viernes, 9 de febrero de 2018

¿Cómo se combate la corrupción? Vídeo del Papa para Febrero

La corrupción no se combate con el silencio

Cerrar los ojos ante la corrupción que nos invade no sirve de nada. Si queremos acabar con ella, con esa corrupción que causa tanto daño en el mundo, mirémosle a la cara y hablemos claro, como hace el Papa Francisco.
“¿Qué hay en la raíz de la esclavitud, del desempleo, del abandono de los bienes comunes y la naturaleza? La corrupción, un proceso de muerte que nutre la cultura de la muerte. Porque el afán de poder y de tener no conoce límites.
La corrupción no se combate con el silencio. Debemos hablar de ella, denunciar sus males, comprenderla para poder mostrar la voluntad de hacer valer la misericordia sobre la mezquindad, la belleza sobre la nada Pidamos juntos para que aquellos que tienen un poder material, político o espiritual no se dejen dominar por la corrupción.”


Por la Red Mundial de Oración del Papa (Apostolado de la Oración – http://www.oraciondelpapa.net). Si quieres ver más vídeos sobre las intenciones del Papa los encontrarás en http://www.elvideodelpapa.org

¿Qué es y para qué sirve la dirección espiritual?


Sinceridad, humildad y docilidad, virtudes para ejercitar en la dirección espiritual

La dirección espiritual es un medio que nos ayuda a buscar a Dios en todas las realidades de nuestra vida, facilitándonos la correspondencia a la gracia y la identificación con Cristo
La dirección espiritual es una relación estable entre una persona ejercitada en la vida espiritual y otra que busca doctrina, consejo y aliento para progresar, y para ese fin manifiesta sinceramente sus disposiciones interiores.
La dirección espiritual existe para facilitarle a la persona la correspondencia a la gracia y su identificación con Cristo. Engarza la gracia de Dios con la correspondencia personal. Dios cuenta, de ordinario, con esa mediación humana; es parte de su mecanismo para hacernos santos, para aprender a luchar y a no distraernos con cosas accidentales, ya que: “Todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad” (Lumen Gentium, 40).
Escribe un experto: “Conviene que conozcas esta doctrina segura: el espíritu propio es mal consejero, mal piloto, para dirigir el alma en las borrascas y tempestades, entre los escollos de la vida interior. Por eso es Voluntad de Dios que la dirección de la nave la lleve un Maestro, para que, con su luz y conocimiento, nos conduzca a puerto seguro”. (J. Escrivá de Balaguer, Camino, n. 59.).
“El hombre, llamado a la bienaventuranza, pero herido por el pecado, necesita la salvación de Dios. La ayuda divina le viene en Cristo por la ley que lo dirige y en la gracia que lo sostiene” (Catecismo de la Iglesia Católica, núm. 1949). La Ley nueva es ley de amor, de gracia y de libertad. Dios escribió en las tablas de la Ley lo que los hombres no leían en sus corazones (San Agustín, Sal. 57,1).
La libre iniciativa de Dios exige la respuesta libre del hombre, porque Dios creó al hombre a su imagen concediéndole, con la libertad, el poder de conocerle y amarle. El alma sólo libremente entra en la comunión del amor (CDC 2002).
Todo el arte de la dirección espiritual está en lograr que el alma quiera identificarse con Jesucristo. Ser santo es ser otro Cristo. A veces no entendemos las directrices que nos facilitan porque no nos han explicado su relación con ser como Cristo. No se trata de cumplir una serie de ritos, sino de corresponder a un amor eterno. Si no se quiere ser Cristo, todo resulta incómodo.
La dirección espiritual lleva a que la persona comprenda qué supone la fidelidad en su vida diaria. ¿Qué es fidelidad? un proceso ascendente para enamorarse más y más de Dios, por medio de la acción del Espíritu Santo. El amor es creciente, sino, no se puede hablar de fidelidad. Dios nos pide un amor total, exclusivo, pero no excluyente, y unificado.
Amor total es amar a Dios sobre todas las cosas, y amarle “con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” (Mateo 22, 37; cf Deuteronomio 6,5). Dios nos amó primero. El ser humano tiende a dividirse; en la dirección espiritual se le ayuda a buscar a Dios en todo, a dejar que la gracia penetre en todas las esferas de la vida.
Amor exclusivo significa que se ama a los demás porque se ama a Dios, y no se le cambia por otra cosa. Todas las cosas son para amar más a Dios. Que no se consienta en cosas que son descamino para ir a Dios. Lo único que puede dar unidad a la vida es amar. El amor a Cristo es capaz de dar unidad a todo, incluso al sacrificio y a las catástrofes. El amor soporta el dolor, lo integra a su vida.
Las virtudes que se han de ejercitar en la dirección espiritual son, fundamentalmente, la sinceridad, la humildad y la docilidad. Hemos de decirlo todo, sino el camino se enreda. Tener unidad de vida implica querer que nos conozcan. Hablar de fe, pureza, oración, penitencia, apostolado, desprendimiento, trabajo, estudio, cumplimiento del deber, caridad, amor a la Cruz, sobriedad, posibles resentimientos…
Cristo invitó a la fe y a la conversión. Dios quiere nuestra conversión y ésta exige el reconocimiento del pecado. Jesús nos dice: “Pobres pecadores. No os alejéis de mí; no os reprenderé vuestros crímenes, no os echaré en cara vuestros pecados, lo que haré será lavaros con la Sangre de mis llagas; no temáis, Venid a mí… ¡No sabéis cuánto os amo!” (Josefa Menéndez, Un llamamiento al Amor, 349). “Mientras el hombre cuente con un instante de vida, aun tiene tiempo de recurrir a la misericordia y de implorar el perdón” (Ibídem, 406).
Artículo originalmente publicado por encuentra.com

Viernes de la quinta semana del tiempo ordinario


Primer Libro de los Reyes 11,29-32.12,19. 

En cierta ocasión, Jeroboám salió de Jerusalén y lo encontró en el camino el profeta Ajías, de Silo; este iba cubierto con un manto nuevo, y los dos estaban solos en el campo.
Ajías tomó el manto que llevaba encima y lo desgarró en doce pedazos.
Luego dijo a Jeroboám: "Toma para ti diez pedazos, porque así habla el Señor, el Dios de Israel: Yo voy a desgarrar el reino que Salomón tiene en su mano, y te daré las diez tribus.
Una sola tribu será para él, por consideración a mi servidor David y a Jerusalén, la ciudad que yo elegí entre todas las tribus de Israel.
Fue así como Israel se rebeló contra la casa de David hasta el día de hoy.

Salmo 81(80),10-11ab.12-13.14-15. 
No tendrás ningún Dios extraño,
no adorarás a ningún dios extranjero:
yo, el Señor, soy tu Dios,
que te hice subir de la tierra de Egipto.

Pero mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel no me quiso obedecer:
por eso los entregué a su obstinación
para que se dejaran llevar por sus caprichos.

¡Ojalá mi pueblo me escuchara,
e Israel siguiera mis caminos!
Yo sometería a sus adversarios en un instante,
y volvería mi mano contra sus opresores.


Evangelio según San Marcos 7,31-37. 
Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis.
Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos.
Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua.
Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: "Efatá", que significa: "Abrete".
Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente.
Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban
y, en el colmo de la admiración, decían: "Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos".