domingo, 19 de marzo de 2017

¿Es Bella una princesa católica?


Las 5 lecciones de una protagonista atípica con grandes valores

Todas tenemos una princesa de Disney favorita. La mía siempre ha sido la Bella pero nunca me había puesto a pensar realmente por qué. Con todo el alboroto del estreno de la versión humana con Emma Watson, me di a la tarea de hacerlo y descubrí que es porque hay muchos valores en ella con los que me identifico como mujer y como católica.
1. Es luz en la oscuridad
La Bella llegó al castillo de la Bestia para romper más que un hechizo. Aunque él no la trató bien en un principio y a pesar de sus circunstancias de encierro, ella fue siempre amable con todos y luego no dudó en quedarse con la Bestia y curarla al ver que había sido atacada por lobos.
Antes de su presencia, el castillo era un lugar sombrío y triste. Después se convirtió en un espacio alegre de baile, lectura y hasta cantos. Y es que ella le devuelve la fe y esperanza a todos. Incluso, motivó a la Bestia a cuidar de su aspecto, a mejorar sus modales al comer y hasta a redecorar la biblioteca del castillo, convirtiéndolo en un mejor sitio para vivir para todos. 
2. El valor de la familia
Bella no sólo apoyó siempre a su padre en sus inventos sino que fue capaz de sacrificar su propia libertad por la de él.  Y posteriormente, cuando vio a través del espejo que su papá la necesitaba, aun ya teniendo sentimientos por la Bestia, se fue del castillo a buscarlo en el bosque y le dio todos los cuidados necesarios para su recuperación. 

3. El sentido de justicia
Bella es una mujer curiosa y siempre trata de investigar y verle las dos caras de la moneda a las cosas antes de crearse un juicio de valor. Su persecución de la verdad y lo justo alcanza su clímax cuando, al ver que los habitantes de su villa quieren linchar a la Bestia por las intrigas de Gastón, hace todo lo posible para escapar del sótano donde la encerraron y enseguida se monta en su caballo para defender a la Bestia sin pensar o guardar rencor por lo que ésta le había hecho antes a ella y su padre.
4. La belleza interior
Es el valor más evidente pero no por eso menos importante. Ya en los primeros cinco minutos del film lo aprendemos, pues el príncipe -que era muy egoísta, poco amable y malcriado- es convertido en Bestia justamente porque rechaza a una anciana (que en realidad era una hechicera) por su aspecto, quien le ofrecía una rosa a cambio de hospedaje en una noche fría y le advertía que no se dejara llevar por las apariencias. 
Bella sí se guió siempre por su corazón y se enamora de la Bestia por cómo es y no por cómo luce, algo que el vanidoso Gastón nunca logra aceptar y por eso tiene ese final tan trágico.

5. El poder del amor 
La única manera de romper la maldición de la Bestia era logrando que él amara alguien y esta persona lo amara de vuelta. Es una historia que habla de redención y reconciliación (sobre todo con uno mismo cuando se ha obrado mal). La Bestia sólo se convierte en humano cuando aprende a amar y es el motor que mueve toda la historia hacia la felicidad de todos sus personajes. 
En general creo que todas las películas de Disney tienen valores muy bonitos (como que el bien siempre gana) y aspectos mucho más profundos que simples historias infantiles. 
Algunos ven a las princesas de Disney como malos ejemplos de mujeres que buscan la salvación en un príncipe, pero si indagamos un poquito más, podemos encontrarnos con sorpresas tan “bellas” como ésta.



Nena Daconte, cantante: “Lo cool es ser ateo, pero yo creo en Dios y voy a misa. Y cuanto más voy a misa, más creo en Dios; y cuánto más rezo, más fe tengo”

“He tenido épocas duras en las que no he creído en Dios, o estaba enfadada con Él. Me gusta ir a misa de niños con mis hijos y oír que Dios es mi amigo, y que si no quedo con Él, se enfría la fe, como en cualquier relación. Dios me da fuerza. Cuando pasan cosas malas, o que parecen imposibles de afrontar, al rezar vuelvo a recuperar la energía y la confianza en Él.  Rezo las oraciones que me sé y hablo con Él de mis cosas. Lo que sí he cambiado ha sido que, en lugar de pedir y pedir, ahora doy gracias a Dios por lo que tengo. Eso me hace tener una visión más positiva y realista de la vida”
12 de marzo de 2017.- (José Antonio Méndez / Revista Misión Camino Católico)  Fue Disco de Oro y sus canciones tienen millones de visitas en YouTube. Pero hace cinco años se atrevió a hablar públicamente contra el aborto, y la oleada de críticas fue tal que decidió alejarse de los escenarios. Tampoco ayudaron los excesos a los que le llevó la fama. Ahora, Nena Daconte prepara su vuelta con un nuevo disco, que no habría salido a la luz sin el apoyo de sus padres, de su marido, de sus hijos… y de Dios.
Que levante la mano quien no haya tarareado “Tenía tanto que darte”, o “En qué estrella estará”, que incluso fue banda sonora de la Vuelta Ciclista a España en 2006. Su autora, Mai Meneses, conocida como Nena Daconte, pasó de ser Disco de Oro al anonimato, tras sufrir una tremenda presión por cantar, en 2012, en un acto a favor del derecho a la vida. Cinco años después y con dos hijos que, dice, “me han enseñado a madurar y a que me importen un bledo las críticas”, ultima su nuevo disco.
Habla como canta: con una naturalidad próxima a la candidez y un optimismo no exento de melancolía. Su familia, la fama, el trabajo, o cosas que nunca había contado en una entrevista, como su fe o los problemas de salud que padeció cuando se le fue la mano “con… de todo” son las notas con que interpreta esta entrevista, salpicada de sonrisas.

- Mi hijo de cinco años no sabe que estudió Derecho, ni que viene de una familia de notarios, pero cuando le planteé qué le preguntaría él, me dijo: “¿Y por qué a ella le gusta cantar?”
- [Ríe] Porque me relaja muchísimo. Cuando tenía seis años empecé a ir a clase de canto, y mi profesora estaba casada con un mulato que se paseaba con un tití en el hombro. Al verlo, pensaba: “¡Oooh, dedicarse a la música tiene que ser guaaay!”. En realidad, hasta que no entré en Operación Triunfo –que para mí fue “Operación Fracaso”, porque me expulsaron la primera de la segunda edición– no tenía ni idea de esta profesión. Para mí cantar es un camino que me hace mejor persona, tanto en bondad como en sabiduría.
- Explíqueme esto mejor... 
- He llegado a la conclusión de que, cuanto más cerca estoy de mi interior, más llega lo que canto. A mí me gusta meter voz y hacer virguerías, y resulta que eso no llega, sino que mi música toca cuando meto lo más íntimo.
- Ha sido varias veces Número 1 en ventas, es Disco de Oro, algunas de sus canciones tienen millones de visitas en YouTube… ¿Cuesta mantener la cabeza fría al alcanzar la fama?
- Es difícil. Yo me volví superinsegura. En lugar de pensar en las circunstancias que me habían llevado ahí, escuchaba mis canciones y pensaba: “No son tan buenas; no merezco tanto”. La verdad es que lo pasé mal. Pero el tiempo y la maternidad me ha hecho separarme de todo y volver al escenario con una seguridad que ojalá hubiese tenido antes.
- Acaba de actuar en dos conciertos solidarios, en Aranjuez y en la Universidad Francisco de Vitoria, y colabora con causas benéficas. ¿Por qué?
- Me gusta ayudar, me da alegría y satisfacción. Como artista es lo menos que puedo hacer. No tengo tiempo para ser voluntaria y dedicarme a ayudar sobre el terreno, así que cuando me piden ayuda, investigo qué hace esa fundación o esa ONG, y me implico. Cantaría gratis todos los días, pero hay que comer.
- También cantó en una marcha provida en 2012. Lo políticamente correcto hubiera sido posicionarte a favor del aborto. ¿Por qué se arriesgó? 

- Uno de los organizadores de aquel acto anunció que yo actuaría antes de que lo hubiese confirmado. Cuando salió en los medios, mucha gente me llamó para decirme: “¡No cantes! Escribe un comunicado y di que ha sido un error”. Otros, de la profesión, me decían: “Como estás embarazada, invéntate una excusa”. En Twitter me pusieron a parir durante tres semanas. Me dijeron de todo. Ver tantas reacciones contra el hecho de que cantara, me hizo entender que lo que tenía que hacer era, precisamente, cantar. Me parecía increíble que un artista no pudiera defender una causa como esa. Pensé: “Canto y me juego el cuello. Y si por esto hay gente que no me sigue, pues que no me siga”. Y actué. Luego escribí una canción, “Causas perdidas”, que expresa el enfado contra todos los modernos que van de progres y de tolerantes por la vida, y que si no opinas lo mismo que ellos te hunden y te machacan.
- En esa canción comienza diciendo: “Nací en un país dividido”… 
- Sí, y nuestra generación no tendría por qué sentir eso. Somos muy jóvenes, hemos nacido con la Constitución, pero en estos temas, sin embargo, no se puede opinar diferente. En el tiempo que hemos estado de elecciones constantes, cuando surgieron Podemos y otros partidos, la gente de derechas estaba muy asustada porque la izquierda se estaba radicalizando muchísimo.
- ¿Qué opina del aborto? 
- Abortar es algo malo. Quienes defienden el aborto dan razones desmoralizándolo: “Es una célula, o como si te sacaran una muela...”. Eso no es verdad: ahí hay un ser humano, hay una vida que se interrumpe. Puedo llegar a entender que haya una ley que contemple una serie de causas por las que una madre pueda abortar, y que tenga con su conciencia los conflictos que sea, pero lo que ha hecho sigue estando mal.

- ¿“Tenía tanto que darte” está compuesta tras un aborto? 
- Es una canción de amor. Cuando la canté el Día de la Vida lo hice porque sabía que para mucha gente significaba eso. Pero a otras personas les ha servido para poner palabras a sus sentimientos tras perder a un ser querido, o a una relación que no les hubiera gustado acabar. Me gusta explicar ciertas canciones; otras, como esta, tienen muchos dueños y prefiero que cada uno la interprete como quiera.
- ¿Volvería a actuar en aquel concierto? 
- Sí. Aunque, antes del parón, me lo habría pensado. Paré porque quería estar tranquila; no me compensaban tantas críticas y ataques. Sé hacer otras cosas, así que me puedo dedicar a algo que no sea la música y que no me haga sufrir. Ahora vuelvo porque me importa un bledo lo que digan en Twitter. Pero ha habido épocas duras.
- ¿A qué se ha dedicado en este tiempo? 
- A mi familia. También he estudiado interiorismo y paisajismo, y he tenido varios clientes. Era gracioso cuando algunos me reconocían y se extrañaban al verme, yo que sé, buscando precios de pérgolas. Pero prefiero trabajar haciendo jardines que verme sufriendo por mantener la fama. Además, ¡he aprendido mucho de plantas! [Ríe]
- ¿Se puede hacer un parón profesional para dedicarse a la familia, sin convertirse en la caricatura de una marujona? 
- ¡Sí! Yo me he dedicado a llevar y traer a mis hijos al cole, a hacerles la comida, la merienda, la cena… La verdad es que he sido una marujona total ¡y feliz!
- ¿Cómo le ha cambiado ser madre? 
- Me ha dado más peso… ¡en todos los sentidos! Me ha dado madurez y me ha enseñado lo que es el amor de verdad.
- ¿Y el matrimonio?

- Al casarme cerré la puerta de la inestabilidad emocional para estar tranquila y disfrutar de mi marido, de mi familia, de hacernos mayores. Después de casarme dejé de componer canciones dramáticas porque no encontraba esos sentimientos en mi corazón. En mi próximo disco vuelvo a abrir esa puerta porque después de alguna discusión voy guardando el recuerdo de esos sentimientos para poder componer. [Más risas]
- ¿Qué le gustaría que pensaran sus hijos cuando escuchen sus discos? 
- Quiero que se sientan orgullosos de su madre. Les podrá no gustar mi música, eso no me importa, pero quiero que puedan pensar: “Mi madre es cantante, o paisajista, o lo que sea, y es una mujer fuerte, luchadora, trabajadora, alegre”.
- Canta a la vida sencilla e imperfecta, pero con optimismo… 
- Siempre he tenido mucho sentido del humor y un puntito cínico que me salva de la depresión. Es cierto que me inspira mucho la parte triste de la vida, pero soy como un payaso: aunque tenga dramas por dentro, estoy alegre por fuera.
- Usa expresiones como “levanta la mirada”, “mira alto”… ¿Cree en Dios? 
- Sí. He tenido épocas duras en las que no he creído, o estaba enfadada con Él. Pero ahora puedo decir que sí: creo en Dios y voy a misa. Y cuanto más voy a misa, más creo en Dios; y cuánto más rezo, más fe tengo. Me gusta ir a misa de niños 
con mis hijos y oír que Dios es mi amigo, y que si no quedo con Él, se enfría la fe, como en cualquier relación.

- ¿Qué le da ese contacto con Dios? 
- Fuerza. Cuando pasan cosas malas, o que parecen imposibles de afrontar, al rezar vuelvo a recuperar la energía y la confianza en Él.
- Decía san Agustín que “el que canta, ora dos veces”. ¿Reza cantando?
- No. Rezo las oraciones que me sé y hablo con Él de mis cosas. Lo que sí he cambiado ha sido que, en lugar de pedir y pedir, ahora doy gracias a Dios por lo que tengo. Eso me hace tener una visión más positiva y realista de la vida.
- ¿Creer en Dios abre o cierra puertas en el mundo del espectáculo? 
- No te abre ninguna. Yo esto no suelo contarlo. En un medio público, te lo estoy contando a ti por primera vez. Es más cool ser ateo y progresista, pero yo creo en Dios, y eso que por mi entorno muestro ser muy moderna. En España parece que no podemos tener creencias religiosas, pero ya me da igual. También he hablado indirectamente de la fe en algunas de mis canciones, sobre todo de los momentos de oscuridad que he tenido.
- ¿En cuál y por qué? 
- En “El halcón que vive en mi cabeza” hablo de esa oscuridad, que da miedo.
- ¿Y cómo salió de ella? 
- Me costó mucho. Esto tampoco se lo he contado a casi nadie, pero después de vivir en Barcelona, antes de casarme, me 
volví a Madrid a casa de mis padres porque estuve muy malita.

- ¿Qué le pasó? 
- Digamos que en la gira me pasé un poco con… de todo. Eso te descompensa químicamente, y si encima eres una persona de pensar mucho, la cosa empeora. De algo así se sale con tiempo, yendo al médico y haciendo piña con la gente que te quiere de verdad. Yo volví a casa con mis padres... y a Dios. Después de dos hijos entiendo y quiero mucho más a mi madre, porque yo he sido superrebelde.
-La expulsaron a la primera de OT… pero sacó su primer single. Cuando fue a ver a los productores de su último disco la echaron hasta que tuviera 20 canciones más… y volvió con ellas. ¿La tenacidad es parte del éxito? 
- La tenacidad, el trabajo y creer en uno mismo. En cualquier profesión, trabajar da resultados. Igual que en la vida: si tienes un problema y lo analizas y lo trabajas, consigues resultados. Luego está hacer lo que te gusta y no escuchar a casi nadie, porque todo el mundo opina diferente sobre cómo hacer las cosas. Está bien escuchar para aprender, pero tienes que tomar tú la última decisión.
- Para terminar: ¿Hay algo que no le haya preguntado y quiera decir? 
- Sí. Me gustaría invitar a la gente a escuchar más canciones de mi repertorio, además de “Tenía tanto que darte”. Hay canciones bonitas que pueden ayudar y hacer disfrutar. Para eso canto.




¿Sabías que Copérnico, Vivaldi y Mendel eran sacerdotes católicos?


Dejaron una impronta notoria en la humanidad de mucho significado para la física, el arte y la biología

Tres sacerdotes católicos que sin desamparar propiamente el ejercicio de su ministerio, dejaron una impronta notoria en la humanidad de mucho significado para la física, el arte y la biología.
 
El Polaco Nicolás Copérnico, vivió poco más de 70 años (1473-1543). Hasta hace 10 años atrás por fin descubrieron que sus restos estaban enterrados en la catedral de Frombork donde había sido uno de sus canónigos.

Primero en sustentar la teoría de que la tierra gira alrededor del sol, Copérnico fue la base de las posteriores investigaciones de Galilei antes que el tema se volviera religioso en una época de la Iglesia en que todo le servía a quienes querían cuestionarle su autoridad moral o confundir. Lo cierto es que el heliocentrismo de nuestro sistema solar es una verdad comprobada, y fueron las pacientes y meticulosas observaciones de un sacerdote católico polifacético e inquieto las que han servido de base para todos los observatorios astronómicos del mundo y la propia NASA.
Las Cuatro Estaciones de Vivaldi son simplemente geniales
 
Vivaldi fue un caso menos polémico pero sí de mucho ruido, aunque armónico, sereno y dulce. Inundó la tierra de motetes, cantatas, serenatas, oratorios y conciertos de una belleza y vivacidad sinigual. Sus "Cuatro estaciones" son inconfundibles y simplemente geniales.

Volver música esos momentos del año solamente se le podía ocurrir a un italiano católico y además sacerdote, aunque parece fue dispensado en algunos momentos de su vida de celebrar misa públicamente por causa de la angina de pecho que finalmente lo llevó a la tumba con 63 años de edad en 1741.
Todavía hoy el arte cinematográfico acompaña escenas y paisajes estacionales con fondo musical de Vivaldi. Nadie pudo imaginar la musicalidad del verano o del invierno como lo hizo él. Más que genio y talento, parece que allí hubo gracia, y gracia divina.
 
El Padre agustino Gregorio Mendel, (1822-1884) llevó con disciplina germánica sus investigaciones sobre genética y herencia biológica. Volcó su atención en los guisantes y las abejas para llegar a conclusiones definitivas y fundamentales.

La aplicación de su famosas "Leyes de Mendel" de la genética a las combinaciones de razas animales ha sido precisamente una de las causas de la proliferación y variedad de razas mejoradas entre vacunos y caninos, principalmente.
El Padre Mendel dejó también interesantísimos estudios sobre las abejas, muchos de los cuales han servido para descubrir en estos insectos asombrosos comportamientos frente a los fenómenos atmosféricos. Movido más por admiración que por espíritu práctico, dejó lamentablemente inconclusos unos curiosos trabajos sobre la relación entre los diferentes tipos de abejas y las flores, algo que nos lleva a pensar que estos animalitos de Dios pueden servirnos para algo más que hacer la dulce y medicinal miel o elaborar la ceras de nuestros cirios.
 
Astronomía, música y biología les deben a estos religiosos los fundamentos de posteriores descubrimientos y conclusiones que nos dejan presentir algo todavía más elevado e importante si se hubiese seguido en la dirección que todo parece indicar querían ellos andar: la admiración de la obra de Dios.
 
No fue la búsqueda de alimento el mayor propulsor del progreso de la humanidad sino la admiración, lo que nos llevó a investigar, dice el famoso documental El ascenso del hombre de la BBC (1973).

La vida religiosa bien entendida no solamente abre espacios para la mística y el conocimiento amoroso de Dios y del alma humana, sino también para aprender a observar la huella del creador en todos lo que nos rodea.
 
¿No será que la ciencia no necesita una aplicación concentrada de nuestra inteligencia sobre las cosas en facultades y centros de estudio, sino simplemente admirar inocentemente sin pretensiones como los niños? De ser así, razón tenía alguien que dijo que un adulto creativo es un niño que sobrevivió.
 
Por Antonio Borda

Artículo originalmente publicado por Gaudium Press