domingo, 24 de julio de 2016

"Jesús estaba en oración… ‘Señor, enséñanos a orar’


HERO GOSPEL JUL 24-2 © France Stele

  • Texto del Evangelio (Lc 11,1-13)

    Un día que Jesús estaba en oración, en cierto lugar, cuando hubo terminado, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan lo enseñó a sus discípulos». Les dijo: «Cuando oréis, decid: ‘Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Danos cada día el pan que necesitamos. Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos todos los que nos han ofendido. Y no nos expongas a la tentación’».
    También les dijo Jesús: «Supongamos que uno de vosotros tiene un amigo, y que a medianoche va a su casa y le dice: ‘Amigo, préstame tres panes, porque otro amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa y no tengo nada que ofrecerle’. Sin duda, aquel le contestará desde dentro: ‘¡No me molestes! La puerta está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme a darte nada’. Pues bien, os digo que aunque no se levante a dárselo por ser su amigo, se levantará por serle importuno y le dará cuanto necesite. Por esto os digo: Pedid y Dios os dará, buscad y encontraréis, llamad a la puerta y se os abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra y al que llama a la puerta, se le abre. ¿Acaso algún padre entre vosotros sería capaz de darle a su hijo una culebra cuando le pide pescado? ¿O de darle un alacrán cuando le pide un huevo? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre que está en el cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!».
  • )Comentario de Abbé Jean GOTTIGNY (Bruxelles, Bélgica

    Hoy, Jesús en oración nos enseña a orar. Fijémonos bien en lo que su actitud nos enseña. Jesucristo experimenta en muchas ocasiones la necesidad de encontrarse cara a cara con su Padre. Lucas, en su Evangelio, insiste sobre este punto.
    ¿De qué hablaban aquel día? No lo sabemos. En cambio, en otra ocasión, nos ha llegado un fragmento de la conversación entre su Padre y Él. En el momento en que fue bautizado en el Jordán, cuando estaba orando, «y vino una voz del cielo: ‘Tú eres mi hijo; mi amado, en quien he puesto mi complacencia’» (Lc 3,22). Es el paréntesis de un diálogo tiernamente afectuoso.
    Cuando, en el Evangelio de hoy, uno de los discípulos, al observar su recogimiento, le ruega que les enseñe a hablar con Dios, Jesús responde: «Cuando oréis, decid: ‘Padre, santificado sea tu nombre…’» (Lc 11,2). La oración consiste en una conversación filial con ese Padre que nos ama con locura. ¿No definía Teresa de Ávila la oración como “una íntima relación de amistad”: «estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama»?
    Benedicto XVI encuentra «significativo que Lucas sitúe el Padrenuestro en el contexto de la oración personal del mismo Jesús. De esta forma, Él nos hace participar de su oración; nos conduce al interior del diálogo íntimo del amor trinitario; por decirlo así, levanta nuestras miserias humanas hasta el corazón de Dios».
    Es significativo que, en el lenguaje corriente, la oración que Jesucristo nos ha enseñado se resuma en estas dos únicas palabras: «Padre Nuestro». La oración cristiana es eminentemente filial.
    La liturgia católica pone esta oración en nuestros labios en el momento en que nos preparamos para recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Las siete peticiones que comporta y el orden en el que están formuladas nos dan una idea de la conducta que hemos de mantener cuando recibamos la Comunión Eucarística.
  • Lectio Divina

    PRIMERA LECTURA: Génesis 18, 20-320
    SALMO RESPONSORIAL: Salmo 137, 1-8
    SEGUNDA LECTURA: Colosenses 2, 12-14

    Invocación al Espíritu Santo:
    Ven Espíritu Santo,
    Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
    Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad
    para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
    Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.48

    Amén
    TEXTO BÍBLICO: Lucas 11, 1-13.
    11,1: Una vez estaba en un lugar orando. Cuando terminó, uno de los discípulos le pidió:
    —Señor, enséñanos a orar como Juan enseñó a sus discípulos.
    11,2: Jesús les contestó:
    —Cuando oren, digan:
    Padre,
    santificado sea tu nombre,
    venga tu reino;
    11,3: el pan nuestro de cada día danos hoy;
    11,4: perdona nuestros pecados
    como también nosotros
    perdonamos a todos los que nos ofenden;
    no nos dejes caer en la tentación.
    11,5: Y les añadió:
    —Supongamos que uno tiene un amigo que acude a él a media noche y le pide: Amigo, préstame tres panes, 11,6: que ha llegado de viaje un amigo mío y no tengo qué ofrecerle. 11,7: El otro desde dentro le responde: No me vengas con molestias; estamos acostados yo y mis niños; no puedo levantarme a dártelo. 11,8: Les digo que, si no se levanta a dárselo por amistad, se levantará a darle cuanto necesita para que deje de molestarlo.
    11,9: Y yo les digo: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá, 11,10: porque quien pide recibe, quien busca encuentra, a quien llama se le abre.
    11,11: ¿Qué padre entre ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? O, si le pide pescado, ¿le dará en vez de pescado una culebra? 11,12: O, si pide un huevo, ¿le dará un escorpión? 11,13: Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!

    BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO
    1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?
    Estudio Bíblico.
    Gn 18:20-32
    Esta lectura relata la famosa intercesión de Abrahán por Sodoma y Gomorra, ciudades notorias por su maldad. La prolongada intercesión del gran patriarca, y su famoso y muy judío “regateo” con Dios (con quien tenía amistad, 2 Cro 20:7; Is 41:8; St 2:23), no valieron para parar la destrucción de estas ciudades, paradígmatica en la antigüedad bíblica. Ver Dt 30:21-27. Lo importante es de destacar el diálogo, la amistad y obviamente la intercesión de los hombres ante Dios, quien, en el fondo, tendrá su Palabra definitiva. (de hecho se salvó Lot y su familia).
    Lc 11:1-13
    Junto con la primera lectura, el tema se ve que es la necesidad de perseverar en la oración, confiados en que Dios nos escucha y nos concede todo lo que necesitamos. Jesús habla llanamente, usa ejemplos mundanos, argumenta según lo que la exégesis judía llamaba qal wahomer, ‘de lo leve a lo pesado’, lo que llamamos el argumento a fortiori, es decir, si algo vale en lo de poca importancia, cuánto más no valdrá en lo de mucha importancia (ver el ejemplo en Jn 7:23). Si los padres humanos, aun por exasperación, al fin dan lo que se les pide, cuánto más no dará Dios lo que necesitamos, que en la versión de Lucas se resume en que nos dará el “Espíritu Santo” (la versión en Mt 7:11 tiene “cosas buenas”).
    Es importante notar que el “tema” del Espíritu Santo no sólo es de suma importancia en Lucas: lo encontramos añadido donde la versión en Mateo no lo tiene, y en muchos pasajes únicos en Lucas. Cf. Mt 4:1 con Lc 4:1; Mt 4:12 con Lc 4:14; Mt 11:25 con Lc 10:21 etc. Para Lucas, el Espíritu Santo es la suma y totalidad de las “Promesas” de Dios. Es la gran “Promesa del Padre,” Lc 24:49; Hch 1:4; 2:33, 37-39. Está íntimamente ligado a la Resurrección de Jesús, que también es el cumplimiento de todas las Promesas de Dios, Hch 13:32-33; 26:4-8. Para Pablo, amigo de Lucas, todas las Promesas de Dios –pudiéramos decir, todo lo que le hemos pedido o podríamos pedir—tienen su “sí” (respuesta positiva, cumplimiento) en Cristo, 2 Co 1:20.
    Cuando oramos a Dios, tengamos en claro que Él nos concederá siempre que lo pidamos con fe, al Espíritu Santo. Él, con sus siete dones, podrá darnos la capacidad de entender qué es lo bueno para nuestra vida y qué es lo que se necesita para poder vivir en plenitud. No siempre pedimos cosas buenas para nosotros, a veces nuestros caprichos nos llevan a pedir cosas que nos son importantes. Pedir con claridad al Padre, que nos envíe el Espíritu Santo para que nos otorgue la “visión de Dios” sobre todas las cosas. Y también la intercesión de los demás cristianos, que nos ayuden a pedir a Dios

    Reconstruimos el texto:
    1. ¿cómo comienza el texto? ¿Qué hacía Jesús?
    2. ¿qué es lo que los discípulos le piden a Jesús?
    3. ¿Cómo les contesta Jesús, qué les dice que deben hacer como resumen?
    4. ¿Qué imagen les dejó después? ¿Cómo comparó la insistencia?
    5. ¿Qué agregó finalmente?
    6. ¿Qué es lo más importante que debemos pedir a Dios?

    2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?
    Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
    Las lecturas de este domingo, nos presentan la importancia de la intercesión y de la oración.
    1. Si pidiéramos gran sinceridad ¿cuánto tiempo dedicas tú a la oración?
    2. Para muchos, la oración es pedirle cosas y acciones a Dios ¿En que se basa principalmente tu oración?
    3. ¿Eres consciente también de la intercesión por las necesidades de los demás? ¿O sólo te centras en ti mismo?
    4. ¿Es tu oración una acción perseverante? O ¿sólo oras cuando tienes necesidades?
    5. ¿Estás consciente que el mejor pedido al Señor es que te mande su Santo Espíritu sobre ti para aprender a discernir las cosas y ver con los ojos de Dios las realidades?

    3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?
    Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.
    Nuestro momento de decirle al Señor, como una respuesta, de cómo quisiéramos recitar el Padre Nuestro. Cómo quisiéramos orar, no con una recitación rápida, sino con calma, con pausa.
    Hagamos nuestra esta oración, que nos une a todos los cristianos:
    Padre,
    santificado sea tu nombre,
    venga tu reino;
    el pan nuestro de cada día danos hoy;
    perdona nuestros pecados
    como también nosotros
    perdonamos a todos los que nos ofenden;
    no nos dejes caer en la tentación.

    Amén
    Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría.  Añadimos nuestras intenciones de oración.
    4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Como interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?
    Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo  del  Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
    «¡Cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!»
    (Versículo 13)

    Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.
    5.- ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?
    Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
    Si estoy solo o en grupo, de la Sagrada Escritura, en nuestra vida de seguidores del Señor, para enseñarlo a los demás. Hagamos también una visita a alguna persona que necesita oración, y enseñémosle cómo se hace este método de Lectio Divina, y oramos por sus intenciones. Así cumplimos con la misión que nos encomendó el Señor.

SANTO DEL DÍA

Santa Cristina De Bolsena

Joven, posiblemente romana, martirizada cerca del lago de Bolsena en la región Toscana de Italia

Un caso más de conciencia. ¿Qué debe hacer su padre? ¿Matar a su hija u obedecer al emperador? Es la frase del Evangelio: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios".
Era hija de Urbano, un gobernador pagano de armas tomar. Su hija, por el contrario, tuvo la suerte de entrar en contacto desde muy pequeña con unas mujeres cristianas. Estas, contentas y felices, le enseñaron la vida y obra de Jesucristo.
A medida que iba aprendiendo, vivía cuanto aprendía. Y para colmo, el padre no sabía ni palabra. Como niña, se entretenía en romper las estatuas de los falsos dioses que el padre tenía en casa. Un juego más, pensaba el padre. La realidad era todo lo contrario.
Pero cuando se enteró de que era cristiana, pronunció estas palabras:"No se ha decir en el mundo que una niña me dio la ley, ni que estos hechiceros de cristianos triunfan de nuestros dioses en medio de mi propia familia. Yo veré si sus hechizos pueden más que mis tormentos y si la paciencia de una hija ha de hacer burla de la cólera de un padre".
La sometió a toda clase de sufrimientos. De todos ellos la libró el Señor. Hay un momento en que el propio padre la llevó al templo de Apolo para que rezara e hiciera los sacrificios pertinentes. Pero el dios se cayó derrumbado al suelo ante su padre. Este, en un acto de violencia, cayó fulminado de muerte.
Otros gobernadores hicieron los mismo. Y, cansados, no tuvieron más remedio que darle muerte para el escarmiento de los cristianos que crecían como la espuma en tiempos de dificultad.
Sus restos los llevaron de Toscana a Palermo en donde se veneran en la actualidad.

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