lunes, 2 de octubre de 2017

Por la mañana, la tarde y la noche: 11 hábitos para cultivar la vida de oración

Permanecer en unión con Dios todo el día es más sencillo y espontáneo de lo que nos imaginamos...

Por la mañana

1 – Levántate temprano
Además de dar mucho más disposición física, despertar temprano es una forma de garantizar de 5 a 30 minutos de oración silenciosa enseguida de mañana, algo que da también mucha mayor disposición espiritual para el día. Programa el despertador en la noche y, cuando suene, levántate inmediatamente, sin enrollarte en la tentación natural de “un minutito más”. Haz de tu primera oración del día: la ofrenda espiritual a Dios del sacrificio de sacudir el sueño. Prueba durante un mes: es un plazo normalmente suficiente para crear un hábito.
2 – Haz a Dios el ofrecimiento de la mañana
Al levantarte de la cama, arrodíllate, hazte la señal de la cruz y ofrece tu día a Dios. Lleva sólo algunos segundos, pero hace gran diferencia a lo largo de todo el día. Haz la oración que prefieras: puede ser espontánea, puede ser un modelo de oración de la tradición de la Iglesia.
3 – Haz tu oración mental matutina
Muchas personas prefieren bañarse y vestirse antes de dedicarse a la oración mental, para hacerla con más concentración y mayor provecho. Puedes hacerla en casa o pasar por la iglesia cuando vayas de camino al trabajo – si es posible, por lo menos algunas veces al mes, intenta hacerla en una iglesia en que haya adoración eucarística.
No hay una duración determinada: pueden ser 5 minutos, puede ser media hora. Haz una oración silenciosa y personal, conversando con Dios. Habla con Él de tus necesidades y sueños, pero también agradece, reconoce los dones que Él te concede en las cosas simples de cada día, intercede por quien lo necesita, pide perdón por tus egoísmos, errores, pecados… Alábalo, adóralo, contempla su grandiosidad, sus misterios, su misericordia, su capacidad de decirnos algo incluso a través de los grandes desafíos que Él nos permite enfrentar. Medita sobre algún pasaje de las Sagradas Escrituras o sobre los escritos espirituales de algún santo. Gracias a Dios, opciones no faltan.

A lo largo del día

4 – Habla con Dios y con María a lo largo de tus tareas
Él está contigo todo el tiempo: es sólo cuestión de que lo recuerdes. Muchas veces, basta una mirada, un breve pensamiento… No siempre es necesario usar palabras para comunicarse con quien se ama.
Habla también con María, como un hijo lleno de confianza y cariño. Está claro que lo ideal es dedicar al rosario un tiempo de calidad y reconocimiento, pero si eso no fuera posible todos los días, que sepas que puede rezarse a lo largo de las actividades cotidianas. Mira las magníficas sugerencias de este artículo: 10 consejos sorprendentes para rezar el rosario conversando con María en el día a día.
5 – Reza alguna oración aprendida de memoria 
El tesoro de la Iglesia está lleno de bellas oraciones compuestas por grandes santos, incluso algunas en forma de poesía. Éstas son excelentes recursos para inspirarnos, elevarnos y unirnos a Dios, además de que nos puede ayudar también la oración mental del día siguiente. Entre los muchos posibles ejemplos, las poesías de san Juan de la Cruz o santa Teresa de Jesús, o el último párrafo de la célebre oración “Tarde te amé”, de san Agustín.
6 – Ofrece a Dios tus trabajos, estudios, sufrimientos, inquietudes, alegrías…
Todo se puede transformar en oración. La inspiradora síntesis de la vida de los monjes benedictinos que dice: “Ora et labora” – “Ora y trabaja”, incluso transformando el trabajo (y el estudio) en plegaria mediante su oferta a Dios con las más puras intenciones.
También la cruz es oración: grandes o pequeños, no dejes pasar en blanco tus sufrimientos y sacrificios. Únelos al sacrificio redentor de Jesús con amor y consciencia. Eso es oración transformada en vida.
Pon en las manos de Dios también tus preocupaciones, inquietudes, desasosiegos… San Agustín nos recuerda, en una de las frases más famosas de toda la historia del cristianismo: “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti”. Es junto a Él que recobramos la serenidad, la paz y la quietud.
Si el dolor puede ofrecerse a Dios, lo mismo vale para las alegrías: finalmente, Dios es la fuente de todo bien y, por lo tanto, de todas las legítimas alegrías de nuestra vida.
7 – Recógete en momentos de silencio  
Experimenta apagar la música, la televisión, el radio, los muchos ruidos de todos los días. Siente el silencio. Puede ser difícil al inicio, pero aprender a disfrutar del silencio es liberador y revelador. Si queremos oír a Dios primero tenemos que silenciar las cosas. Él no suele hablar alto…

Por la noche

8 – Agradece en familia por el día que Dios les concedió 
Todos los días contienen innumerables gracias de Dios, incluso esos días que parecen haber sido puro sufrimiento y vacío. Dios nos habla mediante una amplia variedad de acontecimientos, personas, experiencias – y todo ese aprendizaje, para ser asimilado y dar frutos, requiere momentos de reflexión compartidos con las personas a quienes amamos más. Hablar en familia, delante de Dios, sobre las lecciones e inspiraciones del día que pasó es una forma de oración y también de consolidar la propia relación familiar. Agradezcan juntos a Dios por esa oportunidad.
9 – Haz tu examen de conciencia 
Cada noche, antes de acostarte, ponte en la presencia de Dios y examina tu conciencia con calma, serenidad, confianza, humildad, honestidad. No escondas las cosas de ti mismo. Repasa en tu mente los diez mandamientos, los siente pecados capitales… ¿Qué puedes mejorar? Haz un acto de contrición. Si algún pecado fue grave, haz el propósito de confesarte. Abraza a Dios con confianza, pidiendo disculpas y pidiendo su gracia – no como un siervo que tiene miedo, sino como un hijo agradecido y con confianza en la misericordia, en la comprensión y la ayuda del Padre.
10 – Acuéstate cada noche a una misma hora  
Acostúmbrate a definir un horario fijo para dormir, para estar bien descansado a la mañana siguiente (y despertar temprano). Los hábitos estables son muy buenos para la salud del alma y también del cuerpo.
11 – Reza el Ave María cuando estés acostado en la cama 
Nuestra Madre nunca dejará de oír la oración de un hijo. Y el Ave María es mucho más maravillosa de lo que nos damos cuenta.

Oración a la Virgen María para derrumbar los muros


Haznos seguir el ejemplo de Francisco y Jacinta para vencer todas las fronteras...

Esta es una de las oraciones que el papa Francisco tiene previsto rezar durante su viaje a Fátima. Son unas palabras para dirigirse a María pidiéndole cambiar el mundo siguiendo la estela de los pastorcitos a los que ella se apareció en Fátima:

¡Oh clemente!, ¡Oh piadosa!,
Oh dulce Virgen María,
Reina del Rosario de Fátima
Haznos seguir el ejemplo de los bienaventurados
Francisco y Jacinta, y de todos los que se entregan
al mensaje del Evangelio.
Recorreremos así, todas las rutas,
seremos peregrinos de todos los caminos,
derrumbaremos todos los muros
y venceremos todas las fronteras,
saliendo hacia todas las periferias,
revelando ahí la justicia y la paz de Dios.
Seremos, en la alegría del Evangelio,
la Iglesia vestida de blanco,
de albura blanqueada en la sangre del Cordero
derramada en todas las guerras
que destruyen el mundo en que vivimos.
Y así seremos, como Tú,
imagen de la columna luminosa
que alumbra los caminos del mundo,
mostrándole a todos que Dios existe
que Dios está,
que Dios habita en medio de su pueblo,
ayer, hoy y por toda la eternidad.

Memoria de los Santos Ángeles Custodios


Libro del Exodo 23,20-23. 

Yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y te conduzca hasta el lugar que te he preparado.
Respétalo y escucha su voz. No te rebeles contra él, porque no les perdonará las transgresiones, ya que mi Nombre está en él.
Si tú escuchas realmente su voz y haces todo lo que te diga, seré enemigo de tus enemigos y adversario de tus adversarios.
Entonces mi ángel irá delante de ti y te introducirá en el país de los amorreos, los hititas, los perizitas, los cananeos, los jivitas y los jebuseos, y los exterminará.

Salmo 91(90),1-2.3-4.5-6.10-11. 
Tú que vives al amparo del Altísimo
y resides a la sombra del Todopoderoso,
di al Señor: «Mi refugio y mi baluarte,
mi Dios, en quien confío».

Él te librará de la red del cazador
y de la peste perniciosa;
te cubrirá con sus plumas,
y hallarás un refugio bajo sus alas.

No temerás los terrores de la noche,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que acecha en las tinieblas,
ni la plaga que devasta a pleno sol.

No te alcanzará ningún mal,
ninguna plaga se acercará a tu carpa,
porque Él te encomendó a sus ángeles
para que te cuiden en todos tus caminos.



Evangelio según San Mateo 18,1-5.10. 
En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?".
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos
y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.
El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial." 

Memoria de los Santos Ángeles Custodios


Libro del Exodo 23,20-23. 

Yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y te conduzca hasta el lugar que te he preparado.
Respétalo y escucha su voz. No te rebeles contra él, porque no les perdonará las transgresiones, ya que mi Nombre está en él.
Si tú escuchas realmente su voz y haces todo lo que te diga, seré enemigo de tus enemigos y adversario de tus adversarios.
Entonces mi ángel irá delante de ti y te introducirá en el país de los amorreos, los hititas, los perizitas, los cananeos, los jivitas y los jebuseos, y los exterminará.

Salmo 91(90),1-2.3-4.5-6.10-11. 
Tú que vives al amparo del Altísimo
y resides a la sombra del Todopoderoso,
di al Señor: «Mi refugio y mi baluarte,
mi Dios, en quien confío».

Él te librará de la red del cazador
y de la peste perniciosa;
te cubrirá con sus plumas,
y hallarás un refugio bajo sus alas.

No temerás los terrores de la noche,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que acecha en las tinieblas,
ni la plaga que devasta a pleno sol.

No te alcanzará ningún mal,
ninguna plaga se acercará a tu carpa,
porque Él te encomendó a sus ángeles
para que te cuiden en todos tus caminos.



Evangelio según San Mateo 18,1-5.10. 
En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?".
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos
y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.
El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial."