jueves, 3 de noviembre de 2016

El Señor de los Anillos, un modelo de iniciación en la fe Entrevista a Diego Blanco, autor de "Desvelando la parábola del Señor de los Anillos"


El Señor de los Anillos, un modelo de iniciación en la fe



Diego Blanco Albarova (Zaragoza, 1976) es, desde su adolescencia, un lector y un apasionado de la obra de Tolkien. Acaba de publicar “Un camino inesperado. Desvelando la parábola del Señor de los Anillos” (Editorial Encuentro), en el que explica el trasfondo católico de la popular obra
Para Tolkien, ser católico no es anecdótico, sino central en su obra.
Para él, por su historia, es lo más importante de su vida. Nació en el seno de una familia baptista, pero su madre se convirtió al catolicismo. Eso supuso un escándalo para toda la familia, que le negó toda ayuda cuando enviudó. Tolkien siempre pensó que su madre murió mártir, a los cuatro años de su conversión, debido al extremo sufrimiento que le costó hacerse católica.
También habla usted de la influencia del cardenal Newman.
Su madre, al morir, testó a favor de Francis Morgan, un sacerdote oratoniano que se convirtió en el tutor legal de Tolkien. Por cierto que el padre Morgan era de origen andaluz (nació en el Puerto de Santa María) y era nieto del fundador de las bodegas Osborne. Lo mandaron a estudiar a Inglaterra, donde se formó a los pies del cardenal Newman. La fe de Tolkien es la fe del cardenal Newman y eso se nota en su obra.
¿Cuál es el objetivo de su libro “Un camino inesperado”?
Intenta explicar el secreto que esconde el libro de Tolkien “El Señor de los Anillos”, que es una obra escrita para ser una parábola. Cuando lees la parábola del sembrador no estás leyendo los problemas que tiene el agricultor que desperdicia buena parte de sus semillas, sino que significa otra cosa, significa que la semilla es la palabra de Dios, etc. Pues Tolkien escribe de “elfos”, de “hobbits” o de “orcos”, con un lenguaje mitológico pero no significa lo que dice sino que significa otra cosa.
En su libro desarrolla el paralelismo de los personajes. Por ejemplo…
En primer lugar el enemigo, que es Sauron, el malo malísimo y para Tolkien solamente hay un malo: El Señor Oscuro. Según la mitología de Tolkien hay un único Dios que es Eru y alrededor de Eru viven una serie de seres angélicos, que son los Valar. Uno de éstos, el más hermoso, el más inteligente de todos, se rebeló contra este Dios único y fue expulsado a las tinieblas. Esto es exactamente igual que la tradición nos enseña de Luzbel, Lucifer. Este enemigo ha forjado un arma donde ha volcado la mayor parte de su poder. Con ese arma que es el anillo pretende esclavizar a toda la tierra. El personaje de Frodo, que ha heredado el anillo que tiene poder para seducirnos, somos cada uno de nosotros; y Gandalf, el mago, es imagen de la Iglesia que viene a sacarnos de la esclavitud de ese anillo poniéndonos en camino hacia el lugar donde se puede destruir que es un lago de lava (un “Mar Rojo”), símbolo del bautismo.
Hasta el Papa recomienda a Tolkien…
Siendo Francisco arzobispo de Buenos Aires, ya dijo que la fe es un camino y que un modo excelente de entender en qué sentido la fe es un camino es leer a Tolkien, porque el Papa es muy aficionado. Cada cosa que les pasa a los hobbits es muy importante porque refleja una etapa de la iniciación en la fe cristiana.
¿Para leer su libro hay que leer antes a Tolkien?
Hay casos muy simpáticos de gente que, cuando se ha leído mi libro, dice: «siento que ya me he leído “El Señor de los Anillos” y que soy un especialista en Tolkien». No hace falta que lo lean antes, porque yo voy explicando la obra. Eso sí, al acabarla, muchos compran los libros de Tolkien o las películas.

Jueves de la trigésima primera semana del tiempo ordinario


Carta de San Pablo a los Filipenses 3,3-8a. 

Porque los verdaderos circuncisos somos nosotros, los que ofrecemos un culto inspirado en el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, en lugar de poner nuestra confianza en la carne, aunque yo también tengo motivos para poner mi confianza en ella.
Si alguien cree que puede confiar en la carne, yo puedo hacerlo con mayor razón;
circuncidado al octavo día; de la raza de Israel y de la tribu de Benjamín; hebreo, hijo de hebreos; en cuanto a la Ley, un fariseo;
por el ardor de mi celo, perseguidor de la Iglesia; y en lo que se refiere a la justicia que procede de la Ley, de una conducta irreprochable.
Pero todo lo que hasta ahora consideraba una ganancia, lo tengo por pérdida, a causa de Cristo.
Más aún, todo me parece una desventaja comparado con el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él he sacrificado todas las cosas, a las que considero como desperdicio, con tal de ganar a Cristo.

Salmo 105(104),2-3.4-5.6-7. 
Canten al Señor con instrumentos musicales,
pregonen todas sus maravillas!
¡Gloríense en su santo Nombre,
alégrense los que buscan al Señor!

¡Recurran al Señor y a su poder,
busquen constantemente su rostro!
recuerden las maravillas que él obró,
sus portentos y los juicios de su boca!

Descendientes de Abraham, su servidor,
hijos de Jacob, su elegido:
el Señor es nuestro Dios,
en toda la tierra rigen sus decretos.


Evangelio según San Lucas 15,1-10. 
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo.
Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos".
Jesús les dijo entonces esta parábola:
"Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla?
Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría,
y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: "Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido".
Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse".
Y les dijo también: "Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla?
Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: "Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido".
Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte".