domingo, 16 de abril de 2017

FELICES PASCUAS



Felices Pascuas
Pues sí, ¡Felices Pascuas!, ¿por qué no?
Los hombres, en nuestras relaciones sociales, solemos consagrar con frases y con fiestas los éxitos que jalonan nuestra vida: la boda, el aniversario, la oposición ganada, el nacimiento del hijo… los acontecimientos que nos llenan los resumimos en frases: ¡enhorabuena!, ¡me alegro de verdad!, ¡que seáis felices!
Son el eco externo del acontecimiento, el deseo sincero de que la felicidad perdure, y como la constatación de que esta felicidad es un hecho palpable que no pasa desapercibido.
Hoy es el Día del Éxito para el cristiano, es el día del triunfo total sobre la muerte, el dolor y el miedo: el día de la victoria más absoluta, rotunda y completa que han conocido los siglos: es el Día de la Resurrección.
Pero el triunfo es tan explosivo porque la resurrección no es acontecimiento sólo y exclusivo de Cristo –ya sería mucho-, sino nuestro, de cada uno.
La resurrección –que hoy conmemoramos especialmente- es algo vivo, real y operativo que ha empezado ya, porque:

– Cuando yo busco la justicia por encima de mi egoísmo, es que he resucitado.
– Cuando amo a los hombres por encima de mis intereses y hasta de mi propia vida, es que he resucitado.
– Cuando elijo sencillamente el último puesto sin empujar para ocupar el primero, es que he resucitado.
– Cuando río de verdad con los que ríen y lloro también de verdad con los que lloran, es que he resucitado.
– Cuando lucho sin odio, sin violencia, sin dogmatismos, sin coacciones, buscando lo que considero mejor para los hombres, es que he resucitado.
– Cuando creo de verdad y prácticamente que le mundo no es patrimonio de unos cuantos, sino propiedad de todos los hombres, es que he resucitado.
– Cuando no juzgo a los demás y no los condeno desdeñosamente desde el monte de mi perfección y mi desprecio, es que he resucitado.
– Cuando busco la verdad, aunque me hiera su dureza cristalina, es que he resucitado.
– Cuando me siento libre, dispuesto a elegir lo que me parece bueno aun en contra de mis propias inclinaciones, es que he resucitado.
– Cuando soy capaz de encontrar en el dolor y aun en la muerte una respuesta válida, es que he resucitado.

Y si esto es así, si ha comenzado en mi propia vida la resurrección, la vida que no acaba, ¿por qué no hay que celebrarlo con una gran fiesta? ¿Por qué no voy a decir a todos los que me rodean: Felices Pascuas?


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