martes, 31 de mayo de 2016

Historia de la Devoción a María Auxiliadora



El primero que llamó a la Virgen María con el título de "Auxiliadora" fue San Juan Crisóstomo, en Constantinopla en al año 345, el dice: " Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios".
San Sabas en el año 532 narra que en oriente había una imagen de la Virgen que era llamada "Auxiliadora de los enfermos", porque junto a ella se obraban muchas curaciones.
San Juan Damasceno en el año 749 fue el primero en propagar la jaculatoria: "María Auxiliadora , rogad por nosotros". Y repite: la virgen es "auxiliadora para evitar males y peligros y auxiliadora para conseguir la salvación".
En Ucrania, Rusia, se celebra la fiesta de María Auxiliadora el 1 de octubre desde el año 1030, en ese año libró a la ciudad de la invasión de una terrible tribu de bárbaros paganos.
En el año 1572, el Papa San Pió quinto ordenó que en todo el mundo católico se rezara en las letanias la advocación " María Auxiliadora, rogad, por nosotros", porque en ese año Nuestra Señora libró prodigiosamente en la batalla de lepanto a toda la cristiandad que venía a ser destruida por un ejército mahometano de 282 barcos y 88.000 soldados.
En el año 1600 los católicos del sur de Alemania hicieron una promesa a la Virgen de honrarla con el título de auxiliadora si los libraba de la invasión de los protestantes y hacía que se terminara la terrible guerra de los 30 años. La Madre de Dios les concedió ambos favores y pronto había ya más de 70 capillas con el título de María Auxiliadora de los cristianos.
En 1683 los católicos al obtener inmensa victoria en Viena contra los enemigos de la religión, fundaron la asociación de María Auxiliadora, la cual existe hoy en más de 60 paises.
En 1814, el Papa Pío VII, prisionero del general Napoleón, prometió a la Virgen que el día que llegara a Roma, en libertad, lo declararía fiesta de María Auxiliadora. Inesperadamente el pontífice quedó libre, y llegó a Roma el 24 de mayo. Desde entonces quedó declarado el 24 de mayo como día de María Auxiliadora.
En 1860 la Santísima Virgen se aparece a San Juan Bosco y le dice que quiere ser honrada con el título de "Auxiliadora", y le señala el sitio para que le construya en Turín, Italia, un templo.
Empezó la obra del templo con sus tres monedas de veinte centavos cada una, pero fueron tantos y tan grande los milagros que María Auxiliadora empezó a obtener a favor de sus devotos, que en sólo cuatro años estuvo terminada la Gran Basílica. El Santo solía decir: " Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen", desde aquel Santuario comienza a extenderse por el mundo la devoción a María bajo el título de Auxiliadora de los Cristianos.
El nombre de Auxiliadora se le daba ya en el año 1030 a la Virgen María, en Ucrania (Rusia), por haber liberado aquella región de la invasión de las tribus paganas. Desde entonces en Ucrania se celebra cada año la fiesta de María Auxiliadora el 1ro de octubre.
Se tiene constancia de que hacia el año 1558 ya figuraba en las letanías que se acostumbraban recitar en el santuario de Loreto Italia.
Esta advocación se hizo fuerte ante la invasión de los turcos en 1571 donde San Pío V la invocó como María Auxiliadota de los Cristianos o con los Príncipes Católicos de Alemania fieles al catolicismo frente a las tesis protestantes o frente a las invasiones turcas sobre Viena en el siglo XVII o, incluso, como mano protectora frente a los caprichos de Napoleón Bonaparte que llevo al Papa Pío VII al destierro, y a su liberación, quiso en 1814 instituir en el 24 de mayo su fiesta litúrgica.
Pero sin duda fue San Juan Bosco, el santo de María Auxiliadora, con el que esta advocación mariana encontró el mejor paladín y trampolín para el desarrollo y popularidad, "No he sido yo, ha sido la Virgen Auxiliadora quien te ha salvado"... "Cada ladrillo de esta iglesia - se refería a la gran Basílica que en su obsequio empezó el 1863 - es una gracia de la Virgen María"...
Pero será exactamente en 1862, en plena madurez de Don Bosco, cuando éste hace la opción mariana definitiva: Auxiliadora. "La Virgen quiere que la honremos con el título de Auxiliadora: los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos necesidad de que la Virgen nos ayude a conservar y a defender la fe cristiana".
Desde esa fecha el título de Auxiliadora aparece en la vida de Don Bosco y en su obra como "central y sintetizador". La Auxiliadora es la visión propia que Don Bosco tiene de María. La lectura evangélica que hace de María, la experiencia de su propia vida y la de sus jóvenes salesianos, y su experiencia eclesial le hacer percibir a María como "Auxiliadora del Pueblo de Dios".
En 1863 Don Bosco comienza la construcción de la iglesia en Turín. Todo su capital era de cuarenta céntimos, y esa fue la primera paga que hizo al constructor. Cinco años más tarde, el 9 de junio de 1868, tuvo lugar la consagración del templo. Lo que sorprendió a Don Bosco primero y luego al mundo entero fue que María Auxiliadora se había construido su propia casa, para irradiar desde allí su patrocinio. Don Bosco llegará a decir: "No existe un ladrillo que no sea señal de alguna gracia".
Hoy, salesianos y salesianas, fieles al espíritu de sus fundadores  y a través de las diversas obras que llevan entre manos siguen proponiendo como ejemplo, amparo y estímulo en la evangelización de los pueblos el auxilio que viene de Santa María.

6 datos que quizás no conocías de María Auxiliadora




REDACCIÓN CENTRAL, 24 May. 16 - Hoy la Iglesiaconmemora a la Santísima Virgen bajo su advocación de “María, Auxilio de los Cristianos”. Aquí algunos datos que quizás no conocías sobre María Auxiliadora:
1. María era llamada “Auxiliadora” por los primeros cristianos
Los primeros cristianos en Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la Santísima Virgen con el nombre de “Auxiliadora”, que en griego es "Boetéia" y significa "La que trae auxilios venidos del cielo".
El primer Padre de la Iglesia que llamó a la Virgen María con el título de "Auxiliadora" fue San Juan Crisóstomo en al año 345, en Constantinopla. El santo dijo: "Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios". También la reconocieron con este nombre Proclo en 476 y Sebas de Cesarea en el 532.
2. María Auxiliadora intercedió en las batallas de Lepanto y Viena
En el año 1572, el Papa San Pío V, después de la victoria del ejército cristiano sobre los turcos (musulmanes) en la batalla de Lepanto, ordenó celebrar el 7 de octubre la fiesta del Santo Rosario, y que en las letanías se invocara a “María Auxilio de los cristianos”. Ese año Nuestra Señora libró prodigiosamente a toda la cristiandad que venía a ser destruida por un ejército mahometano de 282 barcos y 88.000 soldados.
En 1683 los turcos atacaron Viena durante el Pontificado de Inocencio XI. Y bajo el mando del rey de Polonia, Juan Sobieski, con un ejército inferior de fuerzas venció al ejército turco confiando en la ayuda de María Auxiliadora. Al poco tiempo fundaron la asociación de María Auxiliadora, la cual existe hoy en más de 60 países.
3. La fiesta nació en tiempos de la Revolución Francesa
La historia del establecimiento de la fiesta de María Auxiliadora se remonta a años que sucedieron a la Revolución Francesa, la cual había propinado un duro golpe a la Iglesia.
El Papa Pío VII fue apresado en el Palacio de Fontainebleau por el emperador francés Napoleón Bonaparte y dedicó sus oraciones a María Santísima “Auxilio de los Cristianos” para que protegiese a la Iglesia.
Los ruegos del Papa fueron escuchados y en 1814 Napoleón firmó su abdicación. En 1815, cuando la Iglesia había recuperado su posición y poder espiritual, el Papa instituyó la fiesta de María Auxiliadora en el día 24 de mayo para perpetuar el recuerdo de su regreso a Roma tras su cautiverio en Francia.
4. La fiesta de María Auxiliadora se celebraba en Ucrania desde el siglo XI (once)
El nombre de “Auxiliadora” le fue dado a la Virgen María en Ucrania (Rusia) desde el año 1030 por haber liberado a aquella región de la invasión de tribus paganas. Desde entonces en Ucrania, la iglesia ortodoxa celebra la fiesta de María Auxiliadora cada 1 de octubre.
5. María Auxiliadora se apareció ante San Juan Bosco
San Juan Bosco fue un gran propagador del amor a esta advocación mariana porque la misma Virgen María se le apareció en 1860 para señalarle el lugar en Turín (Italia) donde debía ser construido un templo en su honor; asimismo, pidió ser honrada bajo el título de "Auxiliadora".
En 1863 San Juan Bosco inició la construcción de la iglesia con unos cuantos centavos, pero con la intercesión de María Santísima, el 9 de junio de 1868 -solo 5 años después- tuvo lugar la consagración del templo.
El santo solía decir: "Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen", desde aquel Santuario comienza a extenderse por el mundo la devoción a María bajo el título de Auxiliadora de los Cristianos.
6. Tres Papas fueron devotos de María Auxiliadora
El Papa San Juan XXIII cultivó una especial devoción a la Auxiliadora, cuya imagen tomada de un número del Boletín Salesiano, colgaba en la pared cerca de su cama. La proclamó Patrona del Concilio con los títulos de Auxilium Christianorum, Auxilium Episcoporum, y el 28 de mayo de 1963, ya gravemente enfermo, bendijo con profunda emoción las dos coronas destinadas al cuadro de la Auxiliadora en la Basílica del Sagrado Corazón de Roma.
Por su parte, San Juan Pablo II solía acudir a la iglesia de San Estanislao de Kostka de los Salesianos, en Cracovia, entre los años 1938 y 1944, y a menudo oraba en la capilla de María Auxiliadora. En esta iglesia, el 3 de noviembre de 1946, celebró una de sus primeras misas como sacerdote.
El Papa Francisco, durante su visita apostólica a Turín en 2015 por los 200 años del nacimiento del fundador de los salesianos, San Juan Bosco, contó que durante su infancia fue educado en un colegio salesiano y aprendió a amar a María Auxiliadora:
“Yo allí [en un colegio salesiano] aprendí a amar a la Virgen, los Salesianos me formaron en la belleza, en el trabajo, y esto creo que es un carisma suyo, me formaron en la afectividad y esto era una característica de Don Bosco”, aseguró.
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En el silencio, Dios hablará No podemos encontrar a Dios en medio del ruido, la agitación


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Los contemplativos y los ascetas de todos los tiempos, de todas las religiones, han buscado siempre a Dios en el silencio, la soledad de los desiertos, de los bosques, de los montes. Jesús mismo vivió cuarenta días en perfecta soledad, pasando largas horas hablando de corazón a corazón con el Padre, en el silencio de la noche.
También nosotros estamos llamados a retirarnos, de manera intermitente, en un profundo silencio, en la soledad con Dios. Estar solos con él, no con nuestros libros, nuestros pensamientos, nuestros recuerdos, sino en una perfecta desnudez interior: permanecer en su presencia –silencioso, vacío, inmóvil, en actitud de espera.
No podemos encontrar a Dios en medio del ruido, la agitación. Fijémonos en la naturaleza: los árboles, las flores, la hierba de los campos, crecen en silencio; las estrellas, la luna, el sol, se mueven en silencio. Lo esencial no es lo que podamos decir a Dios, sino lo que Él nos dice, y lo que dice a los otros a través nuestro. En el silencio Él nos escucha; en el silencio, habla a nuestras almas. En el silencio nos concede el privilegio de oír su voz:
Silencio de nuestros ojos.
Silencio de nuestros oídos.
Silencio de nuestras bocas.
Silencio de nuestros espíritus.
En el silencio del corazón,
Dios hablará.
Beata Madre Teresa de Calcuta
Artículo originalmente publicado por Oleada Joven



El Papa pide mayor investigación sobre enfermedades raras aunque «no haya un beneficio económico de la inversión» El Pontífice considera fundamental un aumento del nivel de empatía, «para que nadie se quede indiferente a la petición de ayuda del prójimo»



El Papa ha denunciado que «no se presta suficiente atención a las enfermedades raras porque no se ven suficientes beneficios económicos de las inversiones». Como dato de experiencia personal, Francisco ha añadido que «en mi ministerio, encuentro continuamente a personas aquejadas de enfermedades llamadas «raras». De hecho, estas patologías afectan a millones y millones de personas en todo el mundo».
En su discurso a un congreso sobre medicina regenerativa e investigación sobre células estaminales adultas, el Papa ha considerado «de fundamental importancia promover en la sociedad un aumento del nivel de empatía, para que nadie se quede indiferente a la petición de ayuda del prójimo».
Aun sabiendo que «a veces no es posible encontrar soluciones rápidas a patologías complejas, siempre se puede atender con solicitud a estas personas que frecuentemente se sienten abandonadas». Concretamente, pidió «contraponer a la globalización de la indiferencia, la globalización de la empatía».
El problema es que las grandes empresas farmacéuticas o de biotecnología tienden a dejar en segundo plano la investigación en enfermedades que afectan a menos personas, precisamente por tratarse de mercados reducidos. Esto requiere armonizar mejor la investigación académica y la industrial.
El vicepresidente norteamericano, Joe Biden, que perdió un hijo el pasado mes de mayo a causa de un tumor cerebral, intervino en el congreso como promotor de la campaña «Moonshot» para identificar un remedio contra el cáncer. La administración Obama ha pedido al Congreso dedicar mil millones de dólares a esta actividad para duplicar el esfuerzo actual.
Biden, que fue recibido con grandes aplausos, pidió que los países compartan mucho más los resultados de la investigación porque ahora «hay posibilidades inmensas al alcance de la mano» si se trabaja más en equipo.


Reflexiones sobre el catequista y la catequesis.




Queridos catequistas:
Como hace ya varios años, previos al día del catequista, les hago llegar una reflexión. Es como sentarnos a conversar, desgranando ideas; compartiendo convicciones y vivenciando experiencias que abren a esperanzas comunes. Este hábito de escribirles, se fue transformando año a año, en una buena costumbre.
“La catequesis del catequista”.  Fue éste el tema en el cual nos centramos en 2012, señalando que los catequistas somos hombres y mujeres de fe, y necesitamos ser permanentemente educados en la fe que anunciamos y profesamos. http://www.isca.org.ar/images/mail/carta-catequistas/index.htm .
Bajo el lema “Unidos para servir”,  afirmamos en 2013 que la verdadera catequista es la comunidad. La Palabra de Dios se hace eco en la experiencia de fe que viven sus miembros. Resuena en todo el espacio catequístico, que es la comunidad eclesial y se propaga, suscitando la fe naciente de los que se acercan y fortaleciendo la fe madura de sus integrantes. http://www.isca.org.ar/images/mail/carta-catequistas2013/index.htm
“Diálogo de catequistas.” Con este título nos invitamos mutuamente, en 2014, al diálogo a través del cual recordamos a los grandes catequistas de tiempo atrás. Algunos ya no están, otros nos siguen acompañando y su vida sigue siendo una llama encendida en medio de este tiempo complejo y desafiante. A nosotros nos toca hoy mantener la llama encendida de una catequesis que no sólo se vive, sino que también se piensa. http://www.isca.org.ar/images/mail/carta-catequistas2014/

“Cristo golpea a tu puerta”. En este año 2015 me comunico con ustedes después de haber realizado una misión a los catequistas referentes de una diócesis del conurbano bonaerense. Les acerco esta reflexión a partir de cuatro imágenes: “Cristo golpea a tu puerta”, “fuertes pilares y frescos manantiales, “transparencia del Primer Anuncio” y “la mesa común”.

Más vida a la vida
“El agua que yo les daré se convertirá en manantial que brotará hasta la vida eterna.” (Cfr. Jn. 4, 14 b)
Cristo golpea a tu puerta. Una experiencia de misión
Recorrer las parroquias fue para mí, como misionero, una verdadera experiencia espiritual: siempre distinta, siempre única y original. En muchas visitas se produjo el reencuentro entre los misioneros y los catequistas misionados. Se pudieron “reanudar” los vínculos. No empezaban de “cero”, sino que confirmaron en el abrazo conocido, que se remonta a tiempos atesorados. “Reanudar” es volver a tensar las hebras del tejido que nos mantienen siempre unidos en la misma vocación-misión compartida. En el revés de la trama, los nudos y en el derecho, la clara imagen que presenta el rostro de Jesús que queremos mostrar en la catequesis.
Con otros catequistas, fue posible estrenar la cercanía del vínculo. Ellos también se abrieron al encuentro y se reconocieron disponibles y compañeros de camino. Con todos se hizo la siempre enriquecedora experiencia de la mutua recepción y de reconocerse en el otro.
En cada parroquia la comunicación se iniciaba con los propósitos de la visita: “vinimos a visitarte para estar cerca, acompañarte, escucharte y ofrecerte nuestros servicios”. Este delicado ofrecimiento generó en muchos catequistas el deseo sincero de mostrar y contar qué estaban haciendo: las fortalezas, los aciertos, las dificultades y debilidades de la catequesis y de los catequistas. Se abrieron carpetas, cronogramas, relatos y agendas.  Y, entonces, con  fidelidad al propósito inicial, los misioneros reencauzaban el encuentro: “Vinimos a verte a vos. ¿Cuándo comenzaste a decir ‘soy catequista’? ¿Qué situación, anécdota o hecho puntual de tu vida como catequista dejaron una huella en tu existencia? ¿Quisieras compartirlos? ¿Cómo iniciaste este camino en la catequesis?”
En casi todas las visitas hubo una especie de sorpresa: se cerraron las carpetas y las agendas, y los ojos se alzaron en la búsqueda de recuerdos significativos en la maduración del llamado. Los rostros sonrieron, a las miradas asomaron algunas lágrimas y comenzaron los relatos de corazón a corazón. Las historias se ofrecieron generosamente ante los misioneros embargados por una gratitud que el Espíritu inspiraba. Ante la presencia de tanta vida, ellos repitieron en uno y en otro encuentro: “Vos siempre le hablás a la gente de Dios. Hoy nosotros te traemos su Palabra a vos”.
Los misioneros abrieron la Biblia y el Señor habló a la vida de cada catequista. La simple visita se transformó así en verdadera misión. Misioneros y misionados experimentaron juntos la misma auténtica alegría, la de los hijos de Dios.
Cuando ya casi se cerraba el encuentro, venía la invitación que convocaba a dar un paso más: “Ahora te invitamos a vos a ser misionero entre los catequistas de tu comunidad. Proclamá, para ellos, la Buena Noticia de sus vidas, ayudalos a sorprenderse con el Señor, que siempre nos sorprende y nos ayuda a renovarnos en la fe.”

Como fuertes pilares y frescos manantiales
Los catequistas misionados se revelaron como verdaderos referentes de la catequesis en sus comunidades. Sus rostros, sus palabras y sus gestos son vitales y están llenos de fuerza. Están  acostumbrados a animar, a acompañar y a impulsar. Bien viene aquí una imagen: la de los pilares que sostienen.
Catequistas que sostienen la catequesis cimentados en la vocación, como verdadera invitación de Jesús a llevar su Palabra; en la vivencia fraterna de la comunión; en el compromiso solidario con los más débiles y en la formación, como enriquecimiento en la experiencia y en el estudio.  A veces, pueden pasar desapercibidos, casi invisibles, porque siempre están allí, asegurando una y otra vez esas condiciones sin las cuales no tendría sustento el edificio.
Los catequistas saben acompañar. Mantienen a quienes acompañan en la distancia de la mirada. Están junto a ellos en una justa órbita que permite la autonomía y, a la vez, la cercanía que integra; da seguridad y sostén. En este tiempo en el que los fuertes vientos del cambio de época parecen arreciarlo todo, ellos saben equilibrar la tensión de la búsqueda con la quietud de lo esencial y permanente.
Estos catequistas referentes son también frescos como manantiales de agua viva. Han recorrido las últimas décadas arraigados en convicciones profundas que, ante los desafíos desconocidos, los mantienen despiertos y transparentes. La Palabra de Dios resuena en la hondura de sus conciencias y allí escuchan, también, la voz significativa de queridos catequetas que, alguna vez, les dejaron sus enseñanzas y reflexiones.
Frente a este cambio de época se sienten llamados a hacer una lectura crítica y esperanzada de aquellos aspectos que inciden de manera directa en la transmisión de la fe, a fin de encontrar nuevas formas que nos permitan compartir la alegría del encuentro con Jesús.”[1]Optan por navegar mar adentro en un tiempo oportuno para animar, con nuevo dinamismo, el movimiento catequístico.
Recuerdo a Frans De Vos, gran catequeta belga que actuó en la Argentina, y afirmo como él: “La catequesis no es un movimiento que puede estar o no en la Iglesia”, es esencial. Me permito agregar que la catequesis tiene algunos rasgos propios de los movimientos: un lenguaje específico; algunas costumbres; actitudes que se reiteran porque son propias del perfil catequístico; una conciencia de lo colectivo o, mejor aún, de pertenencia a la comunidad catequística y, sobre todo, una vitalidad inusitada que congrega y contagia dando nueva vida al compromiso y promoviendo las vocaciones. La catequesis tiene, en definitiva, una mística propia.
Desde una pequeña experiencia de misión en una diócesis del conurbano bonaerense, reafirmo el valor de promover el movimiento catequístico, contribuyendo a darle nueva vida y significado en los tiempos que corren. Los catequistas amamos la comunidad local a la que pertenecemos. Allí encontramos a Jesús vivo y presente en medio de todos. Al mismo tiempo, sabemos que el amor no puede encerrarse entre las cuatro paredes de un templo. “La misión es lo que el amor no puede callar.”[2]
El amor verdadero, el que viene de Dios que es amor, no permanece encerrado; se abre; se entrega; se expresa; se multiplica y se hace fecundo. No puede quedarse quieto y se hace misión. Se pone en camino, sale a la búsqueda, acompaña, recibe y envía. El movimiento catequístico cobra nueva vida en la misión porque se enlazan comunidades, se van tejiendo vínculos de pertenencia y comunión y se hace más visible la gran comunidad de catequistas de nuestra Iglesia. El movimiento catequístico nos invita hoy a la conversión misionera de la catequesis.

Transparencia del Primer Anuncio
Muchas prácticas catequísticas se resuelven  a través de procesos organizados en torno a la suposición de una fe inicial, que no siempre existe. Nos planteamos, entonces, la redefinición de caminos posibles para los que llegan a un  proceso catequístico sin fe o con una fe pequeña, olvidada, casi “adormecida”. La pluralidad y la diversidad de ofertas de todo tipo ponen a la persona en situación de reconfirmar y de validar sus opciones cristianas.
Por eso, hablamos de un Primer Anuncio, siempre necesario e impostergable en el inicio de un proceso catequístico, sino de una catequesis siempre misionera y kerigmática, que sale a buscarnos en las distintas etapas de nuestra vida, en las diversas “edades de nuestra fe” y en nuestros distintos lugares de encuentro teológico con Dios.
Los catequistas somos instrumentos de misión. “Una catequesis kerigmática o misionera es una catequesis de la propuesta que busca, atrae y propone siempre. No se trata de un discurso doctrinario estampado desde afuera y por la fuerza de la repetición o de la tradición, sino de un camino de experiencias siempre nuevas, que marcan profundamente la vida de las personas. Una catequesis que se resignifica, muchas veces en Primer Anuncio, para que éste se diferencie y, a la vez, se integre en  todo el proceso catequístico, otorgándole una fuerza renovadora y catecumenal. En la catequesis misionera todo anuncio transparenta el Primer Anuncio. Él es como una luz siempre viva en el ministerio de la Palabra: en la conversión primera, en la iniciación y en la formación permanente.”[3]
El catequista misionero es el que anuncia el Kerigma. Con Cercanía, apertura al diálogo, paciencia y una acogida cordial que no condena”[4] valora e invita a valorar la novedad de la fe y la experiencia cristiana. Realiza su profesión de fe en un lenguaje existencial, interpelando la libre y consciente respuesta de fe del catequizando. Para ello da el paso de la fe supuesta a la fe propuesta; no se limita a nutrir una fe ya en acto, sino que trata siempre, incluso después de la conversión inicial, de provocar el encuentro con el Señor Jesús  como Buena Noticia que  cambia el orden de prioridades en la propia vida. Llama a recibir el don de Dios en condiciones nuevas y a reencontrar contemporáneamente el gesto inicial de la evangelización: el de la propuesta sencilla y decidida por el Evangelio de Cristo.

Este catequista realiza  una catequesis de la segunda escucha, en la cual el Evangelio, propuesto como don que no obliga, hace superar el acostumbramiento y  ayuda a crecer en la fe, desde la interioridad más profunda de la persona, que da  y reitera una y otra vez su “sí” a Dios. Convoca a una pertenencia aceptada y a una participación elegidas y no cuestionadas, fundadas en una decisión consciente  que se desarrolla gradualmente. Presenta la fe como un descubrimiento a realizar y una búsqueda a emprender, al estilo de la invitación que Jesús hizo a sus primeros discípulos: “Vengan y vean”. [5] “Expresa el amor salvífico de Dios previo a la obligación moral y religiosa; no impone la verdad y apela a la libertad; posee unas notas de alegría, estímulo, vitalidad; tiene una integralidad armoniosa que no reduce la predicación a unas pocas doctrinas a veces más filosóficas que evangélicas.”[6]

La mesa común
Este horizonte nos pide la formación de dirigentes  mujeres y hombres, líderes en sus comunidades que, sin abandonar la siembra en las parroquias, recorren un itinerario de formación alrededor de una mesa común. Esta imagen quiere expresar la reciprocidad como nota casi esencial del proceso, en un dinamismo de ofrecer y recibir. Todos pueden poner lo mejor de sí mismos y, al mismo tiempo, todos pueden servirse de lo que otros miembros aportan. Esta apreciación combina, por un lado, una sana valoración de las personas y, por otro lado, la justa esperanza de que cada uno dé lo mejor de sí con verdadero espíritu de comunión.

Con acierto, algunos denominarían este proceso como “formación en la acción”, puesto que, durante el itinerario a recorrer, un pequeño equipo de dirigentes preparará una instancia formativa para los catequistas referentes de las distintas comunidades. Ellos, a su vez, recrearán la experiencia en sus comunidades. Esto supone el aprendizaje de unas habilidades y de unas actitudes que podrán transferir a la animación de los equipos de catequistas; a la configuración de los perfiles de coordinadores y a la conformación de matrices colaborativas, con sentido evangélico. Podrán abordarse, en definitiva, éstas y muchas otras cuestiones para el buen hacer catequístico en una Iglesia en salida.

Donde hay vínculos hay vida, sobre todo si los vínculos son profundos, si implican el misterio de uno entregado generosamente al otro que lo recibe, lo enriquece y se deja enriquecer. La formación de dirigentes, en una dinámica de reciprocidad y de vínculos, supone sumar vida a la vida.
“Cuando una comunidad eclesial madura y arraigada en Cristo se reconoce comunidad que evangeliza, se está identificando, en una única misión, con todas las comunidades cristianas del mundo. A imagen y semejanza  de la Trinidad, ellas viven su misión para que la Vida de Dios las desborde y circule, como respuesta de fe, a través de la vida de todos los hombres y mujeres, puesto que todos estamos llamados a formar parte del Pueblo de Dios.”[7]
Ésta es la Vida que queremos sumar a la vida de nuestras comunidades catequísticas. Es la Vida que puede mantener el movimiento catequístico siempre fresco y surgente en una Iglesia misionera.
Feliz día catequista.
Reflexión par el día del catequista, fiesta de San Pio X   Por: P. Jose Luis Quijano 
 
[1] Cfr. Departamento de Misión y Espiritualidad (CELAM) “La alegría de iniciar discípulos misioneros en el cambio de época”, Nº 17.

[2] Cfr. Francisco en la Homilía de la Misa del 1º de enero de 2015 (Solemnidad de María Madre de Dios), celebrada en la Basílica de San Pedro.
[3] Cfr. I SENAC, “La Catequesis en clave misionera. Relación entre Primer Anuncio, Iniciación Cristiana y Catequesis Permanente”, San Pablo, Buenos Aires, 2011, Nº 24.

[4] Cfr. EG 165

[5] Jn 1,39
[6] Cfr. EG 165

[7]Quijano, José Luis, ”La transmisión de la fe, una experiencia eclesial”, recuperado de http://www.isca.org.ar/blogdelrector/articulo.php?id=35, 2006.



Papa Francisco explica las características de un buen sacerdote

Papa Francisco en la 69° Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana


VATICANO, El Papa Francisco inauguró este lunes 16 de mayo la 69° Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), dedicada a la “renovación del clero”, con un discurso donde explicó las características que debe tener un buen sacerdote, que “no se escandaliza por las fragilidades que agitan el alma humana”, sino que acepta hacerse partícipe y responsable del destino de los fieles que el Señor le ha encomendado.
El Santo Padre inició su discurso reflexionando sobre la reciente celebración de Pentecostés para recordar que es el Espíritu Santo quien “suscita la generosa disponibilidad y alegría evangelizadora de tantos sacerdotes”. “Sin el Espíritu Santo –lo sabemos– no existe la posibilidad de una buena vida ni de reforma”, añadió.
En ese sentido, Francisco, que dijo que no quería ofrecer una reflexión sistemática sobre la figura del sacerdote, invitó a los obispos italianos a acercarse de manera silenciosa, “casi en punta de pie”, a cualquiera de los párrocos y preguntarse con sencillez “¿por quién y por qué comprometen su servicio?, ¿cuál es la razón por la cual se donan a sí mismos?”.
“En nuestro ministerio, ¡cuántas personas encontramos que están preocupadas por la falta de una referencia a la cual mirar! ¡Cuántas relaciones heridas! En un mundo en el cual cada uno se piensa como la medida de todo, no hay lugar para el hermano”, expresó el Papa.
En esta realidad, señaló, “la vida de nuestro presbítero se vuelve elocuente, porque es diferente y alternativa”. El sacerdote, indicó el Papa, es como Moisés que se acercó al fuego y dejó que las llamas quemen sus ambiciones de carrera y poder, e “hizo una fogata también de las tentaciones de interpretarse como un ‘devoto’ que se refugia en un intimismo religioso que de espiritual tiene bien poco”.
El sacerdote, señaló el Papa, “no se escandaliza por las fragilidades que agitan el alma humana: consciente de ser él mismo un paralítico sanado, se mantiene distante de la frialdad del rigorista, así como de la superficialidad de quien quiere mostrar una condescendencia barata. En cambio acepta hacerse cargo, sintiéndose partícipe y responsable de su destino”.
Así, con el aceite de la esperanza y de la consolación, el presbítero “se hace prójimo de cada uno, atento a compartir el abandono y el sufrimiento. Habiendo aceptado no disponer de sí mismo, no tiene una agenda que defender, sino que deposita todas las mañanas al Señor su tiempo para dejarse encontrar por la gente. Así, nuestro sacerdote no es un burócrata o un funcionario anónimo de la institución; no se ha consagrado a un papel de oficina, ni está movido por criterios de eficiencia”.
El sacerdote, afirmó Francisco, “sabe que el Amor es todo. No busca seguridades terrenas o títulos honoríficos que lo lleven a confiar en el hombre (…). Su estilo de vida simple y esencial, siempre disponible, lo presenta creíble a los ojos de la gente y lo acerca a los humildes, en una caridad pastoral que hace libres y solidarios”.
“Siervo de la vida, camina con el corazón y el paso de los pobres”, añadió. “Es un hombre de paz y reconciliación, un signo e instrumento de la ternura de Dios, atento a difundir el bien con la misma pasión con la que otros cuidan sus intereses”.
En ese sentido, dijo el Papa, el secreto del sacerdote está “en esa zarza ardiente que marca con fuego la existencia, la conquista y la conforma a la de Jesucristo, verdad definitiva de su vida”. La relación con Jesús, lo mantiene “extraño a la mundanidad espiritual que corrompe” y lo lleva “a abrazar la realidad cotidiana con la confianza de los que creen que lo imposible para el hombre”, es posible para Dios.
Luego de esto, el Santo Padre invitó a reflexionar sobre la segunda pregunta: “¿Por quién compromete el servicio nuestro presbítero?”.
“Antes de preguntarnos sobre el destinatario de su servicio, debemos reconocer que el presbítero es tal en la medida que se siente partícipe de la Iglesia, de una comunidad concreta con la cual comparte el camino”, señaló.
“Esta pertenencia es la sal de la vida del presbítero, hace que su rasgo distintivo sea la comunión, vivida con los laicos en relaciones que saben valorar la participación de cada uno. En este tiempo pobre de amistad social, nuestra primera tarea es construir comunidad”, señaló.
“Del mismo modo, para un sacerdote es vital rencontrarse en el cenáculo del presbiterio. Esta experiencia (…) libera del narcisismo y de los celos clericales, hace crecer la estima, el sustento y la benevolencia recíproca, favorece una comunión no solo sacramental o jurídica, sino fraterna y concreta. En el caminar juntos de los presbíteros, diferentes por edad y sensibilidad, se expande un perfume de profecía que sorprende y fascina. La comunión es de verdad uno de los nombres de la Misericordia”, afirmó.
Francisco, dirigiéndose específicamente al tema de la asamblea de la CEI, señaló que en las reflexiones sobre la renovación del clero “entra también el capítulo que concierne a la gestión de las estructuras y los bienes económicos: en una visión evangélica, eviten apoyarse en una pastoral de conservación, que obstruye la apertura perenne a la novedad del Espíritu. Mantengan solo lo que puede servir para la experiencia de fe y de caridad del pueblo de Dios”.
Finalmente, el Papa reflexionó sobre “cuál es la razón última de la donación del sacerdote. Advirtió que es triste saber que existen sacerdotes que se quedan a la mitad, que calculan y no se arriesgan por miedo de perderse. “¡Son los más infelices!”.
El sacerdote, señaló, “se juega hasta el final” a pesar de sus limitaciones. “En las condiciones concretas en las que la vida y el ministerio lo han puesto, se ofrece con gratuidad, humildad y alegría”, incluso cuando intuye, humanamente, que quizá “nadie se lo agradecerá” por haberse donado sin medida.
Francisco indicó que el sacerdote no podrá evitar actuar así, “porque ama la tierra que reconoce es visitada todas las mañanas por la presencia de Dios”; además porque es un “hombre de la Pascua, de mirada hacia el Reino, hacia el cual siente que camina la historia humana, a pesar de los retardos, las oscuridades y las contradicciones”.

Irak, donde los cristianos no reniegan de la fe ni fingiendo El testimonio del nuncio: aprendemos de ellos el valor del testimonio, no hacer algo sino "ser de Cristo"


cristianos irak




En Irak “no conocemos ningún cristiano que se haya convertido al Islam, ni para fingir, por ejemplo para conservar la casa o el trabajo”. Lo cuenta el nuncio apostólico, monseñor Alberto Ortega. El arzobispo, de paso por Roma, celebró una misa en la Basílica de los Santos Apóstoles. El evangelio del día recordaba las duras palabras de Jesús: “Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehenna”.
El arzobispo comentó: “¿Cuál es el contenido de esta vida? ¿En qué consiste entrar en el Reino de Dios? ‘Son de Cristo’. Este es el contenido de la vida, la consistencia de nuestra vida: ser de Cristo, pertenecer a Él. Lo comprendieron muy bien los cristianos en Irak, que tuve la gracia de conocer y visitar a menudo, sobre todo aquellos que han sido perseguidos y han perdido todo para mantener esta amistad con el Señor, para mantener la fe”.
Cuando los militantes del Isis llegan hay tres posibilidades que se abren para quien no es musulmán: la conversión, pagar un impuesto, o irse y dejarlo todo. “Y todos, todos se fueron – subrayó monseñor Ortega -, no conocemos a ninguno que se haya convertido al Islam, ni fingiendo, por ejemplo para conservar la casa o el trabajo. Todos abandonaron todo y perdieron todo para afirmar la fe, para dar testimonio de la amistad con el Señor. Les agradecí este testimonio”.
Monseñor Ortega visitó los campos de refugiados en Kurdistán, donde las condiciones de vida, tras dos años, son aún muy precarias. “Toda una familia vive en una sola habitación, con los colchones por una lado, y por la noche los ponen en el suelo para dormir, y las paredes llenas de imágenes de Jesús, María y los santos”. Aquí monseñor Ortega pudo tocar con una mano la caridad de la Iglesia universal hacia sus hijos llamados a vivir esta persecución. Todo lo que tienen estas personas viene de la Iglesia”.
En Irak, el nuncio celebró la Navidad y la Pascua, y abrió una puerta santa de la misericordia. “Frente a una tragedia así sólo la misericordia puede dar respuesta – dijo -, un amor más grande que ha vencido al mal, que es más fuerte que el mal. Sólo la misericordia es la única verdadera respuesta a la situación del hombre, a la violencia, al cansancio, a las contradicciones. A ellos les digo: el Señor, por quien han perdido todo, es Aquel que les puede dar la fuerza también hoy, Aquel que los sostiene y puede conducirlos hasta el final de su vida, y los invito a permanecer cada vez más unidos al Señor y a apoyarse los unos en los otros”.
Ese es “el secreto de la vida”, en Irak como en Italia: “La amistad con el Señor, estar unido a Él, ‘buscarlo día y noche'”. De los cristianos iraquíes “aprendemos el valor del testimonio: nuestra contribución al mundo no consiste en hacer algo sino en ‘ser de Cristo'”. Y concluyó con un deseo, siempre con las palabras del evangelio: “Tengan sal en ustedes y tengan paz unos con otros”.

«¿Qué pasaría en este país si Cáritas cerrara sólo 10 días?»


Fiesta de la Visitación de la Virgen María


Libro de Sofonías 3,14-18a. 

¡Grita de alegría, hija de Sión! ¡Aclama, Israel! ¡Alégrate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén!
El Señor ha retirado las sentencias que pesaban sobre ti y ha expulsado a tus enemigos. El Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti: ya no temerás ningún mal.
Aquel día, se dirá a Jerusalén: ¡No temas, Sión, que no desfallezcan tus manos!
¡El Señor, tu Dios, está en medio de ti, es un guerrero victorioso! El exulta de alegría a causa de ti, te renueva con su amor y lanza por ti gritos de alegría,
como en los días de fiesta. Yo aparté de ti la desgracia, para que no cargues más con el oprobio.


Libro de Isaías 12,2-3.4bcd.5-6. 
Este es el Dios de mi salvación:
yo tengo confianza y no temo,
porque el Señor es mi fuerza y mi protección;
él fue mi salvación.
Ustedes sacarán agua con alegría
de las fuentes de la salvación.

Den gracias al Señor, invoquen su Nombre,
anuncien entre los pueblos sus proezas,
proclamen qué sublime es su Nombre.

Canten al Señor porque ha hecho algo grandioso:
¡que sea conocido en toda la tierra!
¡Aclama y grita de alegría, habitante de Sión,
porque es grande en medio de ti
el Santo de Israel!


Evangelio según San Lucas 1,39-56. 
María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.
Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo,
exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor".
María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz".
Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:
¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación
sobre aquellos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor,
acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham y de su descendencia para siempre".
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.




Leer el comentario del Evangelio por : Una homilía griega del siglo 4º 


lunes, 30 de mayo de 2016

¿En qué orden leer la Biblia? Muchas personas se ponen a leer y se desaniman en seguida, por no tener una guía


bible



La Biblia no es un simple libro. Es una biblioteca de 73 libros. Son muy diferentes unos de otros, tienen estilos muy distintos, fueron escritos en épocas muy distantes y en situaciones muy diferentes.
Imagínate llegando a una biblioteca como esa y empezando a leer el primer libro que encuentras en el estante, pasando al segundo y así en adelante. ¡Esa lectura no puede funcionar! Hay personas que abren la Biblia desde el principio y empiezan a leer a partir del Génesis. En general, no pasan del quinto libro. Se desaniman y no vuelven más. Y, lo que es peor, acaban diciendo que es imposible, que no se consigue entender la Biblia. ¡Pero eso pasaría con cualquier biblioteca del mundo!
Es necesario un Plan de lectura. Al principio, hay muchas cosas que no se entienden, lo que es muy natural. También en la lectura de una novela pasa eso. ¡No te pares por eso, prosigue! A medida que se va leyendo, las cosas se van aclarando. Es una regla de oro: la Biblia se explica por si misma. Por eso, es tan importante un plan de lectura.
Existen varios planes de lectura. Todos ellos son buenos, porque se basan en un principio. Aquí presento un plan concreto. Está destinado a aquellos que desean empezar a leer la Biblia y no tienen otros recursos, que no sean conocer la Biblia a través de ella misma. Sigue el orden indicado aquí, forma parte del método.

Plan de lectura del Nuevo Testamento:
1          1ª Carta de San Juan (2 veces)
2          Evangelio de San Juan
3          Evangelio de San Marcos
4          Las pequeñas cartas de San Pablo: Galatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1ª y 2ª Tesalonicenses, 1ª y 2ª Timoteo, Tito, Filemón
5          Evangelio de San Lucas
6          Hechos de los Apóstoles
7          Carta a los Romanos
8          Evangelio de San Mateo
9          1ª y 2ª Carta a los Corintios
10       Hebreos
11       Carta de Santiago
12       1ª y 2ª Carta de San Pedro
13       2ª y 3ª Carta de San Juan
14       Carta de San Judas
15       Apocalipsis
16       1ª Carta de San Juan (3ª vez)
17       Evangelio de San Juan (2ª vez)

¿Por qué comenzar por la 1ª carta de San Juan?
La primera necesidad de un cristiano es tener la certeza de su salvación. Es saber que Dios le ama y le ha elegido. Gratuitamente, sin ningún merecimiento. Dios te puso en la lista de esos a los que quiere salvar. ¡Fue una elección gratuita! ¡Amorosa! ¡Sin merecimiento! Saber eso nos da la certeza de la salvación. Y todo cristiano la necesita.
De los 73 libros de la Biblia, sólo esa pequeña carta fue escrita con ese propósito: darnos la certeza de la salvación. En la conclusión de su carta, San Juan dice: “Les he escrito estas cosas, a ustedes que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen la Vida eterna” (1 Jn 5, 13). Leyendo y releyendo, te vas convenciendo de esta feliz realidad: ¡Estas salvado! ¡Eres elegido!
Lecturas de los libros del Antiguo Testamento
“Que el libro de esta Ley nunca se aparte de ti: medítalo día y noche, para obrar fielmente en todo conforme a lo que está escrito en él. Así harás prosperar tus empresas y tendrás éxito” (Josué 1,8).
Una recomendación es comenzar la lectura por los tres libros sapienciales: Sabiduría, Eclesiástico y Proverbios. Son libros muy próximos al Nuevo Testamento y fuentes de ricas enseñanzas. Lee, al mismo tiempo, el libro de los Salmos. La puerta de entrada del Antiguo Testamento son los Salmos. Haz de ellos tu libro de cabecera.
En cualquier caso, lo que quiero acentuar aquí es que tienes que trabajar con los Salmos independientemente de algún orden específica. Siempre que te sientas impelido a ello, lee un Salmo. Haz tu diario sobre él, sin miedo a interrumpir el trabajo que estés haciendo en ese momento. El Salmo es como la fruta: la comemos a cualquier hora, sin importar las comidas. Y nunca hace mal. Siempre hace bien.
Aparte de ello, los libros del Antiguo Testamento deberían leerse en orden cronológico: desde los orígenes hasta la venida de Cristo.

Plan de lectura del Antiguo Testamento
1          Génesis                     24       Esdras
2          Éxodo                       25       Nehemías
3          Números                  26       Ageo
4          Josué                         27       Zacarías
5          Jueces                       28       Isaías (56-66)
6          1° Samuel                29       Malaquías
7          2º Samuel                30       Joel
8          1º Reyes                   31       Jonás
9          2º Reyes                   32       Rut
10       Amós                         33       Tobías
11       Oseas                        34       Judit
12       Isaías (1-39)                        35       Ester
13       Miqueas                   36       Eclesiástico
14       Nahúm                     37       Cantar de los Cantares
15       Sofonías                    38       Job
16       Habacuc                   39       Eclesiastés
17       Jeremías                   40       1º Macabeos
18       Lamentaciones        41       2º Macabeos
19       Ezequiel                   42       Baruc
20       Abdías                      43       Daniel
21       Isaías (40-55)         44       Sabiduría
22       1º Crónicas              45       Levítico
23       2º Crónicas              46       Deuteronomio

Artículo extraído del libro ‘A Bíblia no meu dia-a-dia‘ de monseñor Jonas Abib.

La “Teología de las lágrimas” de Francisco irrumpe en el Jubileo Año Santo de la Misericordia; el Papa en la vigilia de oración para "secar las lágrimas"


Pope Francis - general audience - Paul VI Hall - Vatican, Wednesday, Jan. 13, 2016



El Jubileo tiene espacio para aquellos que lloran. Es más el Papa Francisco ha confirmado la nobleza y la liberación de unas mejillas bañadas. Así, “enjuagar las lágrimas”, será el significado de la vigilia de oración presidida por el papa Francisco el próximo 5 de mayo a las 18.00 horas en la Basílica de San Pedro.
Llorar por un amigo muerto, por un familiar enfermo, por alegría, por la noticia de un embarazo. El Papa no distingue, lo único que pide es “llevar consolación y esperanza”.
Una teología del llanto que está presente en sus tres años de pontificado. “Son las lágrimas las que pueden darle paso a la transformación, son las lágrimas las que pueden ablandar el corazón, son las lágrimas las que pueden purificar la mirada y ayudar a ver el círculo de pecado en el que muchas veces se está sumergido”, dice el Papa.
En su homilía en la Misa celebrada en el “Complejo Ferial” de Ciudad Juárez, en México, a sólo 80 metros de la frontera con los Estados Unidos, nos recordó que “son las lágrimas las que logran sensibilizar la mirada y la actitud endurecida y especialmente adormecida ante el sufrimiento ajeno. Son las lágrimas las que pueden generar una ruptura capaz de abrirnos a la conversión”.
El evento jubilar lleva la huella de esa teología del llanto que el Papa ha testimoniado personalmente en varios viajes y encuentros. En Filipinas cambió su discurso oficial porque dijo haberse quedarse ‘sin palabras’ ante el llanto de dolor de Glyzelle, de 12 años.“Su realidad es superior a todas las ideas que yo había preparado”, explicó Francisco.
El llanto de los inocentes 
La pequeña con lágrimas en los ojos le contó a Francisco que había recogido comida entre la basura y dormido en la calle. ‘¿Por qué deja Dios que pasen esas cosas, incluso si no es culpa de los niños?’ preguntó a Francisco, tapándose la cara con las manos mientras sollozaba.
El Papa nos enseña que “cuando nos hagan la pregunta de por qué sufren los inocentes, entonces nuestra respuesta sea o el silencio o las palabras que nacen de las lágrimas”, añadió.
Esta vigilia en San Pedro también es un recuerdo de esas lagrimas que se nos atragantan en la garganta cuando sufrimos una injusticia o un dolor debido a la enfermedad, al trabajo que no encontramos, a una pelea en familia, a nuestros hijos que no nos visitan, a lo mejor porque somos viejos y enfermos…
Sin embargo, el Papa quiere en este jubileo que la misericordia sea aliento para el presente y confiar “en lo sano y bueno que late en cada corazón”.
Misericordia escudo de los que lloran 
Más allá de ser un pañuelo para nuestras lagrimas, la misericordia es escudo y fortaleza de quien ha sufrido una injusticia, de quien ha perdido el sentido de la propia vida y no ha logrado encontrarlo.
Son muchos y de varios tipos los sufrimientos, pero todos, tienen en común un ‘cansancio’ del vivir y, a menudo, la falta de esperanza y de confianza.
Jesús lloró por su amigo Lázaro cuando murió. Entonces, Francisco nos dice que “ciertas realidades de la vida se ven sólo con los ojos limpiados por las lágrimas”. Es aún más radical cuando dice “si ustedes no aprenden a llorar no son buenos cristianos”.
Esta teología del llanto evoca el discurso de la montaña. En Filipinas, el Papa dijo que “al mundo de hoy le falta llorar, lloran los marginados, lloran los que son dejados de lado, lloran los despreciados, pero aquellos que llevamos una vida más o menos sin necesidades no sabemos llorar”.
Volver a aprender a llorar para liberar la mejor parte del corazón, esa que lleva a la acción y callar el llanto de los inocentes con amor y actos, mientras el cielo sonríe y –como dice el poeta- una flor nace, mientras otra muere, pero las lagrimas son el rocío mañanero de Dios, signo de que estamos vivos dentro.
La Virgen y sus lagrimas 
Y volviendo a la vigilia, la devoción mariana también dejará su señal, pues para la ocasión será expuesto a la veneración de los fieles en la Basílica el relicario de la Virgen de las lágrimas de Siracusa.
Se trata de un recuerdo de la historia del cuadrito de yeso, con la imagen del corazón inmaculado de María, que se encontraba en la cabecera de una cama matrimonial en la casa de una joven pareja de esposos (Angelo Iannuso y Antonia Giusto), que derramó lágrimas humanas.
El relicario contiene parte de las lágrimas que surgieron milagrosamente de la imagen de la Virgen. Ese milagro se verificó entre el 29 de agosto y el primero de septiembre de 1953 en la isla italiana de Siracusa.
El Pontífice con esta vigilia invita a pedir el don de la conversión, el don de las lágrimas. Corazones abiertos que se sientan perdonados para derramar misericordia porque –parafraseando Francisco- siempre hay una salida y siempre hay oportunidad.
“Es tiempo de implorar la misericordia del Padre”, palabra de Francisco.