lunes, 19 de marzo de 2018

5 desafíos cuaresmales para parejas: ¿Podrían renunciar juntos a esto?




Cómo trabajar para llegar a una relación más fuerte y feliz para la llegada de la Pascua

Con todas las “renuncias” debidas para Cuaresma, ¿por qué no asociarte con tu pareja este año y renunciar a algo juntos con el objetivo de mejorar su relación?
Toda pareja conoce esas pequeñas cosas “obvias” en las que necesitan trabajar. Por ejemplo, mi marido y yo tenemos que dejar de lado los ajustes de cuentas constantes: “Yo llevé a los niños a los entrenamientos cinco veces la semana pasada, ahora te toca a ti…” y “No pienso vaciar el lavavajillas otra vez hasta que alguien haga su parte…”.
Pero la Cuaresma es un tiempo apropiado para prestar atención a cosas más grandes también, más arduas. La Cuaresma debería ser un poquito difícil.
Las cosas dificultosas son las que nos hacen pensar y reflexionar de verdad sobre cómo podemos cambiar y sacrificarnos para servir a los demás y, quizás por encima de todo, a nuestros cónyuges.
Aquí tienen otros ámbitos más grandes de la vida familiar para explorar esa “renuncia” como pareja para trabajar por una relación más sólida y feliz para la Pascua:

1. Negatividad

¿Recuerdan sus primeras citas? Probablemente nunca se quejaban a su flamante pareja, siempre querían mostrar su lado positivo porque eso es lo que resulta más atractivo de las personas.
Sin embargo, cuando la relación creció, estrecharon los lazos y ganaron confianza, esa persona tan importante se convirtió en un permanente vertedero de quejas, desahogos y malestares.
Los cónyuges deberían estar ahí como apoyos reafirmantes mutuos, pero nunca deberían subestimar el poder de las palabras. La negatividad suele convertirse en algo adictivo y satisfactorio de una forma insana.
Los comentarios, las conversaciones y los cotilleos negativos con el tiempo pueden llevarlos a una espiral de despojo de las alegrías diarias del matrimonio y de la vida, según explica CatholicMatch.com. Después de un tiempo, las palabras empiezan a personificar al hablante.
Esta temporada, comprométanse a comunicarse solamente arrojando una luz positiva sobre su día, sobre las personas que conocen, sobre lo que ven en las noticias. ¡No será fácil!
Y, por supuesto, habrá cosas malas y problemas que señalar y debatir, pero intenten abordarlos de una forma más proactiva, con empatía y comprensión, de una forma que quizás no hayan verbalizado antes. Cuando se muestra optimismo, se sonríe mucho más, y ¿¡qué hay más atractivo que eso!?

2. Consumismo

Nos guste o no, nuestra cartera está íntimamente relacionada con nuestras relaciones, sobre todo entre cónyuges. En muchas familias, el consumismo llega a niveles descontrolados. Simplemente miren en la ducha y pregúntense, ¿de verdad necesitan cinco botes de champú? ¿Era realmente necesario comprar esa camiseta deportiva de oferta en el supermercado?
Unos buenos hábitos financieros no solo ahorran dinero familiar, sino que ayudan a evitar pequeñas (y grandes) trifulcas sobre facturas, deudas de tarjeta y trastos acumuladosen sótanos y armarios… y además también despierta conciencia sobre la ética del consumidor.
Esta Cuaresma, adopten una actitud algo más minimalista. Decidan juntos qué compras del hogar constituyen una “necesidad” y cuáles no, e intenten comprar menos. Algo que nos lleva al siguiente desafío de la lista…

3. Acumulación de trastos

No, limpiar y organizar la casa juntos quizás no sea su idea de una cita de ensueño, pero ordenar la casa reducirá sus niveles de estrés y los dejará más felices y más tranquilos. Si de verdad se quieren poner ambiciosos, intenten deshacerse de 40 cosas diferentes, una por cada uno de los 40 días de Cuaresma.

4. Tecnología

Coge tu smartphone y mira tu aplicación de mensajería; cuenta cuántos mensajes enviaste a tu cónyuge ayer: ¿los mensajes son su principal forma de comunicación diaria? ¿Quizás el email?
Las parejas modernas no dan prioridad con suficiente frecuencia a reconectar durante el tiempo que están cara a cara. Es probable que tu ordenador o tu móvil hable mucho más con tu cónyuge que tú mismo.
En este caso pueden renunciar “por capas”, hasta donde puedan, basándose en su situación familiar: es imposible renunciar totalmente a los mensajes digitales cuando hay que gestionar horarios infantiles y coordinar reuniones y horas de recoger y llevar.
Sin embargo, puedes decidir no enviar ese vídeo divertido de YouTube a tu esposa durante el almuerzo y, en vez de eso, háblale del vídeo cuando se vean durante la cena.
Entonces, quizás al menos puedan verlo juntos después de fregar los platos. Y aquí viene una idea radical: puedes incluso intentar dejar una nota de vez en cuando en su mochila o bolso. ¿Serías capaz de reconocer su letra?

5. Atracón de tele

¡La actividad invernal favorita de todos! Aunque algunas investigaciones señalan que ver juntos la televisión tiene beneficios para las parejas, sigue sin llegar a ser un sustituto para una conexión real y auténtica entre personas.
Esta Cuaresma, calculen cuánto tiempo pasan cada día delante de la pantalla de la tele y acuerden dedicar la mitad de ese tiempo (o tres cuartos… ¡o todo!) a jugar a las cartas, ir a pasear, estirarse en el suelo o incluso a leer juntos la Biblia.
Sí, quizás renuncien a saber qué está sucediendo en su serie favorita al mismo tiempo que el resto del mundo, pero estarán consiguiendo algo mucho más satisfactorio y duradero a cambio.

Papa Francisco: El cristiano es el que da la vida por el otro y no piensa en su propio interés

El Papa durante el Ángelus. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa

A una semana del Domingo de Ramos, el Papa Francisco presidió el rezo del Ángelus y explicó que  significa "perder la vida".
El Papa comentó que el Evangelio de este domingo “cuenta un episodio acontecido en los últimos días de la vida de Jesús” y la escena “se desenvuelve en Jerusalén, donde Él se encuentra por la fiesta de la Pascua hebrea”.
“Para esta celebración ritual llegaron también algunos griegos. Eran hombres animados por sentimientos religiosos, atraídos por la fe del pueblo hebreo y que, habiendo sentido hablar de este gran profeta, se acercan a Felipe, uno de los doce apóstoles” y le piden ver a Jesús.
Francisco dijo entonces que “quien quiere conocer a Jesús debe mirar a la cruz, donde se revela su gloria”.
“El Evangelio de hoy nos invita a dirigir nuestra mirada al crucifijo, que no es un objeto ornamental o un accesorio de vestir del que a veces se abusa, sino un signo religioso que hay que contemplar y comprender”.
Además, “en la imagen de Jesús crucificado se desvela el misterio de la muerte del Hijo de Dios como supremo acto de amor, fuente de vida y de salvación para la humanidad de todos los tiempos”.
También explicó el versículo que dice: “si el grano de grano que cae en la tierra no muere, permanece solo, pero si muere produce mucho fruto”.
“Jesús quiere hacer comprender que su historia extrema –muerte y resurrección– es un acto de fecundidad que llevará fruto para muchos”.
De esta manera “se compara a sí mismo con el grano de trigo que cayendo en la tierra genera nueva vida”. “Con la encarnación, Jesús ha venido a la tierra, pero esto no basta: debe también morir para rescatar a los hombres de la esclavitud del pecado y donarles una nueva vida reconciliada en el amor”.
El Papa señaló que también sus discípulos estaban llamados a “perder la vida” y por tanto todos los cristianos están llamados a lo mismo. “¿Qué significa perder la vida?”, preguntó. “Significa pensar menos en uno mismo, en los intereses personales, en saber ‘ver’ y andar al encuentro de los más necesitados, del prójimo, especialmente de los últimos”.
“Realizar con alegría obras de caridad hacia los que sufren en el cuerpo y en el espíritu es el modo más auténtico de vivir el Evangelio, es el fundamento necesario para que nuestras comunidades crezcan en la fraternidad y en la acogida recíproca”, subrayó

Pre-Sínodo


Esta antigua oración a san José es “conocida por no fallar nunca”

SAINT JOSEPH

Reza con fe y pide un beneficio espiritual

Aunque san José nunca dijo una sola palabra en las Escrituras, su silencioso ejemplo de fidelidad, obediencia y cuidado para con la Sagrada Familia durante los años de formación de Jesús hizo de él uno de los santos más queridos del cristianismo.
Se estima que la devoción al padre adoptivo de Jesús comenzó entre los siglos III y IV. Pero, según el libro de oración Pietá, hay una oración a san José que data del año 50:
“Esta oración fue encontrada en el año 50 de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. En 1505, fue enviada por el Papa al emperador Carlos, cuando él estaba yendo a la batalla [de Lepanto]. Quien lea esta oración, la escuche o la guarde consigo nunca morirá de muerte repentina ni se ahogará, ni le afectará el veneno o caerá en las manos del enemigo, ni será quemado en cualquier fuego o derrotado en la batalla. Reza esta oración durante nueve mañanas por cualquier intención. Ella es conocida por no fallar nunca”.
Aquí está la oración que “es conocida por no haber fallado nunca, que ofrece el pedido para el beneficio espiritual para quien está rezando o para la persona por la que se está rezando”:
Oh san José, cuya protección es tan grande, tan fuerte y tan inmediata ante el trono de Dios, a ti confío todas mis intenciones y deseos.
Ayúdame, san José, con tu poderosa intercesión, a obtener todas las bendiciones espirituales por intercesión de tu Hijo adoptivo, Jesucristo Nuestro Señor, de modo que, al confiarme, aquí en la tierra, a tu poder celestial, Te tribute mi agradecimiento y homenaje.
Oh san José, yo nunca me canso de contemplarte con Jesús adormecido en tus brazos. No me atrevo a acercarme cuando Él descansa junto a tu corazón. Abrázale en mi nombre, besa por mí su delicado rostro y pídele que me devuelva ese beso cuando yo exhale mi último suspiro.
¡San José, patrono de las almas que parten, ruega por mi! Amén. 
Recuerda: Dios siempre atiende nuestras oraciones. Pero nosotros no siempre esperamos las respuestas que recibimos.

PEREGRINOS EN TIERRA SANTA, RECUERDOS DE UN VIAJE. Por Rosario Válcarcel Q.

PEREGRINOS EN TIERRA SANTA, RECUERDOS DE UN VIAJE.

Los primeros peregrinos a Tierra Santa fueron los Reyes Magos que guiados por una estrella llegan a Belén para adorar al Niño Jesús. Estos relatos bíblicos fueron como palabras mágicas que marcaron mi infancia. Historias de fe cristiana, sinónimo de España, como afirmó Galdós, de significados, de fragilidad, de hambrunas y miserias, de una España gris y melancólica que, afortunadamente, ya ha quedado en el olvido.



Hoy más de dos mil años después de la visita de aquellos Magos, y 800 años en que los franciscanos celebran su presencia en Tierra Santa, un grupo de amigos hemos visitado los Santos Lugares mencionados en la Biblia, conducidos por el sacerdote Alberto Hernández Felipe quien nos ha ayudado a tocar con los dedos el cielo para poner los pies en la tierra.

Y yo he revivido aquellos lugares de los que hablan los evangelios, las parábolas y las tradiciones que me contaron mis padres, mis profesores o el cine, porque la Biblia, además de ser un libro sagrado, es un buen guion que nos ha dejado algunas de las más importantes joyas de la historia del cinematógrafo.
  

Así que el grupo convertido en “peregrinos”, comenzamos nuestra ruta en el puerto de Jaffa, al sureste de la capital israelí, Tel Aviv. Y de allí seguimos a Cafarnaúm y visitamos la casa de Pedro, el pescador, junto a ese mar de Galilea,  junto a ese mar de la memoria donde tal vez Jesús vivió y anduvo sobre las aguas, pero que hoy es un lugar de rocas, sinagogas, fosas y mosaicos bizantinos, un lugar que a pesar de los turistas, a mí me pareció sordo al silencio que hacía el viento y la lluvia que caía como presagio de un viaje fructífero.  



Un viaje que nos llevó a la orilla como dice la canción de Cesareo Gabaraín, e hicimos una travesía en barco, y bailamos, nos reímos y cantamos, y sentí el aire respirar a mi alrededor en un lago llamado también Tiberiades porque a su oeste se sitúa la ciudad del mismo nombre, construida por Herodes en honor al emperador Tiberio. Y al norte del lago en Cafarnaúm el escenario del Sermón de la Montaña y el  milagro de los panes y los peces. 


Y subimos al monte Tabor, a más de 600 metros de altura sobre el nivel del mar, donde según los evangelios tuvo lugar la Transfiguración del Señor, y bajamos a 400 metros bajo el nivel del mar y nadie perdió la oportunidad de aplicarse el lodo que se amontona en el mar Muerto, un mar que se extiende como un ciénaga de asfalto, donde todavía  presiden la sal y la fermentación de aquella Sodoma sumergida.

Paseamos por las calles de Nazareth, y quizás algunos de nosotros al visitar la Basílica de la Anunciación donde se encuentra “la Casa de la Virgen María”, apelamos a la generosidad de nuestra Madre y pedimos que nos libre de esas desdichas grandes y pequeñas de la vida cotidiana.Y atados a esa esperanza nos preguntamos: ¿Conseguiré la felicidad, la salud, el amor?


Eso no lo podemos saber porque ya se sabe que nuestra vida es una página mortal en blanco. Por eso, mientras tanto disfrutamos la vida y permitimos que nos estruje, y en ese gozo renovamos nuestros sacramentos y promesas y en Caná de Galilea, un pequeño grupo renueva los Compromisos matrimoniales, el amor. Y en el río Jordán al igual que el Precursor bautizó a Jesucristo nosotros reiteramos las Promesas Bautismales, y Alberto vuelve a dar el sí a la llamada de Dios que pronunció el día de su Ordenación Sacerdotal. Un hombre considerado por todos como una gran persona, que destaca por poseer un carácter moderado y sensible, además de ejercer el sacerdocio con gran intensidad lírica. 


Y por fin llegamos  a Jerusalén, un lugar con cinco mil años de historia. Allí recorrimos de día y de noche sus barrios, sus calles y sus rincones en las que no se nota tensión ni peligro. Solo apreciamos a unas chicas y chicos israelíes, en periodo de servicio militar, provistos de armas que vigilan y guardan el orden al mismo tiempo que se mezclan entre nosotros. 


Visitamos el Monte de los Olivos y desde la cima contemplamos la ciudad. Y llegamos a la Iglesia del Santo Sepulcro, entre otras muchas, en la que repican campanas sin cesar, al mismo tiempo que escuchamos la llamada islámica a la oración por el almuédano agitando el alma de los devotos, junto con las voces de plegarias en distintos idiomas. Recorrimos la Vía Dolorosa con el ejercicio del Vía Crucis y el Muro de Las Lamentaciones donde suena el rumor de las oraciones. Y como marca la tradición yo coloqué un papelito con un deseo o plegaria entre las milenarias piedras del Kotel. 


De esa ciudad santa, israelí, que atesora tantos acontecimientos, e invasiones seguidas de destrucciones y conflictos. Un referente espiritual para la mayor parte de la humanidad y centro de las tres religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islamismo. Fundada por el rey David hace más de 3000 años, porque como todos sabemos en Jerusalén vivió y murió Jesucristo y desde allí, según la religión musulmana, Mahoma ascendió al paraíso.


Un país con un mestizaje religioso en donde se dice que hay una gran tolerancia entre todos ellos aunque nuestro otro guía, serio y competente, llamado Adnan, de origen palestino y de religión musulmán, afirma que es un territorio en el que los palestinos, en minoría, se enfrentan a una diaria humillación. Una vergüenza diseñada estratégicamente por los sucesivos gobiernos del estado de Israel. 


La Jerusalén antigua es pequeña y a la vez inmensa para ser contado en estas líneas, y ni siquiera las numerosas fotografías que hice han sido capaces de captar ese mundo remoto que se esconde dentro de las murallas en ambientes en el que podemos respirar el perfume de las cosas verdaderas, las huellas de la historia con su pobreza y su dolor, con su riqueza espiritual tan visible en algunos 
lugares. 


Israel, un país que nos envuelve en un mundo de reflexión y nos lleva a los escenarios del comienzo de la vida religiosa. Un país en el que sentimos vibrar la fibra humana, la verdad de la vida. Un viaje que repetiría con esos mismos amigos, con unos compañeros de viaje, que yo igual que el poeta, los llamo compañeros del alma, compañeros. Unas vivencias tan repletas de sonrisas que estoy segura que cada vez que las recuerde volveré a sonreír. 

¿Cómo se reza el Ángelus?

ANGELUS

Una breve guía para realizar esta sencilla oración mariana

Habitualmente todos los domingos, tenemos la oportunidad de rezar la hermosa oración del Ángelus junto al papa desde la Plaza San Pedro que llega a nuestros hogares gracias a las teletransmisiones en directo.
Una tradición que comenzó con Pío XII, y que en realidad tiene un origen más antiguo. Parece que comenzó en Francia con el rey Luis XI en el siglo XV, a la mañana, al mediodía y al atardecer un toque de campana interrumpía el trabajo de los católicos, desde el rey hasta los campesinos, para unirse en oración con un canto a María.
El Ángelus recuerda la Encarnación y Anunciación, cuando el ángel Gabriel le anunció a la Virgen María que iba a ser la madre del Salvador.
El papa la recita este himno en latín, idioma oficial del Vaticano, pero nosotros podemos hacerlo en nuestro idioma.
Y se reza así:
El Ángel del Señor anunció a María.
Y concibió por obra del Espíritu Santo.
(Avemaría)
He aquí la esclava del Señor.
Hágase en mí según tu palabra.
(Avemaría)
Y el Verbo se hizo carne.
Y habitó entre nosotros.
(Avemaría)
Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.
Oremos:
Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…(tres veces)
El único momento del año donde no se recita el Ángelus es durante el tiempo Pascual hasta la fiesta de Pentecostés y es sustituido por el “Regina Coeli” todos los cristianos rezando este himno nos alegramos y felicitamos a María por la resurrección de su Hijo Jesucristo.
Reina del cielo, alégrate.
Aleluya.
Porque el Señor, a quien mereciste llevar.
Aleluya.
Ha resucitado, como lo había dicho.
Aleluya.
Ruega al Señor por nosotros.
Aleluya.
Goza y alégrate, Virgen María. Aleluya.
Porque verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Oremos:
Oh Dios, que por la Resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a alcanzar los gozos eternos. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Encuentra cinco minutos tú también y canta a María, madre de Nuestro Señor Jesucristo

Hoy es la Solemnidad de San José, Esposo de la Vigen Maria y Patrono de la Iglesia Universal


Hoy es la Solemnidad de San José, Esposo de la Vigen Maria y Patrono de la Iglesia Universal

San José es quien tuvo el privilegio de ser esposo de María, de criar al Hijo de Dios y de ser la cabeza de la Sagrada Familia. Es patrono de la Iglesia Universal, de una infinidad de comunidades religiosas y de la buena muerte.
"José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, pues lo que en ella ha sido concebido es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt. 1, 20-21), le dijo el ángel  en sueños al “justo” San José.
San José es conocido como el “Santo del silencio” porque no se conoce palabra pronunciada por él, pero sí sus obras, su fe y amor que influenciaron en Jesús y en su santo matrimonio.
Cuenta la tradición que doce jóvenes pretendían casarse con María y que cada uno llevaba un bastón de madera muy seca en la mano. De pronto, cuando la Virgen debía escoger entre todos ellos, el bastón de José milagrosamente floreció. Por eso se le pinta con un bastón florecido.

Junto a María, San José también tuvo que sufrir que no los quisieran recibir en Belén, que el amor de su vida diera a la luz en un establo y el tener que huir a Egipto, como si fueran delincuentes, para que Herodes no mate al niño. Pero supo afrontar todo esto confiando en la Providencia de Dios.
Con su oficio de carpintero no pudo comprar los mejores regalos para su hijo Jesús o que recibiera la mejor educación, pero el tiempo que le dedicó para atenderlo y enseñarle su profesión fueron más que suficiente para que el Señor conociera el cariño de un papá, que también es capaz de dejarlo todo por ir en busca del hijo extraviado.
Se conoce a San José como Patrono de la buena muerte porque tuvo la dicha de morir acompañado y consolado de Jesús y María. Fue declarado Patrono de la Iglesia Universal por el Papa Pío IX en 1847.
Una de las que más propagó la devoción a San José fue Santa Teresa de Ávila, que fue curada por intercesión del papá de Jesús en la tierra de una terrible enfermedad que la tenía casi paralizada y que era considerada incurable. La Santa le rezó con fe a San José y obtuvo la curación. Luego solía repetir:
"Otros santos parece que tienen especial poder para solucionar ciertos problemas. Pero a San José le ha concedido Dios un gran poder para ayudar en todo".
Hacia el final de su vida, la Santa carmelita resaltó: “durante 40 años, cada año en la fiesta de San José le he pedido alguna gracia o favor especial, y no me ha fallado ni una sola vez. Yo les digo a los que me escuchan que hagan el ensayo de rezar con fe a este gran santo, y verán que grandes frutos van a conseguir".


Solemnidad de San José, esposo de Santa María Virgen

Segundo Libro de Samuel 7,4-5a.12-14a.16. 
Pero aquella misma noche, la palabra del Señor llegó a Natán en estos términos:
«Ve a decirle a mi servidor David: Así habla el Señor:
Cuando hayas llegado al término de tus días y vayas a descansar con tus padres, yo elevaré después de ti a uno de tus descendientes, a uno que saldrá de tus entrañas, y afianzaré su realeza.
El edificará una casa para mi Nombre, y yo afianzaré para siempre su trono real.
Seré un padre para él, y él será para mí un hijo.
Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y su trono será estable para siempre.»

Salmo 89(88),2-3.4-5.27.29. 
Cantaré eternamente el amor del Señor,
proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones.
Porque tú has dicho:
«Mi amor se mantendrá eternamente,

mi fidelidad está afianzada en el cielo.»
Yo sellé una alianza con mi elegido,
hice este juramento a David, mi servidor:
«Estableceré tu descendencia para siempre,

mantendré tu trono por todas las generaciones.»
El me dirá: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora.»
Le aseguraré mi amor eternamente,

y mi alianza será estable para él.



Carta de San Pablo a los Romanos 4,13.16-18.22. 
Hermanos:
En efecto, la promesa de recibir el mundo en herencia, hecha a Abraham y a su posteridad, no le fue concedida en virtud de la Ley, sino por la justicia que procede de la fe.
Por eso, la herencia se obtiene por medio de la fe, a fin de que esa herencia sea gratuita y la promesa quede asegurada para todos los descendientes de Abraham, no sólo los que lo son por la Ley, sino también los que lo son por la fe. Porque él es nuestro padre común,
como dice la Escritura: Te he constituido padre de muchas naciones. Abraham es nuestro padre a los ojos de aquel en quien creyó: el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia a las cosas que no existen.
Esperando contra toda esperanza, Abraham creyó y llegó a ser padre de muchas naciones, como se le había anunciado: Así será tu descendencia.
Por eso, la fe le fue tenida en cuenta para su justificación.

Evangelio según San Mateo 1,16.18-21.24a. 
Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo.
Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo.
Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados".
Al despertar, José hizo lo que el Angel del Señor le había ordenado.