domingo, 10 de mayo de 2020

6 textos (para sacerdotes) de san Juan de Ávila para descubrir la presencia de Jesús en medio del coronavirus

  • En el día que la Iglesia recuerda a uno de sus doctores, su doctrina mística sigue estimulando la fe de los fieles


Las celebraciones en las diócesis en torno a este 10 de mayo –más siendo V Domingo de Pascua– por san Juan de Ávila, patrono del clero secular español,se reducen a su mínima expresión en lo que reuniones sacerdotales se refiere. El confinamiento por el coronavirus –y para una buena parte la preparación de la vuelta a los templos– es una ocasión para repasar algunos de los textos del apóstol de Andalucía, el maestro de Ávila.

“Juan, sacerdote diocesano en los años del Renacimiento español, participó en la ardua tarea de la renovación cultural y religiosa de la Iglesia y de la unidad social en los albores de la modernidad. Su figura es de relevante importancia y actualidad a la luz del proyecto de la Nueva Evangelización”, digo Benedicto XVI al presentarlo como doctor de la Iglesia. Repasando ahora su mensaje, fundamentalmente el dirigido a los sacerdotes leemos sus recomendaciones en clave de pandemia.
Juan de Ávila nació el 6 de enero de 1499 (o 1500) en Almodóvar del Campo (Ciudad Real), para cumplir su deseo de ser misionero en México vende todo – es hijo único de familia muy rica– y lo reparte entre los pobres. Recorre los caminos de Andalucía y Extremadura, siendo cura de Córdoba, donde se asienta y reside por largo tiempo. Montilla es la sede de su última etapa, 17 años. Montilla será el lugar desde donde escribe, aconseja, alienta, dirige espiritualmente. Allí muere el 10 de mayo de 1569.

1. Memoria de consolación

“Señor… encumbraste tu amor, que no tiene tasa, y ordenaste por modo admirable cómo, aunque te fueses al cielo, estuvieses acá con nosotros; y esto fue dando poder a los sacerdotes para que con las palabras de la consagración te llamen, y vengas tú mismo en persona a las manos de ellos, estés allí realmente presente, para que así seamos participantes en los bienes que con tu Pasión nos ganaste; y le tengamos en nuestra memoria con entrañable agradecimiento y consolación, amando y obedeciendo a quien tal hazaña hizo, que fue dar por nosotros su vida”. (‘Tratado del Sacerdocio’, 25).

2. Cristo, confinado por amor

“Cristo está como encerrado en un sagrario y encarcelado… por el grande amor que nos tiene. El mismo se deja prender… en cárcel de amor. Quítale el amor con que allá está, y verás que es incomportable estar donde está” (Sermón 43, 383).

3. Manos limpias

“¡Cuánto se enternece el corazón de un buen sacerdote cuando, teniendo al Hijo de Dios en sus manos, considera en cuán indignas manos está, comparándose con las manos de Nuestra Señora! Y, cierto, no se pudo hallar espuela que así aguijase e hiciese correr a un sacerdote el camino de la perfección, como ponerle en sus manos al mismo Señor de cielos y tierra que fue puesto en las manos de una doncella en la cual Dios se revió, dotándola y hermoseándola de innumerables virtudes” (‘Tratado del sacerdocio’, 21).

4. Purificación continua

“La mejor prenda que tenía te dejó cuando subió allá, que fue el palio de su carne preciosa en memoria de su amor” (‘Tratado del Amor de Dios’, 14, 544).

5. Ofrenda de vida

“Y ofreciéndote a sí de esta manera, haces al Señor más señalados servicios en esto que si mil mundos le dieses … Él mismo se ofrece a Dios en recompensa de que el mismo” Dios se da a Él (Sermón 43, 677 ss).

6. Paciencia de padre

“¡Oh maravilloso trueco el que con nosotros, Señor, heciste! Tomaste de nosotros nuestra flaca y mortal humanidad, dístenos en su lugar tu admirable y excelentísima dignidad. Verdaderamente todo el tesoro de tu gracias derramaste sobre nosotros, y abierto el corazón que tenías de padre, rompiste las venas de tu excelentísima caridad y dejástelas correr sobre nosotros” (‘Meditación del beneficio que nos hizo el Señor’).

Lecturas del Domingo 5º de Pascua - Ciclo A

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6,1-7):

EN aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, porque en el servicio diario no se atendía a sus viudas. Los Doce, convocando a la asamblea de los discípulos, dijeron:
«No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos del servicio de las mesas. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea; nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra».
La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo; a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando.
La palabra de Dios iba creciendo y en Jerusalén se multiplicaba el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 32,1-2.4-5.18-19

R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti

Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas.  R/.

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.  R/.

Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.  R/. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (2,4-9):

QUERIDOS hermanos:
Acercándoos al Señor, piedra viva rechazada por los hombres, pero elegida y preciosa para Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción de una casa espiritual para un sacerdocio santo, a fin de ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios por medio de Jesucristo.
Por eso se dice en la Escritura:
«Mira, pongo en Sion una piedra angular, elegida y preciosa;
quien cree en ella no queda defraudado».
Para vosotros, pues, los creyentes, ella es el honor, pero para los incrédulos «la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular», y también «piedra de choque y roca de estrellarse»; y ellos chocan al despreciar la palabra. A eso precisamente estaban expuestos.
Vosotros, en cambio, sois un linaje elegido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las proezas del que os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa.

Palabra de Dios

Evangelio

Evangelio según san Juan (14,1-12), del domingo, 10 de mayo de 2020
Lectura del santo evangelio según san Juan (14,1-12):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice:
«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde:
«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre».

Palabra del Señor