jueves, 23 de marzo de 2017

“Aquí estoy”, te dice jesús desde el sagrario. (un bello testimonio)



Me agrada visitar a Jesús sorpresivamente los domingos en la madrugada. Son las 5:00 a.m. y allí estoy, sorprendiendolo.  Es como si me dijera: “Eh Claudio, a esta hora ¿no duermes?” Y le respondo: “He querido estar contigo”.
Son momentos irrepetibles los que vives en su presencia.
Siempre me he sentido tranquilo cuando estoy al lado de mi buen amigo Jesús.  Me basta estar allí, en su dulce presencia, y recordar lo que hizo por mí.
Es mi mejor amigo, desde que era un niño.
Al crecer me alejé un poco, pero estoy de vuelta, más resuelto a buscarlo, a seguir el camino que nos mostró. Y vivir el Evangelio. Perdonar. Amar. Dar más de mí.
Cuando llego a verlo en aquella capilla suelo decirle: “Aquí estoy Jesús”. Y es como si me respondiera desde el sagrario: “Aquí estoy, Claudio”.
Esta mañana le dije: “Creo, pero aumenta mi pobre fe”.
Necesito tener más fe. Creer de verdad. Confiar en su Palabra y sus promesas.
Qué diferente sería mi vida si confiara plenamente en Él.
Cuando eres una persona como yo, necesitas tener presencia de Dios, para poder continuar cada día. Por eso, en medio de las más grandes tentaciones me digo: “Si pierdo la gracia, lo pierdo todo”. 
Valoro  muchísimo “la  gracia” porque me permite mostrarle a Jesús mi alma, sin miedos, sin temores, sin  tener que ocultarme por mis pecados.
A veces antes de ir a verlo, sintiéndome indigno, sucio, me confieso con un sacerdote.
Me sonrío porque es como si el buen Jesús me dijera: “Cada vez me cuestas más Claudio”. Y es que todos somos pecadores Todos caemos en algún momento de nuestras vidas. Es aquí cuando recuerdo las sabias palabras de un sacerdote amigo quien me dijo: “Tranquilo. Santo no es el que nunca cae sino el que siempre se levanta”.
Hoy te recordé. Siempre te pido que le mandes mis saludos cuando lo visitas. Hice un video corto para ti. Estábamos Jesús y yo y me pareció una buena idea compartir contigo ese maravilloso momento.
Podrás verlo haciendo CLIC AQUÍ.
A menudo pienso en la capilla de las Siervas de María, frente a mi casa, en Colón. Cuando era niño vivíamos del otro lado de la calle. Me bastaba asomarme por la ventana para saludar a Jesús. Le sabía en aquél sagrario, no tenía la menor duda. Allí estaba Jesús y era mi amigo. ¡Eso era estupendo! Pronto iré a verlo en Colón. Necesito revivir esos días, cuando éramos Jesús y yo, los grandes amigos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario