miércoles, 4 de mayo de 2016

Los tumores de Manuela – Por Carmelo Pérez

No quiero escribir hoy sobre política. Bastante tenemos ya con evitar las arcadas al oír los torpes argumentos de los irresponsables públicos en su intento por justificar esta legislatura fallida, este fracaso de la democracia. Yo les impediría a todos repetir como candidatos. Pero ya he dicho que no quiero escribir sobre política.
“Los no nacidos no son personas”. Me he tragado la entrevista de casi 45 minutos que Intereconomía Televisión –otra realidad fallida- le hace a la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. Desde el primer suspiro hasta el último. Como suscitó muchas críticas, quería comprobar si los medios manifiestamente de derechas y los radicales religiosos habían exagerado las declaraciones de la edila.
Pues resulta que no. Es cierto que Manuela Carmena ha dicho literalmente: “[En el aborto] nadie mata bebés”. Y ha añadido: “No se aborta matando bebés”. Y luego, la guinda del pastel: “Los no nacidos no son personas”.

Y pregunto yo: sus dos hijos de usted, señora Manuela, ¿qué eran antes del primer llanto? Usted misma y yo, ¿qué éramos mientras nuestras células se reproducían exponencialmente e iban conformando órganos y sistemas en la tripa de mamá? Porque algo será eso que crece y que lo seguiría haciendo con independencia de que su madre y el resto del universo quieran que prospere o no.
Pues feto lo llamaremos, dice usted. Pues vale. Feto hemos sido todos. Lo mismo que fuimos bebés, adolescentes, jóvenes, adultos, ancianos… Son todos adjetivos que califican una realidad primera sin la cual no tienen asiento: la vida misma.
Porque, si no es vida lo que crece en las entrañas de una mujer… no se me ocurre que pueda ser otra cosa que un tumor inteligente. Me alegro enormemente que los dos tumores-hijos de Carmena hayan visto la luz del día; que ella misma, tumor también en esta línea de argumentación, haya tenido la suerte de no haber sido extirpada. Me fascina que yo-tumor pueda contarles que tengo unos padres que me dejaron vivir, a mí y a los otros tres tumores inteligentes que suman mi familia. Me siento honrado con que usted, amable tumor-lector, tenga vida suficiente para poder leerme hoy.
“Pero no me quiero enredar en esos temas”, dice Manuela-tumor-inteligente, que es la forma de concluir una conversación cuando la racionalidad exige coherencia en las afirmaciones y no se encuentra salida.
Es Pascua. En la Iglesia festejamos el triunfo de la vida sobre la noche eterna y el sinsentido. Celebramos que Dios ha inventado la vida para levantarla luego hasta cimas inimaginables. Con la misma decisión que la de Dios, a los creyentes se nos pide coherencia y consistencia: no convertir la vida en un argumento electoral intercambiable. La vida no es un derecho, es el asiento donde descansan los derechos. Es mucho más que todo porque es todo lo que tenemos. No es justo que alguien se atribuya la capacidad de considerar que los otros son tumores, aunque no les hayan visto la cara, aunque los califiquen de inteligentes pero extirpables.

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