miércoles, 17 de agosto de 2016

El Papa nos invita a llevar la misericordia de Jesús a los lugares que frecuentamos En la catequesis de los miércoles comenta el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Lo que se traduce en involucrarse y ponerse al servicio de la vida y de la comunión


Francisco bendice a los niños

El santo padre Francisco realizó la audiencia de este miércoles en el Aula Pablo VI. Antes de iniciar la catequesis recorrió a pie los diversos corredores del auditorio en medio del público, saludando a los miles de peregrinos allí reunidos, bendiciendo particularmente a los niños y en alguna oportunidad poniéndose el solideo que le daban antes de devolverlo. Claramente en medio de aplausos, coros y de la ovación generada por el entusiasmo del público.
La catequesis inició con la lectura en diversos idiomas del Evangelio según san Mateo, cuyo pasaje narraba la multiplicación de los cinco panes y dos peces realizada por Jesús.
El Papa después de saludar con un: “Buon Giorno“, explicó el Evangelio apenas leído. Recordó que el Señor “sintió compasión por la multitud y sanó a los enfermos”, porque “Él siempre se acordaba de los demás”.
Por este motivo la multitud lo sigue por todas partes llevándole enfermos. Y el Maestro se conmueve, porque “Jesús no es frío, no tiene un corazón frío, es capaz de conmoverse”. Y muestra su voluntad de estar cerca de nosotros y de salvarnos”, porque “Jesús nos ama tanto”, dijo.
Jesús cuida a quienes le siguen y quiere que los discípulos participen en esto, demostrando que “los pocos panes con la fuerza de la oración podían ser compartidos con todos”. O sea que quiere hacernos participar de sus acciones.
Comentó también el modo en que el Salvador bendijo los panes y peces, así como la similitud con las palabras de la Consagración en la Última Cena.
“Vivir la comunión con Cristo” no es ser extraño a la vida cotidiana –dijo Francisco– por el contrario, nos vuelve “servidores de la misericordia” con la “misma compasión de Jesús”.
Subrayó también que Jesús cuando nos perdona, nos abraza y nunca lo hace a medias. “Todos se saciaron”, porque Él llena nuestra vida de su compasión, dijo.
Invitó así a estar siempre “al servicio de la vida y de la comunión” y que cada uno pueda hacerlo “en la propia familia, en el trabajo, en la parroquia y en los lugares a los que pertenecemos”. “Porque esta comunión es vida para todos”.
La catequesis después resumida y leída en los diversos idiomas, concluyó con la bendición apostólica así también como de los objetos religiosos que llevaron los peregrinos, y con el canto del Padre Nuestro en latín.

El Vaticano emite la medalla oficial del cuarto año de pontificado de Francisco Por un lado se representa el escudo del Papa y por el otro un abrazo, símbolo de perdón, alegría y acogida recíproc

Escudo Papa Francisco
Escudo Papa Francisco 
 Desde el miércoles 10 de agosto está a la venta la medalla oficial anual del cuarto año de pontificado del papa Francisco. La obra presenta, por un lado, el escudo del papa Francisco; y por el otro, el abrazo, símbolo de perdón, alegría y acogida recíproca, con la inscripción alrededor: Beati misericordes quia ipsi misericordiam consequentur del Evangelio de Mateo (5, 7).
La inscripción dmi mmXVI (diei mundialis iuventutis) se refiere a la XXXI Jornada Mundial de la Juventud, que se celebró en Cracovia del 26 al 31 del pasado mes de julio, y a la cual hace referencia la citación evangélica representada en el tema.
 La autora de la medalla es Carmen Testa, nacida en la región italiana de Campobasso, en 1985, tal y como informa una nota publicada en el Osservatore Romano.
La medalla se puede adquirir en la Administración del patrimonio de la Sede Apostólica (Apsa) y en los tres puntos de venta de la Librería Editrice Vaticana, como también en la tienda de la oficina filatélica y numismática del Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano. 




Vida y obra de San Pio X





Miércoles de la vigésima semana del tiempo ordinario

Libro de Ezequiel 34,1-11. 
La palabra del Señor me llegó en estos términos:
¡Profetiza, hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel! Tú dirás a esos pastores: Así habla el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿Acaso los pastores no deben apacentar el rebaño?
Pero ustedes se alimentan con la leche, se visten con la lana, sacrifican a las ovejas más gordas, y no apacientan el rebaño.
No han fortalecido a la oveja débil, no han curado a la enferma, no han vendado a la herida, no han hecho volver a la descarriada, ni han buscado a la que estaba perdida. Al contrario, las han dominado con rigor y crueldad.
Ellas se han dispersado por falta de pastor, y se han convertido en presa de todas las bestias salvajes. Mis ovejas se han dispersado,
y andan errantes por todas las montañas y por todas las colinas elevadas. ¡Mis ovejas están dispersas por toda la tierra, y nadie se ocupa de ellas ni trata de buscarlas!
Por eso, pastores, oigan la palabra del Señor.
Lo juro por mi vida -oráculo del Señor-: Porque mis ovejas han sido expuestas a la depredación y se han convertido en presa de todas las fieras salvajes por falta de pastor; porque mis pastores no cuidan a mis ovejas; porque ellos se apacientan a sí mismos, y no a mis ovejas;
por eso, pastores, escuchen la palabra del Señor:
Así habla el Señor: Aquí estoy yo contra los pastores. Yo buscaré a mis ovejas para quitárselas de sus manos, y no les dejaré apacentar mi rebaño. Así los pastores no se apacentarán más a sí mismos. Arrancaré a las ovejas de su boca, y nunca más ellas serán su presa.
Porque así habla el Señor: ¡Aquí estoy yo! Yo mismo voy a buscar mi rebaño y me ocuparé de él.



Salmo 23(22),1-3a.3b-4.5.6. 
El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero,

Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque Tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;

unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.




Evangelio según San Mateo 20,1-16a. 
Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña.
Trató con ellos un denario por día y los envío a su viña.
Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza,
les dijo: 'Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo'.
Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo.
Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: '¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?'.
Ellos les respondieron: 'Nadie nos ha contratado'. Entonces les dijo: 'Vayan también ustedes a mi viña'.
Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: 'Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros'.
Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario.
Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario.
Y al recibirlo, protestaban contra el propietario,
diciendo: 'Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada'.
El propietario respondió a uno de ellos: 'Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario?
Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti.
¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?'.
Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos».



Leer el comentario del Evangelio por : San Gregorio Magno  
Los trabajadores de la viña del Señor