Doll Face es un cortometraje realizado en 2005 por el artista y director Andrew Thomas Huang. Se trata de una de sus primeras obras, que presentó mientas todavía estaba realizando sus estudios de Bellas Artes y Animación en la Universidad de Southern California y que ya nos orienta sobre lo que sería su estética posmoderna y radical.
Desde entonces Huang ha obtenido un importante reconocimiento internacional, tanto como creador de obras de arte basadas en la imagen y el diseño como en su faceta de director de videos musicales. Desde el año 2012 ha trabajado con la cantante y compositora islandesa Bjork, icono de la música alternativa que cuenta con seguidores en todo el mundo, y en 2013 fue galardonado con el UK Music Video Awards al Mejor Director Novel.
La obra que hoy presentamos a los lectores de Aleteia es un proyecto de estilo futurista que aborda la influencia destructiva que determinada manera de entender los iconos de belleza puede provocar sobre la identidad de la mujer. En el cortometraje solo vemos dos objetos, una televisión y una extraña caja articulada de la que saldrá el rostro de una chica robótica que, al ver las caras maquilladas que aparecen en la pantalla, intentará imitarlas y las seguirá cada vez más lejos, adaptándose más y más a lo que se le muestra y, al mismo tiempo, alejándose de sí misma hasta llegar a la autodestrucción.
Son cuatro minutos directos y sencillos que pueden ayudar a pensar en el aula o en casa, especialmente a las chicas adolescentes que sufren y se esfuerzan para responder a los modelos de belleza que les presenta la sociedad y que pueden estar dispuestas a abandonar su personalidad y valores para responder a lo que se espera de ellas.
También nos acerca a comprender la importancia de los medios de comunicación y entretenimiento como estructuras de creación del deseo. Efectivamente, al mostrarnos propuestas sobre lo deseable para nuestra emulación los medios de masas nos inculcan una interpretación de la realidad y de la vida feliz que tendemos a imitar, muchas veces incluso de forma inconsciente.
Sin embargo, el tema central de este pequeño relato es la autoaceptación, un elemento fundamental para la madurez psicológica. Conocer nuestros defectos y peculiaridades, respetarnos y querernos tal y como somos, no es un proceso en absoluto sencillo y muchas personas no logran asumir su personalidad o su identidad durante toda la vida, lo que les dificulta la integración social y pone en peligro su salud mental. Una persona madura es aquella capaz de comprender los aspectos que debe mejorar dentro de una conciencia general de autoaceptación que le permitirá desarrollarse en libertad y mantener relaciones sinceras con los demás y consigo misma.
Cortometraje completo (página de Youtube del propio autor):
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