martes, 9 de mayo de 2017

¿Por qué los sacerdotes llevan albas blancas?



Antiguamente, esta prenda la usaban, además de los curas, los nuevos bautizados

La palabra alba, que se refiere a un vestido que el sacerdote se lleva debajo de la casulla, proviene del latín alba, que significa “blanco”. El alba es tradicionalmente una prenda de lino blanco y data de los comienzos del cristianismo en el Imperio Romano.
Al principio era similar a la túnica blanca ordinaria usada por los romanos y los griegos, pero rápidamente se asoció al rito del Bautismo.
En los primeros siglos de la Iglesia, hombres y mujeres (separados por género) eran bautizados completamente desnudos, dejando de lado simbólicamente su antiguo modo de vida antes de entrar en la fuente bautismal. Luego, después de salir de la fuente, los recién bautizados recibían una prenda blanca, simbolizando su nuevo nacimiento en Cristo.
Esta ceremonia de la ropa todavía se conserva en el rito bautismal moderno, donde el sacerdote recita una oración mientras que coloca una prenda blanca (o una estola blanca) en el niño.
N., te has convertido en una nueva creación,
y te has revestido de Cristo.
Mira en esta prenda blanca el signo exterior de tu dignidad cristiana.
Con tu familia y amigos para ayudarte con la palabra y el ejemplo,
lleva esa dignidad sin mancha
a la vida eterna del cielo.

Se enseña que todos los bautizados están vestidos con una “vestidura de bodas” espiritual y cuando morimos, (por la gracia de Dios) la presentamos sin mancha a Dios. Esta prenda blanca simboliza nuestra preparación para la fiesta de las bodas del Cordero (alias cielo).
Los recién bautizados usaban el alba durante la primera semana después de Pascua, ofreciendo un testimonio público de su recién descubierta fe en Cristo. El segundo domingo de Pascua, conocido como in albis (deponendis) era el domingo en que se dejaban ya las prendas blancas y volvían a usar ropa normal.
En la Inglaterra medieval, los recién bautizados llevaban sus ropas blancas a lo largo de la Pascua, y no las dejaban hasta Pentecostés, fiesta que todavía se conoce como Whitsunday (“Domingo Blanco”) en la costumbre inglesa.
Durante los siglos siguientes en la Iglesia, el alba se asoció cada vez más a las vestiduras sacerdotales. Se conserva el simbolismo, recordando al sacerdote su bautismo, pero también con una dimensión añadida.
Según la Oficina de Celebraciones Litúrgicas, el alba “recuerda la ropa nueva e inmaculada que cada cristiano ha recibido a través del Bautismo. El alba es, por lo tanto, un símbolo de la gracia santificante recibida en el primer sacramento y también se considera un símbolo de la pureza del corazón, necesaria para entrar en el gozo de la visión eterna de Dios en el cielo.
Antes de ponerse la alba, el sacerdote dice una oración que recuerda este simbolismo y contiene una referencia a Apocalipsis 7, 14 (Hazme blanco, oh Señor, y limpia mi corazón, que siendo blanco en la Sangre del Cordero Puede merecer una recompensa eterna).
Bajo la legislación actual, el alba ha sido devuelta a un uso más común en la Iglesia y es una vestidura opcional para los ministros laicos que tienen un papel en la misa (como lector o servidor). Este desarrollo reciente ha intentado reconectar el alba con su uso original como una vestidura de los bautizados.

Sexto Día de la Novena a la Virgen de Fátima


Ofrecimiento para todos los días
¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman.
¡Oh santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y os ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que El es ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.
Oración preparatoria
Oh santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras almas. Así sea.
Oración de este día
¡Oh santísima Virgen María, refugio de los pecadores!, que enseñaste a los pastorcitos de Fátima a rogar incesantemente al Señor para que esos desgraciados no caigan en las penas eternas del infierno, y que manifestaste a uno de los tres que los pecados de la carne son los que más almas arrastran a aquellas terribles llamas. Infundid en nuestras almas un gran horror al pecado y el temor santo de la justicia divina, y al mismo tiempo despertad en ellas la compasión por la suerte de los pobres pecadores y un santo celo para trabajar con nuestras oraciones, ejemplos y palabras por su conversión.
Oración final
¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del santísimo rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Martes de la cuarta semana de Pascua


Libro de los Hechos de los Apóstoles 11,19-26. 

Los que se habían dispersado durante la persecución que se desató a causa de Esteban, llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, y anunciaban la Palabra únicamente a los judíos. 
Sin embargo, había entre ellos algunos hombres originarios de Chipre y de Cirene que, al llegar a Antioquía, también anunciaron a los paganos la Buena Noticia del Señor Jesús. 
La mano del Señor los acompañaba y muchos creyeron y se convirtieron. 
Al enterarse de esto, la Iglesia de Jerusalén envió a Bernabé a Antioquía. 
Cuando llegó y vio la gracia que Dios les había concedido, él se alegró mucho y exhortaba a todos a permanecer fieles al Señor con un corazón firme. 
Bernabé era un hombre bondadoso, lleno del Espíritu Santo y de mucha fe. Y una gran multitud adhirió al Señor. 
Entonces partió hacia Tarso en busca de Saulo, 
y cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía. Ambos vivieron todo un año en esa Iglesia y enseñaron a mucha gente. Y fue en Antioquía, donde por primera vez los discípulos recibieron el nombre de "cristianos". 

Salmo 87(86),1-3.4-5.6-7. 
¡Esta es la ciudad que fundó el Señor
sobre las santas Montañas!
El ama las puertas de Sión
más que a todas las moradas de Jacob.
Cosas admirables se dicen de ti,

Ciudad de Dios.
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre aquellos que me conocen;
filisteos, tirios y etíopes han nacido en ella.»
Así se hablará de Sión:
«Este, y también aquél,
han nacido en ella,

y el Altísimo en persona la ha fundado.»
Al registrar a los pueblos, el Señor escribirá:
«Este ha nacido en ella.»
Y todos cantarán, mientras danzan:

«Todas mis fuentes de vida están en ti.»



Evangelio según San Juan 10,22-30. 
Se celebraba entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno,
y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón.
Los judíos lo rodearon y le preguntaron: "¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si eres el Mesías, dilo abiertamente".
Jesús les respondió: "Ya se lo dije, pero ustedes no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí,
pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas.
Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen.
Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos.
Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre.
El Padre y yo somos una sola cosa