martes, 23 de agosto de 2016

Recemos unos por otros

No sé si es el efecto Francisco o que, simplemente, me voy dando cuenta de la importancia que tiene, pero yo cada vez pido a más gente que rece por mí, por mi matrimonio y por mi familia. La última vez, ayer mismo, a través de Facebook, a un sacerdote amigo que está en el santuario de Lourdes. Y también tengo que decir que me encuentro con más gente cada día que me pide lo mismo, que rece por ellos y ellas.
Creo que es bueno y necesario asumir el compromiso de rezar unos por otros. Al final, más que algo mecánico, se trata de poner delante de Dios, a los pies del Sagrario, en lo más hondo de nuestro corazón… un nombre, una intención, una situación… y pedirle al Señor o a María, o a algún santo, que acompañen, que se haga la voluntad del Padre, que aporten luz, verdad y vida. ¿Quién no necesita eso?
  • Rezar unos por otros supone implicarnos unos y otros en la salvación mutua y también en la acogida del Reino ya presente en esta vida que nos ha tocado vivir.
  • Rezar unos por otros supone aceptar que solos no podemos y que no siempre lo que se necesitan son consejos humanos, hombros en los que llorar, manos a las que agarrarse…
  • Rezar unos por otros supone encarnar la oración y darle horizontalidad a la de por sí mirada vertical hacia el cielo.
  • Rezar unos por otros supone descentrarnos de nosotros mismos y poner delante de Dios a otros más que a mí.
  • Rezar unos por otros supone vivir un aspecto de la fraternidad menos visible pero de frutos intensos y duraderos.
  • Rezar unos por otros supone vivir confortados cualquier circunstancia que la vida nos depare, sabiendo que en el camino no viajamos en soledad y que muchos son los que nos acompañan en las alegrías y también en el dolor.
  • Rezar unos por otros supone generar en el mundo una corriente espiritual de gran intensidad que hace que este mundo, individualista, materialista, interesado, etc. sea un mundo mejor.
No es la primera vez que me veo en la tesitura de ofrecer mi oración como lo mejor que puedo aportar. Lo hago incluso con personas no creyentes o alejadas de la Iglesia. A ellos nos les pido que recen por mí pero si les digo que, desde mi fe, voy a rezar por ellos. Nunca he encontrado rechazo sino más bien, al revés, agradecimiento.
Para este año, tengo en mente llenar el oratorio de los niños en el cole de nombres y de intenciones y de fomentar esto desde la más tierna infancia. Estoy convencido de que saldremos todos beneficiados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario