miércoles, 13 de septiembre de 2017

Busca la protección MATERNAL de nuestra “Madre” del cielo (Un testimonio bellísimo)


“Corazón Dulcísimo de María prepáranos un camino seguro.”
Me encanta esta bella jaculatoria de san Josemaría Escrivá. Dice mucho. Es lo que anhelo decirle a la Virgen María. Es la súplica humilde y sincera del hijo  que corre a los brazos de la madre, en medio del peligro que a menudo lo asecha. Sabe con una certeza más allá de toda duda, que bajo su regazo estará seguro y nada le pasará.
Todos tenemos un santo preferido. El mío es san Francisco de Asis.  Han marcado nuestras vidas con su heroicidad.  Nos ayudan a comprender que el llamado a la santidad también es para nosotros. Cuando puedas lee un libro que narre sus vidas y aventuras espirituales. He aprendido de ellos algo fundamental: “Confiaron en Dios y fueron grandes devotos de nuestra Madre del cielo”.
Descubrirás en ellos esa gran devoción a la santísima Virgen María. Y la evidente protección maternal que gozaron en vida. Y es que… de una madre sólo puedes esperar comprensión, un amor sublime y la seguridad que necesitas y te  impulsa a no desfallecer.
La madre ama. No importa el camino que haya tomado su hijo. Ella simplemente ama.

Basta leer la vida de santa Mónica, la mamá de san Agustín, para darse cuenta que no hay nada que las detenga, nada parece imposible, al momento que una madre lucha por la salvación de su hijo.

Me gusta sentir el abrazo cálido y tierno de mi madre. Me tranquiliza y me anima a continuar el camino de la vida.
Siento también la mirada tranquilizante de nuestra madre del cielo y hago mías las palabras de la Virgen de Guadalupe a san Juan Diego. Su dulce voz de madre:
“No temas, ¿no estoy yo aquí que soy tu Madre?…” 
Acudo con mucha frecuencia a la Virgen.
Me equivoco tanto… Necesito un refugio seguro. Ella lo es.
Como buena madre instruye, se preocupa y nos orienta.
Siempre que la busco siento que me dice lo mismo y ¡es natural!  ¿Acaso las madres no repiten una y otra vez las mismas cosas? Lo hacen hasta que sus palabras entran y se afianzas en nuestros corazones.
Y, ¿qué es lo que ella nos dice? Está a la vista de todos en la santa Biblia.
La Virgen señala a su hijo Jesús y nos pide siempre:

«Hagan lo que él les diga.» (Jn 2, 5)

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