martes, 10 de diciembre de 2019

¿Por qué a la Virgen María se la representa con un manto azul?

VIRGIN

Los siglos XII y XIII marcaron una “revolución del azul”


Como muchos habrán podido observar, en la mayoría de los retratos artísticos de la Virgen María se la ve representada con el color azul: una faja, el velo, pero sobre todo el manto.
En la antigüedad, la Virgen venía representada muchas veces con vestiduras de color ocre o crema, que eran muy común para su época y el lugar de donde provenía. Pero también se la ha representado con vestimentas de color azul, para representar su humanidad, y el manto rojo indicando que es llena de gracia. En general también se agregaban las letras griegas: MP OY (Mater Theou = Madre de Dios).
Más tarde se la comenzó a representar con un manto azul, sobre todo en la época del Renacimiento.
Los siglos XII y XIII marcaron una “revolución del azul”. Esta revolución nace de la teología. Dios es un dios de luz y esto se manifiesta de dos maneras: luz divina (lux) y luz terrenal (lumen). Para diferenciarlos, era necesario encontrar una técnica en las imágenes: así es como el cielo se tornó azul, mientras que el dorado se usó para representar la luz divina y el Cielo como paraíso celestial.
Y tiene mucho sentido si María es Reina del cielo y de todo lo creado.
En la Edad Media, cuando el culto mariano estaba en plena expansión, se decidió revestir a la Virgen con un color de pigmentos caros.
Entonces se usaba mucho el lapislázuli, una piedra semipreciosa que venía de minas en Afganistán, con el cual se creaba un pigmento “ultramarino” que costaba tanto como el oro, si no más. Por eso estos pigmentos se reservaban para las representaciones de la Virgen María.
Pero quizás lo que tenga más valor en la representación del azul en la Virgen María, sean sus mismas apariciones:
La Virgen de Guadalupe lleva un manto azul tachonada de estrellas doradas.
La Virgen del Lourdes lleva una faja azul, como también Nuestra Señora de Banneux.

Por citar algunos ejemplos, pero lo importante es tener siempre presente que: “María es el medio del cual se sirvió el Señor para venir a nosotros; es el medio del cual debemos servirnos nosotros para ir a Él” (S. Luis María Grignion de Montfort).

En la Virgen de Kibeho también podemos ver su manto azul.
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Y en la Virgen del Rosario de San Nicolás.

El año litúrgico y sus 3 ciclos: ¿cómo saber si es A, B o C?

ciclos litúrgicos A B C

Hemos terminado el ciclo C y acabamos de comenzar, en Adviento, el ciclo A, ¿pero por qué?

El año litúrgico cristiano pasa por tres ciclos, también llamados años A, B y C.
Cada ciclo tiene su propia secuencia de lecturas del Antiguo y Nuevo Testamento en la liturgia de la Iglesia, de modo que la distribución de textos bíblicos a lo largo de tres años brinda a los fieles una visión integral de toda la historia de la salvación.
La Constitución del Sacrosanctum Concilium nos pide:
Dejen que los fieles preparen la mesa de la Palabra de Dios más abundantemente. Dejen que los tesoros de la Biblia se abran más para que dentro de un período de tiempo determinado, las partes más importantes de la Biblia sean leídas a la gente. Sagrada Escritura“.
Con este fin, el rito romano organiza las lecturas bíblicas de la celebración eucarística que se completarán cada tres años:
En el año “A”, la lectura principal (Evangelio) sigue el Evangelio de San Mateo;
En el año “B”, el Evangelio de San Marcos;
En el año “C”, el Evangelio de San Lucas.

¿Y el Evangelio de San Juan? Está reservado para ocasiones especiales, especialmente fiestas grandes y solemnidades, con énfasis en la Semana Santa.

¿Cómo saber si el ciclo litúrgico actual es A, B o C?

Solo agregue los dígitos del año.
La referencia es el ciclo C, que se aplica a años cuya suma de dígitos es divisible por 3.
2019, por ejemplo: 2 + 0 + 1 + 9 = 12. Dado que 12 es divisible por 3, este es un año del ciclo C.
Ya los dígitos del año 2020 suman 4, es decir, 3 + 1. Por lo tanto, el ciclo inmediatamente posterior a la aplicación de C, que es el retorno al ciclo A. Del mismo modo, la suma de los dígitos de 2021 es 5, o es decir, 3 + 2. Entonces se aplica el ciclo B. Y 2022 se convierte en el ciclo C nuevamente porque la suma de sus dígitos es 6, que es un múltiplo de 3. Y así sucesivamente.
Es como si el ciclo comenzara en el primer año de conteo cristiano: el año 1 habría sido el ciclo A; año 2, ciclo B; año 3, ciclo C; y los años 6, 9, 12, 15 … otra vez el ciclo C.
PERO ATENCIÓN: cada ciclo comienza con su año litúrgico, es decir, desde la primera semana de Adviento. Esto significa que, litúrgicamente, el ciclo 2020 comienza ya en 2019, el primer domingo de Adviento, que fue el 1 de diciembre de 2019. No tenemos que esperar hasta el 1 de enero de 2020 para entrar en el ciclo A, ya que el punto de partida no se basa en el año calendario, sino, por supuesto, en el calendario litúrgico de la iglesia.
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5 detalles que tal vez no conocías de la Corona de Adviento

El pasado domingo 1 de diciembre comenzaba Adviento, un hermoso tiempo de preparación para la Navidad donde cada domingo se enciende una vela como signo de vigilia.
A continuación, presentamos cinco cosas que todo cristiano debe saber sobre la característica Corona de Adviento.
1. Tiene un origen pagano
La Corona de Adviento tiene su origen en una tradición pagana europea que consistía en prender velas durante el invierno para pedirle al dios sol que regresara con su luz y calor.
Los primeros misioneros aprovecharon esta tradición para evangelizar a las personas y les enseñaron que debían aprovechar esta Corona de Adviento como medio para esperar a Cristo, celebrar su natividad y rogarle que infunda su luz en sus almas.
2. Su forma circular es signo del amor de Dios
El círculo es una figura geométrica que no tiene ni principio ni fin. La Corona de Adviento recuerda que Dios tampoco tiene principio ni fin, por lo que refleja su unidad y eternidad. Es señal del amor que se debe tener hacia el Señor y al prójimo, que debe renovarse constantemente y nunca detenerse.
3. Las ramas verdes representan al Cristo vivo
El color verde representa la esperanza y la vida. En la corona de adviento nos recuerda que Cristo está vivo entre nosotros y la vida de gracia, el crecimiento espiritual y la esperanza que debemos cultivar durante Adviento. 
El anhelo más importante debe ser el llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre, así como el árbol y sus ramas.
4. Las cuatro velas representan cada domingo de Adviento
Las cuatro velas de la Corona de Adviento se van prendiendo semana a semana, en los cuatro domingos de adviento y con una oración especial.
Las velas permiten reflexionar la oscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo, como las velas de la Corona.
Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se van iluminando cada vez más con la cercana llegada de Cristo al mundo.
5. Una de las velas es rosada
La Corona de Adviento tiene tres velas moradas y una rosada que se enciende el tercer domingo de Adviento. 
El color morado representa el espíritu de vigilia, penitencia y sacrificio que debemos tener para prepararnos adecuadamente para la llegada de Cristo.  Mientras que la rosada representa el gozo que sentimos ante la cercanía del nacimiento del Señor.
En algunos lugares, todas las velas de la Corona se sustituyen por velas rojas y en la Noche de Navidad, en el centro, se coloca una vela blanca o sirio simbolizando a Cristo como centro de todo cuanto existe.
Algunas sugerencias para vivir Adviento:
a) Arma, decora y motiva a los niños a vivir el Adviento explicándoles la tradición de la Corona de Adviento y su significado.
b) Colócala en un sitio especial del hogar, de preferencia en un lugar fijo donde la puedan ver los miembros de la familia para recordar la venida de Jesús y la importancia de prepararse para la Navidad.
c) Puedes distribuir entre los miembros de la familia la preparación de cada liturgia para que todos participen y se sientan involucrados. Algunas acciones son: Arreglar y limpiar el lugar donde se ubicará la Corona antes de comenzar la liturgia, encender y apagar las velas, dirigir el canto o poner algún villancico, dirigir las oraciones y leer las lecturas.
Más información:

Lecturas del Martes de la 2ª semana de Adviento

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (40,1-11):

«CONSOLAD, consolad a mi pueblo
—dice vuestro Dios—;
hablad al corazón de Jerusalén,
gritadle,
que se ha cumplido su servicio,
y está pagado su crimen,
pues de la mano del Señor ha recibido
doble paga por sus pecados».
Una voz grita:
«En el desierto preparadle
un camino al Señor;
allanad en la estepa
una calzada para nuestro Dios;
que los valles se levanten,
que montes y colinas se abajen,
que lo torcido se enderece
y lo escabroso se iguale.
Se revelará la gloria del Señor,
y verán todos juntos
—ha hablado la boca del Señor—».
Dice una voz: «Grita».
Respondo: «¿Qué debo gritar?».
«Toda carne es hierba
y su belleza como flor campestre:
se agosta la hierba, se marchita la flor,
cuando el aliento del Señor
sopla sobre ellos;
sí, la hierba es el pueblo;
se agosta la hierba, se marchita la flor,
pero la palabra de nuestro Dios
permanece por siempre».
Súbete a un monte elevado,
heraldo de Sión;
alza fuerte la voz,
heraldo de Jerusalén;
álzala, no temas,
di a las ciudades de Judá:
«Aquí está vuestro Dios.
Mirad, el Señor Dios llega con poder
y con su brazo manda.
Mirad, viene con él su salario
y su recompensa lo precede.
Como un pastor que apacienta el rebaño,
reúne con su brazo los corderos
y los lleva sobre el pecho;
cuida él mismo a las ovejas que crían».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 95,1-2.3.10ac.11-12.13-14

R/. Aquí está nuestro Dios, que llega con poder.

V/. Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria. R/.

V/. Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él gobierna a los pueblos rectamente». R/.

V/. Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque. R/.

V/. Delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,12-14):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, en verdad os digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.
Igualmente, no es voluntad de vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños».

Palabra del Señor