jueves, 11 de mayo de 2017

Hoy Jesús te llama. ¿Qué responderás? (Un bellísimo testimonio)


Me senté a escribir y pensé:
“¿Vivo el Evangelio?”
La respuesta fue:
“No”.
En medio de los conflictos que enfrento a diario no he incluido el Amor. No he amado como Jesús me pide. No he respondido:
“Aquí estoy, para hacer tu voluntad Señor”.

De repente me di cuenta que en algún momento torcí mi camino y lo sigo torciendo por conveniencia.
Soy católico, por tanto, debo vivir en Evangelio. Y, ¿qué me pide Jesús?, ¿qué debo hacer? ¿Cómo pueden reconocerme las personas como discípulo suyo?
La respuesta siempre está allí, frente a ti, a tu alcance.
“En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.” (Juan 13, 35)
Algo tan sencillo y no lo cumplo.
¿Estoy dispuesto a amar?
En julio voy cumplir 60 años. Y miren lo que he descubierto. Lo que Él me ayudó a descubrir.
He decidido amar.
Quiero amar, de verdad, sin juzgar, ni pensar mal de nadie. Un amor que lo perdone todo, que los abrace a todos, que los lleve a Dios.
Quiero amar para que mi ejemplo no aleje a las personas del Camino.
El otro día me dijeron:
“Usted que carga a Cristo Crucificado, mire cómo actúa. De ejemplo, mida sus pasos”.
Y tenía razón.
Conoces a Dios, todos lo conocen, saben de Él, pero vivir su Palabra, esto es otra cosa.
Poner en práctica el Evangelio, ese es el ideal.

He conocido cientos de personas que son felices siguiendo los pasos de Jesús. Me he esforzado por ser uno de ellos, pero me ha faltado la confianza, el amor, la fe, la caridad.

De amar verdaderamente a Dios, todas mis obras serían justas.  
Me acuerdo estas palabras que una vez leí sobre la Madre Teresa de Calcuta:
“No permitas jamás que alguien venga a ti y se aleje sin ser mejor y más feliz”.
Esto no ha ocurrido. No he logrado algo tan simple, sencillo y noble. Me pregunto por qué. Qué debe cambiar en mí, para que esto pueda ser. La respuesta siempre está allí, frente a mí:
“Debes amar Claudio”.
Dios me da la oportunidad de cambiar, ser mejor, acercarme a Él y pienso tomar esa oportunidad, extender mi mano hacia Dios y decirle:
“Aquí estoy Señor, envíame”.
¿Te has dado cuenta? Hoy Jesús te llama también a ti.  Te pide amar, vivir el ideal de un mundo mejor, amando.
¿Qué responderás? 

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