jueves, 13 de julio de 2017

“Quédate Señor conmigo” La oración del Padre Pío que me ha conmovido. (Un bello testimonio)





Seguro conoces la historia de los discípulos de Emaús. Me encanta cuando se encontraron en el camino con Jesús y no lo reconocieron. Él les hablaba y ellos no entendían. ¿Cómo era esto posible? Muchas veces he tenido la necesidad que me hablen de Dios, como a estos discípulos. Entonces voy a misa y escucho la homilía del sacerdote con atención.
Hay una parte del Evangelio, con los discípulos de Emaús que me conmueve y he usado por años como oración personal,  en medio del dolor y las tentaciones, o cuando no sé qué hacer. Es muy sencillo, le pido a Jesús que se quede conmigo.
“Quédate conmigo Jesús, porque oscurece y no puedo vencer solo las tentaciones, ni enfrentar al mundo y la adversidad. Quédate conmigo Jesús, porque sin ti, nada soy”.
Siempre he querido ser como ellos. Tener ese encuentro con Jesús, sin reconocerlo, y al final saber que era Él quien estuvo conmigo. Sentir arder mi corazón.
“Al llegar cerca del pueblo al que iban, hizo como que quisiera seguir adelante, pero ellos le insistieron diciendo: «Quédate con nosotros, ya está cayendo la tarde y se termina el día.»  Entró, pues, para quedarse con ellos. Y esto sucedió. Mientras estaba en la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, y en ese momento se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero ya había desaparecido.  Entonces se dijeron el uno al otro: « ¿No sentíamos arder nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?»”  (Lc 24, 28, 32)
Soy débil y caigo con facilidad. Por eso me aferro a los sacramentos, la oración, la lectura de bueno libros, que me inspiren, la Eucaristía y mis visitas diarias a Jesús en el sagrario.
Allí me quedo con Él, le hablo, le digo que le quiero. que se quede conmigo. Y seguramente lo hace.
No lo veo, y tampoco necesito hacerlo. Me basta recibirlo cada mañana en la santa comunión. ¡Qué bueno eres Jesús!
En estos días  me encontré con una bella oración, muy similar, pero más hermosa, que le atribuyen al Padre Pío. Me encantó. Me ha conmovido hondamente.
Me recordó a los discípulos de Emaús cuando le pidieron a Jesús “Quédate con nosotros…”. 
Ha sido mi oración estos días.
Quédate, Señor, conmigo, porque es necesaria tu presencia para no olvidarte. Sabes cuán fácilmente te abandono.
Quédate, Señor, conmigo, pues soy débil y necesito tu fuerza para no caer muchas veces.
Quédate, Señor, conmigo, porque eres mi luz y sin ti estoy en tinieblas.
Quédate, Señor, conmigo, porque eres mi vida y sin ti pierdo el fervor.
Quédate, Señor, conmigo, para darme a conocer tu voluntad.
Quédate, Señor, conmigo, para que oiga tu voz y te siga…

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