antes de leer el Evangelio?
Este es uno de mis favoritos, porque incluso muchos católicos no saben la respuesta. Antes de leer el Evangelio, cuando la comunidad se encuentra de pie y lista para escuchar, nos hacemos la señal de la cruz (por lo general con un pulgar o haciendo la cruz con el pulgar e índice) en la frente, los labios y el corazón que significa que estamos diciéndole a Dios que mantendremos siempre el Evangelio en nuestras mentes, en nuestros labios y en nuestros corazones.
Si mantenemos el Evangelio en estos tres lugares, todos nuestros pensamientos, palabras y deseos estarán alineados con Jesús. Es un recordatorio físico para nosotros de que necesitamos no sólo escuchar el Evangelio, sino vivirlo cada día de nuestras vidas. Muchos, pero muchos católicos no saben esto, y solo hacen un garabato loco en su cabeza y torso.
3. ¿Cómo es qué todo el mundo parece saber lo que está pasando y lo que pasará después ?
Esta es una de las mejores cosas de la misa católica. La forma en que lo hacemos en un lugar, es de la misma manera que lo hacen en todas partes del mundo. Y la forma en que lo hacemos hoy es más o menos la misma forma en que se ha hecho desde el primer siglo. Eso es mucho tiempo para llegar a conocer cómo hacer algo.
Desde las oraciones que decimos hasta las lecturas bíblicas que se leen, las posturas y respuestas con las que participamos en ella, está todo planeado y es uniforme en todos los idiomas. Esto es impresionante, ya que, si estás familiarizado con ello, sólo puede sumergirse en la celebración, dejar de lado todo lo que estaba pesando en su camino y dejar que el ritual suceda. Hay fluidez, belleza y consuelo para el cansancio y las preocupaciones en esta hermosa rutina.
Construido dentro de esta rutina se encuentra un ciclo de lecturas bíblicas que cambian semanalmente (pero sabemos lo que viene), canciones y oraciones de petición (las intenciones) que cambian semanalmente, y una homilía que debe cambiar de acuerdo con el Evangelio. Así, nunca es exactamente lo mismo, pero siempre dentro del mismo formato. Se hace más fácil a medida que avanza. Además, la mayoría de las parroquias tienen un misal en las bancas, con el cual usted puede seguir todo el orden de la misa. Muchas parroquias utilizan misales completos, conocidos como “El Pan de la Palabra” o “Pan diario”.
Una de las cosas más hermosas de todo esto es que si estás de viaje, puedes acudir a misa aunque sea en otro idioma, y aunque no entiendas las palabras exactas, siempre sentirás que estás en un ambiente y una celebración que te es familiar.
4. ¿Qué es esa oblea que todos ustedes reciben, y puedo recibir una también?
La fuente y cumbre de todo lo que hacemos como católicos es la Eucaristía, también conocida como la Sagrada Comunión. Jesús dijo en el Evangelio “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo” (Juan 6,51). Los católicos entendemos esto literalmente. En la Última Cena, Jesús tomó el pan y el vino, los bendijo y dijo: “Esto es mi cuerpo”, “Esta es mi sangre” y “Haced esto en memoria mía.” (Lucas 22). Tomamos esto del Evangelio de Lucas literalmente, también.
Lo que celebramos en la Misa es el sacrificio de Jesús por nosotros en la Cruz. Él hizo ese sacrificio una vez por todos, pero también nos dijo que tenemos que participar en él. Nuestra celebración de este sacrificio no es uno nuevo, sino que trae al presente este único Sacrificio. La hostia y el vino son transformados en presencia real y verdadera de Jesús, en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. No es un símbolo para nosotros, es una realidad. Y así, pedimos que sólo aquellos que están unidos con nosotros en esa creencia a través de la Iglesia Católica participen en la recepción de la Comunión.
5. ¿Por qué los católicos comienzan sus oraciones con la señal de la Cruz?
Esta práctica tiende a ser particularmente incómoda y difícil para los protestantes que se unen con los católicos para adorar (o se unen a la Iglesia Católica). Como católicos, hay un par de razones por que comenzamos toda oración con “En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”, mientras hacemos la señal de la cruz en nuestro cuerpo.
En primer lugar, hacemos un llamado a todo el ser de Dios, la Santísima Trinidad. Estp nos recuerda que cuando oramos, incluso si nos enfocamos en uno de los miembros de la Santísima Trinidad (como cuando oramos específicamente a Dios Padre, a Jesús o al Espíritu Santo), siempre estamos comprometiendo a un Dios trinitario. Los tres están siempre presentes, los tres forman el único Dios.
La otra parte de este acto de hacer el signo de la cruz sobre nosotros mismos, como un recordatorio de que mientras nos dirigimos a la Santísima Trinidad en nuestra oración, nos acercamos a Dios con humildad; comprendiendo que sólo somos salvados por el sacrificio que Jesús hizo por nosotros en la Cruz. Toda nuestra relación con Dios comienza y termina con este acto desinteresado de Jesús y estamos llamados a imitar ese amor que Él tiene para nosotros, al hacer sacrificios por los demás. Nos comunicamos con Dios con la esperanza de llegar a ser un poco más como Cristo, lo que significa que tenemos que ser lo más entregados y sacrificados que podamos, así como lo hizo Jesús.
6. ¿Por qué todo el mundo sumerge sus dedos en el agua cuando entran en la Iglesia?
El agua, ya sea en la fuente bautismal o las pequeñas fuentes fijadas a las paredes de la entrada de la Iglesia, es agua bendita. Cuando entramos en la Iglesia, nos mojamos los dedos en el agua y hacemos la señal de la cruz en nosotros mismos para recordar nuestro Bautismo, ya que a través de éste hicimos nuestra entrada a la Iglesia (como cristianos), recibimos nuestra identidad como hijos adoptivos de Dios y la primera llamada hecha por Dios a vivir de otra manera.
Entramos en el templo con esta señal para recordarnos que somos hijos de Dios y estamos en Su casa, compartiendo con otros hijos de Dios (nuestros hermanos) la comida más especial que Él puede darnos, la Eucaristía. Nosotros decimos que la Iglesia es el “cuerpo de Cristo”, y esta agua nos recuerda que nuestra familia parroquial y nuestra familia de todos los creyentes en el mundo, componen ese cuerpo. Nos pertenecemos los unos a los otros, somos responsables de los demás, estamos llamados a compartir nuestra fe y nuestra vida con los hermanos. Y todos estamos unidos y nos han perdonado el pecado original a través de este único Bautismo.
7. ¿Por qué todo el mundo al entrar al templo se arrodilla antes de ir sentarse en las bancas?
Esta es otra de esas cosas que una gran cantidad de católicos no saben, así que me encanta compartirla. Cuando entramos en la Iglesia, después de recordar lo que somos en el Bautismo, nos acordamos de lo que nos lleva allí: la presencia de Jesús en la Eucaristía. Hay un receptáculo en la Iglesia que debe estar en un lugar muy destacado y que se llama Sagrario o Tabernáculo. Es donde guardamos a Jesús Eucaristía presente en las hostias que fueron consagradas en una Misa anterior (pan transformado en la Verdadera Presencia de Cristo). Las guardamos allí para emergencias y para ser llevadas por un sacerdote al salir a visitar a enfermos, ancianos y hospitales.
Ya que creemos que Jesús está realmente presente en la Eucaristía, nos arrodillamos en una rodilla en la dirección del Tabernáculo, un gesto llamado “genuflexión”. Al igual que en tiempos muy antiguos, hacemos una genuflexión como un reconocimiento de que nuestro Rey Jesucristo está ahí realmente. Nuestra respuesta a su presencia es por respeto, honor y homenaje.
8. ¿Por qué las iglesias católicas tienen siempre una cruz con el cuerpo de Jesús en ella?
Llamamos a la cruz con el cuerpo de Jesús en ella, un crucifijo. Para los católicos, nuestro aprecio por la Cruz no es por la Cruz en sí misma, si no por lo que Jesús hizo por nosotros en esa Cruz. Por supuesto, Jesús fue resucitado, Él no sigue muerto en la cruz, pero es importante para nosotros entrar en la experiencia de la crucifixión. No fue estéril y no puede ser estéril en nuestra memoria. Jesús; 100% Dios, 100% hombre, realmente sufrió y murió en la cruz. Creemos que esta acción (junto con la resurrección) nos ofrece la salvación.
También creemos que debido a que el sufrimiento de Jesús tuvo un sentido, nuestro sufrimiento también lo tiene. Cuando nos fijamos en el crucifijo, se nos recuerda que Dios conoce nuestro sufrimiento. También nos recuerda que, al igual que Jesús no estuvo solo en su sufrimiento, nosotros tampoco lo estamos. Y por último, al igual que el sufrimiento de Jesús no fue el final de su historia; tampoco lo es de la nuestra. Dios nunca deja sin respuesta este sufrimiento; y el crucifijo es nuestra bandera para la conquista definitiva de Dios sobre el pecado y la muerte a través de Su propio sufrimiento.
Fuente: Catholic365.com. Autor: Jen Schlameuss-Perry. Artículo originalmente publicado en español por pildorasdefe.net

Los iconos bielorrusos en el Vaticano, puente entre Oriente y Occidente En el icono también el hombre encuentra su imagen. El iconógrafo A. Zharov: “Quien no vive la fe no puede pintar

Tierra de encuentro entre oriente y Occidente, por su posición geográfica, Bielorrusia ha absorbido en su cultura y en su arte también la religiosidad de estas dos almas, la ortodoxa y la católica.
Lo que demuestra que el diálogo no es solo posible sino también necesario. Lo testifican los iconos de la muestra expuesta hasta el 25 de julio en los Museos Vaticanos: “Iconos en Bielorrusia de los siglos XVII-XXI”, de la colección del Museo nacional de arte de Minsk
Entre otras cosas esta exposición se muestra en un momento particular, coincidiendo con el Jubileo de la Misericordia y también con el Año de la Cultura en Bielorrusia. Es la primera vez que las obras sacras bielorrusas son acogidas en el Vaticano. También es esto fruto de un diálogo que viene de lejos (la idea nació hace 6 ó 7 años), como contó monseñor Tadeusz Kondrusiewicz, arzobispo católico de Minsk. Recordando el sueño de San Juan Pablo II de una Europa que respirara con “dos pulmones” y esperando que esta muestra “contribuya a la nueva evangelización y a la relación entre la Iglesia católica y la ortodoxa, aliadas en la tutela de los valores cristianos”.
La particularidad de la expresión artística bielorrusa, a caballo entre dos culturas, ha sido destacado por el director de los Museos Vaticanos, Antonio Paolucci, y por el director del Museo de arte nacional de Minsk, Vladimir Prokoptsov. Las obras expuestas testifican la formación del arte bielorrusa desde el siglo XV hasta hoy, en el pleno contexto de la cultura europea. Las obras más antiguas (del los siglos XVII-XVIII) presentan una variedad de estilos y tendencias en la cual aparecen muchos elementos de la tradición bizantina, que fue la primera que inspiró estas obras.
© MUSEI VATICANI, GOVERNATORATO SCV
Especialmente preciosos los iconos “Virgen de Odigitria de Minsk” del siglo XVII, la de los apóstoles Pedro y Pablo y la del arcángel Miguel. Hay dos iconos representativos del siglo XXI, ambos de la tradición ortodoxa: una representación de los santos Cosme y Damián y una Dormición (es decir el sueño de la Virgen María que para los ortodoxos no murió sino que cayó en un sueño profundo). El autor es el joven iconógrafo Andrei Zharov, de 35 años, miembro del Consejo artístico y arquitectónico de la diócesis de Minsk.
“Pintar un icono es, antes que nada, todo un servicio a Dios, explica Zharov. La misma iconografía es una oración. El iconógrafo debe vivir el Evangelio y la fe en su vida y esto es solo posible en el interior de la Iglesia, en la liturgia y la oración. Podemos decir que el icono nace en la liturgia: cuanto más estemos cerca de Cristo, nuestros iconos más hablarán de Dios en una modo convincente”.
Nacido en una familia de iconógrafos, Zharov, se formó en la Academia ortodoxa de San Petersburgo y después en la universidad San Thikon de Moscú. “Hay mucha diferencia entre la inconografía católica y la ortodoxa, pero, destaca, estamos buscando volver a la tradición de los primeros siglos del cristianismo, volver a las raíces comunes”. La muestra del Vaticano tiene un valor artístico enorme, pero para Zharov, lo principal es que los iconos hablen a las personas de Dios y de la vida eterna”.
© MUSEI VATICANI, GOVERNATORATO SCV
En la inauguración de la muestra estaban presentes las autoridades bielorrusas y vaticanas. El embajador Sergei Aleinik habló de ecumenismo y hermandad., y llevó el saludo del presidente Aleksandr Lukashenko. El cardenal Giuseppe Bertello destacó el carácter espiritual de los iconos, “expresiones de una fe de la vida cristiana de un pueblo que manifiesta a través del arte su devoción y la relación con el Señor”.
El archimandrita Fedor Povny, de Minsk, destacó la especial naturaleza de los iconos: “Contemplando el mundo del icono, tan pacífico y alegre, y pensando que la sustancia humana es tan pecadora, nos preguntamos cómo es posible que un ser humano pueda renovar su aspecto deiforme que le es inherente. Y los santos de los iconos nos dicen que es posible”.
De aquí la invitación a “detenernos sin prisa” delante de los iconos de la muestra, “estar delante de ellos en silencio, escuchando el mandamiento de amor que nuestros pintores han traducido en los rostros de los santos”.

¿Es pecado tener mucho dinero y posesiones?. No hay nada malo mientras no permitamos que esos bienes se conviertan en sustitutos de Dios


cantidad de dinero


Realmente no hay nada malo en poseer dinero, propiedades y bienes materiales, mientras no permitamos que esos bienes se conviertan en sustitutos de Dios. Cristo nos ha alertado: “No pueden servir al mismo tiempo a Dios y al dinero” (Mt. 6,24).
En el Antiguo Testamento se insiste mucho en que debemos escoger entre Dios y los ídolos o falsos dioses. En el Nuevo Testamento Jesús contrapone el dinero a Dios. Así que debemos cuidar que el dinero no se nos convierta en un ídolo que sustituya a Dios, y que tampoco las vías para obtenerlo ocupen todo nuestro interés, nuestra dedicación, nuestro empeño … hasta nuestro amor.
Los bienes materiales de este mundo no son malos en sí mismos, pues nos han sido proporcionados por Dios, nuestro Creador. Y, siendo esto así, significa que Dios es el Dueño, y nosotros somos solamente “administradores” de esos bienes que pertenecen a Dios. De allí que cuando seamos juzgados se nos tomará en cuenta cómo hemos administrado los bienes que Dios nos ha encomendado. (cf. Lc. 16, 2)
El peligro de la acumulación
“El amor al dinero es la raíz de todos los males” (1 Tim. 6,10). ¡Grave sentencia de San Pablo! Pero notemos algo: no dice que el dinero mismo sea la raíz de todos los males, sino “el amor al dinero”. Porque nuestro amor tiene que dirigirse a Dios y a los hombres, no a los bienes materiales.
Existe, entonces, un peligro real en buscar acumular dinero y riquezas. Tanto así que Jesús nos advierte: “Créanme que a un rico se le hace muy difícil entrar al Reino de los Cielos” (Mt. 19,23). Se refería el Señor a esos ricos que aman tanto al dinero, que lo prefieren a Dios. Concretamente Cristo estaba aludiendo al joven rico que no fue capaz de dejar su dinero y sus bienes para seguirlo a El.
Amar al dinero es una tontería. “¡Insensato!”, exclama el Señor en su parábola sobre el hombre rico acumulador exagerado de riquezas. “Esta noche vas a morir y ¿para quién serán todos tus bienes? Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea” (cf. Lc. 12, 15-21).
Y esa sentencia de Cristo, que es tan cierta y tan evidente para todos, se nos olvida, y podría sorprendernos la muerte amando al dinero más que a Dios o teniendo al dinero en el lugar de Dios.
¿Cómo vivimos los hombres y mujeres de hoy? ¿Seguimos las advertencias de Cristo con relación a los bienes materiales? ¿O ponemos todo nuestro empeño en buscar dinero y en conseguir todo el que podamos, para acumular y acumular? Y … ¿para qué, si al llegar al mundo no trajimos nada, y cuando nos vayamos de este mundo no nos llevaremos nada?(cf. 1 Tim. 6, 7).
La respuestas entonces a la pregunta, es: ¡Sí!… El apetito desordenado de los bienes materiales, a lo cual llamamos “avaricia” sí es pecado.
¿En qué consiste el pecado?
El pecado consiste en acumular en desconfianza de la Divina Providencia: por si acaso Dios no nos cubre las necesidades, tenemos nuestra seguridad en lo que guardamos.
El pecado consiste en sustituir la Avaricia por la confianza en la Divina Providencia: acumulamos para que, por si acaso Dios no nos cuida, tengamos lo que creemos necesitar.
Es como tener una malla de seguridad en caso de que nuestro Padre no nos ataje cuando caigamos. El pecado consiste en creer que estaremos bien, porque nosotros mismos nos hemos proveído lo que creemos necesitar.
A todo esto se refiere la advertencia del Señor contra la avaricia. Avaricia es un signo externo de falta de confianza en Dios. Es no confiar en que realmente es El Quien provee para nosotros.
Hay una falta de confianza interior, que consiste en andar preocupados porque podría faltarnos lo necesario. Y una manifiesta falta de confianza exterior por la que buscamos proveernos de bienes temporales con una preocupación tal, que descuidamos los bienes espirituales.
Y puede ser pecado grave cuando se opone a la justicia y dependiendo de su intensidad y de los medios empleados para conseguir esos bienes. No parece tan feo este pecado, pero -pensándolo bien- ¿no es feo ver al ser humano esclavizado por algo material, muy inferior a él, como es el dinero?
Administrarlo bien y ser desprendido
Los bienes materiales han sido puestos en nuestras manos por Dios para que seamos buenos administradores. Y eso significa que con nuestro dinero -es cierto- debemos satisfacer nuestras propias necesidades y las de nuestra familia, pero también debemos satisfacer las necesidades de aquéllos que tienen menos que nosotros. Es decir, cada uno de nosotros tiene derecho a utilizar el dinero que ha conseguido con su trabajo honesto, pero también tiene la obligación de compartir con los demás. Y no sólo compartir de lo que nos sobra, sino a veces también de lo que nos es necesario … cuando haya alguno o algunos que tienen más necesidad que nosotros.
Sobre el desprendimiento de los bienes materiales, Jesús exhorta a sus discípulos a preferirle a El por encima de todo y de todos. “El que no renuncie a todo lo que tiene, no puede ser discípulo mío” (Lc. 14,33). Basado en esto nos dice muy claramente el Catecismo de la Iglesia Católica: “El precepto del desprendimiento de las riquezas es obligatorio para entrar en el Reino de los Cielos” (CIC # 2544). Y agrega que el Señor se lamenta de los ricos apegados a sus riquezas, porque ya tienen su consuelo en el amor que le tienen a los bienes materiales. (cf. Lc. 6, 24) (cf. CIC # 2547).

Publicado originalmente en: Homilía.org

Martes de la duodécima semana del tiempo ordinario


Segundo Libro de los Reyes 19,9b-11.14-21.31-35a.36. 

El había oído, en efecto, que el rey se había retirado de Laquis, al recibir la noticia de que Tirjacá, rey de Cus, se había puesto en campaña para combatirlo. Senaquerib envió de nuevo mensajeros a Ezequías para decirle:
"Hablen así a Ezequías, rey de Judá: Que no te engañe tu Dios, en quien confías, haciéndote pensar que Jerusalén no será entregada en manos del rey de Asiria.
Tú has oído, seguramente, lo que hicieron los reyes de Asiria a todos los países, al consagrarlos al exterminio total. ¿Y tú te vas a librar?
Ezequías tomó la carta de la mano de los mensajeros y la leyó. Después subió a la Casa del Señor, la desplegó delante del Señor
y oró, diciendo: "Señor de los ejércitos, Dios de Israel, que tienes tu trono sobre los querubines: tú solo eres el Dios de todos los reinos de la tierra, tú has hecho el cielo y la tierra.
Inclina tu oído, Señor, y escucha; abre tus ojos, Señor, y mira. Escucha las palabras que Senaquerib ha mandado decir, para insultar al Dios viviente.
Es verdad, Señor, que los reyes de Asiria han arrasado todas las naciones y sus territorios.
Ellos han arrojado sus dioses al fuego, porque no son dioses, sino obra de las manos del hombre, nada más que madera y piedra. Por eso los hicieron desaparecer.
Pero ahora, Señor, Dios nuestro, ¡sálvanos de su mano, y que todos los reinos de la tierra reconozcan que tú solo, Señor, eres Dios!".
Isaías, hijo de Amós, mandó a decir a Ezequías: "Así habla el Señor, Dios de Israel: Tú me has dirigido una súplica acerca de Senaquerib, rey de Asiria, y yo la he escuchado.
Esta es la palabra que el Señor ha pronunciado contra él: Te desprecia, se burla de ti, la virgen hija de Sión; a tus espaldas mueve la cabeza la hija de Jerusalén.
Porque de Jerusalén saldrá un resto, y del monte Sión, algunos sobrevivientes. El celo del Señor de los ejércitos hará todo esto.
Por eso, así habla el Señor acerca del rey de Asiria: El no entrará en esta ciudad, ni le lanzará una flecha; no la enfrentará con el escudo, ni levantará contra ella un terraplén.
Se volverá por el mismo camino, sin entrar en esta ciudad -oráculo del Señor-.
Yo protegeré a esta ciudad para salvarla, por mi honor y el de David, mi servidor".
Aquella misma noche, el Angel del Señor salió e hirió en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil hombres. Y cuando los demás se levantaron por la mañana, vieron que todos eran cadáveres, que estaban muertos.
Entonces Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento, emprendió el regreso y se quedó en Nínive.



Salmo 48(47),2-3a.3b-4.10-11. 
El Señor es grande y digno de alabanza,
en la Ciudad de nuestro Dios.
Su santa Montaña, la altura más hermosa,
es la alegría de toda la tierra.

el Señor se manifestó como un baluarte
en medio de sus palacios.
Nosotros evocamos tu misericordia
en medio de tu Templo, oh Dios.

Tu alabanza, lo mismo que tu nombre,
llega hasta los confines de la tierra.
Tu derecha está llena de justicia.




Evangelio según San Mateo 7,6.12-14. 
No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos.
Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.
Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí.
Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran.




Leer el comentario del Evangelio por : Orígenes