jueves, 1 de junio de 2017

Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales Armstrong: «Es esencial estudiar Religión para entender la sociedad»


La británica, experta en el análisis comparado de las religiones, se confiesa «conmovida»
Karen Armstrong (Wildmoor, Worcestershire, 1944) recibía ayer la noticia de la concesión del Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales en su domicilio de Londres. Se mostró muy «honrada y conmovida», en declaraciones a Efe, y defendió como «esencial» el estudio de la religión para entender la sociedad contemporánea.
Armstrong es una convincente abogada defensora de la religión. Frente al combativo avance del nuevo ateísmo y el peligroso crecimiento del integrismo, Armstrong considera que la religión puede ser un eficaz instrumento de paz y convivencia.
Precisamente en su último trabajo, Campos de Sangre, atacaba la asentada idea de que violencia y fe son dos fenómenos estrechamente relacionados a lo largo de la historia. Para esta estudiosa británica, la compasión es el nexo de unión entre las diferentes religiones, como recuerda en su personal propuesta Doce pasos hacia una vida compasiva, donde pretende resucitar la Regla de Oro ética que está en el corazón de la experiencia religiosa: «Haz a los demás lo querrías que te hicieran a ti».
Probó la vida religiosa como novicia en un convento católico a sus 18 años, sin embargo, no creyó que aquel camino fuera para ella. La historia comparada de las religiones se convirtió en su verdadera vocación, un campo que le fascinó durante la elaboración de un documental televisivo sobre san Pablo. Probablemente no haya objeto de estudio más elusivo que el de la religión, pero no ha tenido miedo de enfrentarse a este desafío intelectual. Con más de una veintena de obras a sus espaldas, la bibliografía de Armstrong nos ofrece una mirada caleidoscópica a la historia religiosa de la humanidad. Ha recorrido las vidas de figuras centrales, como Mahoma o Buda; ha leído la Biblia desde su propia historia; ha cartografiado la ciudad santa de Jerusalén; ha denunciado los riesgos del fundamentalismo; e, incluso, ha defendido a Dios en un trabajo que pretendía desentrañar el sentido de la religión.
Lecturas provocativas
El Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales de este 2017 ha reconocido a una investigadora que pretende recoger las enseñanzas de las tradiciones religiosas para buscar el bien común. Eso sí, en ocasiones, su papel protector hace que obvie o minimice algunos aspectos no tan positivos de la religiosidad. Pese a las pegas que se le puedan poner, la lectura de cualquier trabajo de Armstrong nos sumerge en un viaje provocativo. Podríamos aprovechar la oportunidad que nos ofrece este galardón reflexionar, con seriedad, sobre el hecho religioso.
En un contexto plagado de ataques terroristas perpetrados en nombre del Islam, Armstrong enfatiza: «En Europa tendemos a creer que hemos dejado atrás las religiones y el Reino Unido es extremadamente secular, pero el resto del mundo no está de acuerdo. Por supuesto, (la religión) siempre ha sido esencial en el mundo musulmán y América (Estados Unidos) es un país extremadamente religioso», observa la pensadora, en un país que todavía se sacude el mazazo del atentado de Daesh en Mánchester.

Treinta reflexiones diarias para el mes del corazón de Jesús



En el mes de mayo el sacerdote y teólogo Pablo Cervera nos proponía 31 «obsequios espirituales» para vivir «más intensamente» el mes. Para junio, mes del corazón de Jesús, Cervera ha preparado 30 reflexiones diarias que por su interés reproducimos a continuación:
Oración preparatoria
Oh Dios, que por medio del Corazón de tu Hijo, herido por nuestras culpas, te dignas, en tu misericordia infinita, darnos los tesoros de tu amor; te pedimos nos concedas que, al presentarte el devoto obsequio de nuestra piedad, le ofrezcamos también el homenaje de una digna satisfacción. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Consideración para cada día
Rezo de las letanías (ver al final)
Oración final
Señor Jesús, que tus santos misterios infundan en nosotros el fervor divino, con el que, recibida la bondad de tu dulce Corazón, aprendamos a despreciar lo terreno y amar lo celestial. Tu que vives y reinas por siglos infinitos. Amén.
CONSIDERACIÓN PARA CADA DÍA
LA CRUZ
Día 1. La Cruz es el árbol en que quiso redimirnos Jesús. Quiso morir con los brazos extendidos para abrazar a todos los hombres. Amemos a quien tanto nos ha amado.
Día 2. La Cruz es la escalera por la cual podemos subir al Cielo. Quien pretenda salvarse por otro camino, se equivoca y va a su eterna ruina. Abracémonos con la Cruz.
Día 3. La Cruz es la balanza con que Jesús paga el precio de nuestro rescate. Nuestros méritos son nulos; los de Jesús son infinitos. Confiemos en Jesús crucificado.
Día 4. La Cruz es la espada con la cual venceremos a los enemigos de nuestra salvación. Sin ella seremos vencidos. Sin Jesús nada podemos; con Él podemos todo.
Día 5. La Cruz es la palanca que, apoyándose en los méritos de Jesús, nos da fuerzas para levantar la pesadez de nuestra naturaleza caída y elevarla a lo sobrenatural.
Día 6. La Cruz es el puente que, al atravesar el abismo de la muerte, nos trasladará a las orillas ciertas y placenteras de una eternidad feliz. ¡Ay del que no se vale de ella!
Día 7. La Cruz es el martillo que aplastará un día a cuantos van contra ella. De Dios nadie se burla. Ahora calla; pero vendrá un día en que hablará y… Premiará o castigará.
Día 8. La Cruz es la llave con que Jesús ha querido abrirnos las puertas de la gloria y cerrarnos las del infierno. Llevémosla siempre sobre nuestro pecho y tengámosla en la cabecera de nuestro lecho.
Día 9. La Cruz es el ancla que nos salvará de las tempestades del mar agitado de este mundo y nos conducirá al puerto seguro de salvación. Sin ella pereceremos infaliblemente.
Día 10. La Cruz es el faro que ilumina nuestra inteligencia, nos habla del infinito amor de Dios y nos muestra el término de nuestra vida. Pensemos en lo que nos espera.
LA LANZADA
Día 11. Lanzada contra el Corazón de Cristo es la blasfemia, o la proferida por labios inmundos, o la declamada en la tribuna, o la impresa en el libro impío. ¡Aborrezcámosla!
Día 12. Lanzada contra el Corazón de Cristo es la inmoralidad que a tantas almas seduce y que se manifiesta en la falta de decoro en el hablar y vestir, en playa y espectáculos. ¡Alerta con ella!
Día 13. Lanzada contra el Corazón de Cristo es la impiedad, el desprecio que se hace de las cosas sagradas; la burla y el sarcasmo contra las mismas; la negación de las verdades y doctrinas de Jesús.
Día 14. Lanzada contra el Corazón de Cristo es la profanación que se hace impune y públicamente de los días del Señor; la omisión de la Santa Misa; el convertir los días santos en días de indiferencia y pecado.
Día 15. Lanzada contra el Corazón de Cristo son los odios que reinan hoy en el mundo, tan contrario a Aquel que vino a enseñarnos las dulzuras de la divina Caridad y amor entre todos.
Día 16. Lanzada contra el Corazón de Cristo son las persecuciones que sufre la Iglesia, salida del Costado del Divino Redentor, sobre todo los que sufre por parte de las naciones anticristianas.
Día 17. Lanzada contra el Corazón de Cristo es el ateísmo materialista y consumista que pretende hoy dominar el mundo, borrar de las inteligencias todo el orden sobrenatural y sumirlo en el abismo de la maldad.
Día 18. Lanzada contra el Corazón de Cristo son los sacrilegios como se cometen contra todo lo más santo y sagrado y en la recepción de los santos sacramentos indignamente recibidos.
Día 19. Lanzada contra el Corazón de Cristo es el desconocimiento que reina de la vida y doctrina de Jesús, incluso por parte de muchos cristianos, que lo son solamente de nombre, pero no en realidad.
Día 20. Lanzada contra el Corazón de Cristo es la condenación eterna de tantos hombres, que no han querido aprovecharse de la Divina Sangre, derramada misericordiosamente para su salvación.
LAS ESPINAS
Día 21. Espina para el Corazón de Jesús es la falta de una fe viva por parte de muchos que le aman y sirven, y le sirven casi a la fuerza y arrastrándose más que caminando, en la vida espiritual.
Día 22. Espina es la falta de conformidad con la voluntad de Dios, que hace murmurar de la Divina Providencia, cuando las cosas no suceden según el propio gusto o capricho.
Día 23. Espina es la falta de caridad que tienen los pudientes con los menesterosos. Siempre habrá pobres en el mundo; pero no habría de haber miserables. Jesús impone la caridad como ley suya.
Día 24. Espina es la falta de devoción que manifiestan muchos cristianos en sus mismas oraciones; y las irreverencias que cometen en los templos con su porte poco cristiano.
Día 25. Espina es para el Corazón de Jesús la falta de paciencia y dominio propio de muchos cristianos, que no saben sufrir la menor contrariedad sin quejarse o incomodarse.
Día 26. Espina es para el Corazón de Jesús la abundancia de comodidades de aquellos cristianos que se espantan con el solo nombre del sacrificio y nada hacen por amor de Jesús, que tanto sufrió por ellos.
Día 27. Espina es el exceso de amor propio que domina en tantos corazones que no pueden soportar el menor aviso o corrección, viviendo llenos de defectos.
Día 28. Espina es la mucha negligencia con que se hacen las cosas de Dios. Mientras algunos son todo actividad y energía para las cosas puramente temporales.
Día 29. Espina es la gran frialdad, causa de que muchos cristianos, por otra parte buenos, cometan muchos pecados veniales sin que traten de enmendarse de ellos.
Día 30. Espina es para el Corazón de Jesús ver la falta de cristianos en los templos y la abundancia de ellos en centros de diversiones mundanas. El Corazón de Jesús ama, y no es amado. ¿Qué haces tú?
LETANÍAS DEL SAGRADO 
CORAZÓN DE JESÚS
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Padre Eterno, Dios de los cielos, Ten piedad de nosotros
Dios Hijo, Redentor del mundo, Ten piedad de nosotros
Dios, Espíritu Santo, Ten piedad de nosotros
Santa Trinidad, un solo Dios, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Pa­dre, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, formado por el Es­píritu
Santo en el seno de la Virgen Madre, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, unido sustancial-
mente al Verbo de Dios, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, de majestad infinita, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, templo santo de Dios, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, tabernáculo del Al­tísimo, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, hoguera ardiente de caridad, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, asilo de justicia y de amor, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, Rey y centro
de todos los corazones, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, en quien están to­dos
los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, en quien habita
toda la plenitud de la divinidad, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, en quien el Padre
halló sus complacencias, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, de cuya plenitud
todos hemos recibido, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, deseo de los eter­nos collados, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, paciente
y de mu­cha misericordia, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, rico para
todos los que te invocan, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, fuente de vida y de santidad, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, propiciación
por nuestros pecados, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, saciado de opro­bios, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, despedazado
por nuestros delitos, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, perforado por una lanza, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, fuente de toda con­solación, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, víctima de los pecadores, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, salvación
de los que en ti esperan, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, esperanza
de los que en ti mueren, Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, delicia de todos los santos, Ten piedad de nosotros
Cordero de Dios, que quitas los pe­cados del mundo,
perdónanos, Se­ñor.
Cordero de Dios, que quitas los pe­cados del mundo,
escúchanos, Se­ñor.
Cordero de Dios, que quitas los pe­cados del mundo,
ten piedad de nosotros.
Jesús, manso y humilde de corazón,
haz nuestro corazón semejante al tuyo.
Oración
Dios todopoderoso y eterno, mira el corazón de tu amadísimo Hijo y las alabanzas y sa­tisfacciones que te dio en nombre de los pecadores, y concede propicio el perdón a los que imploran tu misericordia, en nombre de tu mismo Hijo Jesucristo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.
PARA EL DIA DEL SAGRADO CORAZON
CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA
A LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y MARÍA
Santísimos corazones de Jesús y María,
unidos en el amor perfecto,
como nos miráis con misericordia y cariño,
os consagramos nuestros corazones,
nuestras vidas,
y nuestras familias.
Conocemos que el ejemplo bello
de vuestro hogar en Nazaret fue un modelo
para cada una de nuestras familias.
Esperamos obtener,
con vuestra ayuda,
la unión y el amor fuerte y perdurable
que os disteis.
Que nuestro hogar esté lleno de gozo.
Que el afecto sincero, la paciencia, la tolerancia,
y el respeto mutuo
sean dados libremente a todos.
Que nuestras oraciones
incluyan las necesidades de los otros,
no solamente las nuestras.
Y que siempre estemos cerca de los sacramentos.
Bendecid a todos los presentes
y también a los ausentes,
tanto los difuntos como los vivientes;
que la paz esté con nosotros,
y cuando seamos probados,
concedednos la resignación cristiana
a la voluntad de Dios.
Mantened nuestras familias cerca
de vuestros Corazones;
que vuestra protección
especial esté siempre con nosotros.
Sagrados Corazones de Jesús y María,
escuchad nuestra oración.
Amén.

Nuestra Señora de la Luz

Señora nuestra, Santísima Virgen de la Luz,
llena de gracia y misericordia,
Madre de nuestro Señor y esperanza de los hombres,
tú eres luz que disipa la sombra y la adversidad de nuestras vidas;
tú eres la dulzura que deleita al corazón
y eres la poderosa Madre en quien espero y confío.

Ángeles de la patria celestial,
alabad por mi a la madre Santísima de la Luz.

Tierna Señora mía, en este día recíbeme por tuyo,
yo siempre estaré Señora, a tus santísimos pies;
yo daré a mi corazón la dicha de saludarte,
y yo renovaré el amor que desde hoy te ofrezco.

Madre y Señora, admite desde este momento mi persona
y dame en todo momento y situación tu protección,
aleja de mi todo peligro, guárdame, ampárame,
alúmbrame, compadécete de mi, y no permitas
que sea presa del demonio,
líbrame, aléjame de males, enfermedades y enemigos.

Derrama sobre mi el bálsamo suavísimo de tu amor,
haz que en todos mis hechos y palabras
te bendiga y llame Madre de la Luz;
y haz que, llevándote siempre conmigo,
pueda corresponder a tu amor de Madre y a tus favores
con mi entrega, agradecimiento y adoración,
como un hijo lo hace con su amadísima madre.

¡Oh María!, Virgen bendita,
las necesidades que tengo tú las sabes,

por ello te ruego de todo corazón: remédialas;
por el amor de tu Hijo muy amado,
ruega por mí, mírame con compasión

Amén.

¿Cómo se reza la Lectio Divina? El Papa Francisco te lo enseña, paso por paso

«Lectio Divina» significa, lectura divina en Latín. Es una antigua práctica que nos enseña a leer, meditar y vivir la Palabra de Dios. La historia nos cuenta que fue el Beato Guijo, el Cartujo, quién escribió las “etapas más importantes” de esta forma de meditar la palabra. No es una oración que tenga unas reglas fijas, pero sí algunas etapas importantes que nos irán guiando hacia un encuentro con el mensaje personal de Dios hacia nosotros a través de la Sagrada Escritura.
Estas etapas son cuatro: La Lectio, o lectura, de la palabra de Dios; la meditación de aquello que hemos leído; la oración (que es ese momento en que entramos en diálogo con Dios), y finalmente, la contemplación, etapa en la que nos abandonamos a los pensamientos santos. Es la etapa en la que dejamos atrás nuestros propios pensamientos y nos disponemos a escuchar la voz de Dios que habla dentro de nosotros.
La Lectio Divina puede hacerse individualmente o en grupo. Es a causa de eso último que la estructura se hace necesaria. Aquí te dejamos una forma de llevar a cabo esta meditación. Ésta, seguro, te ayudará en el crecimiento de tu relación con Dios.
«La lectura busca la dulzura de la vida bienaventurada, la meditación la encuentra, la oración la pide, la contemplación la saborea. La lectura es como un manjar sólido que uno se lleva a la boca, la meditación lo mastica y tritura, la oración le coge gusto, la contemplación es la misma dulzura que alegra y restablece. La lectura toca la corteza, la meditación penetra en la médula, la oración consiste en la expresión del deseo, y la contemplación radica en la delectación de la dulzura obtenida» (Beato Guigo el cartujo – Fragmento Sobre la vida contemplativa).

1. Preparación previa. Búsqueda de la lectura

Antes de empezar la Lectio es importante hacer un pequeño trabajo previo. Se trata de buscar el Evangelio del día correspondiente o otro que quieras meditar ese día o varios días, así como también citas y comentarios que te ayuden a profundizar en su comprensión y a preparar algunas preguntas para la reflexión personal. Lee varios comentarios con atención y busca sacar los puntos más importantes que te llamaron la atención. Luego de esto puedes disponerte a la oración en sí.

2. Señal de la Cruz

Comenzamos buscando un lugar y una posición adecuados para la oración. Lo siguiente (que puede resultar obvio, pero que es importante recordar) es que un católico empieza siempre sus oraciones con la Señal de la Cruz.

3. Oración Inicial

Existen muchas oraciones con las que podemos dar apertura a la Lectio Divina. Una sugerencia es invocar al Espíritu Santo para que nos ilumine y permita escuchar el mensaje que Dios nos quiere dar a través de su Palabra. Aquí te dejamos un ejemplo, pero en realidad la oración inicial la puedes construir con tus propias palabras.
«Señor mío, puesto en tu presencia quiero disponer mi corazón para este momento de oración. Envía tu Espíritu Santo para me ilumine y abra mi mente y corazón a todo lo que Tú me quieras decir hoy. Gracias, Señor, por alimentarme con tu Palabra».

4. Lectura bíblica

Es en este punto que se lee la lectura bíblica del Evangelio que previamente seleccionaste.Puede ser el Evangelio del día o el que tú has elegido para meditar. Es bonito poder leer la lectura directamente de la Biblia y hacerlo pausadamente para comprender lo que está escrito.

5. Lectura breve

Es en este punto en el que volvemos a dar lectura al comentario o reflexión sobre el Evangelio que hayamos encontrado y seleccionado en la preparación previa. Esta lectura breve tiene como objetivo ayudarte a profundizar su sentido y predisponerte a escuchar la voz de Dios.

6. Breve meditación personal

En este punto se hace silencio interior y propiamente empieza la meditación. La idea es que puedas profundizar en lo que este Evangelio tiene que ver con tu vida y acogerlo en el corazón. Aquí te dejamos algunas preguntas que pueden ayudarte en este paso:
1. ¿Qué me dice el Evangelio que he leído?
2. ¿Cómo ilumina mi vida?
3. ¿Qué rasgos de Jesús encuentro en él?
4. ¿Qué mensaje particular Dios me quiere hacer llegar?

7. Acción de gracias y peticiones personales

Para ir finalizando, y luego de haber meditado en la lectura bíblica, damos gracias a Dios por el momento vivido y le pedimos por nuestras intenciones. Es un momento libre, en el que elevas una oración a Dios desde la experiencia de encuentro que acabas de tener con Él, lo contemplas y permites que tu corazón entre en sintonía con su Palabra.

8. Oración final y consagración a María

Hemos llegado al final de nuestra Lectio. Como lo indicamos al principio del post, esta estructura no es rígida. Podemos terminar la Lectio con la oración de acción de gracias. Pero una forma muy linda de cerrarla, es consagrándonos a María y pidiendo su intercesión. Te sugerimos rezar un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria.

9. Señal de la Cruz

Habiendo terminado nuestra meditación, y luego de consagrarnos a María, terminamos de la misma manera en como empezamos, con la señal de la Cruz.

Para finalizar con este recurso te dejamos algunas páginas en las que puedes encontrar la lectura del Evangelio del día así como comentarios y recursos que te ayudarán en tu próxima Lectio Divina. ¡Esperamos te sean de mucha ayuda!: Mi vida en CristoCamino hacia DiosCiudad redondaDeiverbumEvangelio del díaDominicos.

Cómo experimentar la dulce presencia de Dios (un bellísimo Testimonio)



Esta noche lo he recordado. Lo que se siente experimentar la presencia de Dios. Por años lo busqué y no conocía el camino. Iba a tientas, como un ciego. Y no podía hallarlo. Me pasó como a muchos. Por eso me gusta tanto esta bella oración de san Agustín:
¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva,

tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo afuera,
y así por de fuera te buscaba; y, deforme como era,
me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste.

Tú estabas conmigo, más yo no estaba contigo.

Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que,
si no estuviesen en ti, no existirían.

Me llamaste y clamaste, y quebraste mi sordera;

brillante y resplandeciente, y curaste mi ceguera;
exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo;
gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti;
me tocaste, y deseo con ansia la paz que procede de ti

Sobre todo me impresiona esta parte:
“gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti”.
Dios se apiadó de mí, a pesar de mis muchos pecados y ofensas.
Para amar a Dios debes conocerlo y para conocerlo debes experimentar su presencia. No es lo mismo el conocimiento de Dios que “gustar de Él, experimentarlo, sentir su presencia amorosa”.
Me ocurrió hace más de 25 años. Estaba en la Universidad y era un poco despistado (bueno… aún lo soy) Conducía hacia la Universidad. Iba apurado para presentar un examen. De pronto, súbitamente sentí algo que me llenaba alma. Me cuesta aún hoy explicar ese momento.
No estaba rezando ni iba camino a la Iglesia. No lo pedí, no lo busqué, y tampoco lo esperaba. Yo sencillamente conducía el auto. Dios se hizo presente en ese momento y de alguna forma,  supe que era Él. Me mostraba su Amor, me decía que era importante para Él. Y esperaba más de mí.
Me inundó un amor tan grande, que se desbordaba. No tenía idea por qué ocurría, pero no quería que terminara. Seguí conduciendo. Y este amor siguió creciendo en mi interior. Me supe amado desde una eternidad.
No me recriminaron mis pecados, ni me enviaron a una misión, todo se trataba del Amor.
Aquello no duró más de quince minutos. Así como llegó se marchó, dejándome con deseos de saber qué había ocurrido. Me preguntaba qué hice para que esto pasara y me di cuenta que en realidad, no hice nada. Todo fue gratuidad de Dios. Amor a manos llenas.
Ahora que he recorrido un poco sus caminos, me he percatado que esas experiencias las puedo vivir una y otra vez, y que siempre estuvo a mi alcance, en la Eucaristía.
¡Qué bueno eres Señor!



Jueves de la séptima semana de Pascua


Libro de los Hechos de los Apóstoles 22,30.23,6-11. 

Queriendo saber con exactitud de qué lo acusaban los judíos, el tribuno le hizo sacar las cadenas, y convocando a los sumos sacerdotes y a todo el Sanedrín, hizo comparecer a Pablo delante de ellos.
Pablo, sabiendo que había dos partidos, el de los saduceos y el de los fariseos, exclamó en medio del Sanedrín: "Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos, y ahora me están juzgando a causa de nuestra esperanza en la resurrección de los muertos".
Apenas pronunció estas palabras, surgió una disputa entre fariseos y saduceos, y la asamblea se dividió.
Porque los saduceos niegan la resurrección y la existencia de los ángeles y de los espíritus; los fariseos, por el contrario, admiten una y otra cosa.
Se produjo un griterío, y algunos escribas del partido de los fariseos se pusieron de pie y protestaron enérgicamente: "Nosotros no encontramos nada de malo en este hombre. ¿Y si le hubiera hablado algún espíritu o un ángel...?".
Como la disputa se hacía cada vez más violenta, el tribuno, temiendo por la integridad de Pablo, mandó descender a los soldados para que lo sacaran de allí y lo llevaran de nuevo a la fortaleza.
A la noche siguiente, el Señor se apareció a Pablo y le dijo: "Animo, así como has dado testimonio de mí en Jerusalén, también tendrás que darlo en Roma".

Salmo 16(15),1-2a.5.7-8.9-10.11. 
Protégeme, Dios mío,
porque me refugio en ti.
Yo digo al Señor:
El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,

¡tú decides mi suerte!
Bendeciré al Señor que me aconseja,
¡hasta de noche me instruye mi conciencia!
Tengo siempre presente al Señor:

él está a mi lado, nunca vacilaré.
Por eso mi corazón se alegra,
se regocijan mis entrañas
y todo mi ser descansa seguro:

porque no me entregarás a la Muerte
ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro.
Me harás conocer el camino de la vida,
saciándome de gozo en tu presencia,

de felicidad eterna a tu derecha.



Evangelio según San Juan 17,20-26. 
Jesús levantó los ojos al cielo y oró diciendo:
"Padre santo, no ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí.
Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno
-yo en ellos y tú en mí- para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado, y que yo los amé cómo tú me amaste.
Padre, quiero que los que tú me diste estén conmigo donde yo esté, para que contemplen la gloria que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo.
Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te conocí, y ellos reconocieron que tú me enviaste.
Les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me amaste esté en ellos, y yo también esté en ellos".