viernes, 7 de abril de 2017

Vía Crucis. Camino de la Cruz

Camino de la cruz
Introducción
Camino de la Cruz. La vida está llena de caminos. Cada uno tenemos nuestro camino y nuestros caminos. Hay caminos fáciles. Hay caminos difíciles. Hay caminos de pecado y caminos de gracia. Hay caminos de Dios y caminos de los hombres. Hay caminos que llevan a la libertad y caminos que llevan a la esclavitud.
Señor, hoy queremos andar, no nuestros caminos. Hoy queremos andar tu camino. Un camino que tiene un mal nombre y un mal apellido. Porque es un camino que lleva a la Cruz, y a la vez, es un camino que hay que recorrerlo cargando la Cruz.
Señor: tu camino de la cruz, no es de los caminos fáciles. Pero tú nunca hablaste de caminos fáciles. Tú siempre ofreciste caminos cuesta arriba. Siempre ofreciste caminos en los que uno lo arriesga todo. Hasta la propia vida.
Sin embargo, Señor, sabemos que es el único camino que nos lleva a la vida. Sabemos que pasa por la muerte, pero es un camino que lleva a la vida de verdad. Porque tu camino de la Cruz es un camino de amor, un camino de fidelidad, un camino de solidaridad y un camino donde Dios revela su amor al hombre y pone de manifiesto lo importante que es cada hombre.
Señor, al recorrer hoy este tu camino-nuestro camino, queremos hacerlo con la esperanza puesta en el corazón y en los pies. Queremos que, al caminarlo, caminemos con las alas de la esperanza que nos hacen amanecer en la Pascua. No lo andaremos solos. Lo vamos a andar contigo. Tú por delante.

PRIMERA ESTACIÓN
ANIMADOR: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
TODOS: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

ANIMADOR: Jesús en el Huerto de Getsemaní
MONITOR: “Y salió Jesús como de costumbre al monte de los Olivos, y lo siguieron los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo “orad, para no caer en la tentación”. El se arrancó de ellos, alejándose como un tiro de piedra arrodillado, oraba diciendo: “Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. (Lc 22, 39-46)
COMENTARIO: Es la hora del silencio. Es la hora en la que los hombres callan. Es de noche. Pero es la hora en la que el hombre habla con Dios. El silencio de la noche se hace palabra de oración.
Señor, comienzas tu Pasión orando. Comienzas tu Pasión no exhibiendo tu valentía, ni tus poderes divinos. Comienzas tu Pasión con miedo… con mucha pena en el alma. Comienzas tu Pasión no como el héroe que se siente seguro de sí mismo, sino como el hombre débil que tiene miedo al dolor, que tiene miedo a ser juzgado y condenado. Las grandes empresas tienen unos comienzos sencillos. La gran empresa de la salvación comienza por la pobreza del alma que siente tristeza.
Señor, me gustas así. Me gustas débil, porque así te veo más parecido a mí. Porque también yo estoy lleno de miedos. Tengo miedo al riesgo. Tengo miedo a quedarme enfermo, limitado físico, inútil para toda la vida. Tengo miedo a enfrentarme conmigo mismo y hasta tengo miedo de enfrentarme contigo. Por eso me gustas así: con miedo, con tristeza, con ganas de dejarlo todo. “Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz”. Pero me gustas, porque aún así, sabes aceptar las cosas: “Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. 

SEGUNDA ESTACIÓN
ANIMADOR: Te adoramos…
TODOS: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo

ANIMADOR: Jesús traicionado por Judas, es arrestado
MONITOR: “Todavía estaba hablando, cuando aparece la gente. Y los guiaba el llamado Judas, uno de los Doce: y se acercó a besar a Jesús. Jesús le dijo: “Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?”… Ellos lo prendieron, se lo llevaron y lo hicieron entrar en casa del sumo sacerdote”. (Lc 22, 47-48)
COMENTARIO:
Señor: un amigo… uno de los tuyos… y con un beso…
Señor: un amigo… ¿quiénes son realmente los amigos? Los hay de todo estilo: amigos que creen en ti, amigos que venden y compran, amigos que entregan y traicionan.
Señor: amigos que utilizan la amistad para intereses y egoísmos personales. Amigos que enseñan la cara y esconden el corazón. Amigos que acarician y luego golpean y matan.
Señor: y era de los tuyos… sí, de los de tu grupo… No era de tus enemigos… ¿Te das cuenta qué gente tenías dentro? ¿Te das cuenta que tu peor enemigo estaba en casa?
Señor: casi no me atrevo a mirar por dentro mi corazón. Tengo miedo a que dentro de mí lleve a mi peor enemigo. Tengo miedo a que en mí propia casa, dentro de mí esté el que me vende, me traiciona y me entrega… ¿Puedo pedirte algo, Señor? Sólo te pido: “renuévame por dentro y crea en mí un corazón puro, un corazón nuevo y limpio”.
Señor:… con un beso… ¿Lo entiendes? Con besos. Besos que son amistad. Besos que son un engaño. Besos que son una compra. Besos que son una traición.
Señor: hay besos que pueden contagiar un virus. No son los peores. Porque hay besos que contagian pecado. Besos que contagian sensualidad. Besos que destruyen vidas…
“Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?
Amigo, ¿con un beso quieres comprar un cuerpo? ¿Con un beso quieres comprar la dignidad de esa persona?
Señor: limpia nuestros corazones, para que nuestros besos siembren amor y vida en los labios de los demás.

TERCERA ESTACIÓN
ANIMADOR: Te adoramos…
TODOS: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo

ANIMADOR: Jesús es condenado por el Sanedrín
MONITOR: “El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo: ¿No tienes nada que responder?… Pero Jesús callaba… Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el hijo de Dios… Jesús respondió: “Tú lo has dicho…”. El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras, diciendo: “Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? ¿Qué decís?” Ellos contestaron: “Es reo de muerte”. (Mt 26, 56-67)
COMENTARIO: Tú callabas. En tu Pasión, Señor, tú callas. Ya no es hora de palabras. Es la hora de que la única palabra que digas sea el testimonio de tu propia vida.
Tú callas, cuando te preguntamos, no para saber la verdad, sino para justificarnos a nosotros.
Tú callas, cuando no encuentras sinceridad en nuestras vidas.
También el silencio es palabra. También el silencio es una manera de decir las cosas.
Pero los hombres no entendemos ni la Palabra ni el silencio de Dios.
Sin embargo, Señor, no puedes callarte cuando se trata de confesar tu identidad, aunque pueda complicarte. No es válido el silencio que calla la verdad que hay que decir.
Yo no puedo callar mi identidad de cristiano, cuando estoy llamado a identificarme, aunque me pueda costar la vida.
Yo no puedo callar mi identidad de cristiano, cuando el callarla pueda significar miedo o una manera disimulada de negarte a Ti en mi vida.
Señor: hazme escuchar tu silencio como palabra tuya.
Señor: hazme escuchar el silencio de los que no tienen voz para gritar.
Señor: hazme escuchar el silencio de los que nunca han hablado porque les hemos negado el derecho a existir.
Señor: a veces, tampoco yo sé qué decirte, que entonces también tú escuches mi silencio que es la única manera de gritar y protestar contra la injusticia.
Señor: escucha hoy, el silencio de tantos hombres y mujeres que lo único que les queda ya en la vida es su silencio.

CUARTA ESTACIÓN
ANIMADOR: Te adoramos…
TODOS: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo

ANIMADOR: Jesús es negado por Pedro
MONITOR: “… y se le acercó una criada y le dijo: “También tú andabas con Jesús el galileo”. El lo negó delante de todos, diciendo: “No sé qué quieres decir”… y dijo a los que estaban allí: “Este andaba con Jesús el Nazareno”. Otra vez lo negó él, con juramento. “No conozco a ese hombre”… Poco después le dijeron: “Seguro, tú también eres de ellos, se te nota en el acento”. Entonces se puso a echar maldiciones y a jurar, diciendo: “No conozco a ese hombre”. Y enseguida cantó un gallo. (Mt 26, 69-75)
COMENTARIO: No sé qué quieres decir…” “No conozco a ese hombre”.
Señor: Pedro, tu amigo y discípulo, no te conoce.
Pedro, no sabe quién eres.
Nunca ha andado contigo. ¿No te sorprende?
Pero tú, sí conoces a Pedro. Tú si sabes quién es Pedro.
Señor: ¿te das cuenta con qué gente has contado? Son de los tuyos…
Judas te vende con un beso y te traiciona.
Pedro dice que no te conoce y que jamás anduvo contigo.
Los demás se han dedicado a la fuga.
A la hora de la verdad, hasta los tuyos te dejan.
Es fácil ser cristiano cuando no exige compromiso.
Es fácil ser cristiano cuando uno puede pasar desapercibido en el montón como cualquier desconocido.
Pero es difícil ser un cristiano que da la cara por ti.
Es difícil ser cristiano cuando nos exige pensar diferente de los demás.
Es difícil ser cristiano cuando los demás pueden reírse de nosotros.
Es difícil ser cristiano cuando se nos exigen compromisos.
Señor: felizmente tú conoces a Pedro y nos conoces también a nosotros. Ya nada te escandaliza de nuestra vida. ¿No ves cómo tantos cristianos hoy celebramos tu Viernes Santo, porque todo el mundo lo celebra? Pregúntanos la próxima semana dónde está la fe de nuestro Viernes Santo… verás que muchos no te conocen, no te hemos visto nunca, nunca hemos estado contigo…
Señor: ¿me permites un ruego? Te pido que canten más los gallos. Pero mejor si cantan durante el día porque de madrugada no los escuchamos. Es posible que también los gallos despierten nuestra conciencia y nos hagan sentir que estamos mintiendo.

QUINTA ESTACIÓN
ANIMADOR: Te adoramos…
TODOS: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo

ANIMADOR: Jesús es juzgado por Pilato
MONITOR: “Pilato preguntó a Jesús: ¿eres tú el rey de los judíos? Él le contestó: “Tú lo dices”. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la turba: “No encuentro ninguna culpa en este hombre”. Ellos insistían con más fuerza, diciendo: “Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí”. (Lc 23, 3-5)
COMENTARIO:
Por fin, Señor, alguien se atreve a confesar que eres inocente. Que no encuentra culpa alguna de qué acusarte.
Pero ¿de qué te sirve ser inocente, si sigues estorbando en la vida de los demás?

Hay demasiados inocentes que son juzgados y condenados, sencillamente por ser inocentes… No han hecho nada. Pero eso no importa. Por ahí andan libres los que han hecho muchas cosas, son culpables. Pero esos, tú ya sabes, esos tienen padrino… Son culpables, pero tienen dinero para comprarse la libertad. No es cuestión de inocente o culpable, es cuestión del dinero que se ofrece o la sentencia que se compra.
¿Es que tú no lo has sentido en tu propia carne? Te declararon inocente. No habías hecho nada ¿De qué te sirvió? Tú fuiste condenado a la Cruz, y el otro que había robado y había matado, ése se fue de largo, con su libertad bajo el brazo.
Así sucede siempre, Señor, vivimos en un mundo, donde la inocencia hay que demostrarla. Vivimos en un mundo, donde lo que interesa no es la verdad sino las conveniencias.
Qué terrible es, Señor, cuando el hombre juega a la verdad y a los intereses personales. Al final, siempre los intereses egoístas terminan triunfando sobre la verdad.

SEXTA ESTACIÓN
ANIMADOR: Te adoramos…
TODOS: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo

ANIMADOR: Jesús es flagelado y coronado de espinas
MONITOR: “Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y acerándose a él, le decían: “ !Salve, rey de los judíos! ” Y le daban bofetadas”. (Jn 19, 1-3)
COMENTARIO:
Cuántas cosas hacemos para quedar bien ante los demás. Pilato tiene que aparentar que es justo ¿Pero justo con quién? ¿No ha dicho que Jesús es inocente y que él no encuentra nada que condenar en él? ¿Por qué, entonces, mandarle azotar? ¿Es que se puede jugar así alegremente con las personas y con la dignidad de la gente?

Había que demostrar que uno busca la verdad y la justicia. Aunque, claro está, sea a costa de la dignidad de los demás…¡Qué poco importan los otros cuando uno tiene que quedar bien…! ¡Que poco importa ese hijo concebido cuando uno debe conservar limpio el apellido y el buen nombre!
Señor, yo quisiera hacerte una pregunta aunque te parezca un poco indiscreta y atrevida… ¿Serán culpables todos los que están presos bajo las rejas? ¿Serán culpables quienes llevan tantos años en la cárcel sin haber sido juzgados ni condenados? ¿Y seremos inocentes todos los que andamos libres por la calle?
Señor, tú esperaste hasta el día de tu Resurrección para que todo el mundo se diera cuenta de que eras bueno, de que eras inocente. ¿Hasta cuándo tendrán que esperar tantos hermanos nuestros, muertos años y años en la cárcel, sin sentencia alguna? ¿Es que algún día habrá para ellos un “día de Pascua de Resurrección”? ¿Se puede azotar a alguien a quien se considera inocente? ¿Es ésa la justicia? ¿Se puede echar a la cárcel a quien no se le ha probado legalmente su culpabilidad?
Señor, te confieso que, tanto hablar de derechos humanos, de justicia… ya no entiendo qué es la justicia… ¿Me lo explicarás tú algún día?
SÉPTIMA ESTACIÓN
ANIMADOR: Te adoramos…
TODOS: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo

ANIMADOR: Jesús es cargado con la Cruz
MONITOR: “Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y Él, cargado con la Cruz, salió al sitio llamado de la calavera, que en hebreo se dice Gólgota”. (Jn 19, 16-17)
COMENTARIO: “Se lo entregó..” Así de simple. Se lo entregó como se entrega un muñeco para que jueguen con él. ¡Qué poco vale la vida del hombre, cuando la vida deja de ser el don más preciado de Dios! ¡Qué poco vale la vida cuando nos queremos quitar los problemas de encima!
Judas lo entregó a los soldados. Los soldados lo entregaron a los sumos sacerdotes. Los sumos sacerdotes se lo entregaron a Pilato. Pilato se lo entregó a los soldados. Y de nuevo Pilato se lo volvió a entregar a los Jefes religiosos para que hagan lo que quieran con él. Que lo crucifiquen, si quieren…
Señor, eres una pelota de pin pon… ¡Qué poco vale tu vida! Y si la tuya vale tan poco que podemos jugar tan alegremente con ella, ¿cuánto crees que puede valer la nuestra?
Y Él, cargando con la Cruz, salió al sitio llamado la calavera…
¡Qué fácil cargar de culpabilidad a los demás!
¡Qué fácil cargar con la miseria a los demás, mientras nosotros lo pasamos estupendo!
¡Qué fácil hacer proyectos políticos y económicos, siempre que los demás tengan que pagar su costo social!
¡Qué fácil detener la inflación no subiendo los sueldos y salarios, aunque la gente se muera de hambre!
Señor: ya lo ves, somos especialistas en cargar cruces sobre los hombros de los otros. Y lo hacemos con excelente estilo. Nuestros hombros siguen libres, pero mientras tanto, la mayoría de la gente camina encorvada bajo el peso de sus cruces de cada día.

Señor, tú saliste cargando tu cruz al sitio llamado la calavera… Mis hermanos salen cada día a la calle cargando la suya, sin saber a dónde van… Simplemente caminan y caminan con ella a cuestas… No saben dónde podrán tirarla o donde caerán crucificados bajo el duro peso de los maderos… 
OCTAVA ESTACIÓN
ANIMADOR: Te adoramos…
TODOS: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo

ANIMADOR: Jesús es ayudado por el Cireneo a llevar su Cruz
MONITOR: “Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevase detrás de Jesús”. (Lc 23, 26)
COMENTARIO: Siempre los demás. Ellos no podían echarle mano a la Cruz porque quedarían contaminados… ven que Jesús se derrumba, pero sus manos son demasiado finas para agarrar un rato la Cruz.
Es más fácil repartir las cruces con los otros. Ahí está ese buen hombre que viene de su trabajo, cansado de haber trabajado el pan de sus hijos… Y a ése le echan mano… Ellos no están para llevar las cruces de nadie pero sí para cargar cruces a todo el mundo.
Los inocentes son más solidarios. Los pobres suelen ser más solidarios con los pobres como ellos. Su casa suele estar abierta a todos, porque muchas veces ni puertas tiene… Qué difícil entrar a las otras casas, Señor… Tocas el timbre… te sale la empleada… va a preguntar… para luego decirte que vengas otro día porque el Señor está ocupado o descansando…
Señor, en tu camino del Calvario, encuentras unos hombros amigos. Hombros como los tuyos cargados de llevar el peso de los demás. Hombros hechos para cargar cruces más que para descansar.
La solidaridad cuesta. Es posible que, en un principio, Simón te haya mirado con ojos de rabia. También estaba cansado. También él necesitaba que le ayudasen. Sin embargo, Señor, poco a poco tu Cruz lo fue cambiando desde dentro. Tu Cruz no le pesaba tanto como se había imaginado. Se dio cuenta de que tu Cruz era diferente. Olía a madera, pero olía, sobre todo a amor, a fidelidad, a muerte y a vida.
Señor, dame unos hombros fuertes para cargar las cruces de mis hermanos. Pero sobre todo, dame un corazón grande para amar tanto a mis hermanos que lleve yo su Cruz por ellos.

NOVENA ESTACIÓN
ANIMADOR: Te adoramos…
TODOS: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo

ANIMADOR: Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén
MONITOR: “Seguía a Jesús un gran gentío del pueblo y de mujeres, que se daban golpes y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán: Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado…” (Lc 23, 27-31)
COMENTARIO: Señor: al verte cargado con tu Cruz, me pareces formidable… Tú eres diferente… Sufres pero no eres de los que explotas tu sufrimiento para que los demás se fijen en ti. Sufres pero no eres de los que gritas, para que los demás te presten atención. Sufres, pero no eres de los que convierten su dolor en un título y en un derecho a privilegios.
Me pareces formidable, porque tu dolor no te encierra dentro de ti mismo, sino que sigues con los ojos abiertos al dolor de los demás. No caes en el egoísmo del dolor sino que sigues abierto a la generosidad de tu amor. Que también en el dolor el corazón tiene que amar. También en el dolor hemos de ser solidarios con los demás que sufren como nosotros.
Tú no eres de los que consumes lágrimas de compasión. No eres de los que te quieres hacer un nombre con tu sufrimiento. Tus ojos siguen abiertos para ver el dolor de los demás. Tus oídos siguen abiertos para escuchar el grito de otros que sufren. Tu lengua sigue dispuesta a brindar una palabra de consuelo a quienes llevan también su carne crucificada.
Señor: quiero pedirte por todos los que sufren. Que su dolor no los encierre en ellos mismos sino que los haga amar más a los demás. Quiero pedirte, por todos los que pasan al lado del sufrimiento humano y no tienen ojos para ver, oídos para escuchar, ni lengua para regalar una palabra de aliento y esperanza.

DÉCIMA ESTACIÓN
ANIMADOR: Te adoramos…
TODOS: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo

ANIMADOR: Jesús es crucificado
MONITOR: “Y llevaron a Jesús al Gólgota y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda; así se cumplió la escritura que dice: “Lo consideraron como un malhechor”. (Mc 15, 22-18)
COMENTARIO: Así de simple. “Lo crucificaron”. ¿Para qué dar más explicaciones? Las palabras suelen sobrar a la hora del dolor. Quieren decir algo y no dicen nada. Quieren explicar lo que nadie ha sentido y experimentado. “Lo crucificaron”.
Señor: los evangelistas despachan tu crucifixión con la frialdad de un telegrama. ¿Es que no se atreven a decir lo que pasó? ¿Es que ellos mismos se sienten asustados de lo que los hombres hemos hecho contigo?
“Lo crucificaron”. Ni una palabra más. Como si la cosa careciera de importancia. Es que crucificar resulta siempre tan fácil. Demasiado fácil, diría yo.

Crucificamos a los demás con nuestras críticas, calumnias, murmuraciones… y nada: “Padre me acuso de haber murmurado, pero cosa sin importancia”.
Crucificamos a los demás considerándolos menos que nosotros. Simplemente los despreciamos. “Padre, yo no aguanto a la gente baja, es insoportable”. Y el corazón no tiene un latido más. Todo parece tan simple…

Señor: los Evangelios son terriblemente escuetos. “Lo crucificaron”. Parece que crucificar resulta algo muy fácil y sin problemas. Me da miedo, Señor, con qué facilidad vulgarizamos realidades que son señales claras de muerte. Me da miedo, lo fácil que nos resulta cada día crucificar a nuestros hermanos, clavarlos en la Cruz, sin que se altere el pulso de nuestra mano que golpea el martillo.
UNDÉCIMA ESTACIÓN
ANIMADOR: Te adoramos…
TODOS: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo

ANIMADOR: Jesús promete su reino al buen ladrón
MONITOR: “Pero el otro le increpaba diciendo: “¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos: en cambio, éste, no ha faltado en nada.” Y decía: “Jesús, acuérdate de mi cuando llegues a tu reino”. Jesús le respondió: “Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso”. (Lc 23, 39-43)
COMENTARIO: Señor: tú eres sorprendente. Eres imprevisible. Estás muriendo y sigues mirando en torno tuyo. Estás muriendo y sigues escuchando las voces que te gritan. Estás muriendo y sigues repartiendo gracia, salvación y amor.
Señor: ¿me vas a decir cuándo tienes tiempo para pensar en ti? Te veo, te escucho y no me lo creo. Porque nosotros estamos tan acostumbrados a no tener tiempo para nadie. No tenemos tiempo para el hijo que viene a hablarnos de sus problemas. No tenemos tiempo para escucharnos como esposos. No tenemos tiempo para escuchar al anciano que tiene por compañía su propia soledad. Nosotros no tenemos tiempo nunca… ni sanos y menos enfermos. No tenemos tiempo cuando estamos sanos, porque tenemos tantas cosas que hacer… No tenemos tiempo cuando estamos enfermos, porque entonces bastante tenemos con nuestro dolor… Y Tú sigues teniendo tiempo para mí, incluso colgado de la cruz.

Señor: me encanta tu vida, porque nunca has tenido prisas con los hombres. Tus únicas prisas consisten en abrir a los hombres a la esperanza. Tu compañero de Cruz te pide un recuerdo para él cuando llegues a tu reino… No te urge. El sabe esperar. Pero tú no puedes esperar en tu respuesta… “Hoy. Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”.
Señor: que casi lo metes al cielo antes de que llegues tú… ¿no te parece que todo marcha demasiado rápido? Ya entiendo: el egoísmo nunca tiene prisas para los demás. El amor vive de las prisas cuando se trata de los demás. Gracias, Señor, por tus prisas en amarme.

DUODÉCIMA ESTACIÓN
ANIMADOR: Te adoramos…
TODOS: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo

ANIMADOR: Jesús en la cruz: la madre y el discípulo
MONITOR: “Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás, y María la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego, dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa”. (Jn 19, 25-27)
COMENTARIO: Señor: No estás sólo. Un grupito de almas creyentes te acompañan en tu hora definitiva. No son muchos. Se pueden contar con los dedos de la mano. Tu madre, la hermana de tu madre, es decir, tu tía materna, y la Magdalena. Y Juan, ¿los contamos? Total cuatro. ¿No te dije? Me sobran los dedos de una mano.
Pero ellos son suficientes. Tú sabes que en el corazón de cada uno arde un amor y una profunda fe en ti. Están en silencio. No dicen nada. Su mejor palabra no es la que hablan, sino su presencia. La presencia, en las horas del dolor, es la mejor palabra del corazón humano.
En tu testamento firmado en la Ultima Cena lo único que tenías para dejarnos era tu propia muerte. Y ahí se la entregaste a los tuyos. No tenías otra cosa. Era lo único que te pertenecía: tu muerte.
Ahora, en la Cruz, te das cuenta de que hay algo más todavía en tu vida. La madre.
¿Es que se puede regalar a una madre en testamento?
¿Somos dueños de la vida de nuestra madre para darla testamentariamente? Ahí estás tú con tus preocupaciones de hijo: “Mujer ahí tienes a tu hijo”. “Ahí tienes a tu madre”.
Gracias, Señor, por dejarnos tu vida y tu muerte para que nosotros no perdamos el recuerdo y la memoria de ti. Y gracias, por el regalo de tu madre. Una Iglesia sin madre, es como una familia sin madre, es una Iglesia triste. Una comunidad de fe, sin el calor de la fe de la madre, le falta calor de vida.
Gracias, Señor, por tu madre, que ahora también es nuestra. Disculpa, cuidaremos de ella. La amaremos como hijos. Le daremos el calor de hijos. Porque también nosotros sentiremos su calor de madre.

DECIMOTERCERA ESTACIÓN
ANIMADOR: Te adoramos…
TODOS: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo

ANIMADOR: Jesús muere en la Cruz
MONITOR: “A las tres de la tarde, gritó Jesús con fuerte voz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?… “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”… Jesús lanzando un fuerte grito, expiró”. (Mc 15, 33-37; Lc 23, 44-49, Jn 19, 28-30)
COMENTARIO: “El cual, siendo de condición divina, se despojó de su rango, haciéndose uno igual que nosotros, un hombre cualquiera… hecho obediente hasta la muerte y muerte de Cruz…”
“Cuando el hijo del hombre sea levantado en alto, atraeré a todos hacia mí…”
“Sí el grano de trigo no cae en tierra y muere queda infecundo, pero si muere da mucho fruto…”
Señor: estoy recordando en voz alta cosas que tú mismo has dicho… Tu vida apuntaba a la muerte. Dabas a entender que tu vida no podía entenderse sino desde tu muerte. Que tu muerte era la clave de lectura de tu identidad, de tu misión, de tu vida y de tu palabra.
¿Puede haber tanta luz en una muerte? ¿Puede haber tanta luz en una muerte de Cruz? ¿Puede haber tanta luz donde abunda tanto la oscuridad?
Tú gritas el silencio de Dios: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Y a la vez, la Cruz es la gran revelación de Dios… El Dios que se revela también en el silencio, cuando calla. El Dios que se revela en la presencia que no se ve… Señor, hazme ver en la oscuridad… Señor, hazme ver en la presencia de la ausencia…

Tú gritas el silencio de Dios y luego me dices que tu Cruz y tu muerte son la revelación suprema del amor del Padre. Dios me ama en el silencio. Dios me ama en una presencia que no veo. ¡Cuántas veces, Padre, he dudado de tu amor sencillamente porque no lo veía… no lo escuchaba…! Hoy, al pie de tu Hijo muerto en el madero, quiero decirte: Padre, creo en tu amor aunque no te sienta. Creo en tu amor, aunque no te vea.
DECIMOCUARTA ESTACIÓN
ANIMADOR: Te adoramos…
TODOS: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo

ANIMADOR: Jesús es colocado en el sepulcro
MONITOR: “Al anochecer, como era el día de la preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, noble magistrado, que también aguardaba el reino de Dios… Informado por el centurión de que Jesús había muerto, Pilato concedió el cadáver a José. Este compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en el sepulcro, excavado en una roca, y rodó una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María, la madre de José, observaban dónde lo ponían”. (Mc 15, 42-47)
COMENTARIO: Señor: llegamos al final del camino… Te crucificaron. Estás muerto. Y la piedad de unos amigos te entierra a toda prisa. No hubo tiempo para poner tu esquela de defunción en los periódicos… tuviste un entierro de tercera… Perdona Señor, que te diga que tu entierro fue de tercera… pero fue así. Y además ¿para qué querías un entierro de primera? Para tres días que ibas a estar ahí dentro… ¿para qué más barullo? Además, Señor, para qué dar tanta importancia a la muerte si tu muerte se transforma en vida.
Nosotros, Señor rendimos más culto a la muerte que a la vida. Nuestros funerales son de lo más solemne. Nos encanta celebrar la muerte. En cambio los tuyos tuvieron la suerte de no tener tiempo sino para un funeral de emergencia… un entierro para el que no había tiempo… Y claro que no había tiempo, porque ahí mismo en tu muerte brotó la vida… ¿Qué iba a celebrar si el grano ya había caído en tierra, ya había reventado y había brotado?
Ese anochecer, Señor, en que los tuyos te metieron al sepulcro, tiene muy poco de oscuridad. Es un anochecer que ya vislumbra las luces de la aurora de la Pascua.
Señor, creo en la muerte. Pero creo sobre todo en la vida. Creo en tu muerte porque creo en tu resurrección. Creo en tu Viernes Santo, porque creo en tu Domingo de Pascua. Ahora la vida ya tiene sentido. Hasta ahora, era una vida amenazada de muerte. Ahora, después de tu muerte, nuestras vidas, Señor, están amenazadas de resurrección.

Oración final
Señor Jesús crucificado y ya resucitado: hay caminos y caminos. Hay caminos fáciles que no nos llevan a ninguna parte. Y hay caminos difíciles que son los caminos del éxito. El camino que tú tuviste que andar hasta llegar a la muerte, era corto, pero difícil. No era fácil entender las cosas. Como tampoco hoy nos resulta fácil a nosotros entender muchas cosas que pasan en nuestro caminar por la vida.
Sin embargo, Señor, más importante que comprender lo que nos sucede en ese nuestro caminar diario, es mejor no preguntar los porqués, es mejor no enredarnos en nuestras lógicas. Es preferible aceptar los misteriosos designios del Padre y seguir adelante.
Señor Jesús crucificado y ya resucitado: no queremos pedirte ni que acortes nuestro camino, ni tampoco que lo hagas más llevadero. Te pedimos sí, que seas tú quien nos acompañe y quien en nuestros cansancios nos levantes el espíritu para sigamos adelante. Amén.

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