miércoles, 25 de enero de 2017

Date permiso para decir ¡basta! Hay momentos en los que desistir en una amistad o en un objetivo es saludableSe da mucha importancia a lo que se consigue, a lo que se alcanza, a lo que logramos en la vida. Se dedican libros, películas, reportajes a alabar las virtudes de los triunfadores, de los que salen de la pobreza, de los que se vuelven famosos porque jamás desistieron de sus sueños. Pero pocos hablan de lo importante que es desistir a tiempo de un objetivo o de una relación. Date permiso para decir ¡basta! Deja de correr detrás de personas que no te incluyen en sus planes o que casi no se acuerdan de que existes, que ponen tu nombre al final de cualquier lista. No te humilles más ante quien no aprecia todo lo que tienes que ofrecer. Acércate a quienes sonríen cuando llegas, a quienes están dispuestos a escucharte y que responden a tus llamadas, tus mensajes y tus miradas. Deja de invertir en lo que no tiene futuro, de gastar energía y tiempo elaborando planes que no coinciden con lo que eres. No busques carreras rentables, no te juntes con gente hipócrita, que sabe lo que cuestan tus zapatos pero no sabe qué día naciste. Invierte en tu calidad de vida, en los sueños que responden a tus aspiraciones reales, a lo que hace vibrar tu corazón. Deja de contentarte con poco, con mitades, deja de conformarte con lo que debería ser mejor. No vayas por caminos menos coloridos, menos especiales, menos iluminados, porque piensas que ya son buenos. Que tu corazón quiera más, quiera amplitud, bonanza afectiva, amor transbordante, reírte hasta que te duela el estómago. Desea alcanzar tus sueños más altos, y no te contentes con menos. Deja de sentir lástima de ti mismo, de llorar por las esquinas, mirando las vidas de los demás mientras desperdicias los momentos que llenarían tu día. No envidies, no te compares con el otro, no olvides de qué y quién está a tu lado, mientras asistes a los eventos, que no son tuyos, con un sentimiento de derrota. Nunca estaremos derrotados, mientras haya vida, mientras podamos levantarnos cada mañana para afrontar lo que nos está esperando. No siempre estaremos bien, no siempre podremos contar con los demás, no siempre lograremos contener las lágrimas. Nos enfrentaremos a días y noches interminables, sin luz, a momentos de dolor y desaliento. Tendremos pérdidas inconsolables, decepciones dolorosas, oscuridades a las que no veremos salida. Sin embargo, si hemos desistido de sufrir por lo que no valía la pena, saldremos fortalecidos junto al amor correspondido, al consuelo sincero y providencial de las personas a las que les importamos de verdad.

Date permiso para decir ¡basta!

Se da mucha importancia a lo que se consigue, a lo que se alcanza, a lo que logramos en la vida. Se dedican libros, películas, reportajes a alabar las virtudes de los triunfadores, de los que salen de la pobreza, de los que se vuelven famosos porque jamás desistieron de sus sueños. Pero pocos hablan de lo importante que es desistir a tiempo de un objetivo o de una relación. Date permiso para decir ¡basta!
Deja de correr detrás de personas que no te incluyen en sus planes o que casi no se acuerdan de que existes, que ponen tu nombre al final de cualquier lista. No te humilles más ante quien no aprecia todo lo que tienes que ofrecer. Acércate a quienes sonríen cuando llegas, a quienes están dispuestos a escucharte y que responden a tus llamadas, tus mensajes y tus miradas.
Deja de invertir en lo que no tiene futuro, de gastar energía y tiempo elaborando planes que no coinciden con lo que eres. No busques carreras rentables, no te juntes con gente hipócrita, que sabe lo que cuestan tus zapatos pero no sabe qué día naciste. Invierte en tu calidad de vida, en los sueños que responden a tus aspiraciones reales, a lo que hace vibrar tu corazón.
Deja de contentarte con poco, con mitades, deja de conformarte con lo que debería ser mejor. No vayas por caminos menos coloridos, menos especiales, menos iluminados, porque piensas que ya son buenos. Que tu corazón quiera más, quiera amplitud, bonanza afectiva, amor transbordante, reírte hasta que te duela el estómago. Desea alcanzar tus sueños más altos, y no te contentes con menos.
Deja de sentir lástima de ti mismo, de llorar por las esquinas, mirando las vidas de los demás mientras desperdicias los momentos que llenarían tu día. No envidies, no te compares con el otro, no olvides de qué y quién está a tu lado, mientras asistes a los eventos, que no son tuyos, con un sentimiento de derrota. Nunca estaremos derrotados, mientras haya vida, mientras podamos levantarnos cada mañana para afrontar lo que nos está esperando.
No siempre estaremos bien, no siempre podremos contar con los demás, no siempre lograremos contener las lágrimas. Nos enfrentaremos a días y noches interminables, sin luz, a momentos de dolor y desaliento. Tendremos pérdidas inconsolables, decepciones dolorosas, oscuridades a las que no veremos salida. Sin embargo, si hemos desistido de sufrir por lo que no valía la pena, saldremos fortalecidos junto al amor correspondido, al consuelo sincero y providencial de las personas a las que les importamos de verdad.


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