domingo, 26 de junio de 2016

Armenios, o sea, cristianos. El viaje del Papa a las raíces de la fe Explicamos el significado de los gestos que el Papa Francisco realizará en el país

Hay pueblos en Armenia donde, después de 80 años de comunismo y ateísmo, “las personas tienen aún el rosario en la mano y dicen: somos cristianos”. Donde en invierno, con la nieve y las callecitas cerradas, los curas hacen horas de camino a pie para celebrar una Misa. “Y a la gente le importa porque tiene fe”.
La fe es lo que encontrará el Papa Francisco en su visita “al primer país cristiano”, como dice el lema del viaje. Tres días, seis mil kilómetros, para sumergirse en esta fe.
El rector del Pontificio Colegio Armenio de Roma, padre Nareg Naamo, ha seguido de cerca los preparativos. La visita es “esperada tanto por el Estado como por las Iglesias apostólica y católica”. Entre otras cosas, una delegación de ambas Iglesias acudió a Roma para preparar la visita. El Papa se encontrará con el Catholicos Karekin II, jefe de la Iglesia apostólica armenia, ya el primer día. El último día, los dos firmarán una declaración conjunta, como ya sucedió hace 15 años en el transcurso del viaje de Juan Pablo II.
Entre la Iglesia católica y la apostólica “no existen ya los obstáculos de antes. No hay mucha diferencia doctrinal, excepto el primado del Papa”, explica el padre Naamo. Sobre todo entre los fieles y en la diáspora la unidad es ya un hecho. Pero a la pregunta si ha llegado el momento de una unidad también formal, la respuesta es “no comment”.
Armenia, subraya el padre Naamo “es la primera nación que asumió el cristianismo como religión de Estado” en el año 301. “Esta identidad cristiana se ha convertido en nuestra identidad: armenio es como decir cristiano”.
La fe llegó pronto, y fue bañada desde siempre por la sangre de los mártires: el mismo Gregorio el Iluminador, considerado el padre del renacimiento de la Iglesia armenia, padeció torturas y persecuciones. Para llegar a nuestros días, con el genocidio de 1915, y ahora las persecuciones de los cristianos por parte del autoproclamado Estado islámico.
“El genocidio y la fe están muy ligados – subraya el padre Naamo -. El genocidio se produjo porque éramos cristianos. Es una identidad que llevamos en la piel, la vivimos cada día”. Cruz y resurrección: “El nuestro Gólgota no acaba nunca, es una parte de la fe: sin cruz no hay resurrección, no hay sepulcro vacío. El pueblo armenio ha comprendido que para tener resurrección hay que pasar por la cruz”.
Y “ha constatado esta resurrección, hace 100 años pero también hoy” dice pensando en los cristianos del Oriente Medio  (entre los que hay muchos son de rito armenio, descendientes de quienes vivieron el genocidio). “Lo que vivimos hace cien años lo revivimos, aunque en otras circunstancias. La imagen es la misma: dejar todo y volver a empezar de nuevo”.
La fuerza viene precisamente de la identidad cristiana: “No podemos aceptar este Gran Mal sin la misericordia de Dios. A pesar del mal que hemos sufrido, este pueblo aún vive y no tenemos miedo porque somos hijos de la resurrección, tenemos esta esperanza”.
“La Iglesia armenia apostólica ha llamado santos a los 1,5 millones de mártires (del genocidio, ndr) y también nosotros lo creemos. Y también hoy hay gente que muere por su fe. Se tatúan la cruz en el cuerpo: aunque reneguemos, la cruz en nuestra piel habla. También esto es martirio”.
La visita del Papa Francisco “es ya una aceptación de toda nuestra historia. También a nivel internacional el Papa tiene un gran papel, y si visita Armenia significa que nos lleva en el corazón”. Francisco visitará los lugares sagrados que recogen la identidad y la historia de los armenios: el Tzitzernakaberd Memorial Complex, es decir, el lugar en que se custodia la memoria del genocidio, el monasterio de Khor Virap, donde fue hecho prisionero Gregorio el Iluminador, las catedrales católica y apostólica.
Probablemente habrá una visita no programada al orfanato de las religiosas armenias católicas de la Inmaculada Concepción en Guymri. En Yerevan habrá un encuentro ecuménico y una oración por la paz, mientras que en Etchmiadzin participará en la Divina Liturgia, a la que seguirá una comida ecuménica. “No hay nada más bello que un padre que visita a sus hijos – dice el padre Naamo -. Esta visita nos da mucha  fuerza y energía”.

CINCO PRESBÍTEROS DIOCESANOS CELEBRAN EL DÉCIMO ANIVERSARIO DE LA ORDENACIÓN SACERDOTAL










Los presbíteros Jesús Daniel González, Alberto Hernández, Aníbal Antonio Hernández, Anatael Medina y Gustavo Damián de la Rosa se encuentran celebrando el décimo aniversario de ordenación sacerdotal. Por tal motivo, a partir del lunes 27 de junio, se van a suceder una serie de celebraciones para pedirle al Señor por las vocaciones.
Cabe señalar que el viernes 1 de julio, en la parroquia de Nuestra Señora de la Salud, se celebrará una Eucaristía presidida por el padre paúl, José Luis Argaña, en la que concelebrarán todos referidos sacerdotes que han llegado a los diez años de ministerio presbiteral. La Misa comenzará a las 19:30 horas.

Papa Francisco propone 3 pilares sobre los que edificar la vida de todo cristiano Por Alvaro de Juana


El Papa lee la homilía en la Misa. Foto: Captura Youtube

En la homilía que pronunció en la plaza Vartanants en la ciudad de Gyumri, en Armenia, el Papa Francisco preguntó a los fieles “¿Qué es lo que el Señor quiere que construyamos hoy en la vida?” proponiendo 3 pilares sobre los que edificar y reconstruir la vida cristiana.
Memoria
Francisco explicó que “una gracia que tenemos que pedir es la de saber recuperar la memoria, la memoria de lo que el Señor ha hecho en nosotros y por nosotros: recordar que, como dice el Evangelio de hoy, él no nos ha olvidado, sino que se acuerda de nosotros: nos ha elegido, amado, llamado y perdonado”.
Pero “hay también otra memoria que se ha de custodiar: la memoria del pueblo”, y al pueblo armenio “no os ha dejado solos”. “Incluso en medio de tremendas dificultades, podríamos decir con el Evangelio de hoy que el Señor ha visitado a su pueblo: se ha acordado de vuestra fidelidad al Evangelio, de las primicias de vuestra fe, de todos los que han dado testimonio, aun a costa de la sangre, de que el amor de Dios vale más que la vida”, señaló.
Fe
El Pontífice subrayó que “la fe es también la esperanza para vuestro futuro, la luz en el camino de la vida”. “Existe siempre un peligro que puede ensombrecer la luz de la fe: es la tentación de considerarla como algo del pasado, como algo importante, pero perteneciente a otra época, como si la fe fuera un libro miniado para conservar en un museo”.
“Sin embargo, si se la relega a los anales de la historia, la fe pierde su fuerza transformadora, su intensa belleza, su apertura positiva a todos. La fe, en cambio, nace y renace en el encuentro vivificante con Jesús, en la experiencia de su misericordia que ilumina todas las situaciones de la vida. Es bueno que revivamos todos los días este encuentro vivo con el Señor”.
A los jóvenes les pidió que si Jesús llama “para seguirlo más de cerca, para entregar la vida por él y por los hermanos”, “no tengáis miedo, dadle vuestro sí”.
“Él nos conoce, nos ama de verdad, y desea liberar nuestro corazón del peso del miedo y del orgullo. Dejándole entrar, seremos capaces de irradiar amor. De esta manera, podréis dar continuación a vuestra gran historia de evangelización, que la Iglesia y el mundo necesitan en esta época difícil, pero que es también tiempo de misericordia”.
Amor misericordioso
“La vida del discípulo de Jesús se basa en esta roca, la roca del amor recibido de Dios y ofrecido al prójimo”, explicó el Pontífice. Por eso, “el rostro de la Iglesia se rejuvenece y se vuelve atractivo viviendo la caridad”.
“El amor concreto es la tarjeta de visita del cristiano: otras formas de presentarse son engañosas e incluso inútiles, porque todos conocerán que somos sus discípulos si nos amamos unos a otros”, dijo en la homilía.
Francisco aseguró que “estamos llamados ante todo a construir y reconstruir, sin desfallecer, caminos de comunión, a construir puentes de unión y superar las barreras que separan”. “Que los creyentes den siempre ejemplo, colaborando entre ellos con respeto mutuo y con diálogo, a sabiendas de que la única competición posible entre los discípulos del Señor es buscar quién es capaz de ofrecer el amor más grande”, pidió a los fieles armenios.
Por otro lado, el Pontífice recordó que “se necesitan cristianos que no se dejen abatir por el cansancio y no se desanimen ante la adversidad, sino que estén disponibles y abiertos, dispuestos a servir”.
Además, “se necesitan hombres de buena voluntad, que con hechos y no sólo con palabras ayuden a los hermanos y hermanas en dificultad; se necesitan sociedades más justas, en las que cada uno tenga una vida digna y ante todo un trabajo justamente retribuido”.

Deja a un lado las prisas y arrodíllate con serenidad Necesitamos cuidar más las corrientes que nos alimentan espiritualmente



Siempre me ha sorprendido el valor que tienen las pequeñas cosas de la vida. Pero muchas veces no las aprovecho. Sé que lo mejor que puedo hacer es disfrutar de esas pequeñas cosas de cada día.
Pero no sé bien por qué me encuentro exigiéndole a la vida lo que no me puede dar. Quejándome de lo que no tengo y deseando lo que no alcanzo.
Me turba la velocidad con la que corren los días y no sé sacarle todo el jugo a los minutos de mi reloj de arena. Las contrariedades. Los cambios de planes. Los imprevistos. Los pequeños fracasos. Y la bendita rutina que no siempre sé vivir con alegría.
A veces imagino un descanso soñado, ideal, en el que poder empezar de nuevo. Creo que seré más feliz en lugares paradisíacos, llenos de lujos y comodidades. Complico la vida queriendo ser más feliz, más pleno, con más paz. Y no sé pasarlo bien con las cosas más sencillas que poseo.
¿Cómo se puede vivir de una forma en la que todo me cause alegría? No lo sé. Me confundo. Debe ser un estilo de vida que no tengo. Mirar con otros ojos el día que se me abre en medio de mi rutina. En medio de las nubes grises percibir la luz del sol. Quiero hacerlo.
Comentaba Ángeles Caso: Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, en una persona amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada o todo
Tal vez yo también quiero vivir de esa forma. Disfrutando la vida. Valorando la vida. No quejándome por lo que no es tal y como yo soñaba. Con la serenidad grabada en el alma.
Decía el padre José Kentenich: Ya no nos tomamos tiempo para tener una vivencia serena de Dios. No podemos arrodillarnos serenos ante el Dios sereno. Corremos precipitadamente de una idea a otra. Debemos aprender a estar de nuevo serenamente de rodillas ante el Dios sereno”
Tiempo para descansar. Tiempo para Dios. Y no corriendo por la vida sin tiempo para nada. Dejar de mirar el reloj. Cultivar mi mundo interior.
Saber abandonarme como leía el otro día en medio de las dificultades: Al renunciar completa y definitivamente a todo control sobre mi vida y mi destino futuro, me liberaba de cualquier responsabilidad. Me liberaba de la angustia y la preocupación, de toda tensión, y podía flotar serenamente, con perfecta paz de espíritu, en la marea de la providencia divina que me sostenía”
Me gustaría tener el alma siempre serena. Saber que mi vida está en manos de Dios y descansar. Dejar de agobiarme por todos los imponderables que no controlo. Querer ser uno más y vivir la vida serenamente sin grandes pretensiones. No siempre lo logro. Pierdo la serenidad y me altero.
En ocasiones queremos que lleguen las vacaciones para tener más serenidad, más tiempo, más paz. Pero no siempre el descanso del verano me ayuda a tener paz interior. No van de la mano. Puedo vivir con ansiedad también en vacaciones. Puedo vivir angustiado en medio del descanso.
Quizás consista en dejar de mirar tanto hacia el exterior para posar la mirada en mi alma. Vaciarme de lo que me llena para que haya más silencio y paz en el pozo de mi vida.
¿Cómo se llena de agua ese interior mío a veces tan seco? ¿Dónde están esas corrientes que me llenan? Tengo que cuidar más las corrientes que me alimentan.
Decía el Padre Kentenich sobre el descanso: Estoy convencido de que no se descansa no haciendo nada. Nuestras vacaciones no deben consistir en no hacer nada, sino en un sano cambio de actividades. El hombre busca una ocupación creativa. Si observamos el trabajo del niño, su juego, comprobaremos una característica: la tranquilidad. En el juego, el niño trabaja con tranquilidad. Se entrega a un juego concreto como si fuese el único que existiese
Cambiar de ocupación y vivirla con tranquilidad, con paz en el alma, centrado en lo que tengo delante.
Quiero optar y elegir bien qué caminos sigo, qué amistades frecuento, qué cosas leo, qué veo, a quién sigo. En mis elecciones se esconde el sentido de mi vida.
Quiero seguir a un Dios sereno, que le dé serenidad al alma. Un Dios en el que descansar. Porque estoy cansado. La vida, los meses, el trabajo, el día a día.
Me alegra ese Dios sereno que me enseña a ver las cosas pequeñas de mi vida y alegrarme con ellas. Esos pequeños detalles que todo lo cambian.