martes, 19 de abril de 2016

Guarda para donarlo a otro (que no conoces) tu vestido o tu traje de Primera Comunión Una iniciativa de la arquidiócesis de Newark que deberíamos hacer viral en el mundo católico


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En los pueblos hispanohablantes y entre toda la comunidad católica del mundo, es muy normal que los vestidos de la Primera Comunión se transfieran de generación en generación de una misma familia. Pero: ¿qué hacer con ellos familia en la que ya la recibió el último y faltarán muchos años para que haya otro en puerta?
Guardarlo con bolitas de naftalina; deshacerlo para hacer encaje o –en algunos casos, pocos, verdaderamente—tirarlo a la basura, porque en la fiesta posterior a la ceremonia religiosa, la niña o el niño lo ensuciaron y ya no hay manera de limpiarlo salvo mandándolo al tinte seco o a la costurera…
Una iniciativa realmente útil de la arquidiócesis estadounidense de Newark, podría acabar, al menos para aquellas familias que sigan los postulados de “Laudato Si” de reciclar y compartir, con los dilemas del vestido de la Primera Comunión.
Se trata de la tercera edición anual de una campaña de recolección de trajes y vestidos de primera comunión en buen estado. La finalidad de esta iniciativa es proveer a las familias más necesitadas de un traje digno de la ocasión trascendental de la admisión al Sacramento de la Eucaristía.
En otras palabras, se busca que los católicos colaboren con dar dignidad a la Primera Comunión, aunque sea tangencialmente, evitando que los pequeños que reciben el Sacramento se revuelquen en el lodo en la fiesta posterior, para que otros lo hagan en equidad y en decoro para con Jesús.
Una idea simple
La idea no es complicada. Solamente se pide que los trajes que se donen sean nuevos o en buen estado tras su uso. “La Primera Comunión –ha dicho la arquidiócesis en su órgano informativo web—se lleva a cabo cuando los niños, normalmente, tienen entre 7 y 8 años y marca el día (especialísimo) en que el niño o la niña son recibidos en la Eucaristía, el Cuerpo y la Sangre de Cristo; el Sacramento que nos une a Cristo a través de nuestra vida.”
Por eso, porque el día de la Primera Comunión es verdaderamente especial para el menor y para su familia, la arquidiócesis de Newark está colaborando para asegurar que factores económicos no detengan a la familia de hacer este encuentro con Jesús algo trascendente.
Durante los meses de enero a marzo de cada año, la Oficina de Desarrollo y Administración de la arquidiócesis recoge –nuevos o usados, en buen estado– vestidos de comunión, velos, trajes y zapatos para las parroquias del centro de la ciudad.
Las hermanas religiosas que colaboran en la Catedral Basílica del Sagrado Corazón –que son quienes saben qué familias se encuentran en necesidad—son las encargadas de repartir estas donaciones, así mismo, lo hacen con cualquier feligrés que necesitan para su niña o su niño.
Los donativos se distribuyen a lo largo del mes de abril, para que sean usados –como tradicionalmente se hace—en el mes de mato; el mes de la flores, de la Virgen María y de las primeras comuniones. Nada más año pasado (2015) se distribuyeron más de 400 vestidos y 200 trajes.

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